Brasil bajo Lula

 

Viejas deudas que se arrastran, nuevos y futuros desafíos políticos…

Notas sobre una cierta izquierda radical [1]

Por Charles–André Udry (*)
Correspondencia de Prensa
, 16/03/05
Traducción de Aldo Andrés Romero

1. Cuando en la “arena” de esta reunión del Comité Internacional de la IV Internacional (antes SU, Secretariado Unificado, hoy CI, Comité Internacional) se hable de Brasil, me parece que se debe evitar un sueño tranquilizador: la IV Internacional tendría una nueva fuerza que crecerá en Brasil: el P–SOL (Partido Socialismo y Libertad)

Esto no sería más que un sueño. Por un lado, porque los hechos no son así: el P–SOL no es una sección de la IV Internacional; y por suerte ese partido en formación no es miembro de ninguno de los actuales reagrupamientos “internacionales”, porque eso no representaría un real proceso político organizativo desarrollado en Brasil. Por otra parte, las dificultades con las que realmente se enfrenta y se enfrentará el P–SOL, así como el conjunto de la izquierda radical en el Brasil, son enormes. Este país de 180 millones de habitantes, sacudido por los ocho años de políticas neoliberales de F.H. Cardoso y por los dos de Lula –que incrementan la dimensión de las contrarreformas– es un país distinto. La derrota política infligida por el PT y quienes avalan su política tiene, por supuesto, raíces en el período de Cardoso. Sin embargo, la orientación de Lula a través de una sucesión de breves etapas antes y después de las elecciones tiene un gran papel, no sólo en términos de decepción organizada de trabajadores y campesinos pobres, de la desilusión de un sector de la intelligentsia –y no discutiremos acá las raíces sociológicas de la desilusión, que no es solo ideal–, sino también en términos de relanzamiento del social–liberalismo que beneficia al capital financiero internacional.

Estamos ante una configuración en la que se articulan tres elementos. En primer lugar, la presentación engañosa, desde el punto de vista de los explotados, de un “bloque regional progresista” Kirchner–Lula–Tabaré Vázquez y posiblemente mañana Morales en Bolivia. El segundo, una militarización rampante, de la que el Plan Colombia representa la punta del iceberg y los ataques imperialistas contra la Venezuela de Chávez la línea de flotación del iceberg. Tal vez el termino militarización parezca exagerado: lo utilizamos para subrayar, por una parte, la total continuidad de las instituciones militar–policíacas y represivas, en Brasil entre otros, y por otra parte, las iniciativas exploratorias que se ven aparecer en Argentina, en Perú, en Bolivia y últimamente en Brasil. Lo que debería dar un especial relieve a las reivindicaciones democráticas ligadas a las necesidades y derechos de los asalariados y sus aliados. El tercero, un considerable retroceso en relación con diversas esperanzas, engañosas y desengañadas, de la izquierda clasista y la urgencia de la reorganización–recomposición de una izquierda anticapitalista y socialista que tenga en cuenta este hecho: el tejido social brasileño y latinoamericano ya no tiene nada que ver con los años de la creación del PT y de las organizaciones que “acompañaron” su nacimiento (o inversamente). Este es el continente en el que organizaciones pequeñas –aunque su audiencia mediática pueda ser más o menos grande– deben prever su intervención social y política.

1.1. En febrero 2003, el XVº Congreso Mundial de la IV Internacional con muy pocas excepciones (entre ellas la de Joao Machado, [2] desgraciadamente, el espanto le impidió decir al conjunto del Congreso lo que realmente pensaba) terminó avalando la participación en el gobierno Lula de un miembro de la Democracia Socialista (DS): Miguel Rossetto, ministro de Desarrollo Agrario (ex dirigente sindical de los químicos). Una participación, pues, en un ministerio estratégico: el de la Reforma Agraria, donde se plantean simultáneamente la cuestión de la concentración de la propiedad (en este caso agraria, pero de todas maneras relacionada con las demás concentraciones de la propiedad y por tanto del poder) y la cuestión de la movilización de capas que se cuentan entre las mas desheredadas de la sociedad brasileña. Este ministro emblemático de la “izquierda del PT” y de la DS, sección de la IV Internacional–SI, [3] ocupó su sillón en un gobierno burgués. Este sillón le fue atribuido en parte para neutralizar a la izquierda, y hasta el mismo movimiento campesino pensó en poder utilizar a ese ministro: el hecho de que dirigentes del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) hayan respaldado a Rossetto fue utilizado como una justificación de su cooptación al gobierno. Durante el Congreso Mundial una frase resonaba a orillas del mar belga (mar del Norte, un Norte que la gran mayoría de la IV Internacional había perdido): “la victoria del PT es (también) nuestra”.

Este debate, en febrero–marzo del 2005, no puede ahorrarse esta visión retrospectiva. La principal sección de la IV Internacional en América Latina participó y participa en un gobierno burgués, aliado–junior del imperialismo (ocupación de Haití, política económica, relaciones con los grupos transnacionales imperialistas, organización de un espacio económico para la inversión imperialista, reforma neoliberal del Estado, etc.). En la IV Internacional en su gran mayoría reinó hasta hace muy poco el silencio, acompañado por operaciones de salvataje –con una canoa– del pequeño Titanic que se hundía. Es verdad que ahora todos dicen: “yo tenia dudas...”. Por definición, como decía Descartes y mas modestamente Ernest Mandel desde su lugar: “hay que dudar de todo”. Pero esto no constituye una línea política, sobre todo a posteriori

Y algunos querrían hacer creer que sólo era un sueño... hasta que fue enviada a la DS, en ocasión del FSM de 2005, una carta firmada por Daniel Bensaid, Francisco Louça y Michael Lowy. [4] Bueno, es mejor que nada. Pero aún así: ¿es posible decir que “el FSM ofrece la ocasión de hacer el balance del gobierno Lula”, cuando la prensa financiera internacional –para hablar sólo de ella– alababa a este gobierno desde el inicio de su mandato en el 2003? [5] Cuando se sale de una pesadilla, es preferible saber que fue una pesadilla, para no chocar de nuevo con una realidad que “nos”escaparía todavía más, a nivel analítico y político. Una realidad que, ante semejante olvido, inconciencia o cobarde duplicidad política, “nos” castigará una segunda vez.

2. No hace falta ser un especialista en el efecto mariposa ni en sofisticados modelos económicos –sin gran valor predictivo, incluso en términos de grandes tendencias– para comprender dos elementos claves:

1º) El primero, es que desde junio de 2002, todos los candidatos presidenciales (excepto Zé Maria, del Partido Socialista de los Trabajadores–Unificado, PSTU) habían firmado un acuerdo con el FMI. Les pusieron las esposas en las muñecas. Lula distribuyó las esposas entre sus coequipers y entregó las llaves de las mismas al gran capital internacional (Meirelles, del Banco Central, entre otros), a sus instituciones (FMI, OMC, etc.) y al gran capital exportador (especialmente el agrobussines pero también otros sectores del capitalismo brasileño). El Vice–presidente José Alencar durante algún tiempo defendió al sector textil. Pero está actualmente perdiendo posiciones dominantes en un holding decisivo, ¡y su designación en el Ministerio de Defensa le asegurará el suministro de vestimenta al ejército sin tener que enfrentar la competencia del nuevo amigo chino! Por eso, desde hace algunos meses se calla. Ya no insiste más con medidas de “desarrollo” del mercado interior.

2º) A partir de 1994 el PT experimentó una acelerada mutación. El centro de gravedad programático–directivo pasó al círculo del Instituto de Ciudadanía. Y hay que valorar la fuerte dinámica sociológica que trabajaba al PT: la creciente institucionalización con “la cultura de gobierno” que se difundió entre todos los cuadros del PT. Y la DS, cuyo centro de gravedad estaba en Río Grande, no escapó a ese proceso. Tanto más que la DS (y esto fue motivo de muchos debates: incluso Ernest Mandel, en su momento, alertó contra esta evolución) no construyó jamás una tendencia verdaderamente bien organizada. Se mantuvo como una red de militantes, cuyo anclaje institucional aseguraba cada vez más su estabilidad como “corriente de ideas y posiciones”.

Ciertamente, esta descripción es un poco unilateral. Pero se corresponde con la realidad aritmética. Basta hacer las cuentas entre los que defienden y aprovechan el gobierno de Lula en el seno de la DS gubernamental; los que critican al gobierno pero se quedan en el nido del PT; y finalmente aquellos y aquellas (con Heloísa Helena en primer lugar) que se pusieron a construir una alternativa, con el apoyo de algunos militantes de la DS y van a sumarse al P–SOL. Sólo cabe esperar que su número sea el mayor posible, si esta definición implica no solamente una ruptura con la política de la DS gubernamental, sino una especie de “reconversión” hacia la construcción de una nueva organización, en el sentido de una organización que esté “en armonía” con la rebelión, que por ahora es verdaderamente molecular (con algunas excepciones importantes), de las masas oprimidas y explotadas que pagan el precio elevado de la mundialización del capital, con toda su brutalidad, y también de la política neoliberal del gobierno Lula.

Es verdad que entre el análisis de los factores de evolución del PT y la elección del momento de una ruptura con el PT no hay simultaneidad. Pero el juicio debe y debió ser claro. Y pudo serlo.

Además, las analogías entre la evolución del PT y la de la socialdemocracia alemana no son pertinentes, reflejan una sobredosis de historia de un “trotskismo” que no responde a las exigencias de pensamiento crítico y por tanto creativo que es propio del marxismo. En efecto, el SPD anterior a 1914 era una organización que contaba más de dos millones de miembros y simpatizantes organizados (sin contar el conjunto de estructuras del tipo de cooperativas, sociedades deportivas, lectores de más de 50 diarios, etc.). Dos millones en un país de 60 millones de habitantes, hacia 1910. Un país que en 1907 tenia la siguiente estructura social, según la distribución de la población activa: 34% agricultura, 40% artesanado e industria y 26% servicios (incluyendo las instituciones estatales). Según categorías socio–profesionales, de acuerdo a la denominación de entonces, se tenía: 51% de obreros (en porcentaje sobre la población alemana), 14% de empleados, incluyendo funcionarios, 8% domésticos y empleados en granjas, 27% independientes. Todo eso no tiene nada que ver, ni con el Brasil de hoy, ni con un PT cuyos miembros pueden afiliarse por Internet y cuenta con unos 100.000 miembros “mas o menos activos” sobre 180 millones de habitantes.

Estamos pues en otro contexto, en otra formación social de la “periferia”. Este es un tema sobre el cual habrá que volver. Sin embargo, algo salta a la vista: un tipo de organización política como el PT puede ser fácilmente cooptada por las instituciones estatales y para–estatales, particularmente cuando estas últimas disponen de toda la fuerza y toda la tradición de la “fisiología brasileña”. El PT tenía ya muchos de esos rasgos. Y mientras más evolucionó, mas se asimiló a las líneas de fuerza que estructuran la “política desde arriba”, la única política oficial en Brasil, la que está divorciada del “mundo de abajo”, la que se encuentra en la Folha de Sao Paulo, la que se interesa sobre todo en los distintos movimientos de diputados y en los diversos negocios –en el estricto sentido del término– que están en curso en los parlamentos y los restaurantes que los rodean. Así, es el análisis de este proceso específico el que debe atraer la atención y no las seudo analogías con el SPD de antes del 1914 que sólo sirven para hacer algunas citas de los clásicos para destacar una cultura que, como las confituras, se exhibe mas cuando es poca.

Todo esto tiene una implicación política inmediata: ciertamente, es necesario fortalecer al P–SOL –más concretamente, a la construcción a mediano plazo de una organización socialista–revolucionaria que pueda articular un bloque social (ver más adelante) importante–, con actuales miembros del PT, con sectores de la izquierda de la Central Unica de los Trabajadores (CUT), con elementos de la intelligentsia que manifiesten lealtad política y moral hacia los asalariados y todos los explotados y oprimidos, con elementos que en el MST saquen el balance de los impasses de una gestión demasiado diplomática de las relaciones con el gobierno (sin dejar de comprender las dificultades en que éste último, y en particular Miguel Rossetto, hundieron a los sin tierra que esperan, sin recursos, la ocupación virtual de tierras no disponibles y tienen necesidad de las pobres raciones alimenticias financiadas por el gobierno), etc.

Pero es preciso también tener conciencia de que el PT de hoy ya no es el de los años 1990, y que cuatro “generaciones políticas” lo contaminaron: 1º la que se integró con armas y bagajes en la institución estatal y parlamentaria, 2º la que se precipitó hacia el PT, incluso por Internet, después de las presidenciales del 2000, 3º la que se unió en el momento de las municipales del 2004, y 4º la que se prepara (haciendo tal vez un cálculo equivocado) para las futuras elecciones del 2006 (presidenciales, federales, y estaduales), que pueden ofrecer nuevas oportunidades a los recién llegados que leyeron el evangelio: “Los últimos serán los primeros”.

Entonces, la atención del P–SOL y de la izquierda radical no debe dirigirse prioritariamente, hacia la izquierda del PT, aunque en la actual fase constituya un elemento importante de una orientación. Porque para que l@s militantes con raíces sociales efectivas vayan al P–SOL, es preciso que éste sea atractivo en términos de elaboración política, de debates, de iniciativas prácticas. Es preciso que sobrepase el estatus de mas o menos una confederación de fracciones con toda una historia anterior, en gran medida del movimiento trotskista. La realización de un congreso en el otoño de 2005 es una piedra de toque para impulsar su mutación en partido en construcción.

Desde ahora, las preocupaciones deben dirigirse hacia los “movimientos sociales”, hacia las luchas aunque su amplitud sea aún limitada, para comprender los nuevos rasgos que puedan desprenderse, hacia los sectores críticos del MST, etc. Para esto es necesario poner en marcha una política en positivo, en término de iniciativas y programa de urgencia, y no una política de denuncia de todos los “traidores” que pueblan la tierra brasileña y la Tierra toda, ni una política de autoafirmación político–organizativa.

3. En las secciones europeas de la IV Internacional hay un conocimiento muy superficial de la realidad brasileña, y más precisamente de la sociedad brasileña. Sin caricaturizar demasiado, algo como lo siguiente: “Brasil es una democracia mas o menos como Portugal o España, pero con muchas más injusticias sociales”. Esto es 100% falso. Es una formación social dominada, marcada todavía, por su historia colonial y esclavista. Es una sociedad donde la violencia es dominante, se ejerce sin restricción y se enlaza con las exigencias imperialistas en mas de una ocasión (se ve en el marco del relanzamiento del Plan Amazonia, inaugurado en épocas del dictador Medici, plan que está la institución militar no cambió después de la dictadura y casi toda la izquierda se calla. También hay que tomar en cuenta la “modernización” de Brasil, por ejemplo el hecho de que la productividad de la parcialmente relacionado con el Plan Colombia de los Estados Unidos). Es una formación en la que, como dice Janio de Freitas (Folha de Sao Paulo, 22–2–05) “La favelización es ininterrumpida, filas de miseria llenan los pasillos de los hospitales y puestos de salud, y millones de niños son maltratados...”.

Podría agregarse que la policía militar mata a esos chicos y la izquierda se calla. Podría agregarse que General Motors en Río Grande do Sul es de 100 autos/hombre por año, en relación a una media mundial que oscila entre 60 y 80 autos/hombre (ver Gazeta Mercantil, 26–1–05). También hay que tener en cuenta el extraordinario desarrollo del crédito personal (pasó de 418 millones mensuales de reales en diciembre de 2003 a 474 millones en diciembre de 2004) que representa, a pesar de tasas usurarias que llegan al 26% anual, la creación de un mercado de consumo a crédito, respondiendo a las capas que surgieron con el marcado proceso de desarrollo desigual y combinado de la formación brasileña, cuya bipolarización social no podrá ser amortizada durante mucho tiempo por medio del crédito. Cualquier convulsión coyuntural y de los mercados financieros desequilibraría esta creación artificial de demanda.

Por el contrario, la izquierda brasileña, como ya se dijo, habla mucho sobre los movimientos que se desarrollan en el seno de los partidos, y sobre las posiciones que toma tal o cual diputado. En gran medida es presa de la falsa ventana informativa politiquera que dan la prensa y la TV. El gobierno Lula salvó la red O Globo de la quiebra y esta lanzó una campaña cotidiana a favor del gobierno Lula. Algunos ingenuos turistas de izquierda europeos se asombran por la audiencia del gobierno de Lula. También se hubieran asombrado por la audiencia de Cardoso, cuyo marxismo era como mínimo tan sofisticado como el de algunos consejeros ex trotskistas de Lula, reventados hoy con una cadena de banquetes. Todo esto pasa en un país donde, como dice Cesar Benjamín, se asiste a un “genocidio social” (artículo en Caros Amigos). Quien lea "L’Atlas da exclusao social no Brasil" (Ed. Cortez, 2ª edición 2003, en cuatro volúmenes), se da cuenta de la superficialidad con que la izquierda, incluyendo lo esencial de la izquierda del PT, trató las transformaciones producidas en el curso de los últimos veinte años en Brasil y se inscriben en la historia larga.

Esta izquierda vive por fuera de la sociedad, al menos gran parte de ella. La audiencia de Heloísa está ligada en gran medida al hecho de que ella es una excepción a este fenómeno. Y esta es la razón por la que ella no podía dejar de romper con el PT y la DS–gubernamental, por eso, además, la excluyeron. Era una ruptura de clase. Una ruptura que algunos quisieron achacar a una cuestión emocional, lo que es una estupidez y un insulto a Heloísa y sus otros camaradas. Insulto político, que debió ser dirigido al ministro de la no–reforma agraria: Miguel Rossetto.

En cuanto a las construcciones de estrategia política que pretenden que era posible mantener la independencia del PT ante el gobierno, que era posible militar en el PT sin asumir responsabilidades, están marcadas por la ingenuidad o por la incomprensión de los mecanismos político–institucionales. La dirección del PT y el gobierno Lula tenían necesidad de una disciplina total de la fracción parlamentaria para tratar de lograr mayorías. Cuanto más difícil era lograr mayorías, mas se ampliaban las alianzas con el PMDB, borrando casi las fronteras entre ambos partidos. Criticar abiertamente las contra–reformas del PT no podía dejar de llevar al choque y la expulsión. La opción supuestamente táctica de evitar el choque, en nombre del ritmo de la toma de conciencia de los miembros, esta de hecho dictada por la visión de que, por fuera del PT y de las instituciones estatal–parlamentarias, no hay salvación. Es la posición de Raúl Pont [6] Es posible comprenderla, pero sólo cabe rechazarla, al menos como socialistas revolucionarios, como marxistas revolucionarios. Semejante posición además solo puede alimentar las corrientes movimientistas anti–partido que existen incluso en las organizaciones mas respetables, como la Consulta Popular. Inversamente, algunas prácticas de organizaciones como el PSTU pueden también alimentar la desconfianza contra la organización partidaria. Sobre esto cabe emprender una verdadera discusión, sin a priori, ente el P–SOL, la Consulta Popular, el PSTU, etc. Aunque pueda discutirse cuando y como comenzarla.

4. La actual crisis institucional del gobierno es de una tremenda magnitud y torna en gran medida ridículo el debate que ahora podamos tener (en el Comité Internacional) sobre la necesidad de que la DS salga del gobierno. Realmente, a la luz de la vida social y política brasileña, hacer ahora esta discusión tiene tanta efectividad como las declaraciones de un general suizo que a fin de 1944 señalaba la voluntad incondicional de Suiza a resistir cualquier ataque de la Alemania nazi. En efecto, a la presidencia de la Cámara fue electo un candidato supuestamente independiente, Severino Cavalcanti, por 300 votos sobre 498 diputados presentes. Cavalcanti es el prototipo del dirigente corrupto, descompuesto y reaccionario. Tiene lazos con Alencar, lazos de negocios. Representa lo peor de las instituciones politicas brasileñas, con su capacidad de corromper sistemáticamente a los que las ocupan, asegurándoles un lugar, nuevamente con algunas excepciones (como Milton Temer en el pasado, Heloísa Helena, Luciana Genro o Baba hoy). Y el colmo de la concretización de lo que es el gobierno Lula puede verse con esto: después del fracaso, después de negociaciones con paquetes de reales, los dos candidatos del PT (el del gobierno, Luis Eduardo Greenhalg y el petista autopropuesto Virguilio Guimaraes) perdieron, lo que no impidió al portavoz del PT decir que en realidad Cavalcanti era uno de los tres candidatos del gobierno y que su victoria reforzaba la orientación del gobierno de Lula. La farsa deviene tragedia.

Esta dimensión de las instituciones brasileñas debería ser tomada en cuenta en cualquier discusión futura sobre la construcción de organizaciones socialistas revolucionarias. Sin un debate sobre esto, existe el gran peligro de que una nueva organización (como el P–SOL) sea víctima de este virus politiquero. Un virus tanto más aceptado y asimilado cuanto que “el mundo de la política”está completamente divorciado, de manera organizada, del mundo de supervivencia de la mayoría de la población. Sin una ruptura con esta mentalidad institucional y politiquera –lo que no quiere decir dejar de tomar en cuenta, seriamente, los acontecimientos electorales en relación con los acontecimientos sociales– nunca se hará la articulación orgánica con los diversos movimientos sociales que traducen, con dificultades, las necesidades y las reivindicaciones de las masas populares que buscan transformar sus necesidades en derechos. Existe un futuro para el P–SOL –si se lo considera un partido en construcción– en la medida en que tome en cuenta, de manera organizada e hiper–seria, la articulación con todas las luchas, el estudio de cada una de ellas, la discusión en el conjunto del partido sobre lo que puede aprenderse de cada una de ellas y ver que ellas pueden esbozar algunas líneas de fuerza de un futuro bloque socio–político en el que el P–SOL sería el (o uno de los) vectores políticos, entre una coalición sindical, campesina, sin techo, de mujeres pauperizadas, de niños de 10 años ya adultos, etc.

Sin esto, el P–SOL repetirá lo que otras organizaciones de izquierda ya han hecho en Brasil. Es bastante fácil, hoy, crear ilusiones mediático–electorales que, siendo ilusorias, no tienen relación con un verdadero enraizamiento social, con una red militante estructurada, capaz de captar lo que ocurre en la sociedad y de reinyectarla a nivel de las orientaciones políticas, del trabajo militante y las iniciativas que induzcan las “autoactividades” de las masas, que son en realidad actividades inducidas a partir de sus propias necesidades, de sus reacciones y de la capacidad de l@s militantes llamad@s de vanguardia de interactuar con esos sectores, de concientizarlos, como diría un teólogo de la liberación. Este proceso de ilusiones mediático–electorales también se conoce en Europa, desde Dinamarca hasta Portugal, país que en otro momento colonizó al Brasil: la “izquierda de confianza” puede atraer asalariad@s que buscan delegar sus necesidades y su desesperanza para encontrar una solución. Pero de eso a organizarlos hay un foso. Es un problema que toca a todas las fuerzas de la izquierda radical. Y deberíamos discutirlo, porque en Brasil o acá, es una de las cuestiones que el autor de este texto plantea desde hace mucho tiempo, hablando, desde 1984, de un nuevo periodo histórico del movimiento tendencialmente clasista de l@s explotad@s y l@s oprimid@s.

5. La derechización del PT no requiere demostración. Pero cada vez que estos partidos se desplazan a la derecha, capturan nuevas capas de militantes carreristas y siempre pueden, dada la situación socioeconómica muy penosa de la mayoría popular, reganar nuevamente, en cierto tiempo, una frágil credibilidad electoral. Esta el ejemplo de los partidos socialdemócratas en Europa. Evidentemente no hay que reducir esta credibilidad renovada –pero muy fragilizada y sin las raíces del pasado– sólo a la falta de una “alternativa política”, lo que podría conducir a otra ilusión, la de crear “grandes coaliciones” que llenarían ese vacío. Para los países imperialistas, semejante orientación pasa por arriba del funcionamiento que impregna con el fetichismo mercantil todos los poros de la sociedad, que se fortalece en el marco de la mundialización del capital –que suscita reacciones del tipo: “¿que puede hacerse frente a esta máquina de deslocalizar y ponernos en competencia, en tiempo real, a escala mundial?”; de la desestructuración de la presencia sindical en los lugares de trabajo ligada a la minuciosa reorganización por la patronal de la organización del trabajo y de las estrategias de individualización del salario, etc. Se podrían agregar otros elementos sobre el funcionamiento societal. Habría, en lo que se refiere a los países de la periferia, o al menos a una parte de ellos, que reflexionar sobre todos los factores que abordamos en el texto escrito con Ernesto Herrera sobre América Latina, a comienzos de 2004 [7]

En este contexto de crisis de una izquierda gubernamental, los restos de corrientes ex PC (PPS) y desarrollistas burgueses (PDT) podrán lanzarse en el espacio “a izquierda” dejado por el PT. El hecho que Lula no asistiera a los funerales de Celso Furtado, la figura del desarrollismo soberano nacionalista de Brasil, es un signo de la subordinación del PT a los intereses imperialistas norteamericanos y europeos, buscando siembre con el apoyo de sectores burgueses, jugar, marginalmente, algunas de sus cartas económicas (relaciones con China, con la India, rol de powerbroker para América Latina como representante del país mas importante del continente: en efecto, Brasil tiene 180 millones de habitantes y su PBI representa mas del 40% del PBI latinoamericano). Este rol de powerbroker Brasil lo jugó en el conflicto ente Venezuela y Colombia, pero esto fundamentalmente en el marco dictado por Estados Unidos y por este nuevo derecho de persecución sin fronteras del terrorismo, que el gobierno Uribe, a imagen del de Bush, puso en practica con el secuestro de uno de los dirigentes de las FARC en Caracas. El PPS y el PDT muy bien pueden –y ya lo están haciendo– comenzar una campaña retomando los temas políticos del PT para morder “a la izquierda” del PT en el electorado, con vistas a las elecciones de 2006.

Si el P–SOL tiene como único horizonte su legalización y presentación en las elecciones de 2006, sobre todo la de Heloisa Helena como candidata presidencial, las momentáneas satisfacciones pueden tornarse rápidamente amargura. Evidentemente, con las candidaturas de Lula y de Heloísa, habrá un test ácido, como dicen los ingleses, para los miembros del PT. Pero contar con un gran éxito electoral de Heloísa lleva el riesgo de provocar decepciones y falsos debates en el PSOL o entre el PSOL y posibles aliados a mediano plazo. Estamos ante un período largo de construcción de una organización capaz, por una parte, de reunir a los sectores que rompen con el PT y con la CUT (cuyo antiguo núcleo central es uno de los ejes del gobierno Lula) y, por otra parte, de interactuar a mediano termino con el radicalismo de las luchas, aun si estas son cuantitativamente limitadas. Pero ya no serán las mismas luchas que las luchas de los años 1980.

La represión contra los campesinos en las últimas semanas es un excelente indicador de la mezcla entre el viejo y el nuevo Brasil. La reacción frente a estas masacres existió. Pero no estuvo a la altura de lo que uno podría esperar de una organización como el PSOL, aunque el PSOL haya hecho más que otras organizaciones (y aclaro que no estoy al tanto de lo que sobre esto hizo el PSTU ni puedo referirme a lo que hizo el Movimiento Tierra y Libertad–MTL).

6. El horizonte electoral de 2006 planteará múltiples cuestiones de alianzas políticas. Existe el gran peligro de que en el seno del PSOL y de la izquierda del PT se ponga la vista en alianzas orgánicas con fuerzas burguesas que se proclaman opositoras al PT. Para escapar a la trampa de un debate “viejo–trotskista” sobre las alianzas políticas, parece preferible plantear ante todo tres preguntas:

1º ¿Que hacen el PPS y el PDT, prácticamente, ante las masacres contra los campesinos y la represión a los pobres (por ejemplo, en las cárceles)? ¿Defienden prácticamente las reivindicaciones democráticas, uno de los elementos de un efectivo proceso de revolución permanente actualmente?; 2º ¿Qué hacen el PPS y el PDT para apoyar las ocupaciones de tierras, que son una exigencia vital inmediata?; 3º ¿Qué hacen el PPS y el PDT, así como el PT, para enfrentar el creciente control de los grandes grupos financieros imperialistas sobre las redes comerciales muy importantes en las diversas regiones del Brasil? Por ejemplo, el fondo de inversiones norteamericano Acon Investments tomó el control de toda la red de supermercados B. Barbosa en los Estados de Sergipe y Bahía. El gran grupo norteamericano Wall–Mart controla la red de comercios Bompreco. Estas son formas de extorsión de la plusvalía creada por l@s asalariad@s brasileñ@s por el capital imperialista. Una extorsión que se agrega a la extorsión de la deuda.

Para el año 2005, el pago de intereses y del mínimo de amortización de la deuda a mediano y largo plazo, así como de la deuda a corto término, alcanzará la suma de 65 mil millones de dólares. Y esto siempre que no suban las tasas de interés en los Estados Unidos y el actual gobierno no sea obligado a, por una parte, aumentar más aún sus tasas de interés (para atraer capitales y enriquecer el capital financiero brasileño e imperialista) y, por otra parte, a flexibilizar aún más el mercado, que es la perspectiva que tiene en el marco de la reforma sindical. La creación de una institución como PREVIC –institución que reemplaza la secretaría complementaria de la previdencia– indica hasta que punto el gobierno de Lula está decidido a disociar al Estado de la gestión de una de las expresiones del capital financiero en este período, como son los fondos de pensión. En esta decisión, adoptada de manera autoritaria (mandato provisorio 233), se traduce claramente la reforma neoliberal del Estado brasileño.

7. Toda discusión seria sobre Brasil –vale decir, una discusión que no se limite a saber con que diplomacia la IV Internacional podrá arreglar sus relaciones con la DS gubernamental–, debería poner en el centro de la reflexión las siguientes cuestiones: 1º ¿qué sindicalismo se conformará en Brasil (izquierda de la CUT, Comlutas)?; 2º ¿cómo se desarrollarán el MST y sus exacerbadas contradicciones internas, y frente a esto como poner de relieve los pequeños logros del MTL, que no tienen ninguna posibilidad de representar una alternativa al MST?; 3º ¿qué programa de urgencia poner en marcha para responder simultáneamente a las necesidades inmediatas de las masas y a la afirmación de una orientación antiimperialista y de “soberanía nacional popular”, programa que sólo puede tener viabilidad apoyándose en la movilización organizada de sectores populares?; 4º ¿cómo establecer una verdadera discusión con el PSTU sin demonizarlo ni hacerle acusaciones erróneas, tal como las que él lanza al P–SOL? 5º ¿cómo ser parte activa en los debates con la Consulta Popular y los diversos movimientos sociales, un debate que requiere de una cotidiana colaboración mutua (unidad de acción)?

Estas son las cuestiones que se hubieran debido discutir en febrero del 2005. Porque las relaciones de la IV Internacional–Comité Internacional con la DS gubernamental debieron haber sido resueltas hace tiempo: debieron ser interrumpidas, para utilizar un término diplomático. Este atraso tendrá costos. No hay moratoria cuando se arrastra una vieja deuda política. Sólo se la puede anular reconociendo que hubo una equivocación. Esto requiere algo de coraje. Y sobre todo honestidad política e intelectual. Sin embargo, nunca es demasiado tarde.

(*) Charles–André Udry, es militante del Movimiento por el Socialismo (MPS) de Suiza, y director de la revista La Breche. Durante 20 años fue miembro de la dirección de la IV Internacional–Secretariado Unificado. Estuvo en numerosas ocasiones en Brasil, últimamente, compartiendo diversas actividades políticas de la izquierda radical y los movimientos populares de ese país. Esta vez, según sus propias palabras, participó de la reunión del Comité Internacional, como un “viejo observador–observador viejo”.


Notas de Correspondencia de Prensa

1] Este texto –bajo el titulo original de “Notas sobre Brasil”– fue escrito el 26 de febrero 2005 y distribuido a los miembros del Comité Internacional. Para su publicación en Correspondencia de Prensa, hicimos algunas correcciones de edición y agregamos notas aclaratorias autorizadas por el autor.

2] Joao Machado, miembro del Comité Internacional de la IV Internacional, integró durante años la Ejecutiva Nacional del PT, y fue uno de los fundadores y principales dirigentes de Democracia Socialista. Actualmente integra la Coordinación Nacional del P–SOL y es militante de la tendencia Libertad y Revolución. En un artículo sobre el XVº Congreso Mundial, escribía respecto a la discusión Brasil: “la situación creada con la participación de la DS en el gobierno es bastante incomún en la historia de la IV Internacional, y despierta expectativas positivas, de un lado, pero de otro preocupaciones, dudas y a veces oposición (…) El debate dejó claro que la visión crítica del proceso del gobierno es compartida por los militantes de la DS, que han trabado una lucha clara contra las orientaciones que representan continuidad de la política neoliberal. Por otro lado, las razones que justificaron la decisión tomada por la DS de participar en el gobierno (expresadas en la resolución de la Coordinación Nacional de noviembre 2003) fueron comprendidas por la gran mayoría de los delegados. De modo general, podemos decir que el congreso, aunque no haya realizado ninguna votación sobre este punto (en los congresos de la IV Internacional no se delibera sobre cuestiones de orientación nacional) expresó su confianza en las compañeras y en los compañeros de la DS”. (Joao Machado, “Congreso de la IV Internacional”. Jornal Em Tempo, órgano de prensa de la DS, mayo 2003).

3] Por resolución del XVº Congreso Mundial, la dirección de Democracia Socialista pasó a tener la responsabilidad política de la “coordinación” de todo el trabajo latinoamericano de la IV Internacional, incluida la edición en castellano y portugués de Inprecor: www.inprecor.org.br La dirección de la DS explicaba la resolución de la manera siguiente: “Muchos contactos fueron establecidos con la realización de las tres ediciones del Foro Social Mundial en Porto Alegre, con la Democracia Socialista desempeñando un papel central en la construcción de la Cuarta en América Latina. Como consecuencia de este proceso la DS se torna la sección responsable por el trabajo en América Latina en los próximos años”. (Coordinación Nacional de la DS, Sao Paulo, 21–22 de febrero 2003) En cuanto a la orientación política actual de la DS para Brasil, se puede leer en el “Ante–proyecto de Resolución de la Conferencia Extraordinaria” a realizarse en el próximo de abril: www.democraciasocialista.org.br

4] Daniel Bensaid, filósofo marxista, militante de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR, Francia); Francisco Louça, doctor en economía, diputado del Bloque de Izquierda, miembro del Partido Socialista Revolucionario (PSR – Portugal); Michael Lowy, intelectual marxista, miembro de la LCR–Francia. Tanto en el XVº Congreso Mundial como después, los tres apoyaron –con mayor o menor énfasis según el momento– la línea política general de la DS y su participación ministerial en el gobierno Lula. La carta que los tres le enviaron a la DS, como la resolución del Comité Internacional sobre Brasil (febrero 2005) y la carta de la coordinación nacional de la DS dirigida a la dirección de la IV Internacional–CI (febrero 2005) pueden leerse en portugués en el sitio de Palavra Cruzada: www.palavracruzada.cjb.net/

5] El 4 de marzo 2005, el diario Folha de Sao Paulo publicó un artículo titulado “La IV Internacional orienta a Rossetto”. Si el título fuera verídico, sería realmente más catastrófico. De hecho, su origen son las declaraciones de Rossetto quejándose por los recortes presupuestarios (ver Correspondencia de Prensa Nº 1088, del 8–3–05) decididos por el ministro Economía y por el Banco Central. Sobre la base de estas declaraciones, el periodista que hace la nota injerta la carta enviada a la DS y distribuida durante el FSM. El injerto crea una falsa ventana y permite, una vez mas, dar una importancia demasiado grande a algo que, hacia el futuro, no es la cuestión que debería estar en el centro de las preocupaciones, de la práctica y la elaboración de los socialistas revolucionarios. Pero sirve, sin embargo, como señal de alarma para la IV Internacional, de advertencia para los que no se conforman con leer la Folha de Sao Paulo para seguir las evoluciones de los conflictos de clases en Brasil.

6] Raúl Pont, fundador del PT y dirigente histórico de la DS. Diputado estadual y ex–prefeito (alcalde) de Porto Alegre. La DS lo propone como presidente nacional del PT (ver Correspondencia de Prensa Nº 2010, del 15 de marzo 2005).

7] "Crisis continental y construcción de alternativas radicales". Ernesto Herrera y Charles–André Udry; Revista Desde los Cuatro Puntos Nº 57, México, septiembre 2004; Edición Revista Movimiento y Movimento Esquerda Socialista (MES), Porto Alegre 2004; y Correspondencia de Prensa/Dossier Nº 5, febrero 2004. El texto completo también se puede ver en castellano, portugués y francés en los sitios web de: Rebelión, Espacio Alternativo, Panorama Internacional, Marxismo Revolucionario Atual, Carré Rouge, A lencontre–Le Breche.

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