El
PCC vuelve al ataque
Nueva
ola de violencia en São Paulo
Por
Mario Osava
Inter Press Service (IPS), 12/07/06
Río De Janeiro.–
Al menos cinco muertos, 16 autobuses incendiados y algunos bancos y
supermercados dañados dejaron los ataques atribuidos en Brasil al
crimen organizado en la meridional São Paulo y ciudades cercanas en
la víspera, repitiendo como un eco la ofensiva de mayo.
Hojas de papel con la
frase "contra la opresión carcelaria" fueron encontradas,
según la policía, en algunos lugares de los ataques en la madrugada
y mañana de este miércoles, indicando que las acciones partieron del
Primer Comando de la Capital (PCC), un grupo encabezado por
delincuentes presos en el estado de São Paulo.
Un policía militar y
su hermana acribillados en un barrio de la ciudad de São Paulo y dos
guardias privados y el hijo de un policía civil muertos en ciudades
del litoral fueron las víctimas fatales de la oleada, informaron el
secretario estadual de Seguridad Pública, Saulo de Castro, y el
comandante de la Policía Militar, Elizeu Eclair.
Comisarías y puestos
de varios organismos de seguridad también fueron blanco de disparos
en São Paulo, en otras ciudades de la región metropolitana de esa
capital estadual y en Guarujá, ciudad playera a 90 kilómetros de
distancia.
Los atentados
ocurrieron algunas horas después de que fuera apresado, en la noche
del martes, un jefe del PCC, Emivaldo Silva Santos. Pero el secretario
Castro consideró las acciones como una represalia a la intención del
gobierno paulista de transferir a líderes presos del grupo a un recién
inaugurado presidio federal, es decir bajo responsabilidad del
gobierno central, ubicado en el estado de Paraná, al sur de São
Paulo.
La ola de violencia
en São Paulo, iniciada el 12 de mayo, se atribuye a una confrontación
entre las autoridades de seguridad, incluido el sistema carcelario, y
el PCC, una organización surgida a inicios de los años 90 en las cárceles
estaduales, y conformada por reclusos, sus familiares y grupos de
delincuentes en libertad.
Su consigna es
"libertad, justicia y paz" y el combate a la opresión
dentro de las cárceles mediante la unión de los detenidos, según el
"estatuto" aprobado por los líderes, en el que se condena a
muerte a los miembros que estén libres y no ayuden a los
"hermanos" encarcelados.
Desde el 12 de mayo y
durante tres días hubo rebeliones en 82 presidios y cerca de 300
atentados que provocaron la muerte de 42 policías militares y
civiles, guardias municipales y agentes penitenciarios. El pánico se
adueñó de São Paulo, con muchos rumores diseminados por Internet, y
cerraron sus puertas buena parte del comercio, los bancos y las
escuelas.
Entonces se consideró
que la ofensiva obedecía a la sorpresiva transferencia de 765
miembros del PCC a una prisión de alta seguridad y régimen más rígido
en el interior del estado.
En las dos últimas
semanas, cinco agentes penitenciarios fueron asesinados en la Gran São
Paulo, al parecer convertidos en blanco del crimen organizado. A ellos
se sumó el martes Douglas de Souza, de 24 años, hijo de un agente,
aparentemente abatido por error.
Si las autoridades no
ofrecen "condiciones mínimas de vida en las cárceles", es
difícil evitar la organización y la acción de esos grupos, dijo a
IPS Mariana Montoro, directora del no gubernamental Instituto Sou da
Paz (Soy de la Paz), que promueve políticas públicas de seguridad y
de desarme.
Cuando muchas
personas tienen que sujetarse a comidas frías, a dormir de pie, a no
poder estudiar o trabajar cuando quieren, se favorece el surgimiento
de líderes que obtienen adhesiones por la fuerza o por el
convencimiento de luchar por sus derechos, acotó.
Una situación crítica
viven 1.443 reclusos en el Centro de Detención Provisional de
Araraquara, a 280 kilómetros de São Paulo, apretujados en una
superficie que puede acoger a sólo 160 personas. Gran parte de ellos
están durmiendo a la intemperie desde que los mismos presos
destruyeron las instalaciones carcelarias en un motín entre el 16 y
el 18 de junio.
Es necesaria una
"reforma profunda del sistema penitenciario" paulista, lo
que exige tocar algunos intereses fuertes como los de las compañías
telefónicas, que se resisten a bloquear las llamadas dentro de los
presidios, sostuvo Montoso, pues por medio de los teléfonos móviles,
los grupos criminales se articulan y ordenan sus acciones.
Además, el Colegio
de Abogados debe "rever sus conceptos y procedimientos" para
impedir que esos profesionales colaboren con el crimen organizado
dentro de las cárceles, añadió la activista.
Pero será difícil
superar la crisis en el sistema carcelario paulista, reconoció. El
estado de São Paulo tiene hoy cerca de 140.000 presos, poco más de
la mitad del total de detenidos en todo Brasil, una cantidad
desproporcionada para su población que equivale a poco más de un
quinto de la nacional, estimada ahora en 186,6 millones de personas.
La mayor dificultad
es que esa población carcelaria viene creciendo de modo alarmante, a
un promedio de mil presos por mes, exigiendo prácticamente la
construcción de un gran presidio cada mes. Además, se duplicó en
los últimos ocho años.
Una solución
efectiva exige debates más amplios de políticas de prevención de
delitos y no sólo de represión, observó Montoro. Mientras no se
logre tal objetivo, es necesario reducir la violencia urbana que
agobia a la población, con "más información, más inteligencia
y planificación" de los órganos de seguridad pública, opinó.
Una medida
indispensable es integrar esos órganos, hoy divididos en cuerpos de
policía militar, civil y del sistema penitenciario dentro del
gobierno estadual, y por otro lado la Policía Federal, vinculada al
Ministerio de Justicia. Falta compartir informaciones y actuar en
conjunto, sentenció Montoro.
A su juicio, el pánico
de mayo no se reiteró este miércoles porque los atentados fueron
menores en cantidad y porque la población está escarmentada.
La información
adecuada de los medios de comunicación y de las autoridades es lo que
más necesita la sociedad, inclusive para "no subestimar ni
sobreestimar el tamaño del crimen organizado", concluyó.
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