El Foro Social
Mundial en la encrucijada
Por
Immanuel Wallerstein (*)
Alai-amlatina,
27/01/05
La posición oficial del
Foro Social Mundial (FSM) dice que busca congregar a quienes se oponen
a la "globalización neoliberal" y al "imperialismo en
todas sus formas". Afirma que el Foro es un "espacio
abierto" y no un movimiento. Este planteamiento muy original es
bastante polémico entre los participantes del propio FSM. Históricamente,
los mayores movimientos antisistémicos de la segunda mitad del Siglo
XIX y los primeros dos tercios del Siglo XX, la llamada "vieja
izquierda", habían desarrollado una estrategia política que comúnmente
se llama la estrategia de dos pasos: primero, alcanzar el poder del
Estado, y luego transformar el mundo. Esta estrategia se desarrolló
como la vía más plausible para que los movimientos populares, que
inicialmente fueron débiles organizativamente, sobrevivieran y
tuvieran un impacto de trascendencia en la política nacional y
mundial.
Aunque estos movimientos estuvieron en un principio expuestos a la
represión de autoridades hostiles, entre 1945 y 1968 se
fortalecieron, y el primer paso de la estrategia de dos pasos tuvo un
éxito espectacular en el mundo entero. En una mayoría de países del
mundo los movimientos antisistémicos llegaron al poder del Estado.
Una tercera parte del mundo estaba gobernada por partidos comunistas.
Otra tercera parte, el mundo pan-europeo, vio la llegada al poder de
partidos social- demócratas (o sus equivalentes). Claro, en estos
Estados existía la llamada alternabilidad en el poder, pero
ejercieron este poder en una situación en la cual la oposición
conservadora aceptaba la idea básica de los social-demócratas, o sea
el Estado de bienestar, y solo se discutía su alcance. El último
tercio del mundo, el Sur, vio el ascenso al poder de los movimientos
nacionales de liberación en Asia y África y de movimientos
populistas en América Latina.
En suma, los movimientos antisistémicos de hecho habían conseguido el
poder del Estado. El problema fue la incapacidad de estos movimientos
de implementar efectivamente el segundo paso, o sea, transformar el
mundo. Ésta es la explicación esencial de la revolución mundial de
1968. En cada una de las tres zonas del sistema mundial, país tras país,
sucedieron levantamientos de varios tipos. Una característica común
de todos los levantamientos fue la acusación de los revolucionarios
contra la "vieja izquierda": ustedes nos prometieron la
transformación social cuando tomaron el poder; no han cumplido esa
promesa. El mundo, según ellos, sigue siendo profundamente injusto,
en el sistema-mundo y dentro de nuestros países; nuestros sistemas
políticos no son verdaderamente democráticos; ahí existe una casta
privilegiada (una nomenklatura) dentro de nuestros regímenes. Ha
cambiado mucho menos de lo que ustedes dijeron.
Los diversos levantamientos de 1968 (de 1966-1970, en realidad) fueron
reprimidos. No obstante, no se eliminó la desilusión que los había
nutrido. En las tres décadas posteriores asistimos al derrumbe, uno a
uno, de la mayoría de los regímenes que llegaron al poder en el auge
de los movimientos antisistémicos. El colapso de la Unión Soviética
en 1991 marcó simplemente la cúspide simbólica de este rechazo de
los regímenes de la "vieja izquierda". Después de 1968, el
problema para las fuerzas mundiales antisistémicas fue cómo encarar
la reconstrucción propia, y en especial, cómo revisar su estrategia
política histórica.
Hubo tres intentos principales para formular una estrategia distinta a
la de la "vieja izquierda", que pasó a ser considerada, en
cada una de sus variantes centrales, una estrategia fracasada o
anticuada. Ellos fueron, los múltiples maoísmos, la llamada
"nueva izquierda" y los movimientos de derechos humanos.(1)
Cada uno, a su manera, mostró que no estaba en medida de
diferenciarse de la estrategia de la vieja izquierda, como lo habían
afirmado en un principio. Y ninguno logró el nivel de movilización
que la vieja izquierda había alcanzado durante su apogeo después de
1945. Hacia el final del Siglo XX, había una panoplia de diferentes
movimientos en el mundo, y ninguno de ellos parecía tener la
capacidad de impacto que esperaba. Entre los activistas, y por todos
lados, existía un ambiente generalizado de malestar. Y aquellos en el
poder en el sistema-mundo parecían tener mucho éxito.
Este es el trasfondo de lo que luego la prensa mundial llamaría el
"movimiento anti-globalización" y que últimamente se
conoce (en idiomas aparte del inglés), como un movimiento
altermundialista. ¿Cuándo se inició? Es difícil de señalar. De
este movimiento hay tres momentos simbólicos y todos ocurrieron en
las Américas: la revuelta de los zapatistas (EZLN) en Chiapas en
1994, las protestas de activistas contra el encuentro de la Organización
Mundial del Comercio (OMC) en Seattle en 1999, y el primer Foro Social
Mundial en Porto Alegre en 2001.
La revolución zapatista comenzó deliberadamente en el primer día de
vigencia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (el NAFTA
o TLCAN), el primero de enero del 1994. Los zapatistas surgieron como
el brazo militar y organizado de los pueblos indígenas de Chiapas,
dando continuidad a la lucha de 500 años por tierra y autonomía. Hay
tres características importantes de la lucha zapatista: 1) La demanda
de derechos para los pueblos indígenas, sin ánimo de obtener el
poder en México. 2) La ubicación de estas demandas en el arco
general de la lucha mundial, incluyendo, por supuesto, la lucha contra
la globalización neo-liberal (de ahí su elección simbólica de
sublevarse contra las autoridades mexicanas en el mismo día del
lanzamiento del TLCAN). 3) La visión de obtener, y lo lograron, un
amplio apoyo internacional a sus luchas, lo cual convirtió al
movimiento en un modelo para movimientos en otras partes del mundo.
La protesta en Seattle ocurrió cinco años después, durante lo que se
consideraba debía ser una reunión decisiva para la OMC. Ella tuvo
cinco características destacadas. 1) La manifestación se presentó
como un enfrentamiento directo contra la globalización neo-liberal y
las instituciones encargadas de la implementación de lo que se llama
(desde hace al menos una década) el Consenso de Washington. 2)
Consistió en acciones directas y disruptivas. 3) Fue el fruto de una
alianza insólita entre los movimientos de la vieja izquierda (por
ejemplo la federación de sindicatos estadounidenses, la AFL-CIO), los
movimientos de la nueva izquierda (por ejemplo los ambientalistas), y
grupos anarquistas. 4) Los manifestantes fueron mayoritariamente
estadounidenses. Y aunque pueda señalarse que se debió al lugar de
los eventos, o sea los Estados Unidos, empero este detalle demuestra
que el altermundialismo puede tener una base popular en los Estados
Unidos, y que se trataba de algo más que un movimiento arraigado,
exclusiva o principalmente, en el Sur. Además, 5) la protesta cumplió
su objetivo central, a pesar de tenerlo todo en contra. Perturbó
eficazmente la reunión de la OMC y esta no pudo cumplir con sus
objetivos.
Similares actividades disruptivas, durante reuniones mundiales en otras
partes del mundo, siguieron al evento de Seattle. Fue en ese momento
que los altermundialistas cambiaron sus prioridades y establecieron el
Foro Social Mundial como una respuesta al Foro Económico Mundial de
Davos. La primera reunión del FSM tuvo lugar en la ciudad brasileña
de Porto Alegre, en 2001. Eligieron Porto Alegre por dos razones
importantes: una atmósfera favorable proporcionada por las
autoridades locales, y por el hecho de que se trataba de una ciudad
del Sur, que garantizaba un rol importante del Sur en las
deliberaciones. El FSM se reunió dos veces más en Porto Alegre (en
2002 y 2003) y en Mumbai (India) en 2004. La próxima reunión será
en Porto Alegre y se ha anunciado que se reunirán en algún lugar de
África en 2007. El número de participantes ha aumentado
considerablemente. Aunque es difícil precisar, parece que la
participación creció de alrededor de 10.000 en 2001 a tal vez
100.000 en 2004.
Cuando comenzó, el FSM adoptó el principio de "espacio
abierto". Al centro de este concepto se encuentra la idea de que
no predomine ninguna postura política en el FSM, salvo el compromiso
mínimo de oposición a la globalización neo-liberal y el
imperialismo en todas sus formas. Así, el FSM no adopta resoluciones
ni coordina actividades políticas. El FSM no es un movimiento. Ni
siquiera es un movimiento de movimientos. Se define como una familia
de movimientos, y esta familia se empeña en ser global. Aunque
permanecen distorsiones respecto a la participación de las diferentes
partes del mundo, el FSM probablemente es ya más global que cualquier
otra confluencia histórica anterior de movimientos antisistémicos.
En particular, el Norte ya no tiene ese abrumante rol en su
funcionamiento que tenía en estructuras antisistémicas previas. Además
una prioridad organizacional importante del FSM es extender una
invitación a todos los grupos no representados, sobre todo a los del
Sur.
Así, por un lado se puede decir que el FSM ha sido un éxito. En unos
pocos años la participación activa ha crecido enormemente, tanto numérica
como geográficamente. Ha logrado la atención de la prensa mundial y
sirve como un enfrentamiento al Foro Económico Mundial, que es mucho
más antiguo y mejor financiado. Ha conseguido convertirse en el
espacio central de encuentro de las acciones antisistémicas en el
sistema-mundo. No obstante, hay una sensación omnipresente de
incertidumbre sobre su futuro entre los partidarios más ardientes.
El FSM encara tres tipos principales de crítica. La primera, proviene
de las fuerzas centristas mundiales, algunos de los cuales han
asistido a las reuniones del FSM, aunque tienen poco peso en esta
instancia. Este grupo opina que el FSM no es ni práctico, ni concreto
en su orientación. Este grupo considera que el FSM debe intentar un
diálogo con el Foro Económico Mundial (FEM) y con varias otras
instituciones internacionales (FMI, Banco Mundial, OMC) sobre
programas específicos que alivien, de alguna manera, el sufrimiento
(del SIDA, por ejemplo), que mejoren las perspectivas del supuesto
desarrollo sostenible y eliminen la pobreza. Este grupo considera que
el FSM está demasiado inmerso en la publicación de lemas y en
ofrecer una plataforma pública a grupos irracionales, incluso algunos
peligrosos.
Es cierto que el FSM ha resistido a todas las sugerencias que le proponían
seguir el camino de negociar acuerdos (tras bastidores) con quienes se
ven representados en Davos. De hecho, después de un debate inicial y
poco satisfactorio, el FSM no se anima a entrar en más discusiones
con el FEM (como se lo ha sugerido varias veces). El FSM
considera que tales discusiones tienen poca importancia, y entrar en
ellas solo atenuaría la fuerza y el impacto del FSM como una
estructura mundial. El FSM es un espacio abierto, pero lo es solamente
para los que se oponen específicamente a la globalización neoliberal
y al imperialismo en todas sus formas. Es muy dudoso que uno pueda
encontrar algún participante en Davos que estaría dispuesto a actuar
a partir de esta premisa.
Una crítica más significativa al FSM proviene de varios grupos que son
herederos de la "vieja izquierda". Por ejemplo, en Mumbai,
un grupo de organizaciones, sobre todo de la India pero también de
otros lugares, organizó una especie de contra- foro, bajo la premisa
de que el FSM ha estado básicamente subordinado a las ONGs
occidentales y que era una estructura "objetivamente"
contra-revolucionaria. Este grupo se rehusó a participar en el FSM.
Sin embargo, hay algunos, inclusive dentro del FSM, que comparten este
punto de vista, aunque de una forma más tenue.
Las críticas de este grupo son múltiples: el FSM dice que otro mundo
es posible; debería decir que el socialismo es el objetivo. El FSM es
un foro abierto; por lo tanto, no es sino pura cháchara. No se
involucra con la acción; por lo tanto es inherentemente ineficaz.
Acepta dinero de fundaciones y organizaciones no gubernamentales; por
lo tanto, se vendió. No permite participar a los partidos políticos;
por lo que excluye a grupos claves. No permite la participación de
grupos involucrados en la violencia; pero la violencia es legítima
para los grupos oprimidos que no tienen otra alternativa.
Todas las afirmaciones iniciales sobre el FSM son exactas. Pero las
inferencias, presentadas luego del punto y coma, son rechazadas por el
FSM. También hay una variante crítica de algunos activistas de base
y de personas inspiradas por la tradición anarquista. Es casi lo
contrario a la crítica de la "vieja izquierda". Manifiesta
que el FSM es de hecho una nueva internacional con una jerarquía
escondida que toma las decisiones importantes. Pero al final, esta
variante dice lo mismo que la variante de la "vieja
izquierda". Los líderes del FSM están usando su autoridad para
traicionar a los militantes.
El último grupo de críticas proviene desde dentro del mismo FSM. De
alguna manera, las críticas internas son versiones diluidas de las críticas
externas de las fuerzas centristas mundiales, la "vieja
izquierda" hostil y los grupos anarquistas. Además, hay dos críticas
adicionales sustanciales provenientes desde dentro del FSM.
La primera es que, mientras la idea del espacio abierto es meritoria,
después de cierto tiempo se vuelve aburrida. Año tras año, se
expresan las mismas ideas. Inevitablemente, las personas se cansarán
del proceso y las estructuras se desvanecerán. La segunda es que,
mientras la idea de una estructura horizontal y no-jerárquica puede
ser meritoria, de alguna manera se termina tomando decisiones
importantes. ¿Quién toma las decisiones y cómo? Las críticas dicen
que no hay suficiente transparencia en el proceso de toma de
decisiones, y por lo tanto cae en lo antidemocrático.
Finalmente, hay un fenómeno interno más por observar. Debido a que hay
mucho espacio para la articulación espontánea, algunas
organizaciones se han reunido dentro del marco de las conferencias
mundiales. Y estos grupos han adoptado resoluciones, por su cuenta, y
planeado actividades políticas específicas. Pero los medios de
comunicación mundiales han encontrado difícil de distinguir estas
reuniones de las reuniones del FSM. Por lo que estas reuniones tienden
a menoscabar el concepto de que el FSM como tal no toma posiciones o
acciones políticas. He aquí una tensión no resuelta.
Las críticas internas han generado un debate intenso dentro del FSM.
Como resultado, recientemente la Secretaría Internacional envió una
carta a través de la red de organizaciones participantes en el FSM,
en la que expresa que el FSM está planteando hacer cambios
importantes en el formato del quinto FSM en 2005. La carta esboza un
proceso de aglutinación "voluntaria y auto-organizada" de
eventos de tal manera que los "ejes temáticos" de las
reuniones "emergerán de la consulta... y no estarán basados en
ninguna decisión del Consejo Internacional o de la Secretaría".
Se presenta este cambio como un avance importante en el concepto de
espacio abierto. Este nuevo proceso está dirigido a contrarrestar la
crítica de la insuficiente democracia interna en los procesos del
FSM, así como la idea de que han sido escasas las oportunidades para
el intercambio entre personas de ideas similares, debido a la
naturaleza históricamente dispersa de las reuniones.
Sin embargo, un factor que es, tal vez, al menos tan importante como la
reestructuración interna, para el futuro del FSM, es el contexto
dentro del cual opera el FSM. Para formarse un juicio sobre esto,
tenemos que evaluar las tendencias dentro de la estructura geopolítica
mundial. Hoy en día existen tres rupturas mayores, dos antiguas y una
básicamente nueva: conflictos entre las grandes potencias, el
conflicto entre el Norte y el Sur, y la lucha por la naturaleza del
futuro sistema-mundo que emergerá de la crisis estructural de la
economía-mundo capitalista. Cada una de ellas tiene su propia dinámica,
pero su trayectoria está íntimamente relacionada con la de las otras
dos.(2)
La primera ruptura es la que hay entre los tres principales centros de
acumulación de capital, la llamada Triada: Estados Unidos, Europa
Occidental y Japón. Ellos están en una competencia aguda,
competencia que está creciendo día a día. La segunda es la ruptura
entre el Norte y el Sur. En esta división, los tres miembros de la
Triada constituyen el Norte. Finalmente, hay una ruptura entre los
partidarios del espíritu de Davos y los partidarios del espíritu de
Porto Alegre. Esta última división no es geográfica sino ideológica
y alimentada por los intereses de clase. Esta es la más importante de
las rupturas, y sin embargo, la que recibe menos atención de los
medios. El problema para los partidarios del espíritu de Porto Alegre
es el grado en que puedan evitar ser barridos por las prioridades de
las otras dos rupturas, y si pueden o no, gracias a su acción
colectiva, moldear los resultados de las otras dos rupturas antes de
ser moldeados por ellas.
El conflicto Davos-Porto Alegre no se centra en las virtudes y los
defectos de la globalización neoliberal, aunque así es como muchas
veces es proyectado, inclusive por los participantes de ambos grupos.
Tampoco gira en torno al capitalismo como un sistema-mundo, ya que el
capitalismo como sistema-mundo está en una crisis estructural y
desaparecerá en los próximos 20 o 50 años.(3) El conflicto tiene
que ver con lo que reemplazará a la economía-mundo capitalista como
un sistema histórico. Es sobre si debemos transitar hacia un sistema
diferente que mantiene una característica crucial del capitalismo -su
naturaleza jerárquica, inequitativa, polarizante- o si debemos ir en
dirección de un nuevo sistema- mundo que sea relativamente democrático
e igualitario.
Esta es una pregunta compleja. Y en ninguno de los dos lados se han
desarrollado con claridad los parámetros organizacionales y
estructurales del nuevo orden social. Por el momento, la división es
más bien emotiva y no de paradigmas alternativos. Pero en esta lucha,
no hay duda de que la única expresión seria de las fuerzas que
constituyen el espíritu de Porto Alegre es el propio FSM. Como
tampoco hay duda de que no hay una alternativa plausible al factor
organizacional clave de esta estructura: el foro como un espacio
abierto.
Sin embargo, lo que determinará la capacidad del espacio abierto para
servir el objetivo de transformar el mundo en un sentido más democrático
e igualitario, es la manera en la que el FSM pueda desarrollar
mecanismos para conciliar un espacio abierto y una actividad política
real y concreta. Esto no será fácil, y las reformas prometidas por
el FSM en 2005 son apenas el comienzo. Personalmente creo que la clave
para una solución está en promover y crear un espacio institucional
para múltiples alianzas y actividades políticas en el FSM, sin hacer
de ninguna de ellas una actividad propia del FSM. El espacio abierto
debería servir no solo para el intercambio de puntos de vista y análisis
de los participantes, sino para el intercambio concerniente a la
efectividad de los resultados de los modos alternativos de acción política
en el sistema-mundo.
Un espacio abierto no es, y nunca tuvo la intención de ser, un paraguas
para todo. El FSM reúne solo a los que están en contra de la
globalización neoliberal y el imperialismo en todas sus formas. Este
es un paraguas grande pero está muy lejos de ser infinito. Hay márgenes
exteriores para la inclusión. El FSM debería ser un espacio abierto
no meramente para discutir temas y formas de acción alternativa, sino
para estimular que estas formas alternativas serán experimentadas por
quienes quieran probarlas. Estas formas de acción pueden no ser solo
formas diferentes sino involucrar a espacios diferentes. Algunos
pueden ser a nivel mundial, regional, otros transversales y algunos más
bien locales. Ya estamos haciendo esto, por supuesto. Pero el FSM debe
integrar conscientemente dentro de su estructura organizacional
interacciones entre estas diferentes actividades. Mientras el debate
permanezca entre compañeros y no entre defensores de la fe pura, esta
interacción solo puede fortalecer el rol central del FSM en la
transformación mundial.
El segundo elemento clave del espacio abierto es que sea verdaderamente
abierto, es decir totalmente transparente. Ha habido más oscuridad en
el funcionamiento del FSM de lo deseable. La mayor parte del proceso
de toma de decisiones debería darse en un vaso de cristal, visible
para todos. Esto servirá para restringir a aquellos que pudieran
pretender "tomarse" el FSM y cambiar su carácter básico.
Esto debe servir para confortar a quienes participan, que estamos
avanzando en la construcción de un sistema-mundo más democrático
con un foro más democrático. Una simple idea podría ser grabar en
video todas las reuniones del Consejo Internacional y colocarlas en la
red. Se corre el riesgo de que esto genere extensos discursos para las
cámaras, pero tiene la virtud de permitir a todos conocer los temas
de los debates, e impulsar la contribución de las personas.
En suma, sí al espacio abierto; a condición que se asegure, a la vez,
que el FSM se transforme en un espacio institucional de encuentro de
alianzas múltiples entre distintas actividades políticas y también
que haya un incremento grande de transparencia en los trabajos del
mismo FSM.
¿Será esto suficiente para asegurar la supervivencia del FSM y su rol
central en la lucha mundial para la transformación? Nadie puede estar
seguro. Este es un punto de partida que necesitaría ser reevaluado en
unos cinco años. Es muy posible que en los próximos cinco años, ya
sea por conflictos inmediatos en el sistema-mundo o por divisiones
internas dentro del FSM, éste se derrumbe. No creo que esto suceda,
pero es ciertamente posible. De lo que sí estoy seguro es que en este
punto no existe ninguna alternativa plausible al FSM como actor
mundial en representación de los que luchan por el espíritu de Porto
Alegre o que de alguna manera están comprometidos con la creación de
un sistema-mundo democrático e igualitario. O hacemos que el FSM
funcione o nos hundimos junto con él.
Notas:
1) "Las nuevas rebeliones antisistémicas: ¿un movimiento dos
movimientos?" Contrahistorias, No. 1, 2003, sept. 2003-feb. 2005,
77-86
2) Utopística, o opciones históricos del siglo XXI. México: Siglo XXI
de México, 1998.
3) "Bienvenidos a la anarquía global," New Left Review, No.
22, sept.-oct. 2003, 5-12
(*) Immanuel Wallerstein es profesor-investigador del Departamento de
Sociología de la Universidad de Yale, New Haven, Estados Unidos.
Publicado en América Latina en Movimiento, No. 385-386, edición
espacial, Foro Social de las Américas, ALAI, 20 julio 2004.
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