A las organizaciones revolucionarias presentes en Porto
Alegre
Declaración conjunta ante el V FSM
En oportunidad de este V Foro Social Mundial a realizarse en
la ciudad de Porto Alegre, el MAS (integrante de la corriente
Socialismo o Barbarie Internacional) y Socialismo Revolucionario de la
Argentina, hemos resuelto presentar conjuntamente la siguiente
declaración. Esto lo hacemos como parte del esfuerzo de
organización en común de una importante delegación juvenil, así
como mediante una serie de charlas y / o actividades que haremos
juntos en combinación con los compañeros de Socialismo o Barbarie de
otros países.
Buscamos aprovechar la oportunidad para estrechar nuestras
relaciones, así como para poner sobre la mesa la creciente
necesidad de que las corrientes que se consideran socialistas
revolucionarias hagamos todos los esfuerzos para convocar a una
Conferencia Mundial Abierta de los marxistas revolucionarios. Esto,
con el objetivo que podamos aparecer como un polo alternativo al del
reformismo frente a amplios sectores de la vanguardia de lucha y las
distintas tendencias de la izquierda.
El momento actual
Transitamos un nuevo ciclo histórico de la lucha de
clases mundial abierto por la caída del Muro de Berlín y las luchas
desencadenadas a comienzos del siglo XXI en respuesta al desastre de
la mundialización capitalista neoliberal.
En la actual coyuntura, este nuevo ciclo sigue marcado por la
contraofensiva del imperialismo yanqui de la mano de George Bush con
su intento de afirmar su hegemonía mundial hacia bien entrado el
siglo XXI y por el proceso de resistencia a este mismo curso
guerrerista y reaccionario. En el caso de Irak, esto ha dado
lugar al desarrollo de una amplia y encarnizada lucha de liberación
nacional contra la ocupación imperialista, lucha que defendemos
incondicionalmente frente a este.
En este marco, luego de largos años de reacción
conservadora y hegemonía neoliberal (’80 y ’90), con antecedentes
en el ’95 francés y el ’98 coreano, pero sobre todo desde Seattle
del ’99, el desarrollo del movimiento antiglobalización y antiguerra,
y el ciclo de rebeliones populares en América Latina, ha comenzado
un proceso de recomposición de las masas laboriosas y los
trabajadores. Un proceso que aunque aún híbrido desde el punto
de vista de clase y atravesado por ideologías confusas e ingenuas,
esta marcando una experiencia de crecimiento de la resistencia popular
y un nuevo proceso de organización, sobre todo a nivel de una amplia
vanguardia.
Es esto mismo lo que ha dado lugar al surgimiento del
movimiento anticapitalista y antiguerra, que se da cita en los
diversos foros regionales y en este V Foro Social Mundial. Un
movimiento extraordinariamente progresivo, que sin embargo hasta el
momento, ha estado monopolizado por las corrientes reformistas que
solo buscan “otro capitalismo” y tan siquiera esto, como se puede
ver en el escandaloso caso del actual gobierno neoliberal de Lula en
el Brasil.
Dentro de este proceso, también se está viviendo un nuevo
momento (más favorable) para las corrientes provenientes de la
tradición del marxismo revolucionario y / o del trotskismo, para las
cuales comienza a haber nuevas exigencias y posibilidades, así
como incipientes procesos de realineamintos y / o reagrupamiento entre
tendencias. Procesos que ante la oportunidad de este nuevo Foro,
vuelven a destacar la responsabilidad de las corrientes que nos
consideramos socialistas revolucionarias de aunar esfuerzos para
presentar una alternativa consecuente ante las direcciones reformistas
y autonomistas. O incluso, frente a aquellas que, como las que
provienen del movimiento trotskismo (como es el caso de “Democracia
Socialista” del Brasil, escandalosamente integrada al gobierno
burgués de Lula), han renunciado a la perspectiva no sólo de la
revolución socialista, sino incluso a un anticapitalismo
consecuente.
La “centroizquierda” latinoamericana
En nuestro continente, Bolivia, Argentina y Venezuela son los
puntos más sobresalientes de este proceso, que –al mismo tiempo- se
refleja de manera más general en un cierto “giro a izquierda” de
los sentimientos de amplias masas populares en varios países de la
región cuando se rechazan los candidatos mas abiertamente
neoliberales y se votan partidos y dirigentes de
“centroizquierda”.
Sin embargo, estos partidos hoy en el gobierno insisten con
aplicar las mismas medicinas que una y mil veces han sido probadas sin
suerte. Peor aún, porque se trata, además, de gobiernos que ni
siquiera son realmente “reformistas”: en vez de llevar adelante
alguna –aún mísera- reforma, estos gobiernos de
“centroizquierda” son continuadores del “modelo” neoliberal,
aplicando políticas de ajuste fiscal impuestas por el FMI, pagando la
deuda externa, manteniendo las empresas privatizadas, continuando la
esclavitud laboral, las condiciones del desempleo de masas y la
subordinación estructural económica y política al Imperialismo. Así
como de los cantos de sirena de la “democracia como valor
universal” (como le gusta decir al PT) cuando se trata lisa y
llanamente de la democracia formal, de los capitalistas, que solo
le deja la “opción” a las masas populares de elegir cada 2 o 4 años
cuales serán sus nuevos verdugos.
Frente a estos nuevos gobiernos es completamente incorrecto
el seguidismo que realizan tantos movimientos sociales y sectores políticos
de izquierda de la región: es el caso de la dirección histórica del
MST de Brasil frente a Lula, de la CONAIE frente a Gutiérrez en
Ecuador, del MAS de Evo Morales frente a Mesa en Bolivia, o de las
Madres de Plaza de Mayo y los MTD frente a Kirchner en la Argentina.
Porque estos son gobiernos patronales que han venido para enterrar las
potencialidades anticapitalistas de los procesos de lucha abiertos, aún
cuando se cubren de demagogia “nacional y popular”.
Otras organizaciones como los PCs del continente denuncian a
Kirchner o Gutiérrez de Ecuador, pero participan en los gobiernos del
Frente Amplio de Uruguay, del propio Lula en Brasil o apoyan a Chávez
en Venezuela.
Con respecto a este último, está claro que por la dinámica
propia de la lucha de clases en Venezuela y por algunas de las medidas
que ha tomado, se trata de un gobierno populista distinto de Lula y
Kirchner. Aún así, en los momentos decisivos, en la lucha
contra los golpistas y fascistas, fueron las masas quienes rescataron
al gobierno, ante la capitulación de Chávez, la impotencia del
Movimiento V República y la conspiración de no pocos cuadros
militares. Sólo el armamento popular, la expropiación de los medios
de comunicación y el control obrero de la industria del petróleo,
entre otras medidas, pueden ser eficaces ante las intentonas
recurrentes de la derecha y el imperialismo. Pero para eso hace falta
superar los límites insalvables del populismo, para avanzar en un
camino antiimperialista y anticapitalista de fondo. Es en ese sentido
que afirmamos que la tarea central en ese país es crear una
alternativa obrera y popular independiente del gobierno.
En resumen, consideramos que es necesario aprovechar el
actual momento preparatorio hacia el desencadenamiento de
nuevos picos de crisis y luchas, para construir partidos y
direcciones obreras y revolucionarias independientes de todo gobierno
patronal y de las direcciones burocráticas. Esto para que se
pueda llegar en mejores condiciones y / o encabezar la necesaria
alianza obrera, popular, originaria y campesina que hace falta para
cambiar el sistema capitalista semicolonial de raíz en toda la región.
Nuestras perspectivas estratégicas
El lema de los foros sociales ha venido siendo que “otro
mundo es posible”. Efectivamente. Sólo que la mayoría de las
corrientes que dirigen estos foros, quieren hacer creer que ese mundo
se obtendría mediante una “humanización” (imposible) del
capitalismo.
Este lema ha sido desacreditado en los últimos años. En los
hechos el discurso ‘antineoliberal’ se volvió, una vez que ellos
estuvieron al mando de los gobiernos, en
la imposición de políticas capitalistas continuistas de los
Cardozo, Menem o Bucaram. Ahí están los casos de Lula en
Brasil o de Gutiérrez en Ecuador, para mostrar la debacle definitiva
de los líderes del Foro.
Para nosotros la única alternativa realista contra la
degradación, el hambre, las enfermedades, el desempleo y el
guerrerismo destructivo es el de la revolución obrera y el
socialismo. Porque no hay otro mundo posible ni “democracia”
de los ricos que valga, ante las condiciones de barbarie creciente a
las que arrastra a la
humanidad el capitalismo imperialista.
En estas condiciones, las luchas y rebeliones populares y
obreras de los últimos años, han vuelto a poner sobre la mesa el
debate estratégico: la cuestión de reforma o revolución; de la
centralidad de la clase obrera y su relación con los nuevos
movimientos sociales; de
la necesidad del partido revolucionario en combinación con otras
formas de organización para la lucha; de la conexión entre la lucha
parlamentaria y extraparlamentaria.
Sobre todo, la cuestión de las cuestiones: la necesidad
de la autentica revolución socialista, de la destrucción del Estado
burgués y la expropiación de los principales medios de producción
realizada por la propia clase trabajadora mediante sus organismos y
partidos, como condición para abrir una verdadera transición al
socialismo. Como decía Marx “la
organización del proletariado en clase dominante”. Verdadero
socialismo que –por tanto- no puede ser la caricatura burocrática
que se conoció bajo este nombre, sobre todo en la segunda mitad del
siglo pasado.
En este marco, rechazamos la demagogia anti-política y
anti-partido que en definitiva es funcional al poder de la clase
dominante. Lamentablemente, algunas corrientes autonomistas –en
parte como justo rechazo y reacción a la frustrante experiencia del
estalinismo- se han sumado desde la izquierda a este discurso.
En los hechos, lo que tienen en común las corrientes
reformistas y las autonomistas es su rechazo abierto a la revolución.
Las primeras por su adaptación a la sociedad existente. Las segundas
porque creen falsamente que es posible oponerse a la dominación de
clase sustrayéndose del mercado, el dinero, el poder: en fin, creando
una alternativa paralela al sistema sin barrer con él. Expresan, de
esta manera, la inmadurez y las condiciones de retroceso de la
conciencia socialista, no su superación.
El “argentinazo” ha venido siendo un test también para
estas variantes que creían ver en las fábricas recuperadas, los
movimientos de desempleados y las asambleas populares instancias de
“auto-producción de la vida” al margen y de espaldas al Estado y
la propiedad privada. El resultado ha sido la impotencia. La
contracara de esto es el ulterior apoyo de muchas de estas
organizaciones al gobierno peronista de Kirchner, el mismo que
gobierna apoyado en lo peor del Estado argentino representado por la
patota bonaerense de Duhalde; el
que paga la deuda externa y mete presos a los luchadores como parte
del esfuerzo por enterrar la rebelión popular abierta el 19 y 20 de
diciembre del 2001.
Nuestro rechazo de las concepciones autonomistas y
semianarquistas no significa solidarizarnos con las posiciones
aparatistas y sustituistas que parte de la izquierda lleva como
resabio de la hegemonía estalinista durante más de 60 años. Porque
la experiencia del falso socialismo nos reafirma más que nunca en que
la revolución y la transición al socialismo o la hacen las
propias masas trabajadoras o sólo se obtendrá una burda caricatura
de una y otra.
La genuina tradición del socialismo revolucionario no
significa estalinismo ni una concepción intrumentalista de la
revolución. Un componente indispensable de la dictadura del
proletariado debe ser –como venimos diciendo- el que esté basado en
los organismos de autogobierno democrático de las masas, así como en
la independencia de los sindicatos del Estado y la participación
efectiva de las masas trabajadoras en la administración del Estado y
las empresas nacionalizadas.
Para esto, es necesario construir partidos revolucionarios en
todos los países, tarea para la cual las enseñanzas de Lenin en
materia de organización tienen hoy (en las condiciones de crisis de
alternativas y de subjetividad de los trabajadores) más y no menos
vigencia que hace un siglo cuando escribió su celebre ensayo “¿Qué
hacer?”.
Finalmente, reivindicamos más que nunca la centralidad de
la clase trabajadora en la lucha por la emancipación. Nos
plantamos de lleno en contra de la retórica de la “muerte de la
clase trabajadora”. En las condiciones del capitalismo del siglo XXI
se está viviendo la emergencia de una nueva clase trabajadora
marcada por dos componentes: tanto el nuevo proletariado que emerge en
regiones como el sudeste asiático y en nuevas ramas de la producción
en los distintos países; así como la asalarización masiva y el carácter
crecientemente urbano de toda la población laboriosa, tanto en
condiciones de empleo como de desempleo.
Todo esto no niega la evidente emergencia de movimientos de
lucha y sociales de otros sectores explotados y oprimidos en todo el
mundo, y en particular en nuestra región. Movimientos de lucha (étnicos,
nacionales, democráticos, campesinos, etc) enormemente progresivos y
que desde la clase trabajadora se debe buscar los puentes para
establecer la nueva alianza obrera, popular, campesina y originaria
que pueda acabar con el actual capitalismo imperialista.
Por una Conferencia Abierta de los marxistas revolucionarios
El movimiento anticapitalista y antiguerra, las rebeliones
populares en América Latina y la resistencia en Medio Oriente e Irak
al invasor imperialista, han vuelto a poner sobre la mesa con renovada
fuerza y actualidad, la cuestión del internacionalismo de las
clases trabajadoras y populares, no sólo desde el punto de vista teórico,
sino prácticamente.
En el fondo de esto se encuentra la permanente expansión
global del capital, una tendencia que le es inherente y que en las últimas
décadas creció vertiginosamente en el terreno del comercio mundial,
las finanzas y la constitución de vastas redes industriales
transnacionales, y que sin embargo se choca a cada paso con sus
propias contradicciones, tendiendo
a socavar las dos fuentes de la riqueza: el trabajo humano y la
naturaleza. Los Estados nacionales, la estrechez de los mercados,
las disputas entre grandes potencias y empresas globalizadas, son
otros tantos obstáculos a una verdadera internacionalización de las
fuerzas productivas de la sociedad.
Los resultados catastróficos de las tendencias capitalistas
de las últimas décadas han visto crecer un masivo rechazo de la
juventud y los trabajadores. La conciencia de que ante este panorama
es imprescindible actuar internacionalmente inspiró a los movimientos
de resistencia global que actuaron en común en los diversos eventos
mundiales, aún a pesar también de sus límites.
En estas condiciones, el internacionalismo no es una idea utópica
y romántica, sino que nace de las mismas entrañas del sistema actual
y de las luchas que lo recorren. Cuando los jóvenes del mundo exigen
una lucha global contra el capital, están apuntando a lo correcto.
Pero esto debe contar –sí o sí- con las fuerzas de la clase
obrera mundial, del proletariado internacional en el centro de este
proceso, porque sigue siendo la fuerza social central que surge día
a día de manera renovada de las entrañas del propio desarrollo
contradictorio del capitalismo imperialista.
En este marco, nos consideramos firmemente parte de la
tradición del marxismo revolucionario (Marx, Engels, Lenin, Trotsky y
Rosa Luxemburgo) y luchamos por una Internacional Revolucionaria de la
clase obrera. Pretendemos recoger lo mejor de las tradiciones
acumuladas de todas las internacionales: desde la fundación por Marx
de la Primera Internacional hasta la Tercera Internacional, que fue
una verdadera escuela de estrategia revolucionaria. Y sobre todo, del
último intento de síntesis expresado por la Cuarta Internacional
fundada por León Trotsky en momentos de aguda tensión y de una lucha
combinada contra el fascismo, el imperialismo “democrático” y el
estalinismo.
Nuestro objetivo es aportar a la construcción de una nueva
internacional revolucionaria. Si será, efectivamente, una Nueva
Internacional o la IV Internacional reconstruida, es algo que aún
está por verse y determinarse al calor desarrollo de la lucha de
clases mundial y del proceso de recomposición de los trabajadores.
Algunos de nosotros hacemos más hincapié en la importancia
de pasar en limpio –de manera sistemática- el balance de la lucha
de clases del siglo XX, así como de tomar en cuenta las nuevas
condiciones en que se desarrolla hoy. Otros, tomando en cuenta estas
nuevas condiciones de cara al siglo XXI, creemos en la necesidad de
afirmar más la defensa del legado y la continuidad de las banderas de
la Cuarta Internacional.
Sea como fuere, creemos que el planteo de una nueva
internacional todavía no está resuelto ni definido, se encuentra en
estado “algebraico”.
En este marco, y en las condiciones del nuevo ciclo abierto y
del proceso de recomposición que hace parte de él, más allá de las
diferencias que podamos tener entre las corrientes socialistas
revolucionarias, es necesario dar pasos en el reagrupamiento. Las
bases de este deberían fundarse en el rechazo a cualquier tipo de política
de colaboración de clases, entre ellas las políticas
ministerialistas que hoy practica Democracia Socialista (integrante
del SU) en Brasil, participando del gobierno burgués de Lula, así
como todos aquellos que apoyen de una u otra forma esta política
colaboracionista; la denuncia de la democracia burguesa; la lucha por
la destrucción del Estado capitalista y la imposición de la genuina
dictadura del proletariado, tanto frente aquellos que han renegado de
ella, como de los que la asocian a la dictadura burocrática impuesta
por el estalinismo. Nada puede impedir la realización de una
Conferencia Abierta Mundial de las corrientes revolucionarias, que
someta las discrepancias a discusión y prueba de la lucha de clases y
avance en los puntos en común.
Desde el MAS y SR proponemos abrir un debate sobre estas
perspectivas y las posibilidades de dar pasos en este sentido en el próximo
período, lo que se impone más aún si no queremos dejar la dirección
del movimiento “eternamente” en manos de los nuevos
“reformistas” y si pretendemos dar pasos reales y enraizar el
internacionalismo proletario entre los nuevos luchadores, la
vanguardia obrera y la juventud.
Buenos Aires, 21/01/05
Movimiento al Socialismo (integrante de SOB Internacional)
Socialismo Revolucionario de Argentina
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