Primera vuelta de las elecciones
municipales 2004: pérdidas y ganancias
Por Emir Sader
Alai-amlatina, 06/10/04
El carácter sui generis de la
campaña electoral se debe no solo al hecho de que el Partido de los
Trabajadores (PT) intervino por primera vez como gobierno y el Partido
del Frente Liberal (PFL), como oposición, sino también a que el PT
se presentó por primera vez con su nueva cara, la del gobierno de
Lula, con su política económica conservadora. Esto se reflejó, por
un lado, en la disminución de la participación de la militancia en
las campañas, mucho más profesionalizadas que antes y, por otro, en
la gran cantidad de recursos para los candidatos, tanto a las
elecciones mayoritarias como a las proporcionales.
Pero a pesar de esta nueva cara
conservadora, resultado de las políticas del gobierno de Lula, fue
significativa la actitud, prácticamente generalizada, de oposición
de los grandes medios de comunicación a los candidatos del PT. En São
Paulo, en particular, la preferencia por el candidato del Partido
Social Demócrata Brasileño, PSDB (José Serra), y la hostilidad con
la administración petista -que puso en práctica un buen programa de
políticas sociales para las periferias de la ciudad- quedó
manifiesta. Queda la impresión de que las élites tradicionales se
identifican más directamente con los candidatos del PSDB y del PFL.
Esto es, incluso con su nueva cara, el PT no gana la simpatía de esas
élites, especialmente en el caso de las políticas municipales, donde
no se incluye la política económica del gobierno de Lula -punto de
apoyo de esas élites al gobierno federal-, pero se concentra en políticas
sociales -en general prioritarias en los gobiernos petistas a nivel
local.
Ganancias del PT
Como era de esperar, para un
partido que triunfa por primera vez en las elecciones presidenciales,
el PT amplió enormemente los cargos municipales conquistados a nivel
nacional. Esto sucedió anteriormente con el Partido del Movimiento
Democrático de Brasil (PMDB) y con el PSDB y, por si solo, no
representa ninguna novedad. El alcance de esta victoria del PT aún
está por verse, conforme se realice la cuantificación, pero la
previsión de multiplicar por cinco el número de alcandías, que ya
fue corregida anteriormente, no será alcanzada. Sin embargo, en
estados como Minas Gerais, donde la presencia del PT era localizada,
ahora se extiende y en el total del país se puede multiplicar por
tres el número de alcaldes del partido. El avance en las regiones más
atrasadas del país, al centro y al norte -con triunfos en la primera
vuelta en Rio Branco, Macapá y Palmas- es también significativo en
un partido que, estando en el gobierno dispone de la capacidad de
alianzas, de captación de líderes existentes y de promoción de las
campañas mediante recursos.
El PT que puede decir que salió
triunfante en la primera vuelta es el PT de la mejor tradición del
partido de administración municipal, que realiza buenas políticas
sociales. Fue así que se obtuvo la reelección en la primera vuelta
en Recife, en Belo Horizonte y en Aracaju. Incluso si en otras
ciudades donde esas políticas fueron puestas igualmente en práctica,
como Porto Alegre, Belém y Sao Paulo, la segunda vuelta se presenta
con dificultades, particularmente en estos dos últimos casos.
Una sorpresa favorable a la
izquierda fue el paso de Luzianne Lins a la segunda vuelta en
Fortaleza. Vencedora de la convención interna del PT, contra la
voluntad de la dirección nacional del partido, que privilegió
abiertamente en la campaña al candidato del Partido Comunista de
Brasil (PCdoB), a quien deseaba que el PT apoye -a cambio del retiro
de Jandira Fegali en Rio y el apoyo a Bittar-, ella superó en el
resultado final al candidato del PCdoB -que comenzó liderando las
encuestas- y llega a la segunda vuelta con buenas posibilidades de
victoria. Para esto Luizianne contará con el apoyo del PT en su
totalidad, del PCdoB y de los votos de sectores disidentes de las élites
tradicionales. Perteneciente a una corriente de izquierda -Democracia
Socialista-, ella contó con la participación de cinco ministros del
gobierno de Lula, mientras otros dirigentes - entre ellos Genoino y
José Dirceu- apoyaban al candidato del PCdoB, permitiendo quizás que
el PT vuelva al gobierno de Fortaleza, después del gobierno traumático
de Maria Luisa Fontenelle en 1985.
Pérdidas del PT
En comparación con esas
candidaturas, las que representaban más directamente al gobierno
federal, sin defender mandatos existentes, pero marcando la presencia
del gobierno de Lula, tuvieron los peores resultados. Fueron los casos
paradigmáticos de Rio de Janeiro, de Salvador y de Ribeirão Preto
-aunque en esta se defendía un mandato-. En estas tres ciudades fue
determinante el hecho de que Jorge Bittar y Nelson Pellegrino
representasen al gobierno federal, por haber ocupado cargos en ese
gobierno y en el caso de Ribeirao Preto por tratarse del vicealcalde
de Antonio Palocci.
En la ciudad de Rio de Janeiro,
Lula había obtenido su mejor votación en la segunda vuelta, con más
del 80% de los votos. Jorge Bittar, que ocupa un cargo de secretario
del gobierno de Lula, quedó en quinto lugar, con el 6% de los votos.
Fue el peor resultado de la izquierda en toda su historia, ya que
sumados esos votos a los de Jandira Fegali, suman 13%. El contrapeso
puede venir de las probables victorias de Godofredo en Niteroi,
vicealcalde que heredó el mandato e hizo un buen gobierno, y de
Lindberg Faria en Nova Iguaçu, si consigue efectivamente perforar el
bloqueo local y llevar, por primera vez al PT a una alcaldía
importante en Baixada Fulmínense. Pero en su conjunto, la dirección
que Bittar y Benedita dieron al PT en Rio llega a una situación límite,
la del más bajo perfil en la ciudad desde que el partido surgió.
En Salvador, Lula había obtenido
su segunda mejor votación en la segunda vuelta. Pellegrino, que fue líder
del gobierno en la Cámara cuando las polémicas votaciones de la
reformas de previsión social y tributaria, y había estado delante en
la encuestas antes de la campaña, llegó en tercer lugar, sin lograr
pasar a la segunda vuelta. Se quiebra así una trayectoria ascendente
del PT en Salvador, que proyectaba una victoria en estas elecciones,
antes de la nueva fisonomía del PT en el gobierno de Lula.
En Ribeirao Preto, incluso con la
participación de Palocci, su sucesor llegó en tercer lugar. El
gobernador de Mato Grosso do Sul, Zeca, por su parte, el más moderado
de los dirigentes con cargo ejecutivo del PT, directamente
identificado con el giro conservador del gobierno federal, también
sufrió una grave derrota de su candidato a la alcaldía de la
capital, donde perdió en la primera vuelta -marcando así un cuadro
negativo para los candidatos que más directamente expresaron vínculos
con el gobierno federal.
Empero, los gobiernos municipales
de la izquierda del PT tampoco pueden contabilizar resultados
favorables. Los dos que más directamente representan tendencias a la
izquierda en capitales -como de Porto Alegre y Belém- tienen
dificultades para la segunda vuelta. En Porto Alegre, la candidatura
de Raul Pont registró índices históricos del PT en la primera
vuelta -37%-, pero con una diferencia de apenas 9% sobre el principal
candidato opositor y en condiciones que puede contar con la
transferencia segura de apenas 3% del candidato del Partido Socialista
de Brasil (PSB), mientras que su opositor podría contar, en teoría,
con un caudal mayor, a través de una posible frente opositor de todos
los otros candidatos. En Caxias do Sul y en Pelotas habrá también
segundas vueltas reñidas, en las que el PT participa en primer lugar
en la primera ciudad y en segundo en la otra. Si triunfa en Porto
Alegre y en por lo menos una de las otras, el PT gaucho continuará
siendo el que tenga hegemonía en su estado, posición no disfrutada
por ningún otro en escala nacional.
São Paulo representa un caso
particular y puede, con una eventual derrota de Marta Suplicy en la
segunda vuelta, neutralizar por su peso cualitativo, los avances
cuantitativos del partido a escala nacional. En caso de que se dé la
victoria del candidato del PSDB en São Paulo, ese partido contaría
con el gobierno del Estado y del municipio que, respectivamente,
representan el segundo y el tercer presupuesto nacional, Además, se
instalaría por primera vez el comando de un único partido en la
capital política y económica del país, sedes principales del PSDB y
del PT. En caso de quellegue a darse esa situación, el resultado
negativo del gobierno Marta Suplicy se debe, en primer lugar, al
desencanto con las políticas del gobierno de Lula, lo que llevó a un
reflujo de la militancia y a un distanciamiento de los sectores que
habían votado por él.
En segundo lugar, el carácter
conservador de la clase media paulista es decisivo en el resultado
final, ya que los resultados señalan claramente la concentración de
votos de las regiones más ricas a favor de Serra y de las regiones más
pobres para Marta, dejando el desempate en manos de los sectores
medios. En estos sectores, contando con el fuego cerrado de los medios
de comunicación contra su gobierno - habiendo perdido la batalla
ideológica en torno al aumento de los impuestos, realizado para
financiar las mejores políticas sociales existentes actualmente en
Brasil-, Marta proyectó un rechazo que la persigue desde el comienzo
de la campaña. Esa imagen negativa es el tercer factor contra el cual
ella tiene que luchar, si quiere revertir el cuadro negativo e
intentar dar continuidad a sus políticas sociales.
En el resto del Estado, el PT
contabiliza pérdidas significativas, incluso si vuelve a gobernar la
ciudad de Santos, porque ya perdió en la primera vuelta la
posibilidad de seguir gobernado Ribeirão Preto y Campinas, así como
Piracicaba. Si a esto se suma la derrota en la ciudad de São Paulo,
el PT paulista sufre una derrota significativa. Considerando el peso
que el estado tiene en el gobierno federal y los vínculos que este
tiene con el Estado, habrá sido un desgaste no despreciable para el
gobierno de Lula y para los dirigentes del PT -Genoino, José Dirceu,
Aloísio, en primer lugar, igual que Palocci, Joao Paulo y de la
propia Marta.
Pero la mayor pérdida del PT -esta
tal vez irreversible- fue la pérdida de la militancia en las calles.
Al ganar la nueva figura que el gobierno de Lula ostenta, al hacer
alianzas incluso en las inscripciones para concejales -como en São
Paulo y en Rio con el Partido Laborista de Brasil (PTB)-, al sustituir
a la militancia por el profesionalismo en las campañas, el PT perdió
un poco de su alma, de su espíritu de militancia, de su alegría.
Incluso subsistiendo en algunos lugares, como Porto Alegre, Fortaleza
-significativamente donde el candidato pertenece a la izquierda del
partido-, parece un fenómeno residual. El PT se va asemejando así,
también en el plano local, a los partidos tradicionales, con grandes
máquinas nacionales, direcciones distantes de las bases y de los
movimientos sociales, sustituidos por el gran aparato organizativo y
de propaganda.
Ganancias y pérdidas de la oposición
No hubo prácticamente oposición
de izquierda al PT. Hubo candidaturas como la de Jandira Fegail, en
Rio, que recibió un caudal de votos de los descontentos dentro del PT
y de los que salieron del partido. Hubo candidatos de tendencia más a
la izquierda -como en Porto Alegre, Fortaleza, Belém-, pero apareció
una fuerza a la izquierda del PT con presencia mínima. El Partido
Socialista de los Trabajadores Unificado (PSTU) continuó reducido a
una votación mínima, así como los otros partidos pequeños de
extrema izquierda. El Partido Socialismo y Libertad (PSOL) brilló por
su ausencia: después de comenzar a tener definiciones locales -apoyó
a Luiza Erundina en São Paulo, a Jandira Fegali en Rio, voto en
blanco en Porto Alegre-, terminó decidiéndose a no apoyar a ninguno,
ni a orientar a su seguidores. En São Paulo, algunos intelectuales
que habían firmado el documento de fundación del PSOL, llamaron al
voto nulo, con equidistancia de Serra y de Marta -hubo algunos que
hasta llamaron al voto por Serra, porque el objetivo más importante
sería derrotar al PT en cualquier lugar-, pero sin mayores
repercusiones políticas, salvo las usuales de la Folha de São Paulo,
que recoge cualquier crítica al PT.
La nueva cara de la oposición al
PT vino principalmente del PSDB. Revela como los años de gobierno de
Fernando Henrique Cardoso (FHC) significaron una transición de
representación política de la derecha en dirección del PSDB. que
pasó a ser su partido orgánico. El decline anterior del PMDB (y del
malufismo) y el del PFL ahora dieron lugar al espacio ocupado por el
PSDB, en alianza estratégica con el PFL y asociado a los aliados
locales u ocasionales -como el Partido Popular Socialista (PPS) o el
propio PMDB, en algunos casos. El escenario político pasa a tener
como referencia central la disputa entre el PT y el PSDB, incluida la
referencia de que presentan propuestas económico- financieras
similares y disputan, de alguna forma, los mismos sectores sociales.
Aún así, queda claro, por la
distribución de votos de Serra y de Marta Suplicy en São Paulo, como
las políticas sociales del PT propiciaron la conquista clara de votos
de la periferia pobre, mientras el voto tradicionalmente conservador
de la ciudad -de la alta burguesía y de la clases media- se inclinó
claramente por Serra. Esta división se da a nivel municipal, donde
las políticas sociales de los gobiernos petistas posibilitaron ganar
bases populares, pero a nivel nacional la disputa se da en torno al
gran empresariado, buscado por los dos partidos por igual.
Los resultados del PSDB en la
primera vuelta pueden permitirle alcanzar el gobierno del Estado y la
alcaldía de São Paulo, con lo que dispondría de un capital muy
importante para la oposición al gobierno de Lula y como plataforma
para una candidatura presidencial en el 2006. Las dificultades
responden al hecho de que en São Paulo los tucanos disponen de
candidatos con mejor convocatoria nacional -Alckmin y Serra-, en tanto
que los otros -Tasso Jereissatti y Aécio Neves- sufrieron reveces en
sus estados y se debilitaron en el espacio interno del PSDB.
Pero este escenario solamente se
diseñará a partir de la segunda vuelta y de las consecuencias que
produzca, comenzando dentro del gobierno de Lula y del PT como
partido.
(Traducción ALAI)
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