Por
Pablo Stefanoni
Corresponsal en Bolivia
Clarín, 30/08/07
La Paz.– Un día
después del paro cívico–empresarial contra el presidente Evo
Morales y a pocas horas de una huelga judicial, la creciente
polarización que vive Bolivia parecía lejos de haberse aplacado. El
intendente de Santa Cruz de la Sierra, Percy Fernández, salió a
atizar las llamas y declaró que "la única forma de convivir
bien es hacer dos naciones: una oriental (los llanos) y otra
occidental (los Andes)". Y el vicepresidente Alvaro García
Linera llamó a los movimientos sociales a "salir a defender el
proceso de cambio y derrotar a la derecha".
A la hora del balance
de la medida de fuerza, Fernández declaró efusivamente: "Ahora
que hemos hecho un paro juntos, podemos definir la otra nación. Ellos
nos hablan de que ha cobrado fuerza la nación occidental, la que
toleramos pero no amamos. Nosotros deberíamos, entre Beni, Pando,
Santa Cruz, parte de Chuquisaca, Tarija y si quiere Cochabamba,
llamarnos, porque nos da la gana, nación oriental. Ahí veamos quién
es más fuerte, quién produce más". Y por si quedaban dudas
agregó que "en Bolivia seguimos siendo cínicos e hipócritas...
Hablamos de la unidad del país, de que nos queremos, y eso es
mentira".
Visiblemente
incómodos, el gobernador de Santa Cruz Rubén Costas y el presidente
del comité cívico Branko Marinkovic, promotores de la huelga, no
aplaudieron. Y, rápidamente, desde la entidad cívica salieron a
distanciarse de Fernández y aclararon que el paro fue "por la
unidad del país".
Las posiciones
independentistas son marginales en Santa Cruz –que produce el 30%
del PBI boliviano– donde predomina la idea de una autonomía a la
española. Sólo el pequeño grupo Nación Camba de Liberación
impulsa a Santa Cruz como un "Estado libre asociado a
Bolivia". Un tema sensible es la tierra: grupos de grandes
propietarios, organizados bajo la consigna "Tierra y
Libertad", amenazan con crear grupos de defensa ante la reforma
agraria que promueve el gobierno de Evo Morales y tiene en la mira a
Marinkovic, a quien el gobierno acusa de "apropiación ilegal de
tierras".
Ayer, el ministro del
Interior, Alfredo Rada, convocó a los dirigentes cruceños a
"demostrar que son demócratas expulsando a la Unión Juvenil
Cruceñista del comité cívico", mientras se extendía una
condena generalizada a la violencia desatada por este grupo durante el
paro del martes. Incluso el matutino La Razón los acusó de
fascistas.
En este contexto de
crispación, el ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana,
advirtió que el gobierno no permitirá que la cooperación económica
de Estados Unidos "ofenda la dignidad nacional" y que si la
Embajada de ese país no se ajusta a las leyes bolivianas "tiene
las puertas abiertas" (para irse). Días atrás, Evo Morales
amenazó con tomar "medidas radicales" contra embajadores
que se entrometan en la política interna. "Eso no es
cooperación, es intromisión", advirtió y todos supieron que el
destinatario era Philip Goldberg, el representante de la Casa Blanca
en La Paz. El departamento de Estado estadounidense negó ayer todas
las acusaciones.