El espectro argentino
Otra jornada de nervios:
el dólar y el riesgo país siguen
en alza
Por
Eleonora Gosman, San Pablo
Corresponsal
del diario Clarín de Buenos Aires, 08/05/04
Es el segundo día consecutivo. El real se
devaluó 4,43% en la primera semana de mayo. El país vive una difícil
situación política y social. Pero el FMI pidió al gobierno de Lula
que siga en la misma senda
El
resurgimiento de las turbulencias financieras, que golpean fuerte en
los mercados brasileños, "son naturales" en el mundo. Esa
fue la opinión vertida ayer por el jefe de la misión del Fondo en
Brasil, Phil Gerson, horas antes de retornar a Washington.
Natural o
artificial, la nueva corrida internacional de los capitales
especulativos produjo una suba del riesgo Brasil a 763 puntos, esto
es, un aumento de casi 90% desde principios de año. "Prácticamente
se duplicó", reconocía ayer con cierta preocupación el
subsecretario del Tesoro brasileño, Jose Antonio Gragnani, para quien
el aumento "es desmedido". Así, este país volvió a ocupar
el triste tercer lugar en el ranking de los "peores"
clasificados que, desde el 2001, encabeza la Argentina y Ecuador está
en segundo lugar.
El cimbronazo
se sintió en el dólar, que trepó a 3,06 reales (el jueves
llegó a alcanzar 3,01 y cerró a 2,99), que implica una devaluación
de 4,43% en la primera semana de este mes, y en la baja de la Bolsa
paulista de 2,17% (que se sumó a la caída del jueves de 4,5%). Para
los economistas de los bancos de inversión ya no hay dudas. El mundo
asiste, una vez más, a una desbandada de inversores que abandonan
los llamados "mercados emergentes" y Brasil está en la
lista de los que sufren por esos movimientos frenéticos, a pesar de
ser hoy el "mejor alumno" del FMI.
Hay muchos
argumentos para explicar la crisis. Está el escenario externo: el
atentado en Madrid del 11 de marzo; la resistencia iraquí a la
ocupación norteamericana y el asesinato de líderes palestinos
ordenado por el gobierno israelí. Y están las causas económicas
internacionales.
Encabeza la
lista el inevitable aumento de las tasas de interés en Estados
Unidos, que ocurrirá a partir de junio próximo y que hará que
la primera potencia mundial absorba capitales que el año pasado se
invirtieron en los mercados emergentes. Se deduce de esta situación
una mayor aversión al riesgo, que en abril llevó a los grandes
inversores a comenzar un descarte de los bonos de la deuda de los países
del Tercer Mundo. A esto se suma China, y la suposición de que habrá
un freno al crecimiento económico del gigante asiático, la gran
locomotora mundial.
Pero lo cierto
es que todos estos problemas impactan más en Brasil que en Rusia o
Turquía, los otros dos grandes mercados emergentes cuyos niveles de
riesgo están muy por debajo de la calificación brasileña.
Y esto ocurre
porque el escenario doméstico brasileño le agrega condimentos
propios a los cíclicos espasmos del flujo de capitales golondrinas.
Entre éstos se destaca una situación política y social mucho menos
mansa que en el 2003.
En febrero de
2004 estalló el primer escándalo de corrupción en el gobierno de
Lula da Silva. Y la semana pasada se produjo su primera gran derrota
parlamentaria, si bien por un tema menor. El Congreso sepultó un
decreto del gobierno que a fines de marzo prohibió los bingos. Los
inversores temen también una espiral de presiones sociales y políticas
por un cambio de rumbo económico.
Y por encima
de todo esto, las señales de estancamiento económico, que van
acompañadas por desempleo récord. En este cuadro, se ve con
temor una pelea que se avecina en el Congreso por el aumento del
salario mínimo. El gobierno había dispuesto un ajuste de 20 reales,
pero los parlamentarios quieren que la suba sea mayor.
Tal vez por
eso, Phil Gerson, el ejecutivo del FMI, pidió paciencia al gobierno y
sobre todo le recomendó que siga en la senda: "El mejor
consejo es que siga como hasta ahora, que así irá a reducir la
vulnerabilidad". Desde su punto de vista, Brasil deberá
insistir en el ajuste de su economía para obtener fuertes superávit
fiscales y empujar la deuda interna y externa hacia adelante. También
deberá mantener altas las tasas de interés, para poder refinanciar
la deuda pública interna, a pesar de que esto suponga un mayor
apriete económico.
El
espectro argentino
Por Néstor Restivo
Un espectro
recorre Brasil: que el gobierno viva una disyuntiva como la de
Argentina entre 1998 y la crisis de 2001. Por eso la perspectiva de
que las tasas de interés mundiales suban y entonces bajen los bonos
de países "emergentes" y aumente el riesgo país, como ya
sucede, lo tiene en vilo.
Su deuda pública
suma US$ 310 mil millones, 60% del PBI, y sus reservas, US$ 50
mil millones. Es un cuadro manejable, ayudado por:
El boom exportador permitió en dos años bajar casi a
la mitad la necesidad de capital foráneo (US$ 36 mil millones este año,
dijo el banco CSFB).
El 82% de la deuda es en reales, aunque ajustada al curso del dólar y a tasas de interés locales, altas
por la ortodoxia fiscal y monetaria que, de la mano del FMI, hizo perder
dinamismo a Brasil y popularidad a Lula. De la deuda en divisas,
83% es privada.
Ahora la
situación se agravó. Aparecieron —Argentina los conoce— los
tahúres del casino global. Según la firma Surinco, de Miami, los
especuladores alquilan bonos brasileños, los venden, operan a su
baja, los recompran más baratos y embolsan la diferencia.
Hasta hoy
Brasil pagó reciclando intereses una y otra vez. Si en 2003 el
superávit fiscal fue de 4,5% del PBI, los intereses pagados doblaron
ese porcentaje. Es un ciclo riesgoso, como el que vivimos aquí
antes del naufragio en las gestiones de Roque Fernández, Machinea y
Cavallo.
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