La difícil lucha por
un partido de los trabajadores
Por Mario Maestri (*), La
Insignia, Brasil, noviembre 2003
Traducción de Ernesto Herrera para Correspondencia de Prensa
[Nº 142 - Noviembre 22 - 2003]
Lula da Silva y la dirección
del PT cumplieron lo prometido. Apenas desembarcaron en el gobierno,
prosiguieron y ampliaron la política de sumisión de los trabajadores y
de la nación a los intereses del capital, en general, y del capital
financiero en particular.
En los últimos once meses
se profundizó la macabra fiesta de los grandes propietarios. A través de
la despiadada política recesiva, la llamada deuda fue pagada en forma
religiosa y magnánima. Para satisfacción de los banqueros nacionales e
internacionales.
Para financiar las
exportaciones, el empleo, el ingreso del trabajo y el mercado interno
fueron sofocados. Se cortaron las inversiones sociales y productivas como
nunca antes de había hecho. Explotó el desempleo, la violencia, el
desamparo y el hambre.
Lula da Silva y sus
secuaces cumplieron también con las promesas de radicalizar las reformas
neoliberales iniciadas por Collor de Mello y Fernando Henrique Cardoso,
destacándose la reforma de la Previsión, la tributaria, la del trabajo,
la del Banco Central, y la Ley de Insolvencia.
Décadas perdidas
En última instancia, la
actual orientación neoliberal del gobierno petista fue permitida por la
larga depresión conocida por el movimiento social, bajo el efecto de más
de 20 años de crisis económica, de desindustrialización, de privatización,
de caída de los salarios, de reducción de los servicios públicos, etc.
En este contexto desfavorable, el PT se metamorfoseó de partido
anticapitalista gestado por las grandes movilizaciones de fines de 1970 y
apoyado en la militancia popular, en una organización volcada a la
administración y defensa del orden vigente y controlada por
parlamentarios, administradores y empresarios, ligados a las prebendas de
la gestión del Estado.
Igual evolución conoció
gran parte del movimiento sindical que, de organizador de la resistencia
de clase, se transformó crecientemente en correa de transmisión del
capital en el seno del mundo del trabajo, siendo remunerada, en forma
millonaria, por sus buenos y leales servicios.
La respuesta a la orientación
neoliberal del gobierno Lula da Silva fue limitada por la fragilidad
tendencial del movimiento social, profundizada por la traición de la gran
mayoría de las direcciones sociales y políticas, incorporadas a la gestión
y protección de un estado de los propietarios que proponían refundar según
los intereses populares.
Una izquierda como a la
derecha le gusta
La descomposición de
vastas direcciones históricas del movimiento social brasilero permite que
el gobierno Lula da Silva sea visto por amplios segmentos populares como
producto de la acción de la izquierda, sobre todo en el contexto de
ausencia de partidos y organizaciones sociales que defienden los intereses
de los trabajadores y organicen su resistencia.
Este último fenómeno es
facilitado por la masiva operación populista de los medios de comunicación,
que presentan al presidente como un obrero de pocos estudios, a pesar de
no conocer una fábrica o un trabajo productivo desde hace más de 20 años.
La rehabilitación y
radicalización de la ofensiva neoliberal muestran la perplejidad y la
resistencia sobre todo de sectores de la izquierda, activos en el
movimiento social, sin vínculos orgánicos con el PT, a pesar de sus
fieles electores. Un movimiento de oposición que no se transforma
plenamente en acción por la falta de centralización política.
La primera respuesta de
masas al gobierno neoliberal de Lula da Silva, fue emprendida por los
funcionarios públicos movilizados contra la reforma de la Previsión,
impulsada por el ministro Ricardo Berzoni, que acaba de despreciar a la
población con su exigencia a los frágiles nonagenarios y centenarios
para que hagan una declaración personal en las oficinas públicas
demostrando que todavía viven para así recibir sus miserables pensiones.
Núcleo radical
La acción del minoritario
pero combativo núcleo de parlamentarios petistas en la defensa
intransigente de los intereses de los trabajadores, potenció y fortaleció
la resistencia de los funcionarios públicos, materializada en la gran
huelga de más de 50 días y en la movilización del 6 de agosto en
Brasilia, de 50 mil funcionarios.
Temiendo que la oposición
se ampliara en el movimiento social y se extendiera a su base
parlamentaria, el gobierno emprendió una violenta campaña de intimidación
de los parlamentarios clasistas definidos peyorativamente de radicales y
acusar de defender políticas que hasta hace pocos meses eran parte del
programa del PT y del Frente Popular.
El repliegue de la
movilización de los funcionarios públicos después de la aprobación de
la Cámara de Diputados del proyecto de reforma de la Previsión,
facilitada por la omisión de la CUT en esa lucha, llevó a que la campaña
de intimidación obtuviese la defección de diputado Lindberg Farías, que
renegó públicamente principios que jurara inalienables, y la sumisión
de parlamentarios del PT y del Frente Popular poco conformes con la
orientación neoliberal.
Sobre todo las jornadas de
agosto transformaron a los diputados radicales Luciana Genro, de Río
Grande do Sul, Babá, de Pará, Joao Fontes, de Sergipe, y la senadora
Heloísa Elena, de Alagoas, en el centro de convergencia de una amplia
aunque confusa voluntad de construcción de un movimiento que centralice
la defensa de los intereses de los trabajadores y del pueblo brasilero.
Un partido de los
trabajadores
Entre las organizaciones de
izquierda fuera del gobierno que se movilizan por la construcción de una
organización política clasista en Brasil, se encuentra el Partido
Socialista de los Trabajadores- Unificado (PST-U) de orientación
trotskista, que participó de la idealización y de la fundación del PT,
de donde fue expulsado en 1992.
El PST-U es actualmente la
principal organización socialista fuera del gobierno del Frente Popular.
Por su combatividad, características y trayectoria ciertamente desempeñará
un importante papel en la lucha por la construcción de un partido
clasista de masas en Brasil. Con registro legal, este grupo ha participado
a todos los niveles de la disputa electoral. Sin embargo, su carácter
sobre todo sindicalista-radical coincide comúnmente con sectores de la
población que se sirven de la lucha social, pero que no le conceden una
confianza política.
Con casi 30 años de
existencia y unos 5 mil militantes el PST-U jamás representó sistemáticamente
a ningún segmento expresivo del movimiento social, fenómeno que se
expresa en su casi nula representación parlamentaria. En el 2002, obtuvo
el 0,5% de la votación para presidente y no obtuvo ningún diputado
federal o estadual. Para la segunda vuelta electoral, llamó a sus
electores a votar por Lula da Silva y el Frente Popular.
La revolución está próxima
El activismo militante y el
empirismo político del PSTU ha venido dificultando su contribución a la
elaboración de un programa social para la sociedad brasilera y su
transformación en polo de convergencia de los segmentos de la
intelectualidad nacional que rompen, plena o parcialmente, con el PT y el
Frente Popular.
La convicción del PSTU
sobre la proximidad de un período revolucionario y su autodefinición
como núcleo del partido de la revolución, parece haberlo llevado a optar
por el crecimiento organizativo a través del reclutamiento de militantes,
en detrimento de la confluencia con sectores clasistas organizados.
Efectivamente, después de convocar a los diputados radicales a que
rompieran con el PT para participar de la construcción de un nuevo
partido, el 4 de setiembre, José María de Almeida (Ze María) en nombre
de la dirección máxima del PSTU, calificó públicamente a los diputados
radicales y a otros segmentos sociales como “electoreros” a través de
una declaración titulada “un nuevo partido precisa nacer desde las
bases”.
La exigencia del PSTU de un
largo plazo para la fusión que, en los hechos, inviabiliza la política
parlamentaria de los grupos radicales, en el caso de no materializarse la
confluencia y su exigencia de organización sin el derecho de tendencia,
son vistas como negativas para la confluencia con grupos y movimientos con
dirección, perfil y tradición semi-consolidada.
De vuelta a los orígenes
La volunta de crecimiento
aislado del PST-U, tal vez se deba a la dificultad de fusión con
tendencias políticas que rompieron con esa organización en los últimos
10 años, y se enraizaron con mayor o menor éxito en el movimiento
social: movimiento Izquierda Socialista, de Luciana Genro; corriente
socialista de los trabajadores de Babá; Socialismo y Libertad, de
militantes salidos del PST-U; y el Movimiento Tierra, Trabajo y Libertad,
etc.
Por lo tanto, caso se
mantenga la actual tendencia todo lleva a pensar que se presentarán como
forma contrapuesta los proyectos de reagrupamiento de la resistencia
clasista: el representado por el PST-U, en forma aislada, y el
representado por los parlamentarios radicales en asociación con pequeños
grupos organizados, de fuera y dentro del PT, sindicalistas,
intelectuales, etc.
En lo que se refiere al
PST-U, su proyecto se apoya ciertamente en la confianza de crecimiento orgánico
lineal y en la superación del handicap parlamentario a través de la
captación de gran parte de la militancia y del electorado popular en
discordancia con el gobierno, con el PT y con el Frente Popular.
Por su parte, los diputados
radicales tienden a proponer un reagrupamiento político amplio de grupos
políticos y segmentos sociales clasistas y populares en ruptura con el PT
y con el gobierno, sin pretensiones ni condicionamientos de dirección y
de organización.
Lucha legal
El principal desafío del
grupo radical es la rápida obtención de la legalidad electoral, a través
del apoyo de medio millón de electores. El handicap legal, que
inviabiliza la participación institucional de ésta tendencia en las
elecciones (municipales del 2004), aunque puede facilitar su consolidación,
para el caso que consiga movilizar, en torno de esa campaña, el amplio
prestigio que cuenta entre la población.
La eventual división de la
izquierda marxista brasilera en la lucha por la construcción de un
partido clasista de masas, constituirá una grave derrota del mundo del
trabajo, que ya comienza ha ser explotada por la gran prensa y por las
fuerzas conservadoras, fuera y dentro del gobierno. Un proyecto amplio de
refundación partidaria, unitario y clasista representa ciertamente a la
política y a las necesidades del movimiento social brasilero.
Par el caso que se
materialice, ese fenómeno no debe ser entendido como un simple resultado
de prácticas sectarias y dogmáticas. Sobre todo, expresará el carácter
de la movilización social suficientemente fuerte para proponer la lucha
por un partido clasista, pero todavía sin vigor para imponer el
reagrupamiento de la izquierda por sobre las idiosincracias de grupos e
individuos.
También en el Brasil, la
superación de la ausencia de representación política de los
trabajadores será necesariamente obra de la movilización intransigente
de los propios trabajadores.
* Mario Maestri, es
historiador, y tiene una reconocida militancia en los movimientos sociales
y en la izquierda radical de Río Grande do Sul.
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