Las armas se cargan
en las urnas
Por Mario Osava
Inter
Press Service (IPS),21/10/05
Río de Janeiro. El
comercio de armas de fuego parecía tener sus días de legalidad
contados en Brasil, pero un aparente vuelco en la opinión pública
tiende a concederle una sobrevida en el referendo del próximo
domingo.
Las encuestas, que
hasta septiembre registraban más de 70 por ciento de intención de
voto favorable a prohibir la venta de armas, ahora indican una ventaja
para los que defienden que este comercio sea legal. La campaña por
radio y televisión desde el 1 de octubre cambió, al parecer, la
opinión de buena parte de la ciudadanía.
Más de 122 millones de
brasileños mayores de 16 años están convocados a pronunciarse el
domingo por sí o por no a la pregunta: ¿El comercio de armas de
fuego y munición debe ser prohibido en Brasil?
El triunfo de las
boletas por el "sí" implica la ratificación de la
disposición del denominado Estatuto del Desarme, una ley aprobada en
diciembre de 2003.
Una consulta divulgada
hace una semana indicó que 49 por ciento de los entrevistados
respondieron que votarán por el "no" y 45 por ciento por el
"sí", mientas que otra conocida el miércoles aumentó la
diferencia al pasar a 52,1 por ciento la primera opción y a 33,7 la
segunda.
Las opiniones se
alteraron "porque por primera vez hubo debate, pues antes sólo
había propaganda" por el desarme, comentó a IPS Leonardo Arruda,
director de Difusión de la Asociación Nacional de Propietarios y
Comerciantes de Armas.
"Ahora pudimos
hablar, estimulando el pueblo a pensar y concluir por la lógica",
acotó.
Durante las tres últimas
semanas el Frente por el Derecho de Legítima Defensa, defensor del
"no", y el Frente Brasil sin Armas, a favor del "sí",
dispusieron cada uno de 10 minutos diarios para difundir sus
argumentos por cadena de radio y de televisión, de acuerdo a las
leyes electorales del país.
Un conjunto de factores
favoreció a los opositores a la prohibición, según Antonio Rangel
Bandeira, líder del movimiento de desarme como coordinador de esa área
en la organización no gubernamental no gubernamental Viva Río.
El descontento con la
seguridad pública, ante la expansión de la violencia urbana en las
dos últimas décadas, es una realidad que la campaña del
"no" aprovechó presentándose como un movimiento de
protesta contra el gobierno del izquierdista Luiz Inácio Lula da
Silva y atribuyendo al "sí" un oficialismo que no es
verdadero, evaluó Rangel para IPS.
La campaña del
"no" insiste en que la prohibición del comercio busca
"desarmar a las personas honestas", mientras no se hace lo
mismo con los criminales, estimulando a los asaltantes a invadir las
residencias confiados en que no encontrarán resistencia armada.
El argumento más
reiterado, de que la posibilidad de comprar armas asegura la legítima
defensa, "un derecho democráticamente conquistado que el
gobierno quiere quitarle al pueblo", ganó adeptos, admitió
Rangel, quien rechaza como falsa esa asociación con el estado de
derecho.
La pregunta tal como es
formulada para el plebiscito de este domingo también genera
confusiones, favoreciendo el "no", según el activista.
"Durante años
pregonamos el "No a las armas", y ahora hay que votar
"sí" para ratificar esa posición, puntualizó. La última
encuesta divulgada indicó que 14 por ciento de los entrevistados
cambiaron de respuesta al repetírsele la pregunta.
Además se identificó
la posición del desarme con la idea de prohibición, contraponiéndola
a la de libertad. En la televisión aparecieron muchas personas
asegurando que jamás usarán armas, pero defienden la opción de los
demás a tenerlas para su defensa.
"Los ricos pueden
pagar guardias particulares, son privilegiados, no necesitan tener su
propia arma", pero los pobres tienen que defenderse por su
cuenta, por eso no hay que prohibirles comprar un arma cuando puedan,
opinó la educadora Eliete Ferrer.
Empero, una de las
encuestas mostró un cuadro al revés: la mayoría de los ricos y más
educados se manifestaron a favor del "no", mientras el
"sí" ganó entre los consultados más pobres.
Es que los ricos leen
la revista Veja, que defendió explícitamente el libre comercio de
armas, y los pobres ven la TV Globo, que favoreció la prohibición,
interpretó Leoncio Maia, un economista de 63 años que se declara de
izquierda.
En su opinión, sólo
las milicias populares usando fusiles y armas más pesadas podrían
combatir efectivamente la criminalidad creciente en las ciudades
brasileñas, "con todos armadas habría menos violencia".
Es que se estableció
una extraña alianza entre la extrema derecha y algunos sectores de
izquierda, "liderada por la primera", en favor de armas para
el pueblo, lamentó Rangel. Las explicaciones y estadísticas sobre
tragedias provocadas por disparos de no criminales fueron ineficaces
para convencer en favor del "sí", "quizás por ser
complejos", reconoció.
La mayoría de los
asesinatos por disparos de armas de fuego se deben a conflictos entre
personas sin antecedentes criminales y sólo cinco por ciento es
producto de latrocinio, según estadísticas oficiales de Sao Paulo,
destacó Deniz Mizne, director del Instituto Soy de la Paz, en una
carta abierta que hizo circular por Internet.
En Río de Janeiro, un
estudio apuntó que 61 por ciento de las armas usadas por criminales
habían sido adquiridas en el comercio legal y luego pasaron a manos
de delincuentes, añadió, para ilustrar su argumento por la prohibición.
Las muertes por armas
de fuego cayeron el año pasado 8,2 por ciento, respecto del anterior,
según el Ministerio de Salud, una merma atribuida a la campaña de
desarme iniciada en julio de 2004 y que recogió 467.000 armas de
fuego, según datos registrados hasta el jueves.
Si gana el
"no" en el referendo de este domingo, como proyectan las
encuestas, Arruda espera que la Suprema Corte de Justicia dictamine
que es inconstitucional gran parte del Estatuto del Desarme, una
herramienta que, dice, sofoca hoy el comercio de armas.
Esa ley eliminó el
porte de armas e impuso severas restricciones a la simple posesión en
la residencia o en la empresa.
El director de Difusión
de la Asociación Nacional de Propietarios y Comerciantes de Armas
manifestó que su temor es que el gobierno afloje más aún la
seguridad pública, echando la culpa a los que impidieron la prohibición
de vender armamento liviano.
En cambio, Rangel
advirtió que la derecha, "legitimada" por un eventual
triunfo y ahora más organizada por la campaña, puede imponer una política
de seguridad "fascista", con pena de muerte, reducción de
la edad de imputabilidad, una policía más violenta, guardias y
presidios privados, así como poner mayor énfasis en la seguridad
individual y no en la colectiva.
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