Lula
aprueba una polémica ley que privatiza la selva amazónica. Son 5
millones de km cuadrados, que serán licitados para su explotación.
El gobierno dice que así protege la zona de la apropiación ilegal.
Sus críticos aseguran que el Estado no tendrá cómo controlar el
negocio.
Uno
de los "pulmones" del mundo en subasta...
Por
Eleonora Gosman, corresponsal en San Pablo
Clarín, Buenos Aires, 03/03/06
Unos la llaman el
"gran legado" del presidente Lula da Silva para el Amazonas.
Otros la consideran una entrega de la selva al capital privado, sobre
todo extranjero. Así, la nueva ley que regula la explotación económica
de una de las mayores matas tropicales del mundo, nace en medio de
controversias. Sancionada ayer por el presidente brasileño, había más
incertidumbres que certezas sobre los efectos que la legislación
tendrá sobre los 5.000.000 de kilómetros cuadrados cubiertos por esa
portentosa floresta (el 60% en manos estatales), uno de los pocos
pulmones del mundo que siguen en pie.
La ley, aprobada hace
un mes por el Congreso brasileño, representa una privatización del
llamado Amazonas Legal: abre la concesión de las florestas públicas
a la iniciativa privada, aun cuando conserva la titularidad de la
tierra en manos del Estado. Condenada por algunas organizaciones
ambientalistas, la norma es defendida por otras ONG como Greenpeace.
El objetivo oficial
para privatizar mediante licitación pública la explotación amazónica
es que se evita, así, la apropiación ilegal de las tierras por
aventureros que se las ingeniaban para fraguar títulos de propiedad
sobre posesiones estatales. Uno de los casos más renombrados fue el
de Cecilio do Rego Almeida, dueño de una empresa constructora que se
apropió sin más de 5 millones de hectáreas en el sur del estado de
Pará. La otra función de la ley es garantizar al Estado brasileño
un canon por las áreas concesionadas, tal como ocurre con los
servicios públicos privatizados, por ejemplo YPF de Argentina. Es
plata que entraría al fisco a cambio de permitir que las empresas
conviertan el Amazonas en un sitio de explotaciones económicas
"sustentables": desde la extracción maderera hasta su uso
para producción de medicamentos.
En teoría, esto
debería "reordenar" las actividades en el medio amazónico.
Así, la ley crea el Servicio Forestal Brasileño, que no existía
hasta ahora, le otorga la facultad de identificar los bloques
-especies de yacimientos- de selva que podrán ser explotados en los
próximos diez años y, también, le da la tarea de organizar el
proceso licitatorio. Los pedazos de selva a privatizar no son homogéneos.
La ley establece tres tamaños: pequeños, medianos y grandes; esa
distinción tiende, según el gobierno, a garantizar que accedan al
tesoro amazónico empresas de distinto rango: desde pymes hasta
grandes nacionales y multinacionales. A éstas se les pide apenas que
tengan una filial con oficinas en Brasil.
El plazo de las
concesiones llega a ser de hasta 40 años. Y por toda prevención para
un uso "sustentable" se establece una auditoría de la gestión
forestal cada tres años. Para los detractores de la nueva legislación,
es tiempo de sobra para que las empresas puedan provocar desastres
ecológicos sin culpa ni pena, y sobre todo, sin que se entere el
Estado brasileño.
Como se trata de una
ley sancionada por un gobierno como el de Lula y una ministra popular
como Marina Silva -nacida en una familia de obreros del caucho- ésta
incluye un costado social. Prevé crear unidades de conservación de
las florestas nacionales que serán dedicadas a una producción
sustentable. Dicho de otro modo, se les da algún espacio a quiénes
exploten frutos amazónicos para uso comunitario y comercial de pequeña
escala. Es el caso de las comunidades negras y poblados indígenas.
En esta iniciativa,
un objetivo confeso es atraer el capital privado para explotar la
madera y la biodiversidad del Amazonas; todo esto, en nombre de
propender a una "floresta productiva". Con la salvedad
oficial de que deberá ser "autosostenida" y proteger la
biodiversidad, además de integrarse a la política científico-tecnológica
nacional. Los detractores de la ley son implacables. Sostienen que ésta
no impedirá la extracción abusiva de la madera; esto es, seguirá
viento en popa la tala indiscriminada de árboles. Muchos técnicos
consideran que las concesiones forestales no serán suficientes para
mejorar el control sobre la industria maderera. Subrayan, incluso, las
experiencias en otros países amazónicos donde leyes similares
demostraron su falta de eficacia. Afirmar que las concesiones en
lugares remotos de difícil acceso no sirven para evitar que las
madereras hagan trampa y continúen con extracciones ilegales de
maderas preciosas.
La ley fue duramente
cuestionada por el Instituto de Abogados de Brasil. Según el
coordinador de la Comisión de Derecho Ambiental, Marcos Montenegro,
"viabilizar la privatización del Amazonas representa entregarla
al capital extranjero".
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