Brasil bajo Lula

 

Los primeros 12 meses del PT en el gobierno

Lula es Fernando Henrique Cardoso sin “plan real”, es decir, nada

Entrevista a César Benjamin (*)

Flavia Marreiro, Folha de Sao Paulo, 28-12-03
Traducción de Ernesto Herrera

Folha: Cómo uno de los fundadores del PT y uno de los primeros en señalar en el partido los cambios de rumbo, allá por 1995 ¿cómo evalúa usted la salida de los llamados radicales? ¿Habrá un efecto de largo plazo? ¿Habrá cambios internos?

Benjamin: Primero vamos a leer las señales, como hacen los profetas. Delúbio Soares fue elegido por la corriente mayoritaria del PT para defender en el Directorio Nacional, la expulsión de la senadora Heloísa Helena. En su condición de eterno tesorero, Delúbio tiene una trayectoria opaca. Se le exige a él que apenas sea capaz de conseguir financiamientos, moviéndose de forma discreta y demostrando absoluta fidelidad a sus jefes. Heloísa Helena es lo contrario de eso: extrovertida, sincera, independiente, motivada por las ideas. Es la cara de la militancia. Uno vive siempre en la sombra y la otra vive en la luz. Delúbio apuntó su dedo acusatorio contra Heloísa en una reunión que costó 150 mil reales [más de 50 mil dólares] realizada en un hotel de lujo, cuyo propietario fue el principal socio y garantía de Fernando Collor. Desde un punto de vista simbólico ¿qué más puede decirse?

En el terreno de la práctica, todo me parece más patético. Pues, si prestamos atención a lo que los llamados radicales dicen, veremos que, en economía, ellos proponen apenas que el capitalismo funcione: que la tasa de interés sea inferior a las ganancias en la producción, que haya condiciones para que los empresarios contraten más trabajadores, que el Estado invierta en infraestructura y los servicios públicos, y cosas por el estilo. Como máximo, desean algunas reformas que los países desarrollados hicieron hace mucho tiempo. En política, ellos piden poco: que la democracia representativa sea respetada. Porque un régimen democrático presupone una relación de lealtad entre el representante y el representado. El PT agredió y debilitó a la democracia brasilera, con consecuencias imprevisibles en el mediano plazo cuando llega al poder y cambia súbitamente todas sus posiciones.

Creo que deberíamos intentar entender por qué personas que defienden cosas tan simples, actúan pacíficamente y buscan mantener la propia integridad, son llamadas de radicales en Brasil.

Folha: Con la salida de los radicales, el movimiento que se anuncia para formar un nuevo partido de la izquierda, con el fortalecimiento del PSTU, la disidencia de los intelectuales ligados al PT y de otros petistas históricos ¿usted cree que el gobierno Lula tendrá una oposición de izquierda?

Benjamin: Tendrá la oposición del pueblo brasilero, pues no tiene nada que ofrecerle. Repetirá un ciclo que conocemos bien por la trayectoria de los grupos que ocuparon antes la Presidencia: se instalan, se deslumbran, piensan que van a quedarse 20 años y son defenestrados. Con sus cargos y privilegios con un amplio margen de maniobra para la práctica del fisiologismo, el Ejecutivo brasilero es bastante fuerte cuando se trata de premiar a los amigos y sancionar a los adversarios. Anula con facilidad el Legislativo, compra la adhesión de los medios de comunicación de masas, manipula científicamente la enorme necesidad colectiva de mantener viva la esperanza y así en adelante. Eso confiere a los inquilinos recién llegados al Planalto la ilusión de que manejan un poder incontrastable.

Pero todo es un castillo de naipes, pues vivimos en una sociedad de masas inmersa en una profunda crisis, y ese mismo Estado es débil como instrumento de transformación. Así la crisis se repone. Como la sociedad necesita ser oída de tiempo en tiempo, aquel superpoder se evapora. Fernando Henrique Cardoso (presidente de 1995 a 2002) demoró más porque tuvo el enorme impulso del Plan Real. Lula viene siendo un Fernando Henrique sin real, o sea, nada.

Folha: En el libro “Las transformaciones del PT y los rumbos de la izquierda en el Brasil”, usted dice que el liderazgo de Lula “podrá ser trágico” para el país. ¿Por qué?

Benjamin: Al llegar al gobierno y adherirse al recetario conservador, el PT creó una situación en que el pueblo y la Nación se tornaron mucho más vulnerables. Por un lado se desarticuló, por lo menos por un tiempo, la capacidad de resistencia de la sociedad brasilera a la agenda conservadora, pues esa capacidad estaba depositada en el propio PT y en los movimientos que él influencia. Por otro lado, como todo recién convertido, el PT viene de asumir un nuevo credo con más radicalidad de los creyentes tradicionales, cuya fe está por encima de cualquier desconfianza. Las sucesivas demostraciones de vasallaje del PT al establishment, buscando conquistar y mantener la “credibilidad”, le costará muy caro al Brasil. Parece que el próximo paso será la concesión de la autonomía legal al Banco Central, operación que Celso Furtado clasificó, con mucha prudencia, de “privatización del Banco Central”. Hemos entrado, definitivamente, en el terreno de alta traición a los intereses nacionales.

Yo dije que el liderazgo de Lula podrá ser trágico también porque la crisis de su gobierno – ella me parece inevitable, más temprano que tarde – colocará al Brasil delante de una situación peligrosa. Tasas de más del 20% de desempleo en grandes ciudades siempre conducirán a crisis sociales y políticas graves, con resultados inciertos, muchas veces dramáticos. Cuándo la esperanza en Lula se deshaga, ¿qué le restará al pueblo brasilero? ¿De donde surgirá el aventurero salvador? ¿ O será que están creadas las condiciones para congelar de una vez el sistema de poder, con la adopción de un régimen parlamentarista con el Banco Central independiente? Así, el pueblo no elegiría más al jefe del gobierno, y el gobierno, por su lado, no podría más hacer política económica. Así el blindaje estaría completo. Me parece probable que el PT vaya a ser cómplice de esa operación. Como la crisis no sería resuelta veríamos entonces surgir en el Brasil a los verdaderos radicales.

Folha: El gobierno apuesta a la reanudación del crecimiento en el 2004 para desviar la ruta de la crisis de la cual usted habla ¿no?

Benjamin: El problema es justamente que estamos delante de otra apuesta más. Es tan inconsistente como todas las que la antecedieron. Hace mucho años, que en el Brasil, el crecimiento ocurrirá al año siguiente. A veces, algún crecimiento ocurre ya sea por efecto estadístico o inercia, en el contexto de que los economistas llaman “stop and go”. Crecimos un 4% en el año 2000 y ¿de ahí? ¿Algún problema fue solucionado? Al limitar su utopía a prometer un sollozo de crecimiento de nuestro capitalismo dependiente, el gobierno de Lula anuncia orgullosamente su propia mediocridad.

Folha: ¿Qué alternativa puede haber a ese modelo que usted critica?

Benjamin: El gobierno actual, como los anteriores, es esclavo de una macroeconomía de corto plazo que se nutre del propio fracaso. Pues esa macroeconomía se justifica por la necesidad de generar una crisis que ella misma ayuda a eternizar. Se crea así un cerco perpetuo que no permite una salida a partir de sí mismo. Al contrario: el fracaso conduce a los ideólogos a la idea de que es necesario hacer más de lo mismo, doblar la apuesta, pues siempre faltó hacer alguna cosa.

En la comunicación con las masas, esa ideología se reviste con el mito de la travesía: necesitamos purgar los pecados en el presente para alcanzar la tierra prometida. Lula se comporta como una especie de Moisés de opereta, hasta porqué, en la travesía que propone, nada sale del lugar.

Esa lógica necesita ser destruida de afuera hacia dentro, por una acción de naturaleza política que recoloca la discusión encima de los fines de la propia economía y por encima de los fundamentos de nuestra vida en sociedad. Sólo así el problema de la transformación cualitativa de la sociedad – que es el problema de todos los socialistas, así como de los más moderados – podría ser colocado. En un contexto de estímulo la participación aparecerían innumerables alternativas. Pero la credibilidad junto al capital financiero exige también un comportamiento político desmovilizador.

La adhesión del PT al discurso de la falta de alternativas es opresora, pues torna inútil todo el esfuerzo que hicimos para elegir al propio Lula y no a otro cualquiera. ¿Por qué él se presentó como candidato, entonces? El fatalismo, que siempre fue considerado una señal de ignorancia, se convirtió súbitamente en una señal de sabiduría. Peor: adoptando ese discurso, los nuevos dirigentes de la nación huyen de sus responsabilidades. Los abogados saben muy bien que una decisión o acción sin alternativas no está sujeta a juzgamiento.

Todo eso es una operación ideológica primaria, que solo prospera en un ambiente de desmoralización del pensamiento. La idea de ausencia de alternativas es siempre falsa, pues las probabilidades inscriptas en el real siempre mucho mayores de lo que está en vía de realizarse en un momento dado. Ningún conjunto de opciones cumple con el campo de lo posible, ninguno es inevitable. La elección que hacemos en cada momento es una entre muchas y es nuestra responsabilidad.

Folha: En “El triunfo de la Razón Cínica”, artículo publicado en la revista “Caros Amigos”, usted declaró la muerte del PT. Después, pidió disculpas, pero no retiró las críticas. ¿Al final, el PT murió?

Benjamin: Fui dirigente del PT durante 15 años, en un período en que intentamos construir un partido socialista, democrático y de masas. Me fui después de la campaña de 1994, cuando vi que el huevo de la serpiente estaba incubado. De ahí, para acá, todo empeoró, con el ascenso fulminante de los Delúbios y la marginalización de las Heloísas. Aquellas tres características esenciales de nuestro proyecto desaparecieron completamente de la vida y del imaginario del PT. Por eso el partido está muriendo.

Estamos asistiendo al fin de un ciclo de existencia de la izquierda brasilera, cuya crisis es profundísima. Es una crisis de práctica, pues la izquierda rompió sus lazos de convivencia y solidaridad con el pueblo, es de valores, pues ella respira hoy la cultura del pragmatismo, del oportunismo y del individualismo; es de pensamiento, pues en ese contexto se pierden de vista los verdaderos problemas y potencialidades de la sociedad brasilera. No se resuelve eso por la creación de una nueva sigla, sino por la construcción de nuevas prácticas, valores y pensamientos, lo que es un proceso incomparablemente más difícil. Mismo así, muchas personas se dedican a preparar ese camino hace varios años.

Folha: Usted participa en un foro de movimientos sociales, otra base, rostro de los que apoyan a Lula. ¿Qué papel tendrán esos movimientos?

Benjamin: El gobierno está colgado de la popularidad personal de Lula, que por su lado transcurre por la necesidad, comprensible y legítima, que las personas tienen de apegarse a una esperanza. Nos puede decir cuanto tiempo dura eso. Los movimientos sociales sólo tendrán capacidad de acción minimamente eficaz después de que el descontento difuso de propagar, creando una legitimidad social del fondo para que ellos recuperen la autoconfianza y percibieron la necesidad de actuar. Pienso que eso podrá comenzar a ocurrir ya en el próximo año. Pero es una evaluación muy subjetiva.

Folha: Lula tiene una alta popularidad sólo en el Brasil. Es depositada en las esperanzas de la izquierda de toda América Latina. ¿Cuáles son las perspectivas de izquierda en el continente?

Benjamin: En la última década, los Estados nacionales del continente fueron en gran medida desmontados y desmoralizados, se debilitaron las institucionales esenciales para el ejercicio de la soberanía y de la ciudadanía. La monitoria externa de los actos del gobierno se tornó rutina. Las monedas nacionales se debilitaron o, en diversos casos, fueron simplemente abolidas. Los espacios económicos están bajo la amenaza de extinción, con la creación del ALCA. Se intensificaron movimientos en torno al Plan Colombia que pronunciaron un aumento de la presencia militar externa en la región amazónica. Si esos procesos no fueran revertidos, el escenario estructural del continente habrá sido dramáticamente alterado ya en el fin de esta década. La evolución reciente de los acontecimientos en Argentina, en Bolivia y en Venezuela muestra, mientras tanto, que podemos reaccionar.

El Brasil está inmerso en esa crisis continental, manteniendo no obstante las características estructurales que le son peculiares: la continentalidad del territorio, la gran masa demográfica, una base técnica razonablemente desarrollada, una economía llena de potencial, enorme capacidad de creación cultural. Es el gran país periférico de las Américas, uno de los cinco o seis grandes países periféricos del mundo. Vive una crisis grande, grave, pero tiene un enorme potencial para superarla. Es insustituible en la creación del proyecto de un área regional de cooperación y desarrollo, con la presencia autónoma en el mundo, y que podría ser el embrión de una federación continental – latino y americana. Parece un sueño, pero la historia, a largo plazo, siempre fue hecha por los soñadores. Los llamados realistas desaparecen sin dejar vestigios.

* Militante fundador del PT, miembro de su dirección por muchos años. Es autor de “Opción brasilera” y uno de los responsables (junto a Emir Sader) del Laboratorio de Políticas Públicas y Outro Brasil.

CORRESPONDENCIA DE PRENSA
[Nº 200 - Enero 2 - 2004]

 

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