El
crimen organizado aterroriza a São Paulo
Por
Mario Osava
Inter Press Service (IPS), 15/05/06
Por lo menos 81
muertos, 39 de ellos policías, rebeliones en 83 presidios, 56
autobuses incendiados y ocho bancos damnificados aterrorizaron a la
sureña São Paulo y a otras ciudades en los tres últimos días de la
más violenta demostración de poder del crimen organizado en Brasil.
Fueron más de 180
ataques del denominado Primer Comando de la Capital (PCC), grupo que
se organizó desde las cárceles del meridional estado de São Paulo y
que ya había protagonizado una demostración de fuerza cinco años
atrás, promoviendo motines en 24 unidades carcelarias.
El pánico paralizó
parcialmente a la mayor ciudad de Brasil este lunes. Dejaron de
circular casi un tercio de los 15.000 autobuses que constituyen el
principal medio de transporte colectivo en São Paulo, por los ataques
a esos vehículos sobre todo en la zona sur de la ciudad. Las escuelas
y una parte del comercio también interrumpieron sus actividades. Un
aeropuerto estuvo inactivo por dos horas, ante amenazas de bombas.
La ola de rebeliones
de presos se extendió el domingo a 10 presidios de los vecinos
estados de Paraná y Mato Grosso do Sul, pero las autoridades locales
lograron controlarlas este lunes, dejando como resultado cuatro
reclusos muertos por sus pares e instalaciones destruidas.
El último balance de
la Secretaría de Seguridad Pública del estado de Sao Paulo, a media
tarde, apuntaba 36 muertos entre sus agentes, 22 de ellos policías
militares, ocho carceleros y seis policías civiles. La lista de
muertos incluye también tres guardias municipales, cuatro civiles y
38 presuntos delincuentes caídos en confrontaciones con uniformados,
además de 49 heridos.
Pero las
informaciones no confirmadas oficialmente dan cuenta de por lo menos
15 presos muertos, siete asesinados por otros reclusos y ocho
asfixiados por el humo de colchones incendiados en una cárcel.
De los 73 presidios
amotinados, la mitad de los existentes en el estado paulista, un
tercio permanecía en manos de los presos hasta mitad de la tarde de
este lunes, con más de cien rehenes, entre carceleros y familiares
que hacían visitas el domingo, Día de las Madres.
Este brote de
violencia criminal, con motines carcelarios y ataques externos, tiene
un carácter distinto de las sublevaciones anteriores organizadas por
reclusos que reclamaban mejores condiciones de las prisiones,
protestaban contra la superpoblación carcelaria, torturas y falta de
asistencia jurídica y sanitaria, dijo a IPS Heidi Cerneka,
coordinadora de la Pastoral Carcelaria de la Iglesia Católica en São
Paulo.
Esta vez, con tantos
asesinatos y la violencia que traumatizó a millones de personas, no
se puede decir que se trate de una lucha por derechos, pues se trató
de una "demostración de poder", una respuesta al gobierno
estadual por haber trasladado a 756 presos considerados dirigentes del
PCC a un presidio de seguridad máxima en Presidente Venceslau, pequeña
ciudad a 600 kilómetros de São Paulo, estimó Cerneka.
Las autoridades, al
parecer, tenían conocimiento de que una gran rebelión carcelaria
estaba programada para el domingo y trataron de desarmar la operación,
trasladando a sus líderes. La reacción fue la ola ampliada de
ataques y motines, para mostrar el poder del grupo ante el Estado y su
capacidad de tomar represalias a las medidas gubernamentales.
"Nada justifica
tanta violencia, tantas muertes y la diseminación del terror en la
sociedad", según Cerneka, cuya función le permite conocer bien
la situación de los encarcelados, la violencia que sufren y las
condiciones sociales, de pobreza, de desempleo y de falta de
asistencia a la salud, que aumentan la criminalidad y la cantidad de
detenidos.
La Pastoral
Carcelaria tiene cerca de 1.400 agentes que prestan asistencia a la
enorme población de reclusos del estado de São Paulo.
Ese estado concentra
casi 40 por ciento de los detenidos del país, cuya cantidad crece
peligrosamente desde los años 80. Son cerca de 140.000 presos en más
de 140 prisiones en el estado de 37 millones de habitantes, un quinto
de la población nacional y la economía más rica del país.
El gobernador
paulista Claudio Lembo rechazó la ayuda del gobierno nacional,
asegurando que tenía la situación "bajo control" de la
policía militar y civil estadual. Pero la ofensiva del crimen
organizado atemorizó a los policías con los asesinatos de varios
agentes en ataques personales, en general cuando estaban en días
libres. Las acciones contra autobuses y bancos buscaron paralizar la
capital por el terror.
Curiosamente, todo el
poder demostrado por los delincuentes no se aplica para liberar a los
detenidos, sino para protestar contra el traslado de sus líderes a
prisiones más seguras y alejadas de la capital.
Al reunir gran
cantidad de condenados, las prisiones han cumplido un papel importante
en la organización de la delincuencia en Brasil. Las nuevas tecnologías
de comunicación, especialmente los teléfonos celulares, permiten a
los grupos organizados coordinar sus acciones bajo órdenes de sus
jefes encarcelados.
El celular es "más
peligroso que una arma", según un jefe policial de São Paulo
que reclamó de las autoridades el bloqueo de toda la comunicación
por teléfonos móviles en las áreas cercanas a los presidios, como
forma de impedir la acción del crimen organizado.
El PCC, la mayor
"facción criminal" de São Paulo, estaría comandado por
Marcos Camacho, alias Marcola, detenido varias veces desde los años
80, y quien cumple desde 1999 una condena de 22 años de prisión por
asaltos.
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