Brasil bajo Lula

 

Un proceso que puede ser de importancia latinoamericana y mundial

Crisis y recomposición de la izquierda

Por Roberto Ramírez
Socialismo o Barbarie, periódico, 23/06/04

En Brasil se viven momentos históricos. Está terminando una época de la izquierda, del movimiento obrero y los movimientos sociales, y está probablemente comenzando otro ciclo histórico. Aunque este giro está todavía procesándose “en frío” (o sea, sin un gran ascenso simultáneo de las luchas obreras y populares), sus consecuencias pueden ser trascendentales, no sólo en Brasil, sino también internacionalmente.

Hace menos de 30 años, a finales de la dictadura militar en Brasil, la izquierda y  el movimiento obrero y social asumieron una configuración que se había mantenido hasta ahora. Sus principales expresiones fueron el PT (Partido de los Trabajadores), la CUT (Central Única de los Trabajadores) y muy posteriormente el MST (Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra). Pero el desastre del gobierno Lula ha iniciado una crisis política en amplios sectores de la vanguardia y también de las masas, y por eso abre también las puertas de un proceso de cambios.

En otras palabras: comenzó un proceso de reorganización o recomposición histórica del movimiento de masas en Brasil.

La gran desilusión

El PT en el gobierno ha probado que ni siquiera es un partido “reformista” (es decir, que pretende mantener el sistema capitalista, pero cambiándolo para hacerlo más “humano” y “justo” para los trabajadores y los pobres). Por el contrario, Lula y el PT son los continuadores de las contrarreformas neoliberales. Lula preside hoy un gobierno que no es de “frente popular” –como fue, por ejemplo, el de Salvador Allende en Chile (1970-73)–, sino social-liberal (por su política) y de unidad burguesa (por los sectores patronales representados en él).

Esa crisis política va a tender a ampliarse. Es que todas las medidas que está aplicando Lula (como los sacrificios inauditos que impone para pagar la deuda y sus consecuencias de recesión y desempleo, el pleno apoyo al agrobussines contra toda reforma agraria, etc.) y más aun las medidas que está preparando, como las reformas laboral, sindical y universitaria, significan ataques muy graves no sólo a los trabajadores, sino también contra amplios sectores de clase media, los sin tierra, etc.

El PT y Lula han resultado ser lo opuesto de lo que esperaban tanto las masas trabajadoras y populares como la gran mayoría de los activistas obreros, estudiantiles, sin tierra e intelectuales de izquierda que tradicionalmente lo apoyaban. Esto determina que Lula, elegido por el 61% de los votos, hoy según las encuestas sólo tiene un 25% de apoyo de la población.

Esta crisis política abierta recién comienza. Es un proceso de ruptura cuyos tiempos, ritmos y formas, tanto a derecha o izquierda, son imposibles de prever con exactitud. Dependerá de una combinación de otros factores, que van desde el curso de la crisis económica y social, hasta de las acciones de la lucha de clases (es decir, en qué medida van a entrar en combate los sectores afectados por el desastre social de Brasil y las medidas del gobierno).

Pero, sea como sea, este proceso de crisis y ruptura constituye hoy el elemento determinante de la realidad política. Las formas en que finalmente desemboque, van a determinar las próximas décadas de la política brasileña.

Entre el escepticismo y la lucha por una recomposición política

Las expresiones que asume esta crisis política son múltiples. Naturalmente, como siempre sucede en estas circunstancias, hay sectores de masas (y también de activistas) que caen en el escepticismo, en la sola negación de “la política” y “los partidos” en general.

Este tipo de expresiones, comunes en las crisis políticas, a veces pueden confundirse como algo “progresivo” en sí mismas, porque aparecen como “negando todo”. En verdad son muy contradictorias y su resultante, si no superaran esa limitada “negación de la política”, termina siendo estéril y hasta reaccionaria.

Así, el mayor peligro de la experiencia de las masas con el PT en el gobierno, es que muchos saquen la conclusión escéptica y derrotista de que, al fin de cuentas, es imposible cambiar nada. Esta es, por supuesto, la “lección” que la burguesía y sus medios quieren imponer: que la gente se resigne a la rotación de gobiernos de “izquierda” y de “derecha”, que aplican sin diferencias las mismas políticas dictadas por “el mercado” y el FMI... porque no se puede hacer otra cosa...

Pero junto a ese peligroso escepticismo (que ha ganado a muchos de los que habían creído que con Lula “la esperanza venció al miedo”), comienza también a darse lo contrario. Ante la bancarrota del PT (y también de las direcciones sindicales, estudiantiles y de los movimientos sociales cooptadas por el gobierno Lula), se ha iniciado la búsqueda de una recomposición.

El fortalecimiento del PSTU y la fundación del P-SOL

El proceso de crisis y recomposición histórica del movimento de masas en Brasil afecta desigualmente a todas sus expresiones, no sólo políticas (PT) sino también sindicales (CUT), estudiantiles (UNE y UNES), sin tierra, etc. Pero aquí interesa principalmente considerar dos de sus expresiones políticas más importantes: una, es el fortalecimiento evidente del PSTU (Partido Socialista de los Trabajadores Unificado); la otra, es la fundación de un nuevo partido, el P-SOL (Partido Socialismo y Libertad), encabezado por los cuatro parlamentarios expulsados del PT – Heloísa Helena, Luciana Genro, Babá y João Fontes– por oponerse a la política antiobrera de Lula. Aunque ambos son aún fenómenos políticos minoritarios, de vanguardia, pueden conquistar una influencia política en sectores de masas que “están de vuelta” de la experiencia con el PT.

El P-SOL acaba de ser fundado el 5 y 6 de junio en un Encuentro Nacional realizado en Brasilia, que reunió a unos 700 activistas de 22 estados. Este Encuentro fue precedido por reuniones abiertas y asambleas en diversas ciudades que, según sus organizadores, reunieron en total unos 8.000 compañeros, la mayoría provenientes de rupturas con el PT.[1] La nueva organización política no nace en verdad como un “partido” en sentido estricto, sino más bien como un movimiento pluralista, que deberá ir construyendo aun muchas de sus definiciones programáticas, políticas y organizativas.

El PSTU proviene, en cambio, de una corriente, Convergencia Socialista, que rompió con el PT hace ya una década. Aunque el espacio político a la izquierda del PT fue muy reducido hasta la presidencia de Lula, el PSTU logró construirse como un partido de vanguardia sólido y militante, con presencia en el activismo del movimiento obrero y la juventud, y que evidentemente se fortaleció bastante en el año y medio de gobierno Lula. Así, el 16 de junio, una organización afín al PSTU, la Coordinación Nacional de Luchas (Conlutas), realizó una manifestación contra el gobierno en Brasilia llevando manifestantes de todo el país, que según el diario Folha de São Paulo reunió 10.000 personas y según sus organizadores, 20.000.

Tanto el fortalecimiento del PSTU como la constitución del P-SOL nos parece que son dos expresiones de un mismo fenómeno: la búsqueda entre los sectores más conscientes de una recomposición política frente a la bancarrota irreversible del PT como instrumento de transformación social (sea reformista o revolucionaria).

Pero este desarrollo extraordinariamente progresivo ha comenzado con una división entre el PSTU y el resto de las corrientes agrupadas ahora en el P-SOL. Esto, por supuesto, no detiene el proceso de recomposición política y del movimiento de masas en general, que tiene raíces políticas y sociales mucho más amplias que este incidente entre las distintas direcciones. Esa recomposición es motorizada, por un lado, por el hecho de que sectores de la vanguardia y también de masas empiezan a ver que sus antiguas direcciones políticas y sociales (PT, PCdoB, CUT, UNE, UNES, parte del MST, etc.) están “del otro lado”, gobernando contra ellas y al servicio de sus enemigos. Y, también, por la necesidad de reagruparse para defenderse del ataque que viene desde arriba (congelación de salarios, desempleo, “reformas” laboral, sindical y universitaria, etc.)

La formación de un nuevo partido a la izquierda del PT venía siendo planteada por el PSTU desde hacía tiempo. La presidencia de Lula y la crisis que abrió en el campo de la izquierda abrieron la posibilidad de que esto se hiciese realidad. El PSTU y los sectores en ruptura con el PT comenzaron, entonces, a discutir la conformación del nuevo partido. Al parecer se había avanzado bastante en los acuerdos. Asimismo, el PSTU y las fuerzas políticas encabezadas por los cuatro parlamentarios “radicales”, coincidieron el año pasado en impulsar la más importante movilización que haya habido contra Lula, la lucha contra la reforma de la “providencia” (jubilaciones), que tuvo gran impacto en Brasil.

Sin embargo, finalmente, no se alcanzó un acuerdo para constituir juntos el nuevo partido. Nos parece que la responsabilidad mayor de esta división es del PSTU. Los compañeros pusieron dos condiciones inaceptables (referentes a la existencia de tendencias públicas y la legalidad electoral), que implicaban establecer a priori, por anticipado, una hegemonía aparatista-burocrática sobre el resto de las corrientes.

Esta división injustificable no tiene, por supuesto, consecuencias positivas. Así, los compañeros con los que hablamos en Brasil, tanto del nuevo partido como del PSTU, coincidían en que una iniciativa unitaria posiblemente hubiese agrupado, de entrada, a unos ocho mil o diez mil activistas, si no más. La división, seguida de la disputa en el seno de la vanguardia por el mismo espacio político a la izquierda del PT entre el PSTU y el nuevo partido, no es algo alentador para muchos de los activistas que buscan una nueva alternativa.

Esta configuración que ha asumido inicialmente la recomposición política de la izquierda brasileña plantea también otros problemas.

Por un lado, un partido de vanguardia fuerte y militante, y que se presenta como “más a la izquierda” –el PSTU–, pero que tiene características de secta, prácticas verticalistas y muy poco democráticas, y además la equivocada concepción de que eso es ser un “partido leninista”.

Por el otro, un nuevo partido-movimiento –el P-SOL–, que reivindica una construcción democrática, que podría ser capaz de agrupar a vastos sectores en ruptura con el PT, pero en el que también va a presentarse como uno de sus factores  el peso importante de una herencia oportunista.

Es que en el nuevo partido-movimiento confluyen –como oímos decir a Luciana Genro– tres sectores: corrientes políticas revolucionarias, una multitud de activistas y compañeros de base que rompen con el PT no porque Lula no hizo la revolución sino porque no realizó las reformas que esperaban y, por último, dirigentes políticos e intelectuales que se van del PT porque son, honestamente, “reformistas radicales” confrontados a un PT social-liberal, que no hace reforma alguna.

Que se incorporen amplios sectores de activistas y de las bases del PT con esa ideología, no es un inconveniente. Las “reformas” que ellos esperaban del PT –desde el no pago de la deuda externa hasta salario justo, empleo para todos y tierra para el que quiera trabajarla– sólo son posibles con la lucha revolucionaria, ya que el capitalismo actual no admite esas “reformas”. Sobre todo si se produce un ascenso de la lucha de clases, este “reformismo de las bases” no va a ser el gran problema.

Pero otra cuestión será la confluencia en el nuevo partido de dirigentes y corrientes que son, en mayor o menor medida, “reformistas radicales” y cuyo eje habitual de acción política son los procesos electorales y la actividad parlamentaria.

Todo esto va a plantear inevitablemente debates políticos y tendenciales en el seno del P-SOL que; en combinación con los acontecimientos de la lucha de clases, irán delineando sus perfiles definitivos. Por nuestra parte, como internacionalistas, seremos solidarios con las corrientes que se expresen a la izquierda dentro del P-SOL. 

La importancia latinoamericana y mundial de este proceso

Las futuras etapas de este proceso de recomposición del movimiento de masas en Brasil no son, por supuesto, fáciles de prever. Un factor fundamental será la medida en que se desarrolle la lucha de clases en Brasil. Esto es todavía una incógnita. La irrupción de las masas trabajadoras y populares volcaría la situación hacia la izquierda, y podría ayudar a que la recomposición política se encamine en un sentido claramente revolucionario y socialista, así que como también a superar las divisiones iniciales. Si, en cambio, la lucha de clases se desarrolla lenta y parcial, el proceso puede tener más meandros.

Pero, sea como sea, este desarrollo político iniciado en Brasil es de importancia trascendental, no sólo dentro de las fronteras de ese país-continente, sino también latinoamericana y mundial.

Es que el PT brasileño fue en un modelo político mundial. Iba a realizar grandes cambios sociales, pero en los marcos del capitalismo y de la democracia burguesa. El Foro Social Mundial se hacía en Porto Alegre, porque era la capital de la “izquierda petista”, donde se podían ver maravillas tales como el “presupuesto participativo” y la “democracia participativa”, que iban a cambiar el mundo sin el desagradable trabajo de hacer revoluciones. Grandes sectores de la vanguardia de otros países fueron ganados por corrientes parecidas al PT, como el MAS de Evo Morales en Bolivia, la CTA de Argentina o el Frente Amplio de Uruguay.

Por esos motivos, si después la bancarrota del PT, los luchadores de Brasil logran construir una nueva alternativa política socialista y revolucionaria, será un hecho que trascenderá sus fronteras.

São Paulo, 05/06/04 – Buenos Aires, 20/06/04


El Foro Social Mundial

Una batalla internacionalista que debemos dar unidos

Como señalamos, el Foro Social Mundial no por casualidad nació y se realizó en Porto Alegre varias veces.

En enero del 2005, se va a reunir nuevamente en esa ciudad de Brasil. Pero esta vez las circunstancias van a ser muy diferentes. En vez de las esperanzas en el neoreformismo encarnados por Lula y el PT, el marco será la bronca por esa monumental estafa. Esto también tendrá un peso fundamental en los activistas honestos que vengan a Brasil del extranjero.

En el FSM se va a reflejar también el proceso de recomposición política iniciado en Brasil. Durante el Foro, el P-SOL va a hacer su segundo Encuentro nacional. Por otro lado, el PSTU anuncia que realizará allí un “Encuentro Nacional de Conlutas”.

Por supuesto, no se puede objetar que el P-SOL y el PSTU hagan las reuniones propias que deseen, para presentar en ese escenario internacional sus respectivos desarrollos nacionales. Pero nos parece que sería muy importante que, además de sus reuniones nacionales particulares, nos pusiéramos de acuerdo en realizar actividades internacionalistas.

Es que el FSM no es un evento nacional, sino internacional. A él vienen miles de activistas de decenas de otros países. Creemos, entonces, que es una necesidad y también una obligación dar allí una batalla política internacionalista.

El FSM fue siempre hegemonizado política e ideológicamente por las corrientes que hacían del PT el ejemplo mundial de cómo “otro mundo es posible”... dentro de los marcos del capitalismo y de la democracia burguesa. Ahora, vistos los resultados del PT en el gobierno, tenemos la gran oportunidad, en este Foro, de dar una batalla por una política opuesta, anticapitalista, en el seno de esa amplia vanguardia que va a estar presente.

Proponemos, entonces, que el P-SOL y el PSTU junto con organizaciones de otros países acordemos llevar adelante actividades de unidad de acción, que presenten una alternativa anticapitalista al reformismo petista que tradicionalmente dominó y condujo el FSM.

Concretamente, planteamos dos actividades unitarias: una movilización contra Lula y todos los gobiernos de colaboración de clase, y un encuentro o conferencia de organizaciones políticas y movimientos sociales que se definan como anticapitalistas.

Dar esta batalla política internacionalista es una necesidad objetiva. Para eso planteamos la unidad de acción a las organizaciones políticas y sociales anticapitalistas que concurran al FSM y, naturalmente, en primer lugar, a los compañeros del P-SOL y del PSTU.

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