Bolivia

 

En la época del MNR, la Falange hacía una campaña idéntica contra el supuesto comunismo del MNR y como en ese caso, igual ahora, el comunismo atribuido al gobierno de Evo Morales no tiene sustento

Cívicos y empresarios atacan con virulencia a un comunismo inexistente

ASC-Noticias / Bolpress, 05/10/07

Santa Cruz.- En varios medios cruceños de TV, un bloque cívico empresarial que reúne a gente de la vieja derecha neoliberal, otros ligados a la dictadura de Banzer en proceso de reciclamiento, más una barra bulliciosa de agentes de los cubanos de Miami, repiten que lo que se viene de la mano de Evo Morales es el comunismo y sin más ni más aseguran que el surgimiento de un gobierno de ese tipo representa un peligro para toda la población porque quien tome las decisiones será una sola persona, un dictador, y todos perderán sus propiedades.

Gritos de alerta contra la llegada del supuesto comunismo se oyen a diario. Recientemente, en la asamblea de la cruceñidad, uno dijo “¡Suben los precios porque se viene el comunismo!”; el ex presidente de la CAO, José Céspedes, sentenció “…el gobierno nos lleva al totalitarismo, al comunismo” y así afirmaciones similares menudean.

Hay que recordar que en la época del MNR, la Falange hacía una campaña idéntica contra el supuesto comunismo del MNR y como en ese caso, igual ahora, el comunismo atribuido al gobierno de Evo Morales no tiene sustento. Él mismo, en muchísimas ocasiones, manifestó que su gobierno garantiza la propiedad privada, la seguridad jurídica de las empresas y el respeto a la democracia; y sus actos tampoco le contradicen. El MAS, desarrolla una notable política capitalista y no tiene nada de comunista.

Otra cosa es que tome algunas medidas estatistas más por demagogia que por comunista. Talvez confunden con comunismo su barniz indigenista anticolonización y de rechazo a la explotación y opresión de campesinos e indígenas, discurso para mantener boba a esa masa oprimida que sigue en situación crítica y continuará así porque el capitalismo subsiste, el atraso y hambre se profundizan, hay desempleo, hay superexplotación en jornadas de más de 12 horas con salarios miserables, en fin todo sigue igual con Evo.

En realidad el indigenismo del MAS es anticomunista. Han descubierto que hay que vivir bien y no vivir mejor, lo que traducido quiere decir vivir como los abuelos que “vivían 200 años y no se les picaban los dientes”. Vivir bien, entonces, es vivir en el mito del pasado. El comunismo es lo opuesto porque plantea vivir en un mundo nuevo, superando las taras del pasado y construyéndolo sobre las bases industriales capitalistas.

Si alguien quiere vivir mejor, dijo Evo en su alocución de la ONU, es egoísta y alimenta el consumismo y el capitalismo, enemigos de la naturaleza. Esto no es comunismo sino indigenismo, o sea barbarie, repudio al avance industrial, a la civilización. En honor a ello ahora en Bolivia debía decirse: ¡todo tiempo pasado fue bien!

Con todo ello y gracias al racismo y críticas opas de la oposición cívica, el MAS convence a sectores populares para que sigan soportando estoicamente las miserias del capitalismo. La pobreza y la hambruna serían el precio y sacrificio a pagar para ¡vivir bien!, así entonces muchos aceptan su situación, su precaria condición de vida, y creen que hacen bien al tolerar los salarios miserables que imperan porque consideran que están camino… a ¡vivir bien! La idea sirve para crear un círculo vicioso que termina beneficiando a la propia oposición cívico empresarial que tendrá obreros ilusos cobrando menos sueldo, felices porque están esperando vivir bien. Eso sí, los únicos que viven ¡mejor que antes! son los que están en el gobierno. Antes no ganaban diez mil o quince mil bolivianos, ni cenaban en palacio ni viajaban por todo el mundo en vuelos charter. Parece que la sabiduría de las arrugas de los abuelos indica que los masistas de alto rango son la excepción.

La cívicos, la oposición, la gusanera cubana y los falangistas deberían reírse del comunismo de Evo, pero en vez de eso le ven comunismo en todo lo que hace el MAS. Es porque tienen sus fantasmas que no les dejan dormir, ellos también son bárbaros pero en otro sentido, encarnan a la barbarie moderna y no la del pasado, son el fascismo. Esperan el fracaso de Evo, que se agote y se torne impopular, y entonces desahuciar al supuesto comunismo y decir ¡ahí está! ¡eso era el comunismo!, a pesar de ser el gobierno con el cual el capitalismo está mejor que nunca.

¿Será suficiente decir que el capitalismo es el enemigo número uno de la humanidad para ser comunista?

Evo Morales, en la cumbre de la ONU sobre medio ambiente, declaró que el capitalismo es el enemigo de la humanidad. Muchos quedaron con la boca abierta, admirados por su osadía. Algunos dirían ¡este señor es comunista! Pero decir eso no es suficiente si al mismo tiempo suscribe en Bolivia contratos con poderosas trasnacionales que también aquí depredan el medio ambiente y luego se reúne con capitalistas gringos para entregarles el país. Lo mínimo que se puede decir, objetivamente sin adjudicarle virtudes que no tiene, es que es un demagogo y un sinvergüenza porque cómo puede ser comunista un personaje cuyo programa político es la puesta en pie de un capitalismo andino-amazónico. Tampoco es ecologista. porque cómo puede proponer a los países del mundo cobrar más impuestos a la riqueza, a la explotación de los recursos naturales, que es como decir que los que contaminan y agotan el planeta paguen más por su derecho a hacerlo. Es paradójico también que este supuesto santón izquierdista andino viaje a Italia el mes de octubre para reunirse con Gorbachov, destructor del estado obrero y cuya fundación le hará un reconocimiento.

Evo en la ONU citó la política rentista de su gobierno que dice que es un éxito. Es cierto, en términos macroeconómicos el Estado tienen más plata pero los pobres no, pues de lo contrario vivirían mejor. El rentismo puede darle muchos ingresos a cualquier Estado pero para que las rentas suban y suban se supone una explotación feroz de los recursos naturales. El rentismo tiene por principio cobrar más impuestos a las transnacionales que explotan los recursos naturales, que es de donde sale la renta, incorporando cláusulas competitivas. Entonces para tener más renta hay que explotar más desmedidamente los recursos naturales, sacar más petróleo, más gas, más carbón, más minerales, para hacer negocio, no para satisfacer la demanda de la sociedad, para que se consuman y sus residuos vayan a parar a la atmósfera y así se refunda el planeta. Por eso cuando Evo amenaza a las petroleras de que inviertan más en la explotación y exploración o sino se vayan, está preocupado de que las rentas no caigan pues el Estado depende de que se halle más petróleo y gas de donde cobrar impuesto a las petroleras. Esto no es ecologismo ni comunismo. Se parece más al capitalismo salvaje. Evo es demagogo bárbaro aliado del capitalismo pero disfrazado de izquierdista.

Evo propone acabar con el capitalismo pero no quiere sustituirlo por algo superior sino volver atrás la rueda del tiempo. Es como los bárbaros ante Roma que en vez de apoderarse de sus adelantos y transformarla, la quemaron y saquearon hasta dejarla en ruinas. Evo dice “Capitalismo no, Comunitarismo sí”. Así se resume su anhelo ideal de volver a un pasado ideal aunque él sigue entregando Bolivia a la negación de esos anhelos, o sea a las transnacionales.

La crítica de Evo Morales al capitalismo en realidad viene desde la derecha respondiendo a visiones de su clase de origen, de las nacionalidades originarias que se mantienen en el atraso, aunque vuelen en avión, son resabio del pasado no superado y que se atreve a amenazar al capitalismo en decadencia, no para superarlo sino para colarse a él y retroceder hasta donde sea posible.

Entonces ¿dónde está el comunismo?

El comunismo es un planteamiento muy antiguo, hasta en la revolución francesa había comunistas. El Manifiesto Comunista de la Liga de Los Justos de Marx y Engels es un hito teórico del comunismo explicando el papel de la clase obrera y su partido en la transformación del mundo. Se llamaron comunistas para diferenciarse de los socialistas utópicos. La revolución proletaria de 1917 en Rusia iluminó al mundo con la idea comunista, instaurando el primer estado obrero como un paso hacia ese objetivo, pero esa experiencia se hundió en la más terrible degeneración, en el estalinismo, con partidos comunistas que a lo largo del mundo hacían de todo menos comunismo, más bien se dedicaron a sustentar gobiernos burgueses o populares, hasta pro imperialistas se hicieron. Pero también del seno de la revolución rusa surgió el troskysmo para rescatar esa experiencia, reorientar a la clase obrera y su lucha de nuevo hacia el comunismo, esto les costó la vida.

Los errores y crímenes de los supuestos comunistas fueron usados por el imperialismo para asustar a la oscilante clase media y demostrar que fue un error. Tras la caída de la URSS, los partidos comunistas se disolvieron, pero algunos todavía quedan para confundir, aunque sin poder eludir su responsabilidad histórica en el desastre ruso. Algunos ni se avergüenzan y hasta profesan lealtad y admiración a Stalin. En Bolivia todavía quedan, son comunistas de nombre.

En Bolivia, comunistas son los del Partido Obrero Revolucionario (POR), partido troskysta que en su programa declara buscar dar fin con la explotación del hombre por el hombre y ello le obliga a vincular toda ocasión posible con el objetivo revolucionario siéndole prohibido formar frentes populares que alienten el liderazgo de la burguesía y la posibilidad de subsistencia del capitalismo. Así cumplen con el programa de transición al comunismo postulado por Trostsky y más aún con la Tesis de Pulacayo de gloriosa fama. Plantean claramente, hasta donde se puede entender en sus abundantes publicaciones, que hay que destruir el capitalismo pero no para poner en su lugar a una sociedad primitiva incapaz de controlar la naturaleza, como el incario de Evo, sino una que se levante sobre los últimos avances del capitalismo y que los supere.

Desde hace más de medio siglo predican que mientras sigan unos cuantos enriqueciéndose a costa de la gran mayoría que vive en la pobreza con salarios bajos, en una terrible contradicción social y económica, la tarea del comunista es estar ahí para explicar el fenómeno y orientarlo. Para ellos sostener la necesidad del comunismo no es en discursos de días festivos sino trabajar diariamente proponiendo a los bolivianos, a partir de sus problemas inmediatos, poner pie una sociedad nueva sin patrones que engorden a costa del sudor y esfuerzo ajeno, donde toda la riqueza generada con el trabajo se distribuya de acuerdo a la necesidad y capacidad de los que trabajan, una sociedad donde la riqueza beneficie a todos y no haya división en clases oprimidas y clases opresoras, donde la educación sea una sola y no como hoy una para ricos y otra para pobres.

Con el capitalismo la riqueza generada por el trabajo de miles de personas en distintos rubros económicos se concentra en poder del patrón, del empresario, del capitalista. Las ideas comunistas buscan que esto no siga, pero no por simple capricho sino porque las condiciones están dadas en el gran desarrollo de las fuerzas productivas, de la capacidad del hombre, que es tan grande que para sobrevivir los capitalistas la destruyen cada cierto tiempo. Comunismo es buscar que la riqueza sea para el conjunto de la sociedad y sea manejada por los trabajadores. Según la premisa marxista para ello es necesario construir primero un nuevo estado que prepare las condiciones para hacer una sociedad comunista futura. Entretanto dejarán de ser propiedad privada las grandes empresas, los latifundios, convertidos en propiedad social. La propiedad privada personal que beneficia al trabajador y su familia no se tocará sino se mantendrá, es más se buscará que mejoren las condiciones de vida actuales. Es una tergiversación maliciosa y una caricatura eso de que el comunismo le quitará a la gente su casa, su auto, su televisor.

El comunismo no es un peligro sino es la respuesta urgente para toda la sociedad no sólo la boliviana. Hay que abrir la mente a este planteamiento para no seguir yendo para atrás o patinando en el mismo lugar, en el atraso, la miseria, mientras se enriquecen unos cuantos con el capitalismo.

Sorprende hallar en el trotskismo boliviano la inédita y temprana advertencia hecha antes de la llegada del año 2000. En esa época los idealistas, los románticos, los amantes de la cábala y analistas defensores de la política tradicional, auguraban la llegada del paraíso económico y el fortalecimiento de la “democracia”, mientras que el trotskismo afirmaba que el país entraría en línea recta hacia un acto insurreccional de masas y que de no darse la revolución proletaria, luego del 2000 sobrevendría la decadencia, la barbarie, y el fortalecimiento de poderosas fuerzas centrifugas que amenazarán con despedazar al país. La caída de Goni, la frustración de las jornadas de octubre en la “sucesión constitucional”, la profundización de la miseria, la huida de la gente a Europa en busca de trabajo, la llegada del indigenismo bárbaro al palacio quemado, la aparición de las autonomías departamentales, del racismo y del fascismo cívico organizado en las calles y dispuesto a meter bala a los explotados, todo ello sucedido después del 2000, confirman ese negro pronóstico.