Corrupción
en el Congreso
Gobierno
aún sin respuestas
Por
Mario Osava
Inter Press Service (IPS), 08/06/05
Río
de Janeiro. La incertidumbre política y la parálisis del gobierno en
Brasil pueden prolongarse por varios días más ante la amenaza de
nuevas denuncias de corrupción que involucran a partidos
oficialistas, además de indefiniciones en los mecanismos de respuesta
a la crisis.
El
diputado Roberto Jefferson, presidente del Partido Trabalhista (PTB),
se mantiene recluido en su residencia de Brasilia desde el lunes,
cuando un diario publicó su entrevista en la que acusa al tesorero
del gobernante Partido de los Trabajadores, Delubio Soares, de
sobornar diputados para asegurar el respaldo al gobierno de Luiz Inácio
Lula da Silva.
Pero
a través de otros dirigentes del PTB que lo visitaron en Brasilia,
Jefferson aseguró que dispone de pruebas de sus acusaciones y de
otros hechos que podrán afectar a ”muchos parlamentarios”, pero
dijo que sólo las divulgará ante una Comisión Parlamentaria de
Investigación.
Soares
negó cualquier participación suya y del PT en ”compra de votos”,
en una entrevista a la prensa otorgada este miércoles en Sao Paulo,
tras una reunión de la dirección ejecutiva de ese partido
izquierdista liderado por Lula.
La
entrevista de Jefferson constituye ”un chantaje” que tendrá como
respuesta una acción judicial, indicó.
El
tesorero del PT dijo que renunció al secreto bancario y tributario
para poner sus cuentas y documentos a disposición de cualquier
investigación, ya sea parlamentaria o judicial, para eliminar dudas
sobre su honestidad.
Empero,
no explicó porque demoró tres días a contrarrestar las acusaciones
y calificó el ”chantaje” como un intento de diseminar ”mal
olor” para descalificar otros políticos.
Las
explosivas denuncias del presidente del PTB fueron divulgadas tres
semanas después de estallar otro escándalo en el que miembros de su
partido son acusados de corrupción en la empresa de Correos y en el
Instituto de Reaseguros de Brasil (IRB).
El
PTB, como importante fuerza aliada del gobierno, ganó el derecho de
nombrar dirigentes de esas y otras áreas estatales, además del
titular del Ministerio de Turismo. Jefferson estaría por detrás del
cobro de propinas a empresarios interesados en negocios con las
estatales, según un diálogo grabado y difundido por la prensa.
Sus
denuncias apuntan a diputados del Partido Liberal y del Partido
Progresista, ambos también socios del gobernante PT, como receptores
de una supuesta coima mensual de 30.000 reales (unos 12.000 dólares)
pagada por Soares.
Si
se comprobaran esas denuncias, las consecuencias para el gobierno serían
imprevisibles, opinaron expertos. Habría parlamentarios que perderían
sus mandatos, partidos involucrados, incluyendo el PT, sufrirían daños
insanables en su imagen, arruinando la coalición que apoya a Lula.
Los
efectos podrían alcanzar incluso al propio Lula, quien conoció las
denuncias, aunque en términos ”genéricos”, como admitieron
ministros y líderes parlamentarios.
El
gobierno ya ”expiró políticamente”, pero a nadie interesa la
deposición o inhabilitación de Lula, sostuvo el diputado Raul
Jungmann, del opositor Partido Popular Socialista (PPS), en una
entrevista a una radio de gran audiencia.
Los
parlamentarios del PTB decidieron este miércoles dejar el
oficialismo, ante declaraciones de ministros y dirigentes del partido
de Lula de que el PTB seria una ”mala compañía” para el gobierno
a la que tuvo que sujetarse para contar con mayoría en el Congreso
Nacional.
Acorralado
por las denuncias y amenazas de Jefferson, el gobierno inició una
contraofensiva el martes, dimitiendo los 14 miembros de la dirección
de Correos y del IRB, nombrados por indicación de partidos.
El
presidente Lula aprovechó su discurso en la inauguración del Foro
Global de Combate a la Corrupción, promovido por la Oficina de
Naciones Unidas contra Drogas y Crímenes, para recordar una larga
lista de acciones anticorrupción de su gobierno y prometer ”cortar
incluso en carne propia” para erradicar el mal.
Lula
había calificado a Jefferson hasta la semana pasada como un aliado
confiable, a quien daría incluso un ”cheque en blanco”. Lo dijo
porque el gobierno y el PT intentaban evitar la implantación de una
comisión parlamentaria de investigación para averiguar las denuncias
de corrupción en los Correos.
Pero
esa postura desgastó a Lula y su administración durante las tres últimas
semanas, ante los indicios de participación de Jefferson y su partido
en el cobro de propinas a empresarios interesados en contratos con la
empresa estatal.
El
gobierno y el PT decidieron ahora por una retirada ordenada, cediendo
posiciones cuando las presiones se hacen irresistibles. Renunció a la
resistencia contra la comisión investigadora de los correos y pasó a
aceptarla, pero intenta aún limitar sus averiguaciones a esa cuestión.
Sobre
el supuesto pago del PT a los diputados del Partido Liberal y Partido
Progresista, se pretende dejarla a cargo del organismo de combate de
la Cámara de Diputados contra irregularidades cometidas por
parlamentarios.
La
posición parece inocua, porque será imposible impedir que Jefferson
sea interrogado y hable sobre los pagos mensuales, al prestar
testimonio ante la comisión investigadora sobre la situación en los
correos, a ser instalada este jueves.
La
crisis estimuló muchos políticos y expertos a buscar soluciones para
las causas de la corrupción política en Brasil. Una amplia reforma
política, financiamiento público de las campañas electorales y
reducción drástica de los ”cargos de confianza” cuyos titulares
son nombrados por los gobernantes son algunas sugerencias.
En
Brasil, cada gobierno recién elegido puede cambiar 22.000 altos
funcionarios, lo que genera un ambiente propicio para la distribución
de los cargos en canje por apoyo político, mala gestión de órganos
y empresas estatales y corrupción generalizada, según Claudio Abramo,
director ejecutivo de Transparencia Brasil.
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