Dilemas
después de la victoria popular
Las
dos almas del gobierno Lula
Por
João Machado
Dirigente de la tendencia del PT Democracia Socialista
(sección brasileña del SU de la IV Internacional)
17 de diciembre de 2003
La
victoria de Lula ha sido festejada como una gran victoria popular en
Brasil y fuera de él, especialmente en América Latina. Después de
todo, no es todos los días que es electo un presidente que se lanzó
en la política como líder obrero y sindical, dirigente popular y
principal organizador de un gran partido de izquierda.
La
elección de Lula fue reforzada por la victoria del Partido de los
Trabajadores en las elecciones parlamentarias: él se tornó el mayor
partido en la Cámara de Diputados (91 diputados federales en 513), y
el segundo en el Senado (también se tornó el mayor partido en las
Asambleas Legislativas estaduales). Aunque haya quedado lejos de la
mayoría (además de sus aliados del 1º y 2º turno el PT no alcanzó
la mayoría de la Cámara de Diputados ni del Senado), y aunque su
desempeño en las elecciones para gobernadores de Estado haya sido débil,
los resultados electorales del PT representan una derrota del
neoliberalismo y un significativo desplazamiento en la correlación de
fuerzas en la sociedad brasilera. La explicación fundamental para
esta victoria fue el descontento popular con los resultados de los 8 años
de gobierno neoliberal de Fernando Henrique Cardoso, acompañado por
una gran voluntad de cambio y por la identificación del PT con este
anhelo.
Todo
esto torna al nuevo gobierno portador de grandes esperanzas, que se
expresaron claramente en la fiesta de asunción. Millares de personas
se dirigieron a Brasilia para saludar al "compañero
presidente", confiando en que, esta vez , llegó la hora del
pueblo.
Razones
para festejar no faltaron. Sin embargo, desde la campaña electoral se
evidenciaron límites y contradicciones de la victoria que se
dibujaba. Para recordar los más importantes: Lula participó con una
alianza que incluyó un partido claramente de derecha, el PL (Partido
Liberal), partido que en las mismas elecciones apoyó (¡oficialmente!)
a algunos de los candidatos más conocidos de la derecha brasilera en
las elecciones estaduales: Paulo Maluf y Antonio Carlos Magalhaes; su
vicepresidente, José Alencar, afiliado al PL, es un gran empresario,
y fue escogido justamente por eso, con los objetivos de quebrar las
resistencias de los empresarios a Lula y de traer apoyos en esta área.
A
pesar de que el partido haya aprobado en su 12º Encuentro nacional
(diciembre del 2001) directrices programáticas que proponían la
ruptura con el neoliberalismo y rescataban algunas formulaciones históricas
del partido (de forma más diluida que en el pasado), y que vinculaban
la conquista del gobierno con la perspectiva socialista, el programa
presentado en las elecciones fue muy diferente. Abandonó la idea de
ruptura e incorporó una noción de "período de transición"
que asumía el mantenimiento de aspectos centrales de la política
económica de FHC. A lo largo de la campaña, fueron dadas repetidas
garantías de que "los contratos" serían respetados, (lo
que incluía, en particular, el mantenimiento estricto de los pagos de
la deuda pública, tanto externa como interna). El nuevo acuerdo con
el FMI, encaminado durante la campaña, fue apoyado (por
considerarselo inevitable).
Para
completar, al final del primer turno y antes del segundo los apoyos
conservadores fueron ampliados. Después de la elección, se puede
decir que Lula consiguió iniciar la gran alianza con el empresariado
que buscó desde la indicación del candidato a vicepresidente. Es útil
destacar este punto: la alianza del PT con el empresariado fue el
resultado de iniciativas de la dirección del partido, mucho más que
de las iniciativas de los propios empresarios para envolver la
candidatura que se anunciaba como victoriosa. Cualquiera que sea la
evaluación de esta alianza, ella debe ser vista como parte de la
estrategia puesta en práctica por Lula y por la mayoría del PT. Por
otro lado, su eventual consolidación dependerá del curso concreto
del gobierno, sobretodo de cómo se definirá la fase de los
conflictos sociales.
Aunque
esta gran guiñada política haya recibido críticas, tanto dentro
como fuera del PT, Lula casi no perdió votos por eso. El PSTU
(Partido Socialista de los Trabajadores Unificado de origen morenista),
único partido que competía claramente a su izquierda (si
consideramos el insignificante PCO - Partido de la Causa Obrera, y si
evaluamos que la pretensión de Ciro Gomes y Anthony Garotinho de
colocarse a la izquierda de Lula no puede llevarse en serio) tuvo un
aumento muy pequeño en la votación con relación a las elecciones
anteriores (no alcanzó siquiera el 0,5% de los votos). Lula consiguió,
por lo tanto, ampliar su votación a la derecha y al centro, sin
sufrir pérdidas significativas en la izquierda.
Después
de las elecciones el apoyo aumentó, más de lo que sucede y se
acostumbra con los candidatos victoriosos. La fiesta de asunción, el
trato de los medios de comunicación, y las declaraciones que van
desde el MST (Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra) a los
empresarios y a los representantes del FMI (el director de este
organismo, Horst Köhler, dijo que Lula es el "estadista del
Siglo XXI") confirma que nunca un presidente brasilero comenzó
un gobierno con tanto apoyo, tanto interno como externo.
Naturalmente,
un exceso de apoyo también constituye un problema: los diversos
sectores que se identifican con el gobierno de Lula esperan de él
cosas muy diferentes. Al mismo tiempo en que el presidente gana tiempo
para mostrar resultados -el período del llamado "estado de
gracia"- las contradicciones son ampliadas.
Otro
aspecto que no puede ser olvidado es la dificultad del cuadro
heredado. El gobierno de FHC reforzó de forma drástica la
dependencia externa de la economía brasilera, la dejó completamente
subordinada a los humores de los mercados financieros internacionales.
Al mismo tiempo, amplió la deuda interna y se tornó mucho más difícil
administrar las finanzas públicas. Como para empeorar, el control de
la inflación, única conquista de su gobierno, estaba amenazado al
finalizar su mandato.
Todo
esto deja dudas sobre cual será la capacidad del nuevo gobierno para
atender su compromiso fundamental de transformar el país a favor de
los intereses populares. Así mismo, en condiciones ideales, y con el
mejor proyecto, esta tarea ya sería gigantesca.
La
composición del gabinete de ministros
El
éxito del gobierno dependerá de muchas cosas, algunas fuera de su
control (la situación política y económica internacional) y otras
que él influencia de modo limitado (la movilización social). Pero no
hay dudas de que de los dos elementos centrales son el programa (las
concepciones según las cuales pretende enfrentar los desafíos
colocados) y su composición (las fuerzas políticas y sociales que lo
integran).
Con
relación al primer aspecto, la idea que predominó durante la campaña
es que el gobierno haría transformaciones fundamentales promoviendo
negociaciones con todas las clases y sectores sociales. El objetivo
central de promoción de la ciudadanía sería conseguido con el
crecimiento de la economía, la generación de empleos y la reducción
de las desigualdades, y esto sería posible sin grandes choques políticos
y sociales. Con relación al aspecto de la composición, lo que se
anunció en la campaña es que el gobierno sería amplio, mayor que el
PT y que las coaliciones que apoyaron a Lula en el primer y segundo
turno.
Ahora,
ya conocemos la composición del nuevo gobierno, bien con las primeras
declaraciones del presidente electo y de su equipo. Es posible, a
partir de ahí intentar llegar a una idea más clara de lo que será
el gobierno de Lula.
Lula
nombró 30 ministros y 4 secretarios de Estado (que responderán
directamente al presidente). Por la importancia que el Banco Central
adquirió en los últimos años, mayor que el de casi todos los
ministerios, conviene sumar a esta lista su presidente. Quedamos,
entonces, con un equipo central del gobierno de 35 miembros.
De
éstos, 20 son afiliados al PT (16 ministros y los 4 secretarios de
Estado) 7 del partido de coalición y del segundo turno fueron
contemplados cada uno con un ministerio (PL, PC do B, PDT,PPS, PSB,
PTB, PV). El presidente del Banco Central acababa de ser elegido
diputado federal por el PSDB (partido de FHC) cuando fue escogido
(para asumir su función, tuvo que renunciar al mandato). Al contrario
de lo que se esperaba, y de que lo que llegó a anunciar Lula, el PMDB
no fue incluido (pero el gobierno negocia el apoyo de sectores de este
partido en el Congreso; lo mismo que viene haciendo, además, con los
otros partidos no representados en el Ministerio, inclusive con el PPB
(partido de Paulo Maluf).
Siete
ministros no son afiliados a partidos políticos. Dos de ellos son
abogados: el ministro de justicia, ligado desde hace mucho tiempo al
PT y el abogado General de la Unión. Dos son diplomáticos (los
ministros de Relaciones Exteriores y de Defensa); uno es militar (el
ministro-jefe del Gabinete de Seguridad Institucional). Los otros dos
ministros sin partido son empresarios (el ministro de Desarrollo,
Industria y Comercio Exterior y el ministro de Agricultura). Según
informaciones divulgadas por la prensa, el primero fue indicado por la
FIESP (Federación de las Industrias del Estado de San Pablo, la
principal organización patronal del país), a pedido de Lula. Ambos
apoyaron la candidatura de José Serra, el candidato derrotado del
gobierno.
Es
importante también examinar los vínculos de los 20 ministros y
secretarios del PT, 12 pertenecen al llamado campo mayoritario del PT
(que tuvo en la última elección del partido poco más del 50% de los
votos). Tres hicieron parte de las listas partidarias que pueden ser
llamadas de "intermediarias" entre el campo mayoritario y la
izquierda. Dos tienen afiliación reciente al PT. Y, finalmente, 3
participaron en la última elección interna de las listas de
corrientes de izquierda del PT (los ministros de Desarrollo Agrario,
de las Ciudades, y el secretario de Agricultura y Pesca). A partir de
esta composición podemos hacer tres comentarios:
En
primer lugar, el equipo de gobierno tiene más predominancia del PT
del que se esperaba. No sólo por el número de ministros y
secretarios de Estado, sino también por la importancia de los cargos.
El núcleo del gobierno (Casa Civil, Secretaría General de la
Presidencia, Comunicación del Gobierno, Hacienda) es enteramente
petista.
En
segundo lugar: la diversidad de las corrientes del PT fue bastante
contemplada. Aunque ninguna corriente no perteneciente al "campo
mayoritario" del partido fue incluida en el núcleo del gobierno,
la participación de las corrientes minoritarias puede venir a ser más
importante de lo que fue, por ejemplo, en la dirección de la campaña
electoral, o en el proceso de discusión del montaje del propio
gobierno.
En
tercer lugar: a pesar del predominio petista en el gabinete de
ministros, éste terminó siendo más "amplio" (en el
sentido de incluir más de la coalición que apoyó a Lula en el 2º
turno) de lo que se podría esperar. La "ampliación"
perdida con la ausencia del PMDB fue mucho más compensada por la
inclusión de un presidente del Banco Central y de dos ministerios
(ambos del área económica) vinculados al PSDB.
Continuidad
en el Banco Central
La
"ampliación" se concentra en el área económica. Es
necesario, pues, examinar más de cerca su composición. Además del
Banco Central (formalmente vinculado al Ministerio de Hacienda, pero
que viene funcionando de modo cada vez más independiente) ella
incluye cuatro ministerios: de Hacienda, de Planeamiento, Presupuesto
y Gestión; de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior, y de
Agricultura, Pecuaria y Abastecimiento. Otros ministerios tienen
incidencia sobre la política económica; pero estos son los que
tienen peso central en su definición y ejecución.
Considerando
estas cinco instituciones, se nota una división entre el PT, por un
lado, y por otro, lo que podemos llamar de "área del PSDB":
empresarios identificados con este partido y un diputado electo por él.
El ligero predominio numérico de este último lado es muy reforzado
cuando consideramos la composición ya conocida de los equipos del
Ministerio de Hacienda y del Banco Central (de lejos las dos
instituciones más importantes del área económica) y de las
declaraciones de los dirigentes.
Comenzando
con el Banco Central: su nuevo presidente, Henrique Meirelles, además
de estar vinculado al PSDB, es egresado del mercado financiero
internacional (fue presidente internacional del Banco de Boston). Como
sería de esperar, la indicación de un presidente del Banco Central
vinculado a un banco norteamericano y al partido de FHC fue lo que
provocó más declaraciones contrarias de militantes del PT, destacándose
las críticas hechas por la senadora Heloísa Helena, de la Tendencia
Democracia Socialista, que se resistió a votar favorablemente a su
indicación (por exigencia constitucional, el presidente del Banco
Central debe ser "sabatinado" en el Senado, a quien cabe
aprobarlo o no).
Los
críticos mantenían la tradición del partido: hace cuatro años,
cuando el antecesor de Meirelles, Amínio Fraga, fue indicado, el PT
criticó pesadamente el nombramiento de alguien vinculado al mercado
financiero internacional (Fraga trabajaba para George Soros). Para no
dejar lugar a cualquier duda en cuanto a la orientación que pretende
imprimir al Banco Central , Meirelles, tanto en la
"sabatina" en el Senado como en su discurso de asunción,
expresó completa identidad con la política de Amínio Fraga. Además
de eso, mantienen todos la dirección del Banco Central, nombrada por
su antecesor.
Ahora,
el Banco Central ha sido la institución más importante en la
conducción de la política económica. Además de responsable por la
conducción de la política monetaria, tiene bajo su dirección la política
cambiaria, la reglamentación y supervisión del sistema cambiario, así
como de los movimientos de capitales. Ha tenido una participación
central en las discusiones con el FMI. Además de esto, es importante
notar que la política monetaria dice respecto, antes que nada, la
definición de los intereses, lo tiene en el caso brasilero una enorme
implicancia fiscal (si aumentan los intereses, aumentan también la
deuda pública y su servicio).
Lo
mismo sucede con la política cambiaria (gran parte de la deuda pública
brasilera interna es corregida de acuerdo con la variación de la tasa
de cambio, además de, naturalmente, toda la deuda externa). De hecho,
se puede decir que el tamaño del superávit fiscal primario
(presupuestos del gobierno: menos gastos, excluyendo los gastos
financieros) necesario para evitar el crecimiento de la relación
deuda pública/PIB, piedra de contacto con las exigencias del FMI y de
los "mercados", es determinado en gran medida por las
variables que quedan bajo la responsabilidad del Banco Central
(intereses y cambio).
Hay
otro hecho que no puede ser desconocido con relación a las tasas de
intereses. En el gobierno de FHC, ellas estuvieron entre las mayores
del mundo, y la política anunciada por el nuevo presidente del Banco
Central debe llevar a que continúen muy elevadas. Ahora, los
intereses altos no significan sólo mayores dificultades fiscales:
transfieren rentabilidad para los detentadores de la riqueza
financiera, y tienden, además a establecer un piso para las tasas de
lucro, presionando por lo tanto la reducción de los salarios. O sea,
altas tasas de intereses refuerzan de forma significativa la
concentración de rentabilidad, lo que se choca frontalmente con los
propósitos anunciados por Lula en la campaña. Además de eso, la política
monetaria tienen un impacto central en la definición de las tasas de
crecimiento de la economía. Intereses altos llevan a bajo
crecimiento, lo que tiende a inviabilizar todo el proyecto del
gobierno.
Para
agravar las cosas en esta área: a partir de una exigencia del FMI, el
gobierno de Lula viene defendiendo un proyecto de "autonomía
operacional" del Banco Central que ya venía siendo formulado por
la dirección de Armínio Fraga. Esta autonomía formalizaría
legalmente y daría más consistencia a la libertad de acción que el
Banco Central ya viene teniendo; además, como prevé mandatos fijos
para sus directores, sería mucho más difícil que fuesen sustituidos
a partir, por ejemplo, de una decisión del gobierno de alterar su política
económica.
Naturalmente,
el proyecto de "autonomía operacional" prevé que el Banco
Central tendría que cumplir metas definidas por el Ministerio de
hacienda. Se trata de la política instaurada a partir de la gestión
de Armínio Fraga, de "metas de inflación" como ancla de la
política monetaria. Más allá de que este modelo de política económica
sea muy cuestionable, definir metas de inflación es muy poco como
orientación: el Banco Central tendría total libertad en la conducción
de la política monetaria con el objetivo de alcanzarlas. De hecho, en
lugar del Ministerio de Hacienda orientar la actuación del Banco
Central, lo que ya viene sucediendo desde el gobierno de FHC es que el
Banco Central determina las márgenes de libertad para la acción del
Ministerio de hacienda, a través de su influencia sobre el cuadro
fiscal.
El
PT fue siempre contrario a la autonomía del Banco Central, en
cualquiera de sus versiones. Ella depende de una reglamentación de la
Constitución, y tendría que ser aprobada en las dos cámaras del
Congreso. Diversos parlamentarios del PT ya cuestionaron el proyecto,
y su aprobación no será de ninguna manera tranquila.
Continuidad
en el Ministerio de Hacienda
El
riesgo de una total continuidad en la política que prevaleció en el
segundo mandato de FHC, que verificamos existir a partir de las
definiciones tomadas o sugeridas por el Banco Central, es reforzado
por la presencia de dos ministros próximos al PSDB, o del Desarrollo
y el de Agricultura. Cabe examinar, por lo tanto, en que medida los
ministros "petistas" del área económica se pueden
contraponer a esta continuidad.
Cuando
evaluamos el equipo del Ministerio de Hacienda, la continuidad sale
ganando. El ministro Antonio Palocci llamó para cargos claves
(Secretaría de Presupuesto Federal, Secretaría del Tesoro Nacional,
Secretaría de Asuntos Internacionales) a hombres que participaron del
gobierno de FHC o que defienden la política que prevaleció en ese
entonces. Y es más sorprendente -y significativo- el nombramiento
para la Secretaría de Política Económica, responsable por la
formulación de la política general del Ministerio, al economista
Marcos Lisboa, conocido como uno de los más importantes economistas
liberales de la nueva generación.
La
tendencia liberal de los principales auxiliares del ministro Palocci
es solo quebrada por la indicación del Secretario Ejecutivo y del
Secretario Ejecutivo Adjunto del Ministerio, ambos militantes del PT,
con tradición entre los economistas del partido.
El
predominio de la orientación neoliberal es confirmada por la actuación
del propio ministro. Palocci viene defendiendo la continuidad de los
aspectos fundamentales de la política macroeconómica del gobierno de
FHC: su versión de la "responsabilidad fiscal" (incluyendo
la generación del superávit primario necesario para estabilizar la
relación deuda pública/PBI) y la política monetaria conservadora.
Defiende también la continuidad de la política de privatización de
los bancos públicos estaduales (lo que no estaba en el programa del
partido, en ninguna de sus versiones). Parece creer que sólo existe
una política económica "científica" (en su discurso de
asunción, dijo que "no iremos a reinventar principios básicos
de política económica"). Se adhiere, por lo tanto, al dogma
fundamental del que viene siendo llamado de "pensamiento único"
en la economía.
Se
puede proponer la hipótesis de que esta ortodoxia conservadora se
mantenga en la fase inicial del gobierno. De hecho, se habló mucho en
la campaña de un "período de transición". Sin embargo, el
propio Palocci, en su discurso de asunción, procuró aclarar el
sentido de este concepto:
"El
tema de transición despertó ansiedad sobre lo que vendría después
de la fase de transición, se especuló sobre el fin de los superávit
primarios, el fin de las metas de la inflación y del régimen de
cambio fluctuante y la adopción de medidas no convencionales e
innovadoras en la conducción de la política macroeconómica. A estas
legítimas preguntas respondemos de forma inequívoca: el nuevo régimen
ya comenzó; la buena gestación de la cosa pública requiere
responsabilidad fiscal y estabilidad económica. El gobierno que antes
se encerró tienen méritos en ese tema, lo que no nos constriñe
reconocer. Por eso no es un patrimonio exclusivo suyo, así como no lo
será de nuestra administración. (...) Así, la transición del
modelo que tenemos y el que país reivindica es la superación de las
dificultades a corto plazo" {discurso de asunción, 02/01/2003 }.
No
hay por lo tanto, según el pensamiento del ministro, transición
respecto a los "principios básicos de la política económica".
"El período de transición" consiste apenas en el tiempo
necesario para la superación de dificultades a corto plazo.
La
fuerte impresión de continuidad de la política económica del
gobierno de FHC es aún más acentuada cuando consideramos las críticas
que Palocci ha hecho de la gestión anterior. Son críticas que de
hecho no excluyen continuidad. En el discurso en que se presentaron
las conclusiones de los trabajos del "equipo de transición"
entre los dos gobiernos, que él coordinó (este fue de todos sus
pronunciamientos, el más crítico al gobierno anterior), Palocci hizo
dos críticas a la conducción económica del gobierno de FHC.
La
primera fue a la política cambiaria. En verdad, la crítica se
restringe a la sobre valoración del real al inicio del gobierno de
FHC. La crítica es correcta; esta política fue responsable por buena
parte de los problemas económicos posteriores. Pero la política
cambiaria fue cambiada en el segundo mandato; y la seguida desde
entonces tienen explícitamente el acuerdo de Palocci (inclusive en
sus aspectos más cuestionables, como el de la inexistencia de
controles de los movimientos de capitales). El gran objetivo que el
nuevo ministro apunta en esta área - la estabilización de la tasa de
cambio - es compartido por el antiguo equipo de FHC; y el remedio básico
propuesto ahora - es la recuperación de la "confianza de los
mercados" - tienen su acuerdo entusiasmado.
"Planeamiento
estratégico" y políticas sociales
La
segunda crítica y más fundamental: dice respecto a la excesiva fe en
el mercado, la ausencia de un proyecto nacional y de movilización en
torno a él, la carencia de la "planeamiento estratégico".
Vale la pena citar extensamente al ministro:
"Sin
esta movilización nacional, base para un nuevo contrato social, todo
el esfuerzo del gobierno, por más responsable que sea, tendrá
aliento corto y será prisionero de formulaciones estrictamente técnica,
tan cuidadas como limitadas. Si el Estado debe pretender ser padre,
como en los viejos tiempos, tampoco deberá pensar en ser capaz de
definir los rumbos de la economía distanciándose de la población y
de sus necesidades. La unión del país en torno a este objetivo
mayor, eminentemente político, es el único medio de ejercer una
saludable presión para disminuir la fragmentación y aumentar la
coordinación y el diálogo entre ministerios, agencias y programas.
Esa desarticulación es fuente sistemática de desperdicios de
recursos y de generación de ineficiencias (...) el planamiento alcanzó
un nivel de vaciamiento brutal en cuanto a las funciones de definición
del diseño institucional y construcción de sistemas de gestión y
coordinación. No sólo en las estructuras del Ministerio de
Planeamiento, sino en el conjunto de las áreas estratégicas
responsables por articular el desarrollo del país. No sería
exageración afirmar , en lo que se refiere al planeamiento estratégico,
que el Estado Brasilero vive un prolongado "apagón" (...).
El actual gobierno difundió, junto con las parcelas de la comunidad
internacional, la ilusión de que el crecimiento económico y la
reducción de la exclusión social sería el resultado natural del
desarrollo de los mercados y del uso, sin contraindicaciones, del
abundante ahorro externo disponible al inicio de los años noventa
(...). {Discurso del 27/12/2002}
Esta
crítica al gobierno de FHC es fundamental. Y se puede decir que ella
es reforzada con la crítica a la política social del gobierno de FHC:
"El
resultado es que estamos recibiendo hoy un país que no consiguió
avanzar en la superación de la vieja dicotomía entre economía y
sociedad, en que las políticas sociales aparecieron como adornos y apéndices
del esfuerzo de controlar la economía. La improvisación de una serie
de programas sociales en los últimos dos años es ilustrativa de esa
separación matriz y realza la persistencia de una visión que aún no
incorporó la inclusión social como tema central de una política de
Estado" {Discurso del 27/12/2002}.
Sin
embargo, a lo largo del discurso hay varias referencias a que nada de
lo que se propone debe ser contrario a los "principios de la política
económica" (que incluyen, según Palocci, un esfuerzo claro para
ganar la "confianza de los mercados"). Además de esto, se
hace referencia explícita a que la nueva política será favorable a
los mercados:
"Cuanto
más la estabilidad de las relaciones económicas y sociales se acentúan
por medio de un orden jurídico e institucional sólido, los mercados
serán fortalecidos y más riqueza podrá ser acumulada y bien
distribuida" {Discurso del 27/12/2002}.
La
postura crítica queda así relativizada, y por otro lado el
significado exacto de este énfasis en la construcción de un proyecto
nacional no queda claro.
Este
tema puede ser mejor discutido a partir del examen de las perspectivas
para el Ministerio de Planeamiento. El nuevo ministro, Guido Mantega,
es afiliado al PT, y vienen siendo desde hace muchos años asesor económico
de Lula. Lo cual indica, que su ministerio tendrá un peso muy grande
en la formulación de la política económica, como ya sucedía en el
gobierno de FHC. Mantega debe ser fundamentalmente un colaborador de
Palocci.
De
cualquier manera, su ministerio tendrá una responsabilidad central en
la realización del objetivo del "planeamiento estratégico".
Y en su discurso de asunción (07/01/2003), él aclaró un poco más
el sentido de este concepto. Retomó las ideas del proyecto de
desarrollo y de la movilización de la sociedad, enfatizó la
necesidad de "medidas duras" en un período de transición.
Procuró entonces dejar claras las diferencias que la política del
nuevo gobierno incluiría:
"Pero
no es el superávit primario o el combate a la inflación que se
resume a la nueva política económica. (...). Al mismo tiempo, sin la
menor demora, estará poniendo en práctica un conjunto de políticas
que será la marca de este gobierno y caracterizará un nuevo modelo
de desarrollo. Se engañan aquellos que imaginan que practicaremos la
vieja política económica. En el comercio exterior, el gobierno no
quedará inerte, a merced de los mecanismos de la globalización, que
son imperfectos y privilegian a los países avanzados. Impulsaremos
las exportaciones y la sustitución competitivas de importaciones.
(...). El gobierno de Lula no tendrá pudores en trazar políticas
activas, para la industria, para la agricultura, para los servicios y
donde más hubiera necesidad de modernas políticas de estímulo a la
competitividad y productividad del producto brasilero, generando los
millones de empleos que la población necesita. El Estado será puesto
al servicio de los desposeídos, en una cruzada contra el hambre, la
miseria y el desamparo" {discurso del 07/01/2003}.
Las
"políticas activas" en los campos citados fueron una marca
del llamado período "desarrollista", que la conducción de
la economía brasilera vivió hasta el inicio de los años 1980; esta
vinculación es confirmada por una referencia hecha por Palocci en su
discurso a uno de los más conocidos presidentes de esta época:
"En
el pasado, con grandes presidentes como Jucelino Kubitschek, la tarea
reformadora consistía en ampliar los horizontes del ciudadano,
interiorizar el desarrollo y hacer emerger el poder creativo de las
personas, sepultando un tacaño complejo de inferioridad. Hoy la gran
tarea reformadora es cuidar de la organización y de la cohesión
social, de la capacidad de trabajo en equipos y de gestión de los
bienes públicos y privados por medio de las técnicas adecuadas y de
la planeación moderna, propiciándole a los brasileros la posibilidad
de superar la "desorganización social" {discurso del
27/12/2002}.
A
Jucelino Kubitschek se acostumbra elogiársele por sus iniciativas en
pro del desarrollo, pero criticado por la irresponsabilidad fiscal y
por haber sido uno de los responsables por el prolongado período de
alta inflación vivido por el Brasil. Por otro lado, todo el
"desarrollismo" brasilero fue también criticado por haber
mantenido las desigualdades sociales que Brasil heredó del período
esclavista.
Tal
vez sea posible a partir de todo esto resumir lo que parece ser la
orientación central de la política económica del gobierno de Lula
en la fórmula: desarrollismo + responsabilidad fiscal y control
financiero + intervención estatal sin intervencionismo + lucha contra
las desigualdades y por la inclusión social.
En
realidad, las "políticas activas" a favor del desarrollo
fueron también uno de los temas de la campaña del candidato del PSDB,
José Serra. En este punto que proponía los cambios en relación al
gobierno de FHC, justificando su fórmula de "continuidad sin
continuismo". Así, de una u otra manera resumir la línea de
Palocci-Mantega podría ser: línea de José Serra + sensibilidad
social.
Antes
de dejar el equipo económico, es importante mencionar otro órgano
importante: el BNDES (Banco de Desarrollo Económico y Social).
Formalmente, está vinculado al Ministerio de Desarrollo. Pero su
presidente, el economista Carlos Lessa, fue nombrado por el mismo
Lula. Lessa pertenece al ala considerada progresista del PMDB (no fue
nombrado por el partido para este puesto), y tienen varios amigos en
el PT (en particular con la economista Maria da Conceiçao Tavares).
Ya anunció una reformulación en la actuación del banco, que se
colocará en la línea de las "políticas activas"
desarrollistas. El nombramiento del petista Jorge Mattoso para
presidente de la Caja Económica Federal, otro banco público muy
importante, va en la misma dirección (el presidente del Banco del
Brasil aún no fue nombrado).
En
su conjunto, con todo, el predominio de las orientaciones
conservadoras, o neoliberales, en el área económica del gobierno es
muy clara. Podemos preguntarnos por qué aún no hay una crítica más
amplia por parte de los militantes del PT. Una explicación es que las
consecuencias de estas orientaciones aún no son claras para la gran
mayoría.
¿Una
revolución social?
¿Cuál
será el perfil de una política social que no puede ser un
"adorno", como Palocci se refirió a la política de
Fernando Henrique? Las ideas-fuerza parecen ser las de un cambio sin
atropellos y a través de la negociación, de movilización nacional y
pacto social (sobre todo con una alianza entre el trabajo y el
"capital productivo"), enfatizadas por Lula a lo largo de
toda la campaña, y presentes también en su discurso de asunción
(además de estar también en los discursos de varios ministros):
"Vamos
a cambiar, sí,. Cambiar con coraje y cuidado, humildad y osadía,
cambiar teniendo conciencia de que el cambio es un proceso gradual y
continuado, no un simple acto de voluntad, no es un entusiasmo
voluntarista. Cambio por medio del diálogo y de la negociación, sin
atropellos o precipitaciones, para que el resultado sea consistente y
duradero (...). Para reponer el Brasil en el camino del crecimiento,
que genere los puestos de trabajo tan necesarios, carecemos de un auténtico
pacto social para los cambios y de una alianza que entrelace
objetivamente el trabajo y el capital productivo, generadores de
riqueza fundamental e la Nación, de modo que el Brasil supere la
inercia actual y para que el País vuelva a navegar en el mar abierto
del desarrollo económico y social.
El
pacto social será, igualmente, decisivo para viabilizar las reformas
que la sociedad brasilera reclama y que yo me comprometía hacer: la
reforma de la Previsión Social, reforma tributaria, reforma política
y de la legislación laboral, además de la propia reforma agraria.
Ese conjunto de reformas va a impulsar un nuevo ciclo de desarrollo
nacional" {Lula, Discurso del 01/01/2003}.
El
discurso de asunción de José Dirceu en la Casa Civil, sin embargo,
retomó estas ideas con otro énfasis:
"Todos
nosotros sabemos que asumimos el gobierno del Brasil en un momento difícil,
desde el punto de vista internacional, con riesgo de una guerra y con
una situación en la economía y en las finanzas internacionales, que
agrava la situación de nuestro país. Por lo tanto, nuestra
responsabilidad es mayor, pero exactamente, seremos capaces de superar
este momento si hubiera participación popular, si hubiera una
movilización nacional. El presidente Lula, en su pronunciamiento, dejó
claro este compromiso: solamente con la participación popular, Brasil
enfrentará sus problemas en el comienzo de este milenio (...). Tal
vez el mayor desafío de nuestro gobierno y de los próximos años sea
ese: que Brasil ocupe su lugar en el mundo. Pero para que Brasil ocupe
su lugar en el mundo, es preciso que nuestro pueblo ocupe su lugar en
el Brasil. Esto sólo es posible con una gran transformación social,
con una verdadera revolución social. No tengo miedo de decir esa
palabra: una verdadera revolución social. Nosotros le debemos esto a
nuestro pueblo. Vean bien, nuestro Brasil -y el presidente Lula, ayer,
describió históricamente ese proceso- pero no superó el desafío de
la justicia y de la igualdad social.
Nosotros,
un partido de izquierda socialista, y es bueno recordar esto,
extendemos la mano para el empresario brasilero y proponemos, estamos
proponiendo un pacto, pero es necesario que quede claro que ese pacto
tiene dos direcciones y es necesario defender el interés nacional, la
producción, el desarrollo del país, pero la contrapartida es la
distribución de la renta, la justicia social, la eliminación de la
pobreza y de la miseria. No puede haber una calle sola, en una dirección,
No es aceptable que, nuevamente, el país resuelva sus problemas
financieros, resuelva sus problemas económicos, tenga un crecimiento
y ese crecimiento no se transforme en mayor participación del trabajo
en la renta nacional. Porque esa participación cayó por la mitad en
los últimos 20 años. Y, sin una distribución de renta, una revolución
en la educación, sin el combate a la pobreza, tampoco habrá
crecimiento económico duradero y sustentable. Todos sabemos que la
actual concentración de rentas y las desigualdades sociales llevarán
al país a un impasse social, cultural e institucional. Y que no es
posible viabilizar el desarrollo económico de un país sin una amplia
distribución de renta. Porque esa concentración de renta impide el
crecimiento económico" {Discurso del 02/01/2003}.
Dirceu
habló por lo tanto, de la necesidad de una "verdadera revolución
social", y añadió: "nosotros debemos eso a nuestro
pueblo". Se refirió al PT como un "partido de izquierda
socialista". Por esta razón, comentaristas de los medios de
comunicación dijeron que con su discurso el "PT estaba de nuevo
en la izquierda". Además de esto, se comenta mucho sobre la
existencia de una disputa de dos orientaciones en el núcleo del
gobierno, la de derecha comandada por Palocci, y la de izquierda por
Dirceu.
Por
otro lado, el discurso de Dirceu tuvo pasajes mucho menos radicales.
Además de la deferencia a "extender la mano al
empresariado" y de hacer un pacto con él, hizo una afirmación
enfática de disposición de colaborar estrechamente con Palocci en
defensa de la política económica "decidida por el presidente
Lula":
"Y
quiero dar un mensaje especial -a mi compañero y amigo Antonio
Palocci quien no está aquí- pero quiero decirle al país y de manera
especial, a él, que contará, como ya está contando, con mi apoyo,
para el ejercicio de ese difícil cargo de ministro de Hacienda.
Palocci, puede tener la certeza de que ustedes tendrán, en José
Dirceu, en la casa Civil, una fortaleza para defender la política
económica decidida por el presidente Lula" {discurso del
02/01/2003}.
Esta
referencia naturalmente, puede ser apenas protocolar, y no excluir la
existencia de una divergencia de fondo. En fin, ¿cuál será la
transformación social realizada por el gobierno de Lula?. Es difícil
saber. El proyecto más destacado al inicio del gobierno - el programa
Hambre Cero - aún no tiene su formato definido.
Perspectivas
de la reforma agraria
Por
otro lado, el avance de la reforma agraria puede representar una
transformación social importante, y las condiciones para que ocurra
son relativamente más favorables. En primer lugar, por la existencia
del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra. El MST viene siendo uno
de los movimientos sociales más activos, y de mayor capacidad de
movilización. En segundo lugar, porque el ministro nombrado para el
Desarrollo Agrario, Miguel Rossetto, pertenece a una tendencia de
izquierda del PT (la Democracia Socialista). Su nombramiento fue
significativo, apoyado por el MST y por otros sectores vinculados a la
cuestión agraria (CONTAG, sector agrario de la CUT), que habían sido
consultados y criticada por representantes patronales.
En
su discurso de asunción, Rosseto vinculó la posibilidad de avance en
la reforma agraria a la movilización social. Al mismo tiempo, defendió
la autonomía del movimiento social, y el respeto por parte del
gobierno de sus movilizaciones:
"Y
ejecutaremos esta tarea a partir de un amplio llamado a la movilización
social, iremos a dialogar con los gobernadores, con los alcaldes,
iremos a dialogar con todos los movimientos sociales, iremos a
dialogar con toda parcela de la sociedad brasilera que comprende y está
dispuesta a colaborar en este gran proceso civilizatorio en el Brasil
y en particular en nuestro campo (...) Nosotros construimos las
relaciones y los conceptos de autonomía, de independencia que separan
y que distinguen las dinámicas políticas de los movimientos
sociales, de los gobiernos y del conjunto de las organizaciones
estatales. Es verdad que los gobiernos no deben ser tutelados por los
movimientos sociales. Si esto es verdad, otra verdad es que no es
tarea de un gobierno dentro de un estado democrático de derecho,
sofocar la capacidad de movilización de los movimientos sociales. A
la democracia que queremos, a la República que conquistamos, le gusta
la presencia popular, le gusta, vive y se fortalece con la ciudadanía
activa. La reconstrucción de este País tienen como base esa enorme
capacidad de movilización, esa enorme capacidad de mirarnos para
adentro del Brasil, de crearnos los mayores y mejores espacios de
participación popular y ciudadana, de reconocernos permanentemente
que existen nombres, existen rostros, existen alegrías, tristezas y
sufrimientos; existe un pueblo que quiere y que será respetado por
todos nosotros" {discurso de asunción del 02/01/2003}.
El
principal dirigente del MST, Joao Pedro Stédile, comentando en una
entrevista el nombramiento de Miguel Rosseto y de las perspectivas de
la reforma agraria, enfatizó de modo semejante la importancia de la
movilización social para viabilizar transformaciones: "La
presencia del ministro Rosseto es una señal positiva. Él es una
persona con tradición histórica de compromiso con la izquierda
brasilera. Pero nosotros preferimos no quedarnos juzgando personas o
declaraciones. Lo que va a permitir el avance será la correlación de
fuerzas en la sociedad. Y a nosotros nos cabe organizar al pueblo para
que se consiga el nivel de presión necesario para cualquier proceso
de cambio" {Jornal do Brasil, 05/01/2003}.
Después
de la asunción, el ministro visitó la Cámara de Diputados y se
reunió con el núcleo agrario del PT, que reúne a los diputados más
vinculados a la lucha por la reforma agraria. Anunció la disposición
de trabajar en conjunto con ellos.
A
pesar de las condiciones favorables para alcanzar los objetivos del
ministerio, es importante recordar que también habrá dificultades
importantes. La primera de ellas es la legislación promulgada en el
período de FHC para obstaculizar la movilización del MST
(principalmente la Medida Provisoria 2.027, que estableció que las
tierras ocupadas quedarían, no serán confiscadas por dos años, y
que sus ocupantes serían excluidos del programa de asentamientos) El
MST, naturalmente, espera la revocación de esta medida. Una segunda
dificultad importante es compartida por toda el área social: la
reforma agraria exige recursos públicos (para desapropiaciones, para
apoyo a los asentados), y estos están escasos, a partir de la
necesidad de mantener la austeridad fiscal para alcanzar el superávit
primario.
Reformas
conflictivas
Lula,
destacó en su discurso de asunción, la importancia de algunas
reformas: "de la Previsión Social, reforma tributaria, reforma
política y de la legislación laboral, además de la reforma
agraria". Ninguna de ellas será tranquila, y esto ya comenzó a
evidenciarse en los primeros días de gobierno.
La
reforma de la Previsión Social es especialmente conflictiva. Desde el
punto de vista del gobierno, tienen que cumplir tres objetivos difíciles
de conciliar: dar origen a un sistema de jubilaciones más justo (las
jubilaciones de los trabajadores del sector privado son irrisorias; la
mayoría de los trabajadores del sector público tienen una jubilación
justa; y parte del sector público llega a tener enormes privilegios);
reducir su costo presupuestal; y respetar los límites de la
Constitución impone cambios, a partir de la garantía de los
"derechos adquiridos".
Los
"mercados" hacen una campaña frenética por una reforma que
reduzca el costo presupuestal de la Previsión Social y que permita
aumentar el superávit primario. Esta institución y sus
representantes de la prensa hablan de la "injusticia" de la
jubilación con salarios integrales del funcionalismo público, sin
defender una jubilación decente para los trabajadores del sector
privado, y obviamente escondiendo que el gran propósito del aumento
del superávit primario es permitir el pago de los elevadísimos
intereses sobre la deuda pública. Los trabajadores del sector público,
por otro lado, temen, con razón, que puedan ser los grandes
perjudicados con la reforma. Y los privilegiados se movilizan para
defender su privilegios. Bajo fuego cruzado, el gobierno
(especialmente el Ministro de Previsión, Ricardo Berzoini, del PT y
ex - sindicalista) viene diciendo cosas opuestas sobre lo que se
pretende.
La
reforma de la legislación laboral no es menos conflictiva. Para citar
apenas un ejemplo, en una de las primeras declaraciones después de
asumir su cargo, el Ministro de Trabajo, Jacques Wagner (del PT, ex -
sindicalista) se manifestó favorablemente a una de las principales
reivindicaciones patronales, la anulación de la multa de 40% que los
empleadores deben pagar por despido sin motivos. Frente al grito
inmediato de las centrales sindicales, volvió para atrás.
El
tema más importante en el área de la legislación laboral, con todo,
recibió hasta ahora poca atención: el hecho de que cerca de la mitad
de la fuerza de trabajo brasilera no tiene empleo formal, y por lo
tanto no tienen ninguna protección de la legislación laboral. En
fin, la negociación y la eventual aprobación de estas reformas serán
ciertamente procesos de grandes conflictos.
Las
relaciones internacionales
Las
relaciones internacionales serán un área clave del gobierno de Lula,
tanto por las repercusiones externas, como porque ahí están algunos
de los mayores desafíos que ella tienen que enfrentar (lo más
peligroso es el proceso de negociación del ALCA, que está en curso).
Lula
ha dicho que dará prioridad a las relaciones en América Latina, lo
que es positivo. En su asunción, destacó los encuentros con Hugo Chávez
y con Fidel castro (lo que, en el mundo de hoy, es muy significativo).
Además de esto, el gobierno brasilero parece estar ampliando la ayuda
a Venezuela, con el objetivo declarado de defender el orden
institucional, otro hecho positivo, frente a la movilización de la
derecha venezolana para derrumbar el gobierno de Chávez.
El
ministro Celso Amorim, un diplomático de carrera, ya había ocupado
este cargo con el presidente Itamar Franco, en 1992-1994. La cuestión
más importante es: ¿cuál será la conducción de las negociaciones
del ALCA (que conciernen también a los otros ministerios,
especialmente al de Desarrollo)? Un hecho muy positivo, fue el
nombramiento del embajador Samuel Pinheiro Guimaraes como segundo
cargo de jerarquía del ministerio, y el del Secretario General.
Guimaraes ha sido uno de los principales críticos del proyecto del
ALCA en el país, y por esta razón había sido destituido de sus
funciones y marginalizado por el ministro anterior. Este nombramiento
podría sugerir que el gobierno de Lula estaría orientándose hacia
una postura clara de la oposición al ALCA. Sin embargo, la secretaría
general perdió parte de sus atribuciones y fue aclarado que ella no
tendría una participación directa en el proceso de negociaciones del
ALCA. Más aún: el coordinador brasilero de las negociaciones
continuará siendo el embajador Clodoaldo Hugueney, ¡el mismo diplomático
que viene asumiendo esa responsabilidad desde el inicio del 2001!
Tanto
Lula como Celso Amorim se vienen manifestando en la línea de
continuar con las negociaciones del ALCA, pero con el cuidado de
corregir ciertos aspectos. En el discurso de asunción, Lula dijo lo
siguiente:
"Es
esencial en todos estos foros preservar los espacios de flexibilidad
para nuestras políticas de desarrollo en los campos social y
regional, de medio ambiente, agrícola, industrial y tecnológico. No
perderemos de vista que el ser humano es el destinatario último del
resultado de las negociaciones. De poco valdrá que participemos del
esfuerzo tan amplio y en tantos frentes si de ahí no resultan
beneficios para nuestro pueblo. Estaremos atentos también para que
esas negociaciones, que hoy en día van mucho más allá de meras
reducciones tarifarias y engloban un amplio espectro normativo, que no
creen restricciones inaceptables al derecho soberano del pueblo
brasilero de decidir sobre su modelo de desarrollo" {Discurso de
asunción del 01/01/2003}.
Ahora,
el actual modelo del ALCA, que atiende los intereses de los Estados
Unidos, crearía justamente estas restricciones "al derecho
soberano del pueblo brasilero de decidir sobre su modelo de
desarrollo". Este modelo va mucho más allá de temas de libre
comercio; incluye temas de liberación de los flujos de capitales y de
las inversiones, de restricciones a la política de compras
gubernamentales, siguiendo lo que se proponía el cuestionado Acuerdo
Multilateral de Inversiones.
En
conclusión: la política en relación al ALCA no es la defendida por
la izquierda brasilera y aprobada en el plebiscito realizado en el
2002, es decir, salir de las negociaciones. Pero, de cualquier manera,
aumentan las chances de que este proyecto dañino pueda ser
obstaculizado.
Rumbos
indefinidos
El
objetivo de este artículo fue sólo presentar un cuadro minimamente
sistemático de la composición del gobierno de Lula y de hacer un
breve análisis de su comienzo. No tenía la intención de hacer un análisis
del conjunto, y mucho menos de proponer una orientación para la
izquierda del PT frente al gobierno. Así, a modo de conclusión, cabe
resumir lo que aparecen como las contradicciones fundamentales del
proyecto inicial. La idea de que es posible mantener una política
económica conservadora en los aspectos fundamentales (política
monetaria, política fiscal, garantía de los "contratos" en
general, lo que incluyó, naturalmente, la garantía estricta de la
propiedad privada) y al mismo tiempo, promover cambios que atendieran
los intereses populares, implica decir que es posible reducir la
explotación y la opresión sin tocar los intereses de las clase
dominantes. Se trata entonces, de una contradicción de términos.
Esa
contradicción no es superada en la versión "de izquierda"
de la misma idea, defendida por José Dirceu en su discurso de asunción:
"extender la mano a los empresarios" para que ellos
colaboren con este objetivo.
¿Estas
ideas serán una mera táctica, o representarán una orientación
estratégica del núcleo del gobierno? Si nos basamos en lo que han
dicho los dirigentes del área económica, que han hablado de este
aspecto en nombre del gobierno, tenemos que concluir la segunda hipótesis.
Como vimos, la idea de que el gobierno comienza con un "período
de transición" ha sido interpretada en el sentido de que es
necesario algún tiempo para que el país se libere de las
restricciones más drásticas heredadas del gobierno anterior. Pero se
espera que esto se consiga manteniéndose la ortodoxia conservadora (o
neoliberal) en los aspectos centrales de la política macroeconómica,
especialmente en las políticas monetaria y fiscal.
¿Quién
tenga alguna referencia en el marxismo concluirá sin dificultades que
este proyecto no es realista. Pero ¿que saldrá de ahí?
El
gobierno de Lula tiene, podemos decir, dos almas, la de los cambios
prometidos (y que le justificaron la elección) y la de las garantías
de continuidad para ganar la confianza de los mercados. Tal vez en
ninguna cuestión de estas dos almas aparecen con tanta validez simbólica
la decisión de Lula de participar en el Foro Social de Porto Alegre (él
ya estuvo en los dos años anteriores) como en el Foro Económico
Mundial en Davos (alguno de los organizadores del Foro Social Mundial
criticaron esta decisión y apelaron a Lula a que no fuera a Davos,
aunque sin resultados). En Porto Alegre, Lula estará con los
ministros vinculados al área social del gobierno; en Davos con
Meirelles (Banco Central) y Furlan (Desarrollo) ambos participantes
regulares de este evento.
La
composición del gobierno muestra que habrá conflictos internos. Y lo
más importante: aunque Lula desee y trabaje a favor de un "pacto
social" y de unidad nacional, lo más probable es un gobierno de
grandes conflictos de clases (cuya dimensión es difícil prever) en
la cual la movilización social tendrá un papel fundamental.
¿Otra
cuestión decisiva: como será la dinámica del PT en el gobierno de
Lula? ¿Cómo se comportará frente a los desafíos y conflictos que
el gobierno enfrentará? Está claro que el partido será sometido a
grandes tensiones, como no podría de dejar de suceder cuando son
encaminadas algunas políticas que criticó durante mucho tiempo.
Hasta
ahora, la unidad ha sido preservada por las expectativas generales en
el gobierno de Lula y por la fuerza de larga trayectoria del PT de
identidad con las luchas sociales. Pero, por otro lado, ya se
manifestaron amenazas a un proceso de discusión democrático. Por la
posición contraria de la senadora Heloísa Helena al nombramiento de
Meirelles, ella llegó a ser amenazada de sanción por el ex
presidente del PT, José Dirceu (al final, el nuevo presidente, José
Genoino, patrocinó un acuerdo en que la senadora se ausentara de la
votación del presidente del Banco Central, para no ser sancionada).
Aunque por disposición constitucional corresponde a los senadores
debatir e indicar al presidente del Banco Central, a los senadores del
PT se les impidió hacerlo. Mientras tanto, la posición de Dirceu en
el episodio fue criticada por diversos sectores del partido.
Cercenar
el debate y las restricciones a la democracia no favorecen la unidad,
sobre todo cuando están en juego cuestiones que abarcan mucho más
directamente a la base social del partido que el nombramiento del
presidente del banco central. Por ejemplo, la de las reformas de la
Previsión y de la legislación laboral, y de la formación del ALCA.
Aunque de menor repercusión popular, también el tema de la autonomía
del Banco Central es extremadamente polémico. ¿Habrá espacio para
un debate amplio de estas y otras cuestiones?
La
gran cuestión: ¿la orientación conservadora que ha prevalecido en
el área económica podrá consolidarse? En este caso ¿la unidad del
PT sobrevivirá a tantas contradicciones? O, poniendo la cuestión de
otra manera: ¿Porto Alegre y Davos podrán convivir indefinidamente
dentro del PT?
Los
rumbos del gobierno no están definidos a priori. Serán definidos en
el curso de un proceso de disputas políticas y sociales, en que la
defensa de los cambios se apoyará en toda la trayectoria del PT, en
su histórica identificación con los intereses populares, y en el
mensaje fundamental e la elección.
CORREO
DE PRENSA DE LA IV INTERNACIONAL
Boletín Electrónico No 554 - América Latina y el Caribe - 24/1/02
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