Contribución
del Movimento Esquerda Socialista (MES), 28
de febrero de 2004
Por la construcción de una oposición de izquierda socialista con
influencia de masas
Introducción
En vísperas
del carnaval, en febrero de 2004, estalló la primera grave crisis política
del gobierno Lula. Un flagrante caso de corrupción envolviendo al
principal hombre de confianza, al operador del ministro más fuerte de
Lula, el ex presidente del PT José Dirceu, detonó un escándalo
relacionado al juego de apuestas clandestinas, (llamado “jogo do
bicho”), crimen organizado, estafas en licitaciones y doble caja
de las campañas electorales de candidatos petistas. Sumado al caso de
Santo André, este nuevo escándalo coloca el PT en el centro de la
escena de la cual antes el partido aparecía siempre como denunciante:
la sospecha sobre altos dirigentes del partido y del gobierno y la
acusación flagrante sobre hombres de confianza envueltos en casos de
estafas, extorsiones y propinas.
Cuando
escribimos este documento las respuestas desorganizadas dadas a la
crisis política demostraban un elemento importante de debilidad y de
improvisación en el gobierno. Sea como sea el proceso final del escándalo,
lo cierto es que el gobierno Lula suma un desgaste extra en el terreno
de la ética, y comienza su segundo año más comprometido con los
intereses de la burguesía, más amarrado por las clases dominantes
para ser un mero agente de sus políticas. En 2003 fue lo que ya
vimos. El gobierno Lula aplicó el modelo de ajuste del Consenso de
Washington, esto es, dió continuidad a la política económica de FHC/Malan
y siguió el recetario del FMI, cuya reforma de la previdencia en
beneficio de los bancos y de los fondos de pensión fue la expresión
más contundente. Para el país y el pueblo trabajador el resultado
fue previsible: la caída de la producción de la riqueza nacional,
con el PIB cayendo 0,2%, la mayor caída desde 1992 cuando Collor era
el presidente, mientras el crecimiento poblacional fue de 1,3 %.
Brasil, por tanto, se hizo más pobre.
Así, a lo
largo de 2003 las masas comenzaron su experiencia con el gobierno y
con el PT, un proceso que ha sido razonablemente acelerado, cuyo escándalo
actual es un nuevo ingrediente significativo. Fue en la primera ola de
esta experiencia, con la huelga nacional de los servidores públicos
federales que se produjo el embate de los llamados radicales contra el
giro a la derecha del PT. La ruptura de una parte expresiva de la base
social petista, en particular de los trabajadores estatales, fue
acompañada también por sectores intelectuales, segmentos de la
juventud y por una franja de masas importante, con conciencia
reformista y convencida de que el PT no defiende más sus propias
banderas históricas.
Ahora, el
desafío es la construcción de una oposición de izquierda socialista
con influencia de masas. Por tanto un proyecto de izquierda
consecuente, o radical, para usar la expresión en boga, con capacidad
de atraer e influenciar sectores de masas que pueda ofrecer un canal
positivo, un puente entre el descontento inexorable de la clase
trabajadora y de la juventud y la necesidad de una alternativa política
de los propios trabajadores delante de la crisis inevitable. Tratase
de una necesidad para que el proyecto socialista, frente a la quiebra
del PT, no sea ilegitimo. Para que exista un polo de lucha por los
intereses de los trabajadores en la sociedad. Caso contrario, el
fiasco provocado por el
PT será atribuido a todas las fuerzas de izquierda. Iremos a la
dispersión y al fortalecimiento de las tendencias indicativas de un
retroceso político del país.
Tal proyecto
de construcción de una oposición socialista con influencia de masas
no es de corto plazo ni lineal. Se trata de una construcción. La
asimetría entre las fuerzas de la izquierda socialista y las de la
burguesía es enorme. La burguesía, en tanto clase, tiene poderosos
instrumentos para engañar el pueblo pobre, para mantenerlo bajo su
hegemonía. Delante de la debilidad de sus partidos tradicionales logró
integrar completamente el propio PT y de carambola al PC do B en su
sistema de dominación. Ambos cargan la mayoría de la dirección de
la CUT, de la UNE, de innumerables sectores de las direcciones de los
movimientos populares. Hasta el MST, cuya combatividad fue innegable
durante los años FHC, ahora asume una posición dudosa, marcada por
un pragmatismo que, al fin y al cabo, sostiene a un gobierno ejecutor
del ajuste neoliberal. De esta forma, con la izquierda oficial
aplicando las reformas antipopulares y con otra parte cediéndole
espacios y posiciones, la confusión y la desorientación alcanzan una
parte expresiva del pueblo.
A la vez, las
fuerzas socialistas cuentan con medios sumamente modestos, sin
recursos financieros, aunque reagrupándose de modo relativamente rápido.
Todavía, sus lazos con el pueblo pobre son débiles. Cuenta a nuestro
favor la experiencia con el PT en curso y la necesidad social de que
los trabajadores tengan una representación política de sus
intereses. También contamos con una conquista política enorme: el
hecho de que los parlamentarios llamados radicales, Luciana Genro, Babá,
João Fuentes, Heloísa Helena, han sido levantados a una situación
de enorme representatividad nacional, con un destaque mayor para la
senadora de Alagoas, convertida en menos de un año en la segunda
principal referencia de la izquierda brasileña, después de Lula, a
los ojos de las masas, siendo la primera en los sectores más
avanzados, sobretodo después que Lula dijo que nunca fue de
izquierda.
Entonces,
aunque esta bancada combativa de parlamentarios haya encontrado para
sus posiciones poco respaldo en la superestructura partidaria y
parlamentaria – por la evidente capitulación de la mayoría de la
llamada izquierda petista – ganó prestigio producto de la
identidad, percibida por los sectores del pueblo que acompañan la política,
de sus batallas unidas a la historia del PT. Estos sectores saben que
el PT cambió. Mismo entre los sectores del pueblo que acabaron
aceptando los cambios del partido hay el reconocimiento de que los
llamados radicales se mantuvieron coherentes. Son banderas sin
manchas. El voto contrario a la reforma de la previdencia fue el símbolo
de esta coherencia. Cabe a los socialistas aprovechen este espacio
conquistado.
Así, por
abajo, en el tejido social, entre millones de trabajadores, la ruptura
con el PT se extiende. Su fuerza ha provocado desplazamientos con
repercusiones en la superestructura de los movimientos sociales y
mismo en partidos como el PSB, PSTU, en menor escala en el PC do B y lógicamente
en el PT. Aunque el
partido del gobierno siga teniendo apoyo de masas, sobre todo
electoral, hay un espacio a la izquierda claro, un espacio abierto
para el movimiento por un nuevo partido. Finalmente, cuenta a favor de
los socialistas el escenario de ofensiva de las luchas de los
trabajadores de América Latina, en particular en países como
Bolivia, Argentina, en menor medida Venezuela, y la crisis de los
modelos capitalistas de ajuste. Aunque Brasil sea el eslabón más
fuerte de esta cadena, sus amarras están ligadas a las amarras de los
pueblos que se están
irguiendo para destrozarlas.
Este año,
entonces, la mayor exigencia será el inicio de la construcción del
nuevo partido de oposición socialista al gobierno Lula. La constitución
del movimiento, sus primeros debates programáticos, la consolidación
de su coordinación nacional y de las coordinaciones estaduales, la
busqueda de la legalidad, la inserción en las luchas, la construcción
de núcleos de base, la preparación de las elecciones de 2006,
momento de primera prueba de la fuerza de una oposición de izquierda
al gobierno Lula.
Será una
batalla difícil, llena de obstáculos. Los primeros de ellos serán
las pesadas exigencias legales impuestas para formar un partido,
sumado a las dificultades de las movilizaciones sociales, cuyas
direcciones tradicionales están en su mayoría cooptadas por el
gobierno. La reunión del día 19 de enero en Río de Janeiro - así
como las primeras plenarias de Río de Janeiro, Sao Paulo, Porto
Alegre, la reunión nacional de los servidores públicos del
movimiento por el nuevo partido – mostraron la representatividad del
movimiento y las posibilidades abiertas para un trabajo de confluencia
y reagrupación de los socialistas ante la quiebra del PT.
El movimiento
por el nuevo partido tiene un valor estratégico y de su éxito
depende la viabilidad de la construcción de un partido de los
trabajadores anticapitalista, antiimperialista y revolucionario con
influencia de masas en los próximos años. Los trabajadores más
avanzados pueden ser base activa de esta construcción. Importantes
dirigentes sindicales (Andes, UNAFISCO, FENASPS, FASUBRA, CPERS, etc)
intelectuales y dirigentes políticos como Carlos Nelson Coutinho,
Milton Temer, Leandro Konder – además de las corrientes organizadas
y lógicamente los parlamentarios radicales (Heloísa Helena, Luciana
Genro, Babá, João Fontes) - todos representativos de una franja
importante de la vanguardia, ya asumieron este desafío. Intelectuales
paulistas como Chico Oliveira, Paulo Arantes, Ricardo Antunes, Roberto
Romano, Leda Paulani también están aportando mucho.
Con este
texto queremos evaluar la situación nacional y presentar sugerencias,
propuestas y reflexiones para la elaboración colectiva de todos
aquellos empeñados en la construcción de esta nueva herramienta.
Elaboración colectiva imprescindible para transformar en fuerza
material nuestro proyecto político. Así, esperamos un fluido
intercambio de ideas con nuestros compañeros de este desafío común.
Hay muchas cuestiones abiertas, muchas preguntas sin respuesta y hasta
ausencia de preguntas. Estamos seguros, sin embargo, de la necesidad
de construir una oposición de izquierda al gobierno Lula que luche
por la influencia de masas y tenga capacidad de presentar una salida
socialista para la crisis del país. Seguros, además, de la
perspectiva de continuidad del estancamiento crónico de la economía,
transformada en su condición normal. En cuanto a la crisis
social, es lógico que tendremos un agravamiento. Los conflictos de
clases de una forma u otra se irán expresando. Las experiencias de
las masas con el gobierno también intensificarán la erosión de la
base social del PT. En este cuadro, nuestra orientación y política
buscan desarrollar las tendencias que favorezcan el camino de la
organización y de la movilización directa de las clases
trabajadoras, su confianza en sí misma y en su porvenir.
1) América
Latina marcada por el ascenso del movimiento de masas
Brasil es un
país continental, y, por tanto, tiene características muy específicas
en el interior de América Latina. Al ser casi otro continente su
ligazón con el resto de los países de América Latina es más
mediada, más desigual, aunque sea un grave error no ver la combinación
y los puntos en común. Hay un proceso general, una totalidad
continental en el cual todas las partes están integradas, combinadas
de modo desigual. Brasil está inserto en una “situación de crisis
continental”, como señalan Charles-André Udry y Ernesto Herrera en
su documento “Crisis Continental y Alternativas Radicales” (ver
Correspondencia de Prensa, Dossier Nº 5, febrero 2004) en el cual
encontramos preciosos aportes para analizar la situación del
continente e insertar Brasil en este contexto.
Queremos aquí destacar los aspectos más decisivos de la
situación latinoamericana, exhaustivamente descrita en el texto
mencionado, para poder establecer como esa situación se manifiesta en
nuestro país, las relaciones que se establecen entre una y otra,
llevando en cuenta las desigualdades y peculiaridades de la misma de
las que ya hablamos.
a)
Una
nueva situación continental
La insurrección
boliviana, de septiembre/octubre que puso fin al gobierno pro-yanqui
de Losada, fue hasta el momento el punto más alto de un proceso de
ascenso de la lucha de clases que viene enfrentando a los gobiernos
neoliberales amarrados en su política al imperialismo yanqui. Antes
fueron derribados los presidentes de Ecuador, Perú y Argentina, también
por movilizaciones revolucionarias e insurrecciones. Todo eso debe ser
sumado a la insurrección venezolana que repuso a Hugo Chávez en el
poder.
Si la primera
rebelión indígena en Ecuador a fines de los años 90 puede ser
considerada como un punto de partida, el argentinazo de fines de 2001
aceleró claramente esta situación continental. Luego, el mismo se
dio la derrota del golpe imperialista en Venezuela y la revolución
boliviana, donde la insurrección indígena, campesina y popular que
derribó el gobierno de Losada y colocó de forma clara, para las
masas, la cuestión del poder.
Éstos han
sido los hechos más notables de un continente atravesado por luchas,
como la huelga general de Santo Domingo, las batallas contra las
privatizaciones en Perú, en Paraguay, la huelga de la Salud en
Salvador, las movilizaciones de Panamá, entre otras.
Estas luchas
son un elemento esencial de una situación continental en la cual se
combinan la intensificación de la lucha de clases y la intensificación
de la crisis económica social y política.
El ascenso de
la lucha de clases tiene una amplia variedad de sectores
(trabajadores, obreros, campesinos, indígenas y sectores populares
urbanos) y una multiplicidad de formas de lucha. Las reivindicaciones
de los diferentes sectores se enlazan en una lucha de carácter
antiimperialista como respuesta a una expoliación que afecta la gran
mayoría de la población. Adquiere también un carácter radical
democrático, de enfrentamiento contra esos gobiernos sostenidos en
regímenes de una “democracia restringida apenas de los ricos y
corruptos”.
Conjuntamente,
hay un avance de la conciencia antiimperialista en amplios
sectores sociales que viven y sienten en carne propia la política
imperialista. Y esto ocurre al mismo tiempo en el que se viene
forjando -especialmente en Europa- un importante movimiento contra la
guerra de Irak, cuando es visible para las masas que los pretextos de
las armas de destrucción en masa utilizados por Bush y sus socios
para su guerra de conquista fueron mentirosos. Y en momentos en que su
política en Irak se encuentra empantanada como consecuencia de la
gran resistencia del pueblo iraquí.
b) La política
del imperialismo
El otro polo
de la situación latinoamericana es la política del imperialismo
yanqui, ampliamente hegemónico en el continente. Su crisis económica
lo obliga a sostener su dominación dando continuidad a los planes de
expoliación económica, llevando adelante una política de contra
reformas permanentes que no hace otra cosa que agravar la crisis, al
aumentar la expoliación y consecuentemente el empobrecimiento de los
países y la miseria creciente de amplios sectores de masas.
Imposibilitado de llevar adelante una política que amortigüe la
pobreza creciente, mina sus bases de dominación y las de sus aliados
locales y echa leña en el fuego de la resistencia de las masas.
Lo
qué se ha llamado crisis del modelo neoliberal, es en la realidad una
crisis estructural de cada uno de los países. No solo hay una
crisis económica, sino también una crisis general de los Estados por
su desmantelamiento, la pérdida de sus mínimas funciones sociales,
la corrupción indiscriminada, etc.
Esta crisis es también de los regímenes políticos que
se volvieron débiles y desestabilizados como consecuencia del
desgaste y desprestigio que sufren los viejos partidos tradicionales
que pierden su base social al convertirse en apéndice de las políticas
del imperialismo. Es lógico que en este terreno tenemos
desigualdades, como es el caso de Brasil.
En este
cuadro, para mantener su dominación, el imperialismo tiene diferentes
políticas o tácticas dentro de una estrategia contra-revolucionaria
que no es otra sino derrotar el proceso de ascenso de la lucha de
clases en curso en el continente. Una de ellas es la política de una
confrontación más directa como en el caso del apoyo al
golpismo en Venezuela y en Haití. Otra es canalizar la lucha de
clases mediante gobiernos como lo de Lula en Brasil o Kirchner
en la Argentina. Esto significa utilizar o apoyar gobiernos que por
ahora tiene respaldo de masas gracias a su viejo prestigio (Lula) o su
nuevo discurso de limpieza del régimen (Kirchner). Pero esto en el
marco de que el imperialismo está aumentando su presencia militar con
el objetivo de montar una política contra-insurgente que ya se
expresa en el Plan Colombia, proceso que tendrá nuevas expresiones en
la medida en la que las luchas se profundicen.
La política
que los nuevos gobiernos están aplicando, Lula en Brasil, Gutierrez
en Ecuador, Kirchner en la Argentina, expresan que no hay alternativa
al modelo neoliberal dentro del marco de la subordinación a los
intereses del capital internacional y sin romper con la burguesía,
clase incapaz de llevar adelante una política independiente. Si por
un lado esto va a llevar la crisis de estos gobiernos, por el otro, va
colocando la cuestión del poder y la necesidad de la construcción de
una alternativa de masas que dé una respuesta a las necesidades
urgentes de las mismas mediante la independencia del país y medidas
anticapitalistas. Eso fue colocado objetivamente en la Argentina, en
Venezuela, en Ecuador y en Bolivia. En Brasil nuevamente encontramos
una situación más mediada, en particular por el papel del PT y de
las elecciones como el canal escogido por las masas como principal
mecanismo del cambio político.
c) Crisis
económica generalizada
Dentro de una
situación que, en el conjunto, tiene
importantes desigualdades, podemos decir que la crisis económica
y social es altamente generalizada, existiendo en todos los países de
una forma más o menos aguda. Éste es denominador común más
evidente del continente. Esto es así porque la política de saqueo,
de dependencia y neocolonización del imperialismo no respeta países
y fronteras. Es una crisis estructural que no se puede superar y que
abarca todos los países y alcanza también de forma brutal Brasil
como veremos en los próximos capítulos, sin ninguna posibilidad de
ser revertida veía planes asistenciales.
d)
Desigualdades y combinaciones
El ascenso de
la lucha de clases no es el mismo. Los países más sacudidos
por la movilización son: al norte Venezuela, donde se da una
polarización aguda entre el chavismo de un lado y el Imperialismo y
la oposición patronal de otro. Colombia, donde el régimen - con la
ayuda del imperialismo - no ha conseguido derrotar la guerrilla que se
sigue fortaleciendo. Al sur tenemos la
Argentina y Bolivia, en particular este país donde están las
mayores condiciones para un nuevo levante insurreccional. Brasil y
Chile han tenido importantes luchas, sin embargo visto de conjunto son
los países donde la movilización ha sido menos aguda.
Tampoco es
igual a la situación de gobernabilidad de los regímenes. En
este sentido los más estables parecen ser también Chile y Brasil. En
Chile la burguesía y el imperialismo consiguieron una transición
tipo la española en el fin del franquismo, asegurando el gobierno de
coalición que no sufrió aún grandes embates de la lucha de clases.
Por su parte,
en Brasil el PT ha asegurado una transición entre un gobierno y otro
conquistando una amplia base parlamentaria gracias a la aplicación de
la misma política económica. Sin embargo, si hay algo que comprueba
que Brasil no es una isla ajena a la situación continental, es la
crisis política abierta por el episodio Waldomiro Diniz, el primer
hecho que ha debilitado al gobierno y que lo muestra como un gobierno
burgués normal, con los problemas comunes de estos gobiernos.
Es importante
tener en cuenta estas desigualdades, sin perder de vista que acontecen
como parte de una situación global donde ningún país está
aislado. Antes de nada, porque todos los países están bajo el mismo
enfrentamiento con el imperialismo, su política de re-colonización y
sus instrumentos concretos como la ALCA y el Plan Colombia. Esto
significa que cada vez es más probable que haya una mayor interacción
de país para país y una integración de los procesos que ocurren.
La historia de
la lucha de clases de América Latina fue marcada por procesos
continentales, como la etapa de la revolución cubana, el ciclo de los
golpes abiertos por el brasileño en 1964 – antes aún por la
ocupación de la República Dominicana – después el ascenso de
1968, abierto con la
insurrección estudiantil mejicana y el cordobazo, que se extendió
por casi todo el América Latina. Salvando las distancias, estamos
ahora delante de un proceso análogo, en el que Brasil no se quedará
afuera y será influenciado por nuevos hechos de la lucha de clases
como los de la Argentina y Bolivia.
La victoria
electoral de direcciones y organizaciones políticas vinculadas con el
movimiento de masas fue otro reciente proceso común. Venimos de la
victoria de Lula en Brasil, Gutierrez en Ecuador y antes de ellos el
triunfo de Chávez en Venezuela. Kirchner de la Argentina agarró la
misma ola y probablemente veremos la victoria de la “Frente
Amplio” en Uruguay y de Evo Morales en Bolivia. Tal proceso abrió
la hipótesis de que los gobiernos expresasen un enfrentamiento mayor
con el imperialismo, siguiendo aunque sea de lejos el paso dado por Chávez.
Sin embargo, salvo los roces de Argentina que son muy
coyunturales, el camino seguido fue el opuesto. Chávez y Fidel Castro
son los únicos que expresan un enfrentamiento claro con el
imperialismo.
e) Las
diferencias de Chávez
Hugo Chávez
gobierna un estado burgués y, por tanto, sigue siendo un gobierno
dentro del marco de ese Estado, sin haber resuelto en nada la brutal
crisis social del país, una crisis que se agrava día a día.
Entonces, en este sentido ha sido como Lula, Gutierrez y Kirchner, sin
embargo con tres diferencias fundamentales: a) Chávez tiene una política
relativamente independiente del imperialismo; b) está en confrontación
con la burguesía de su país; c) se sostiene en un régimen político
distinto y apoyado en la movilización de masas.
En Venezuela
hubo un cambio de régimen político. La Asamblea Constituyente fue el
resultado de un prolongado proceso de ascenso de la lucha de clases
que debilitó extremadamente los partidos tradicionales. La polarización
provocada por el golpe aumentó los antagonismos de la burguesía con
el gobierno de Chávez. Éste se sostiene esencialmente en la
institución del Ejército -
depurado y radicalizado como consecuencia de esa misma polarización -
y en la radicalización y movilización de un gran sector del pueblo,
los más pobres de la población. Su proyecto de relativa
independencia se apoya esencialmente en la nacionalización del petróleo
gracias al control de la PDVSA ( empresa de petróleo), que fue uno de
los grandes conflictos con la burguesía y el imperialismo.
Lula es un
gobierno de continuidad casi total dentro del mismo régimen, a punto
tal que su base de apoyo incluye el PMDB, que hacía parte del
gobierno anterior. Kirchner, por haber sido electo después del
argentinazo, está obligado a cabalgar una situación de ascenso que
quebró los partidos tradicionales. Y por eso, se ha visto obligado a
hacer algunas operaciones de cambios en instituciones del régimen,
como el ejército y la justicia,
para poder mantener la gobernabilidad del país.
La política
internacional de Chávez es progresiva. Es antiimperialista ya
que defiende de forma bastante consecuente una integración
latinoamericana diferente y por eso podemos hacer unidad de acción no
solo en la defensa de su gobierno ante los ataques de la derecha y del
imperialismo, como también de su política de integración
Latinoamericana (Fue el único gobernante a votar contra la Alca en la
reunión de Monterrey)
Kirchner como
consecuencia de la situación Argentina está a la izquierda de Lula.
Está renegociando la deuda externa con las instituciones privadas
desde una posición de dejar de pagar 75% de la deuda, lo que ha
llevado a roces con el imperialismo.
Lula, como
fiel representante de la burguesía brasileña, que es
tradicionalmente a más ligada a EEUU en América del Sur, se postula
como el interlocutor de América Latina con el imperialismo. La
burguesía brasileña trata de hacer contemporizaciones, siendo el ala
derecha de contención de este proceso con el objetivo de sacar
provecho propio en la relación con el imperialismo norteamericano. La
prueba más importante es que no apoya Kirchner en su negociación
para dejar de pagar 75% de la deuda externa.
f) La
desgeneración de las direcciones tradicionales
La política
del PT de conciliación con la burguesía y el imperialismo es la máxima
expresión del proceso de institucionalización de los partidos
que se agrupaban en el Foro de São Paulo. La social-democratización
absoluta y crisis del PT es también la crisis del PRD de México, del
sandinismo en Nicaragua, de la M 19 de Colombia, que acabaron
capitulando para la burguesía y asimilándose a la gestión del
estado burgués.
Esta nueva
situación abre un espacio a la izquierda que ha colocado como tarea
presente y concreta la construcción de alternativas radicales o de
nuevos partidos/movimentos socialistas de influencia de masas.
Movimientos que en medio a la crisis y la radicalización adquieren un
carácter de transición, esto es, mismo sin tener un programa
revolucionario acabado son anticapitalistas por las medidas que
proponen y por sus acciones, en las cuales los revolucionarios tienen
una influencia substancial en su construcción. Por ahora solo hay
embriones de ese proceso.
Vale decir que
hay condiciones de construir alternativas políticas que defiendan
reivindicaciones y planes de urgencia que contengan medidas
objetivamente anticapitalistas con influencia de masas. Formados y o
apoyados en los movimientos sociales, en las luchas independientes y
que puedan transformarse estratégicamente en una alternativa de poder
creíble para las masas.
Como parte de
este proceso general latinoamericano encaramos la construcción del
nuevo partido en Brasil. Un nuevo partido que estará íntimamente
relacionado a esta situación latinoamericana y a la construcción de
sus alternativas radicales, como a la lucha contra el ALCA, la defensa
de Venezuela, el apoyo a las medidas progresivas que propone Chávez.
La construcción del movimiento por el nuevo partido es parte de este
proceso general que vive América Latina, en una estrecha relación
con la misma. No se puede avanzar en Brasil y con el nuevo Partido sin
tener en cuenta la lucha de la COB y de los campesinos de Bolivia y
los piqueteros de la Argentina, por ejemplo. Así como también las
posibilidades y el futuro de América Latina están ligados al proceso
brasileño. Veamos entonces más de cerca el cuadro nacional, sin
diluir las particularidades en lo general, pero sin perder de vista la
perspectiva y el panorama general. Bajemos, por tanto, la discusión a
Brasil.
2) El carácter
del gobierno Lula: un gobierno social-liberal
a) El año
2003 no fue en vano
En una breve
pasada de ojos por el año 2003 constatamos que en el primer año del
gobierno Lula el Producto Interno Bruto retrocedió. La crisis social
continuó aumentando. El desempleo no paró de crecer. En SP ya son más
de dos millones de hombres y mujeres sin trabajo, casi 20% de la
población económicamente activa. La agigantada cola de millares de
desempleados, por horas en el intenso calor carioca esperando una
ficha para prestar concurso de recolectores de residuos, con la policía
reprimiendo para imponer algún orden en el caos instalado, fue una
entre tantas expresiones de esta tragedia social en 2003. La renta de
los trabajadores cayó más del 10%. Los salarios están más bajos y
los pequeños reajustes alcanzados por algunas categorías
profesionales fueron en general resultados de huelgas económicas. La
violencia urbana provocó tantas muertes como las terribles guerras
civiles del planeta.
La reforma
agraria, tan propalada, mismo con un ministro de la llamada izquierda
petista, no salió del papel. Solo 13 mil
familias fueron asentadas - cuando el gobierno prometía 100 mil en el
primer año de mandato - y en el campo siguió la represión y el
crecimiento de las brigadas paramilitares del latifundio, con más de
60 asesinatos de trabajadores rurales, una cifra superior a de 2002,
último año de Fernando Henrique. Líderes sin tierra, como
Mineirinho, Diolinda y José Rainha se quedaron meses encarcelados. El
plan de combate a él hambre, el tan alardeado Hambre Cero, existió
como marca publicitaria, y casi nada se hizo para aminorar
efectivamente este azote. Finalmente, las
inversiones del Estado en infraestructura, escuelas, hospitales,
habitación, energía, carreteras, puertos, fueron tremendamente
bajos, comprometiendo la capacidad productiva futura del país y
empeorando los ya insuficientes servicios públicos. Ésta es una cara
del balance.
Por
otro lado, el superávit fiscal fue mayor que el acordado con el Fondo
Monetario. Los grandes bancos aumentaron sus ganancias. El Bradesco,
por ejemplo, tuvo un logro record de 2,3 mil millones de reales, un
crecimiento del 14% sobre 2002. Los rentables títulos del gobierno
explican esta bonanza del sistema financiero. Los intereses se
mantuvieron entre los más altos del mundo. Los gastos del sector público
con el pago de los intereses de la deuda alcanzaron al fin del primer
año del gobierno Lula 145,2 mil millones de reales, lo que
corresponde a 9,49% del PIB. Dos meses de pago de los intereses
equivalen al gasto anual con el Sistema Único de Salud. Diez días de
intereses superan los dineros anuales del Programa Bolsa-Familia. Una
montaña de recursos drenados para el casino financiero, superior
incluso a 2002, cuando los intereses pagados fueron de 114 mil
millones de reales, o 8,47% del PIB. A la vez, el endeudamiento
externo se profundiza y es visto por el gobierno y los medios de
comunicación como señal de progreso. Ya en éstas primeras semanas
de 2004 más de 2 mil millones de reales en empréstitos fueron contraídos,
aumentando la dependencia externa. La seguridad pública por su parte
siguió en los marcos de la política del Departamento de Estado de
EEUU. Las reformas aprobadas, en especial la previdenciaria, (sistema
de jubilaciones) fueron las mismas que FHC no logró aprobar en sus
dos mandatos y que eran necesarias para la continuidad de su política.
Por todo eso no es exageración decir que un año de gobierno del PT
completó nueve años de gobierno FHC.
No
está demás recordar que la victoria electoral petista solamente fue
posible por la crisis del modelo neoliberal. Su proyecto de conciliación
de clases y desarrollo industrial burgués acabó recibiendo el apoyo
de una parcela de la burguesía por prevención política, para evitar
un conflicto de clases más intenso y por confianza de que no habría
políticas de ruptura con la clase dominante. El resultado de esta
alianza ha sido un cambio cualitativo e irreversible del PT. De manos
dadas con el capital burgués industrial el gobierno Lula acabó
abrazado por el capital financiero con lo cual el capital industrial
está indisolublemente
imbricado. De más o menos opositor a los
planos neoliberales, cumpliendo en esta medida un papel aún
progresivo en algunas situaciones, hasta el inicio de la campaña
electoral presidencial, el PT en el gobierno pasó a cumplir un papel
reaccionario, de gestor del Estado Burgués a servicio de la burguesía
y ejecutor fiel del recetario neoliberal reciclado y del FMI. Ahora,
con la revelación de los escándalos involucrando el principal asesor
del todo poderoso ministro José Dirceu, se pone público incluso la
continuidad de la corrupción como marca del régimen político
sostenido actualmente por el PT.
El
movimiento de masas acompañó este proceso. Una parte mayoritaria
sigue haciendo fuerza para que el gobierno tenga éxito, nutre
esperanzas en Lula. Al mismo tiempo, crece la sensación de que el PT
es un partido igual a los otros y de que Lula pasó para el otro lado
en la medida en la que asumió el poder. Todo eso en apenas un año de
gobierno. Con certeza el año de 2003 no pasó en vano. Las masas están
haciendo una experiencia con el PT que vale por muchos años. Tamaña
experiencia acumulada aún ésta siendo procesada. La población, la
clase trabajadora, la juventud, todos van sacando conclusiones,
con la cabeza abierta, sin saber para adonde hay que ir, pero con la
certeza de que no se quiere que todo continúe como está.
b)
Un giro anunciado en la campaña electoral
En
la campaña electoral, con la carta al pueblo brasileño y en el aval
al acuerdo con el FMI, la dirección del PT dejó claro que su unidad
con la burguesía y con la banca trabaría el despegue para un nuevo
modelo o para una orientación antiimperialista. Sus acuerdos políticos
con la burguesía, primero con el PL, luego enseguida con el PMDB de
José Sarney, confirmaron esta imposibilidad, para la cual la reforma
ministerial actual, con la entrada de todo el PMDB en el gobierno, no
trae ninguna novedad y apenas es su consecuencia lógica, aunque tal
coalición represente un choque más para quien mantenga la identidad
con la cultura petista histórica.
Fue
entonces en la campaña electoral cuando consolidamos la caracterización
más general que veníamos adoptando desde 2000 acerca de un eventual
gobierno del PT: “como estamos en el terreno de las hipótesis,
podemos decir que el carácter reformista de la dirección petista nos
lleva a prever una capitulación de un eventual gobierno del partido a
las presiones del capital financiero” (Documento del MES –
diciembre de 2000) Con esta capitulación totalmente confirmada
incluso el proyecto petista de desarrollo industrial burgués empieza
a quedar comprometido.
En
el inicio de 2003, en marzo, definimos de modo más categórico: el
gobierno Lula no solo como un gobierno burgués, sino también como
agente del imperialismo. Cualitativamente diferente, por tanto, de Chávez
o de Allende y al mismo gobierno de Goulart, Vargas o de Perón. Desde
entonces asumimos el proyecto de impulsar la ruptura del PT.
c)
La unidad con la burguesía y la debilidad estructural
El
poder del Estado lógicamente no sufrió ningún cambio con la ascensión
del gobierno petista. Tampoco el régimen político fue alterado. En
ese particular el MES incorporó las evaluaciones presentadas por el
compañero Pedro Fuentes: “no hay fracturas ni modificaciones
importantes en las instituciones del régimen. Ésa es una diferencia
importante con el gobierno de Chávez, que ascendió como consecuencia
de un prolongado período de ascenso revolucionario de masas que
liquidó los viejos partidos tradicionales, desde el cual fue
realizada una reforma política progresiva del régimen. En Brasil, al
contrario, prima la continuidad del régimen a punto tal que el PT está
sujeto a las alianzas con partidos burgueses para lograr mayoría
parlamentaria y al acuerdo con los gobiernos estaduales, dominados por
los partidos burgueses. Este régimen político es lo que también
condiciona el PT a una alianza con los partidos burgueses para
gobernar el país y pone sus límites institucionales a la política
del PT en la medida en la que el partido quiere preservar este régimen
o por lo menos no osa desafiarlo”. (Documento Nacional del MES
de marzo de 2003).
Vale
decir que la mayoría conquistada ha sido utilizada no para aprobar
los cambios prometidos históricamente por el PT, sino para aprobar lo
que FHC no consiguió. Instituciones del imperialismo y sus
publicaciones presentaron innumerables veces el gobierno Lula como
ejemplo. Alabanzas no faltaron del FMI, del Tesoro norteamericano, del
Financial Times. Con este aval y el apoyo de la mayoría de la clase
dominante nacional, la base del gobierno en el Congreso llega hoy a
casi 80% de los parlamentarios. Pasó a contar con el apoyo de 11 de
los 15 partidos con representación parlamentaria. Por la izquierda,
la oposición se restringe a los parlamentarios radicales, algunos del
PDT y los circunstanciales y minoritarios desprendimientos de otros
partidos, del PC do B y de la llamada izquierda del PT, generalmente
acomodada. Por la derecha, tanto el PFL cuanto el PSDB disminuyeron su
peso numérico en el Congreso. El PSDB perdió 12 diputados y el PFL
perdió 9. La oposición de ellos es tibia, cruzada aún por el pacto
de gobernabilidad,
por el ajuste hecho entre el gobierno federal y los gobernadores
estaduales, parte importante de ellos del PSDB y del PFL. No se puede
olvidar, tampoco, los cuatro diputados perdidos por el PDT debido a
los ataques de Brizola al gobierno.
Por este apoyo
burgués al gobierno, combinado con el pacto de los gobernadores y la
cooptación de las direcciones de los movimientos sociales,
particularmente de la CUT, UNE, UBES y, en menor medida del MST y de
la CPT, no faltan análisis impresionistas comparando el proyecto del
PT con el PRI mejicano, una nueva versión
de los 20 años de poder defendido por Sérgio Motta para los tucanos.
(Se llama así al PSDB, partido del ex presidente Cardozo)
Esta
fuerza creciente en el parlamento, aunque garantice una estabilidad
política coyuntural, expresará a una entre las muchas señales
cambiadas entre el parlamento y las calles. El inicio de la caída del
PMDB fue en el momento en el que el PMDB más engulló
apoyo electoral y parlamentario en las elecciones de 1986. Con
las esperanzas depositadas en el Plan Cruzado y en las figuras públicas
burguesas promocionadas durante la campaña de las directas ya, la
clase trabajadora fue entusiasta del PMDB, convertido enseguida en el
partido del poder. Desde entonces, con la implementación de su política
a servicio de las clases dominantes, la esperanza fue dando lugar el
chasco y al abandono. El PMDB no tiene ni sombra de lo que fue para
las masas trabajadores en la década de 80. El PT seguirá el mismo
camino. Puede ganar elecciones, elegir diputados, alcaldes,
gobernadores, etc, pero está de espalda para el futuro; perderá su
base social histórica, razón de su tendencia a su debilitamiento
estructural.
Finalmente,
la corrupción continúa como parte estructural del régimen político
y se reproduce en el gobierno petista. La revelación de los casos
envolviendo los principales asesores de los máximos líderes del PT
compromete aún más el gobierno con el conjunto de la burguesía, en
una red de complicidad y defensa mutua de que nada sea investigado y
mucho menos punido “duela a quien duela”. La continuidad de la república
de la “demopropina”, sin embargo, representa la certeza de la
debilidad de este proyecto, por lo menos en lo que dice respeto su
capacidad de ganar apoyo
de masas sostenido durante muchos años. Probablemente no sea una caída
tan acelerada como la del PMDB, pero con certeza no permitirá ni aun
la realización petista de los 20 años deseado por los tucanos.
d)
Ni siquiera se trata de un gobierno de frente popular
Para
evaluar las características y la dinámica del gobierno y del PT es
fundamental partir de la propia victoria de Lula. La misma fue
consecuencia de la combinación de dos factores: a) la crisis del plan
neoliberal, la oposición social al mismo y la identificación del PT
con esta oposición y sentimiento de cambios; b) al acuerdo del
partido con sectores de la burguesía dispuestos a respaldar un
gobierno petista, consciente de que no sería un gobierno de ruptura.
Así, Lula vence las elecciones en alianza con un sector burgués y
sin ascenso de las luchas de masas.
Con
la victoria y sus ya reiteradas demostraciones de fidelidad a los
intereses de la burguesía, el gobierno pasa a contar con el apoyo de
la mayoría de la clase dominante. Lejos, por tanto, de una situación
revolucionaria, el gobierno Lula presenta características muy
diferentes de la Frente Popular francesa de 1936, analizada por
Trotsky. En este caso, la burguesía estaba sumamente débil y
dividida, consecuencia de la crisis económica, del ascenso de masas y
de la existencia de poderosas organizaciones obreras que llegaron al
poder en conjunto con una fracción de la clase dominante, como
recurso extremo del Estado burgués. Trotsky llamó a estos gobiernos
de último recurso de la burguesía que abrían una revolución obrera
o una contrarrevolución burguesa. El gobierno de Salvador Allende, en
Chile, y de Chávez, en Venezuela, pueden ser encasillados en esta
definición, aunque en estos casos sean en países atrasados; lo que
puede dar un carácter contradictorio al gobierno, reaccionario cuando
ataca los trabajadores y progresivo cuando enfrenta el imperialismo.
Encuadrar a Lula en cualquiera de estas categorías es mucho más
relativo.
En
general nos inclinamos a definirlo como un gobierno de mayor
estabilidad – comparado con los casos anteriores citados – como
eran considerados los gobiernos de este tipo por la III Internacional
dirigida por Lenin y por ella denominados como gobiernos
obrero-burgueses u obreros liberales. Una definición más reciente y
más precisa nos parece ser la de social-liberal. En esta definición
también tiene mucha importancia el brillante aporte de Chico
Oliveira, según lo cual el PT es un hermano del PSDB, ambos partidos
interesados en utilizar los fondos públicos para la acumulación
capitalista, transformando sus dirigentes en gestores de estos fondos
y enriqueciendo con su asociación a los capitales privados.
e)
No hay política externa progresiva
Como
hemos afirmado en el primer capítulo sobre la situación de América
Latina, también no vemos que el gobierno Lula tenga un carácter
contradictorio, con algún aspecto progresivo en la relación con el
imperialismo. Actúa bajo medida de los intereses comerciales del
capital exportador brasileño. En este marco negocia el ALCA light y
los tratados comerciales y políticos. En el escenario regional se
presenta como estabilizador político, intervenido en Venezuela para
contener la resistencia antiimperialista y en Bolivia para congelar y
desviar la insurrección. Está lejos de asumir el discurso
bolivariano y de desarrollar una política contra la agresión a Cuba
y contra el Plan Colombia.
Tampoco
se visualiza la perspectiva de un modelo desarrollista capaz de
promover un fuerte desarrollo industrial. La etapa desarrollista autárquica,
de producción para el mercado interno, de Vargas y Perón de las décadas
de 30/40/50, ocurrió en circunstancias absolutamente diferentes,
cuando el proceso de globalización no había comenzado y se estaba en
un período muy marcado por la guerra mundial, quiere decir, en medio
a un desplazamiento del poder imperialista. Hoy el avance de la
globalización es innegable y mismo con evidentes crisis inter-imperialistas
estamos lejos de tamaño desplazamiento de fuerzas del período de la
segunda guerra. Los países imperialistas están asociados en el interés
común de profundizar la expoliación del continente, con España,
Francia, Alemania, defendiendo en Brasil sus intereses, los de sus
multinacionales, exactamente como hace EEUU. Es mistificación
reaccionaria, por tanto, creer que en las relaciones con Europa se
puede encontrar un camino alternativo al dominio de EEUU.
Aún
así, el gobierno Lula no dejará de reflejar, por lo menos
parcialmente, algunas de las contradicciones existentes entre Brasil,
como país dependiente, y EEUU y el imperialismo en general, porque
tal contradicción también se refleja en las clases dominantes
nacionales en la medida en la que algunas de sus fracciones se asocian
a los intereses del desarrollo económico nacional, del mercado
interno brasileño, o al menos en la busca de espacio en el mercado
mundial y en la división mundial del trabajo. Pero ocurre que la
burguesía brasileña – y el gobierno Lula como su representante político
actual – está más asociada a los intereses del imperialismo, a la
estabilidad política del sistema mundial, que a cualquier interés
nacional. Su dependencia de la tecnología mundial, de los capitales
externos, su asociación empresarial con las multinacionales, el tipo
de inserción anhelada en el mercado mundial – como exportadora de
commodities – y, sobretodo, el temor delante de la movilización de
masas hace la burguesía brasileña, aunque con contradicciones y
eventuales choques parciales - como ocurrió durante el gobierno de
Sarney – situarse no apenas como enemiga de las conquistas económicas
y sociales del pueblo trabajador, sino de cualquier lucha seria por la
independencia nacional y la integración latinoamericana. Y el
gobierno Lula está situado en ese mismo lugar.
Entonces,
al contrario de lo que muchos sostenían – y hasta Palloci afirmaba
en el inicio – no hay período de transición después del cual el
país iría para un nuevo curso de independencia y de cambio del
modelo económico. La llamada izquierda del PT, sin embargo, se quedó
durante meses batiendo en esta tecla. Ahora son pocos los que utilizan
éste argumento desacreditado para defender la manutención del apoyo
al gobierno. La última escena vergonzosa de una parte importante de
esta “izquierda” fue el respaldo dado al ministro José Dirceu,
cuyo asesor principal hacía de puente – según las grabaciones
reveladas por la revista Época- con los banqueros del juego del juego
clandestino de apuestas - que tienen vínculos con el crimen
organizado con el objetivo de recaudar fondos de las campañas
electorales petistas del Distrito Federal y de Rio de Janeiro.
f)
El cambio de clase del PT
Es
sabido que el cambio cualitativo del PT no fue un rayo en cielo azul.
En el MES hemos trabajado con las caracterizaciones presentadas en el
libro “Una visión por la izquierda” del compañero Roberto
Robaina. Citamos aquí los tres elementos sociales explicativos de la
integración del PT en el régimen burgués: “La existencia de un
régimen político basado en las elecciones y la real acumulación del
partido en este terreno fortaleció la utilización de la disputa
institucional como eje total del PT. El partido ganó millares de
concejales, decenas de alcaldes, diputados, senadores, y después
gobernadores. Todos con una legión de cargos de confianza,
desarrollando una nueva camada social en el partido: la burocracia
estatal con lazos de empleos garantizados por los vínculos con los jefes. El salto en
este sentido se dio en 1988 con la conquista de los ayuntamientos. Una
fuerza social dando base para la idea de que se puede acumular fuerzas
constantemente, sin grandes enfrentamientos, sin choques, aproximando
cada vez más la dirección del partido de una franja de la clase
media interesada en la reducción de los conflictos de clase”
Una
segunda razón estructural estuvo presente desde el origen del PT: “la
existencia de una emergente aristocracia obrera, débil, pero aún sí
con un nivel de vida superior la mayor parte de los trabajadores,
dispuesta a prosperar junto con el desarrollo de las empresas,
asociando su suerte al progreso económico de las multinacionales aquí
instaladas. Una presión material para una línea de colaboración de
clases”.
Finalmente,
la tercera razón sociopolítica fue la ofensiva del neoliberalismo. “Además,
cuando el neoliberalismo alzó vuelo en Brasil, en el inicio de los años
90, se inició una fase de desindustrialización procesada de modo
combinado con inversiones de millones de dólares en las
privatizaciones, en las fusiones y parcialmente en el sector
productivo. Una parte de las direcciones sindicales vinculadas a la
dirección del partido, aunque minoritarias, pasaron a integrar la
dirección de los fondos de pensión de algunas empresas estatales,
instituciones de ahorro fundamentales en el proceso de acumulación de
capitales, transformándose en activos nuevos propietarios de las
empresas privatizadas, en asociación con grandes corporaciones
privadas nacionales y extranjeras”. ( Una visión por la
Izquierda, página 128 – Roberto Robaina – edición del MES, enero
de 2003). Meses después Chico Oliveira dio una explicación
brillante, totalmente clara de esta cuestión en su famoso artículo
“Ornitorrinco”.
Cuando
asumió el gobierno federal el PT dio el paso que faltaba para una
alteración de su naturaleza: de una fuerza con características aún
progresivas para una formación política reaccionaria. Un salto en su
integración en el régimen burgués. Pasó a ser el principal
ejecutor de los planes capitalistas. Realizando un gobierno de coalición
con la burguesía, un gobierno burgués, el PT vive el mismo proceso
experimentado por la social democracia europea, cuyos partidos obreros
oportunistas fueron transformados en partidos burgueses normales,
representación política directa de los intereses del imperialismo
europeo. En el caso de la social democracia su dirección tiene esta
naturaleza burguesa dentro o fuera del gobierno, con sus dirigentes
siendo parte del empresariado europeo. En el caso del PT el proceso
está en curso. Los dirigentes petistas se están incorporando al
“piso de arriba”, como parte de la clase dominante, por la ventana
de la utilización de la máquina estatal y de fondos públicos
diversos. Muchos planean salir del gobierno ya haciendo parte de la
burguesía directamente, como agentes económicos y no apenas políticos.
Con
estas características, el gobierno del PT irá perdiendo apoyo de
masas. Estamos lejos de prever la derrota de Lula en su evidente
proyecto de reelección. Al contrario. La cobardía de las
candidaturas burguesas tradicionales, las ilusiones de las masas, a
cooptación de la mayoría de las direcciones sindicales, el acuerdo
con las elites y el apoyo de los grande medios de comunicación, puede
conducir Lula al segundo mandato. Es temprano para decir que tal hipótesis
es probable y por el momento tales posibilidades no pasan de
conjeturas. Lo cierto es que las bases del PT irán rompiendo con el
partido, completando su transición de partido obrero oportunista para
un partido burgués, transición aún no completa aunque en curso muy
avanzado. Como siempre, la experiencia de las masas más fuerte para
el pueblo ha sido hecha vía el modelo y/o el plan económico
adoptado.
3)
Economía
estancada: una normalidad de la condición de dependencia
Como
correctamente apunta François Chesnais, la economía mundial se
encuentra en su fase de acumulación con predominancia financiera. Según
este marxista francés, “el régimen financierizado es una
“producción” de los países capitalistas avanzados, con Estados
Unidos y Reino Unido a la cabeza. Esto es indisoluble de las derrotas
sufridas por la clase obrera occidental como de la restauración
capitalista en la EX URSS y en las pretendidas “democracias
populares”. Él no es mundializado en el sentido en que englobaría
el conjunto de la economía mundial en una totalidad sistémica.
Inversamente, es efectivamente mundializado en el sentido en que su
funcionamiento exige, a punto de ser consubstancial con su existencia,
un grado bastante elevado de liberalización y desreglamentación no
solo de las finanzas, sino también de la inversión externa directa y
de los cambios comerciales. Ésas medidas no deben ser impuestas
solamente en los países donde este régimen de acumulación fue
implantado. Deben ser impuestas en todos los lugares” (página
52 – Una nueva fase del capitalismo – editora Cemarx).
Cabe añadir,
de acuerdo también con el pensamiento de Chesnais, que países como
Brasil no son beneficiarios en nada de este régimen, siendo apenas
financiadores de la acumulación capitalista en el centro del sistema.
Se trata de una inserción dependiente y subordinada a los intereses
del capitalismo mundial, dominado por el capital financiero. Desde
Collor la agenda dominante en Brasil ha sido la del llamado
Consenso de Washington, pautado por las privatizaciones y la
desreglamentación económica, financiera y comercial. Además del
ajuste salarial y de la flexibilización de las relaciones de trabajo,
en un esfuerzo permanente de extracción de plusvalía de los
trabajadores para dar bases materiales mínimas al creciente capital
ficticio de los países centrales, en particular EEUU. La crisis política
durante este período y enseguida la caída del gobierno atrasaron,
pero no alteraron la agenda neoliberal, continuada por Itamar Franco y
profundizada en los dos mandatos de FHC. El agotamiento de este mismo
modelo llevado a cabo con más fuerza en la Argentina de Menem y De La
Rua, indicaba una dinámica de agotamiento generalizado en América
Latina. La crisis del Plan Real en Brasil fue más una evidencia de
esta realidad.
Las
posibilidades electorales del PT y sus articulaciones con sectores de
la burguesía se montaron en este marco. Su campaña prometió una
tentativa de pacto desarrollista capaz de superar el modelo anterior y
permitir una acumulación capitalista menos subordinada y centrada en
un proyecto de industrialización más fuerte. Los lazos de las
finanzas con la industria y las relaciones de las burguesías
latinoamericanas con sus amos del norte, sin embargo, dan una vez más
su palabra final, mostrando la inviabilidad de un proyecto nacional
independiente – mismo burgués - sin ruptura con el imperialismo y
sus instituciones, como el FMI y el Banco Mundial. Ruptura ésta de la
cual la burguesía brasileña no quiere ni oír hablar.
La
aceptación del acuerdo con el FMI durante la campaña y enseguida el
nombramiento del ex presidente mundial del Banco de Boston, elector de
José Serra y electo diputado por el PSDB, el Sr Henrique Meirelles,
para la presidencia del Banco Central, con su jugosa jubilación de
700 mil dólares por año, fueron las primeras evidencias claras del
carácter reaccionario de la política económica que estaba por
venir. De esta vez, también según el Consenso de Washington II,
vendría dorada con las medidas compensatorias, todo empaquetado en un
demagógico discurso de combate a la pobreza.
Completado un año de gobierno, los resultados no dejan más márgenes
de duda.
a)
El
crecimiento de la deuda pública y de las deudas privadas de las
empresas
La retórica
de los cambios en la economía y en la sociedad se ha mantenido a lo
largo este año de gobierno, aunque ya prácticamente no se comente
casi la anteriormente anunciada transición para otro modelo. El
reclamo de la necesidad del crecimiento económico sí viene fortaleciéndose.
La fuerza relativa de la industria –muy superior a sus vecinos de
frontera– el crecimiento del agronegócio, la condición de país
poco dependiente de la importación del petróleo, la inexistencia
coyuntural de una recesión mundial y la propia expectativa generada
con la elección de Lula – con su promesa de un pacto desarrollista
-, son factores que empujan a favor de una política de Estado de
incentivo a la acumulación capitalista.
Sin
embargo, mismo esta presión por el crecimiento venida de la propia
clase dominante no ha provocado un cambio de política capaz de
transformar esta voluntad de la burguesía industrial en realidad
concreta. Desde antes de la pose el modelo del PT ha sido el de dar
continuidad para el ajuste del Estado promovido por el gobierno FHC.
Como en el período de los tucanos, el eje de la economía ha sido el
esfuerzo para dar solvencia al país con relación al pago de la deuda
pública en general y de la deuda externa en particular. Con los altos
intereses el gobierno ha alimentado la ruleta financiera y la entrada
de dólares capaces de garantizar el pago de los intereses de la deuda
externa, de las remesas de ganancias, dividendos y royalties. Ha
garantizado que los títulos públicos sean el más rentable negocio
de los capitalistas, de los bancos, de los fondos de pensión,
lucrando en la especulación sin el riesgo de la inversión
productiva.
El superávit
fiscal del gobierno, que excluye el pago de los intereses, fue el
mayor de la historia. Llegó a 66,12 mil millones de reales, el
equivalente a 4,3% del PIB, mayor, por tanto, de lo que el acordado
con el FMI, cuya meta era del 4,25% del PIB, o sea, 65 mil millones de
reales. Este esfuerzo fiscal, esta economía de recursos para el pago
de la deuda, fue la esencia de la política del gobierno para dar
confianza a los “mercados”, esto es, a los bancos y detentadores
de los títulos públicos. Las
inversiones estatales, entonces, fueron tremendamente modestas,
presupuestados en 13 mil millones de reales en el año de 2003, fueron
utilizados 6 mil millones. Obras en infraestructura, incentivo a la
producción vía pesquisas, gastos en general capaces de alimentar la
demanda efectiva fueron prácticamente inexistentes.
Como el
pago de intereses de la deuda pública alcanzó 145,2 mil millones de
reales, mismo con todo el superávit fiscal primario (sin contar el
pago de los intereses), el déficit nominal – de esta vez contando
los intereses - fue de 79 mil millones de reales en 2003, 5,16% del
PIB, según dados del Banco Central. Entonces, el mayor ajuste fiscal
de la historia no impidió uno de los mayores déficit nominales de la
historia. La última vez que el déficit nominal había sido tan alto
fue en 1999, cuando llegó a 5,78% del PIB. Y en 1999 las reservas en
dólares se vaciaron sin que nuevos empréstitos externos fuesen
logrados por el gobierno, con la desvalorización cambial legalizando
la estrangulación de la política anterior de importaciones
subvencionadas y déficit comercial.
El pago
de las deudas del gobierno solo puede ser asegurado por el
“socorro” del Fondo Monetario (prestando dinero con seguridades
brutales contra el pueblo para pagar sus propios banqueros y acredores/especuladores
norte americanos) La desvalorización, con el cambio triplicado,
provocó un incremento considerable de las deudas de las empresas
endeudadas en dólares. Los casos más conocidos fueron de las
empresas de medios de comunicación cuyas dificultades actuales son
patentes. El BNDES estudia la financiación de las deudas y de la
compra de papel para la prensa. El pedido de socorro ya está hecho y
el gobierno, de una forma u otra, ha utilizado este triunfo en su
relación política con el medios de comunicación. De un total de
cerca de 10 mil millones de reales de deuda del conjunto de medios de
comunicación nacional, apenas el grupo Globo es deudor de 5.192 mil
millones.
b) La
alianza con el capital financiero
La
alianza del PT con la burguesía y el peso del capital financiero en
el interior de la clase dominante brasileña es la razón social y política
de la continuidad de la economía al servicio de los rentistas. El
papel de cuadros del partido en los fondos de pensión, poderoso
instrumento de ahorro público al servicio de la acumulación
capitalista –con sus pesadas inversiones en las privatizaciones y en
los títulos públicos– sedimentan socialmente, del lado del PT,
esta unidad con el sistema financiero. Ésta fue la lógica de la
reforma de la previdencia, cuyo objetivo fue beneficiar los fondos de
pensión, instituciones fundamentales del capitalismo en su fase de
acumulación financiera.
Así, al
revés de un proyecto de desarrollo industrial, mismo en los marcos
burgueses, lo que hemos visto es la economía financierizada. El
discurso y la nueva ideología petista favorable al desarrollo
industrial burgués y a las inversiones productivas no fue del todo
abandonado (hay algunas medidas y presiones en la tentativa de
envolver el Estado en la inducción del crecimiento económico), pero
en la práctica del ajuste la teoría ha sido otra. Ésta es aún la
tensión existente en el interior del gobierno, o sea, una tensión
entre el capital financiero y el capital industrial, sea exportador
– que quiere más financiación – sea el volcado para el mercado
interno, exprimido por la falta de crédito y la caída de la renta de
los consumidores. Es público el hecho que el ministro José Dirceu,
así este integrado “al por mayor” con el Ministerio de Hacienda y
con el Banco Central, intenta de rodearse de respaldo político y de técnicos
capaces de ensayar medidas de respiro para el sector de la producción
burguesa. Después del escándalo Waldomiro ni estos ensayos parecen
estar siendo ejecutados.
Las
contradicciones en el gobierno y entre las distintas fracciones de la
burguesía se dan en los marcos de una unidad contra los trabajadores
– dado el interés común de la burguesía en el mantenimiento del
ajuste salarial, especialmente los exportadores – unidad también
cimentada en la participación compartida de las empresas y bancos en
la ruleta financiera. Nada que ver, por tanto, con presiones para una
política de izquierda, antiimperialista y mucho menos socialista,
aunque todas las contradicciones interburguesas deban ser acompañadas
dado que sus desarrollos pueden provocar crisis más serias “en los
de arriba” que las ocurrida en el primer año de gobierno Lula. El
caso Waldomiro, en el inicio del 2004 fue la primera crisis política
seria y el gobierno se demostró débil para manejarla.
Mientras
tanto, el predominio de la política hacia el capital financiero salta
a los ojos. La banca lucra como nunca. Ya mencionamos las ganancias
del Bradesco, 14% arriba de 2002. En el Itaú las ganancias fueron aún
superiores: 3,152 mil millones de reales, 32,6% arriba del año
pasado. Las razones de la predominancia de la economía rentista en
Brasil responde a la integración internacional de la burguesía
brasileña. Fernando Henrique Cardoso nunca escondió las
determinaciones de clase por detrás de la alianza de la burguesía
industrial brasileña con el capitalismo internacional. En su libro
Empresario Industrial y Desarrollo Económico en Brasil afirmaba:
“los condicionamientos estructurales de los grupos que, en el primer
momento, impulsaron el desarrollo económico de Brasil nos llevaron a
tergiversaciones e incertidumbres que dieron a la iniciativa privada
el liderazgo del proceso de desarrollo. Ésta, por su vez, como más
adelante se verá, se encuentra en una situación en la que para
expandir la industria necesita integrarla en los cuadros del
capitalismo internacional y, con esto, pierde parte de la autonomía.
Para escapar del dilema solo quedaría el camino revolucionario,
espejismo que sobrevuela siempre como una esperanza y una amenaza,
entre cuyos polos líderes populares y dirigentes industriales
titubean constantemente, temiendo, a justo título, que sean
dislocados por el proceso que vengan a desencadenar”. (Edición
Difusión Europea, Pág 91).
Entonces,
la burguesía brasileña - como el golpe militar de 64 una vez más
confirmó – hizo su opción por la asociación indisoluble con el
capitalismo mundial - mismo en su actual curso parasitario y rentista.
El propio Fernando Henrique ocupó un papel de dirigente principal de
la clase dominante al dirigir conscientemente esta asociación e
integración subordinada, como él mismo reconocía. Ahora, el PT
atravesó su propio dilema. Primero la revolución social fue vista
como un espejismo. De allí fue un paso para asumir la opción idéntica
a la de FHC. No es por casualidad que numerosos dirigentes del
gobierno federal – ver entrevista de Tarso Genro en la revista
“Primeira Leitura” – sostienen la unidad estratégica del PT con
el PSDB, particularmente con el ala de José Serra, los hermanos
Mendonça de Barros y por ésta vía con el propio FHC.
c) Las
debilidades estructurales del modelo
En
nuestro análisis apuntamos varias imposibilidades para el gobierno
Lula y su modelo económico. Imposibilidades provocadas por una
dependencia externa brutal y por un modelo que profundiza esta
dependencia. Veamos por partes.
Apenas la
cuenta de intereses consume 21,8% de las exportaciones mientras en
otros países dependientes como Chile equivalen a 5,8%. No es por
casualidad que la agencia Stardand & Poor’s clasifica Brasil al
lado de Turquía y de Senegal como inversión de carácter
especulativo. Así, el esfuerzo económico fundamental del gobierno
federal continúa siendo la atracción de divisas, las que son todas
drenadas para dar confianza en la capacidad ininterrumpida de pago del
capital externo que apuesta en Brasil. El festejo del éxito
exportador del gobierno es parte de esta política, un superávit
conquistado debido a la estagnación y la desvalorización del real.
La deuda pública, sin embargo, no para de crecer.
Vale
recordar el crecimiento del déficit nominal. Ya llegó a 913 mil
millones de reales al final del año pasado. El salto se dio en el
reinado tucano de FHC y continúa ahora con el gobierno Lula.
Manteniendo este modelo, el gobierno no tiene como aflojar de modo
importante en el ajuste fiscal. Ésta es una primera imposibilidad de
su gestión. Y el ministro de la Hacienda Antonio Palloci ya garantizó
un superávit fiscal igualmente fuerte para los próximos años, a
punto de seguir comprometiendo las inversiones estatales. Hasta
programas sociales como el Hambre Cero ha sido cortado, teniendo sus
dineros reducidos de 1,7 mil millones de reales para 400 millones.
En cuanto
a las tasas de intereses elevadas no hay ninguna tendencia de caída
significativa. Aunque las tasas hayan caído 10 puntos entre junio y
diciembre de 2003, cerrando al año en un 16,5% anual, la tasa real se
quedó en un 10,5% al año, la mayor del mundo, arriba de su
equivalente de diciembre de 2003 (9,3% al año). Se trata de una tasa
de intereses elevado. Ha sido con estas tasas que el gobierno federal,
desde FHC, ha atraído los capitales especulativos cuyas ganancias
provienen del arbitraje entre las tasas de intereses externas y las de
Brasil. Proviene de la ruleta financiera montada desde el Plan Real de
la cual resultó la relativa estabilización monetaria derivada del
aumento brutal de la deuda pública, expresión soberbia de la inflación.
O sea, antes los gobiernos burgueses se financiaban con la inflación.
Después del Plan Real fue vía el endeudamiento externo e interno. El
gobierno Lula sigue a rajatable la receta del FMI de atracción de dólares
y por eso los intereses no pueden bajar de modo cualitativo. Ésta es
una segunda imposibilidad del gobierno Lula, más clara
aún con la amenaza de un alza de los intereses en EEUU,
envuelto en su propia necesidad de mantener los capitales asiáticos y
japoneses bancando su déficit fiscal y comercial, motor de la economía
mundial, alza ésta que drenaría los recursos para la llamada fuga en
dirección a la calidad.
En
Brasil, además, la captación de dólares fue garantizada por las
privatizaciones, aunque éstas hayan perdido aliento, dada la reducción
del patrimonio disponible. Perdido aliento, aunque no enterrada, como
testifica la carta compromiso del gobierno Lula y del FMI para
privatizar cuatro bancos estaduales, concretada ya en el caso del
Banco del Estado de Maranhão, comprado en febrero por el Bradesco
Los
intereses elevados y medidas deflacionistas en general también
responden a las presiones inflacionistas. Hay unanimidad de que no hay
riesgo de una alza inflacionista (el gobierno se ha financiado con la
deuda pública), aunque sea evidente también la tentativa reciente de
aumento de precios de sectores empresariales visando recomponer margen
de lucro o ampliarla, bien como el aumento de las tarifas públicas de
energía y de transporte cargando más aún los hombros de la clase
trabajadora en el peso del ajuste.
Como vía
de acceso a un incremento productivo manteniendo el mercado interno
comprimido, los intereses elevados y el ajuste fiscal garantizado, el
gobierno federal apuesta todas las fichas en las exportaciones,
aprovechando las llamadas ventajas comparativas brasileñas,
especialmente los bajos salarios. Por eso también no hay ninguna
perspectiva de mejoría de las condiciones salariales. Se trata de la
cuarta imposibilidad del gobierno con su modelo. No es por casualidad
que desde 1998 hasta 2003 la renta del trabajador de SP cayó
en un 30%.
Además
de la apuesta en las exportaciones, el gobierno está negociando el
PPP, intentando drenar los recursos de los fondos de pensión y créditos
de los bancos oficiales y del Banco Mundial para iniciativas
capitalistas en la área de infraestructura, carreteras, saneamiento,
habitaciones. El objetivo del presidente Lula es conseguir, vía la
asociación con capitales privados, cediendo servicios de
infraestructura del Estado, 10 mil millones de reales al año. La
realidad, sin embargo, es otra. Tanto los fondos de pensión (Preví,
Petros, Funcef), como los grandes empresarios exigen seguridades de
rentabilidad del gobierno. Es más fácil seguir ganando en los títulos
públicos.
Es lógico
que parte del dinero del PPP será viabilizado, pero estará lejos de
compensar una política monetaria draconiana y un ajuste fiscal
record. Se trata de una tentativa que no tiene ninguna chance de
presentar un crecimiento económico importante, capaz de reducir
significativamente el desempleo ni mucho menos absorber los cerca de
1,5 millones de jóvenes que llegan cada año al mercado de trabajo.
Es poco probable incluso un importante crecimiento de la
acumulación capitalista, estancada en 2003 y con posibilidad de
modesto crecimiento este año (las proyecciones son de poco más del
3% del PIB y la mayoría de los analistas cree que puede venir una
nueva estagnación total en 2005)
d) El
estrangulamiento de los Estados
Otra
imposibilidad del modelo económico del gobierno es el desarrollo de
los Estados y municipios. Parte de la política de rapiña a servicio
del capital financiero ha sido la estrangulación financiera de los
Estados vía el acuerdo de las deudas estaduales, cuyos términos
exigen 13% de la receta líquida de cada unidad estadual para el pago
de las deudas con la Unión. Veamos el ejemplo de Rio Grande do Sul.
El déficit gaucho en 2003 fue 696,9 millones de reales. La previsión
de déficit en 2004 es más que el doble: 1,6 mil millones. La dirección
del drenaje de los recursos es incontestable: mientras el repaso de la
Unión para el Estado en 2003 fue 1,2 mil millones de reales los
repasos del Estado para Unión en el mismo período fueron de 1,3 mil
millones. Rio Grande do Sul pagó 100 millones de reales de más de lo
que recibió y aún así el saldo de la deuda estadual aumentó de
24,6 mil millones de reales en 2002 para 26,5 mil millones hoy, con la
proyección del pago de la deuda llegando a 2004 a 1,7 mil millones.
Las inversiones en salud y educación quedan comprometidas. El ajuste
salarial de los trabajadores estaduales y municipales sigue brutal y
mismo el pago de los salarios se complica, como fue el caso del propio
Rio Grande do Sul, uno de los Estados con más recursos de Brasil -
donde el 13º salario de 2003 fue pago por medio de empréstito
concedido por el Banrisul a los servidores, pues el gobierno no tenía
dinero en caja para pagar.
De allí
la importancia de la defensa de la moratoria en el pago de las deudas
estaduales. Itamar Franco cuando gobernó Minas fue entre los
gobernadores el único opositor más importante en el segundo mandato
de FHC por cuenta de la moratoria de enero de 1999, detonante de la
crisis que desenmascaró el Plan Real. El propio vicepresidente de la
República, José Alencar, tiene un proyecto limitando en un 5% del
presupuesto líquido para el pago de la deuda con la Unión. Durante
el gobierno FHC su proyecto fue repudiado. En el gobierno Lula por lo
visto también ocurre lo mismo, cuando está de Secretario Ejecutivo
del Ministro de Hacienda Arno Augustin, dirigente de la Democracia
Socialista y ex secretario de la Hacienda del gobierno Olívio Dutra (RS),
profundo conocedor de la inviabilidad de este acuerdo de la deuda de
los estados.
Con
seguridad este año veremos muchos conflictos estaduales, protestas y
huelgas de los servidores públicos.
e)
Estagnación crónica tendencial y medidas compensatorias
Como el
PT ésta actuando bajo medida de los intereses de la burguesía, su
política económica no tiene ningún componente de ruptura con los
intereses de EEUU y del imperialismo en general. Por el peso del
capital financiero en la economía mundial y el lugar reservado para
países como Brasil, incluso una industrialización importante está
siendo comprometida. En Brasil la inversión bruta no ha sobrepasado
ni 19% del PIB, mientras años atrás llega a 23% y cuando mismo países
pobres como India aún invierten en torno del 24% del PIB.
Todo eso
no significa que la economía brasileña entrará en depresión como
ocurrió con la Argentina desde 1999 hasta 2002, con caídas brutales
del PIB y del empleo. Podemos aún en la gestión Lula vivir una
crisis cambial como ocurrió en enero de 1999, pero tampoco osamos
fijar como hipótesis más probable. Lo que estamos seguros es que por
más que el país tenga un crecimiento coyuntural – como anuncian
para este año – hay debilidades estructurales que impiden un
crecimiento sostenido, con aumento substancial de las inversiones, de
la renta y del empleo. La perspectiva es de una situación de
estagnación crónica tendencial.
La crisis
del desempleo, por ejemplo, fue transformada en una crisis estructural
brutal. El capitalismo brasileño pasó a ser un sistema incapaz de
garantizar el derecho al trabajo. Y los puestos de trabajo creados son
precarios. Cerca del 90% de las vacantes creadas son sin cartera de
trabajo. La economía informal vino para quedarse y con mucho peso.
Los trabajos formales perdidos no
volverán más. Tal proceso debilita a la clase obrera, eje en
torno al cual se puede articular un proyecto estructural alternativo
para el país.
La economía
informal, además, es consecuencia de la política capitalista del
abaratamiento del capital variable en el conjunto del proceso
productivo. Se trata de una economía absoluta de una parte del
capital variable, actualmente garantizada por los propios trabajadores
en situación de desempleo estructural, forzados a adelantar ellos
mismos el capital variable de los capitalistas, una característica
hoy bastante generalizada y brillantemente apuntada por el sociólogo
marxista Chico Oliveira.
En este
cuadro entran las políticas compensatorias. El proyecto Hambre Cero,
la Bolsa-Familia y las llamadas medidas de la área social son
tentativas de detener el descontento creciente. Saben que no pueden
garantizar empleo y mejores salarios, entonces se apoyan en las
direcciones burocráticas de las centrales sindicales, en el medios de
comunicación, etc, para callar la boca de los sectores populares y
evitar la lucha por empleo y por mejores salarios. Intentan con eso
una cierta versión mal construida de populismo para ganar un apoyo
social de las parcelas más pobres, miserables mismo, de la clase
trabajadora para su política, un respaldo social para su alianza con
el capital financiero.
La política
de focalización es parte de este operativo. Cuando las carencias son
universales una política de foco en el combate a la pobreza y no de
garantía de acceso universal a los servicios públicos, no pasa de
una política de exclusión de la mayoría no beneficiada. Se trata de
la legitimación de la exclusión de la mayoría con la política
compensatoria para una minoría con objetivos políticos de manipulación
de masas, a fin de mantener el modelo global de acumulación
capitalista dominado por el capital financiero.
f)
Reforma agraria transformada en promesa de campaña
El
esfuerzo exportador de la política del gobierno federal ha sido
centrado en el agronegócio. De este modelo exportador, concentrador y
privatizante, se deriva la cuarta imposibilidad del gobierno: una real
política de distribución de tierra y de asentamiento en el campo.
Para los pequeños agricultores, para agricultura familiar, para las
cooperativas, hay un lugar totalmente subordinado, parte apenas de la
agenda social del gobierno, no de una política de estímulo y de crédito
importante para la producción para el mercado interno.
Para
conseguir algún avance, los campesinos y trabajadores rurales sin
tierra han tenido como único camino el de la movilización. Según el
INCRA fueron 222 ocupaciones de tierra en 2003 – un aumento del
115,5% con relación a 2002 - siendo 47,8% de ellas impulsadas por el
MST. La CPT afirma que fueron 380 ocupaciones y 63, o sea 9%,
comandadas por el MST. Sea como sea, lo cierto es que las ocupaciones
aumentaron. En el caso del Movimiento Sin Tierra la presión es mayor
en la medida en la que los trabajadores rurales tienen expectativas en
Lula y quieren aprovechar su gobierno para conquistar. Las
movilizaciones, aunque en su mayoría estén encabezadas por el MST,
ya no se limitan a esta dirección.
En estas
luchas, sin embargo, los trabajadores tienen en contra la impunidad de
los terratenientes. Hemos visto la luz del día a acción de las
brigadas paramilitares de los terratenientes y la represión a los sin
tierra, con la muerte de 60 trabajadores rurales a lo largo del año -
superior a 2002. Además es común la prisión de varios dirigentes,
siendo Zé Rainha, Diolinda y Mineirinho apenas los más conocidos. La
tendencia a conflictos graves y a tragedias en el campo es real –
nuevos Eldorados dos Carajás de una solo vez o a lo largo de los
meses - porque la impunidad sigue y las ocupaciones de tierra también.
La
reforma agraria fue transformada en mera promesa de campaña
electoral. Con la ausencia de inversiones para la realización
efectiva de la reforma agraria, el gobierno se limita anunciar planes
de larga duración sin ejecución práctica. Y esto teniendo un
Ministro del Desarrollo Agrario que se reivindica y es reivindicado
como de la izquierda del PT. En cuanto a los asentamientos los números
se pusieron muy por detrás de lo prometido: no más de 13 mil
familias, cuando la promesa del gobierno comenzó con 100 mil
familias, después bajó para 60 mil y finalmente cumplió apenas un
poco más del 20% de esta meta. Ahora el gobierno renueva sus promesas
lanzando un nuevo plan de metas.
A pesar
del aumento de las ocupaciones de tierra, la dirección del MST
resolvió renovar sus créditos de apoyo al gobierno. La existencia de
movilizaciones, producto inevitable de la ausencia de una política de
reforma agraria y la existencia de un movimiento con tradición de
lucha, ha sido entonces combinada con una política de conciliación
de la dirección del MST como nunca había se visto en gobiernos
anteriores. Así, la dirección del MST dio apoyo público al nuevo
plan de reforma agraria anunciado por el gobierno. El apoyo a este
plan, sin embargo, está lejos de ser unánime. En el interior del MST
hay fuerzas y liderazgos defendiendo una posición más independiente.
No está demás recordar que estamos hablando del movimiento social
brasileño con el mayor número de cuadros de izquierda, formados en
una tradición de combate, con relaciones sólidas con otros
militantes sociales de izquierda, en especial los de la Consulta
Popular, cuyo animador más importante, el compañero César Benjamin,
tiene posiciones criticas severas no solo a la política económica
del gobierno Lula, sino también a su política global de sometimiento
al capital financiero y al imperialismo. Esto en menor o mayor grado
también tiene incidencia en la militancia del MST en todos sus
niveles. Además, hay otras organizaciones campesinas que comienzan a
afirmarse. Es el caso, por ejemplo, del MTL – Movimiento Tierra y
Libertad – del triángulo minero y Goiás.
Sobre el nuevo plan de
reforma agraria del gobierno – para lo cual los dineros previstos en
el presupuesto de 2004 son totalmente insuficientes - vale la pena ver
la opinión de Ariovaldo Umbelino de Oliveira, geógrafo, estudioso de
los movimientos sociales rurales, autor de varios libros e integrante
del equipo del prof. Plínio Ruda Sampaio, responsable por la
elaboración del PNRA de lo cual el gobierno aprovechó partes,
utilizándose de él, sobretodo, para desviar al MST del
enfrentamiento directo contra la política gubernamental.Según
Ariolvado, "al analizar las metas del PNRA, vemos que ellas no
son muy diferentes de aquello que el último gobierno hizo. Son metas
que considero exactamente tímidas teniendo en vista que no alterarán
de forma significativa el índice de concentración latifundiaria de
Brasil. (...) en la hora que tengamos un catastro fundiario riguroso,
se descubrirá que los propietarios ocupan más tierras de lo que de
hecho vendrían a ocupar. Esa información es valiosa pues podría
ofrecer tierras a coste casi cero para la reforma agraria" (Diario
Brasil de Fato, número editado el 01 de enero). Y sigue " 150
mil van a beneficiarse de la política de lo que era el Banco de la
Tierra, en la que las propiedades serán compradas. Otra parcela será
asentada en tierras públicas, o en tierras recaudadas. Así, las
tierras de hecho improductivas serán la menor parte del PNRA.
Los datos de octubre de 2003 revelaron la existencia de algo en
torno a 112 millones de hectáreas clasificadas como improductivas.
Eso ya obligaría el gobierno a cumplir y mandar desapropiar esas
tierras inmediatamente. (...) cada asentamiento generaría de 2 a 3
empleos directos, y de 2 a 3 indirectos. (...) aumentando la oferta de
alimentos. Y finalmente concluyó diciendo "Sería
fundamental crear distritos judiciales agrarios en el país para
acelerar la investigación y proceso de los crímenes. (...) Pienso
que ellos actúan así porque encuentran respaldo en las elites
gobernantes".
Así, en
nuestra opinión, lo que hemos visto es una alianza del gobierno
federal con el latifundio exportador. Con eso, la perspectiva es una
agricultura cada vez más concentrada y excluyente por el carácter
capitalista de las relaciones de producción en el campo. El desempleo
rural tiende a aumentar. Entre 1999 2001, según levantamiento de UFRJ,
la agricultura y pecuaria juntas cerraron 3,08 millones de puestos de
trabajos. Los empleos creadas por las exportaciones agrícolas no
compensan los millones de puestos
eliminados a causa del avance tecnológico. Hay estudios
apuntando a una reducción brutal del empleo agrícola. Brasil tiene aún
25% de la población trabajando en el campo, pero dentro de diez o
quince años, según los trabajos del economista José Pastore, podrá
llegar a 3% ó 5%. Tales previsiones pueden ser desorbitadas, pero no
obstante es claro como el agua que las tímidas medidas de la reforma
agraria, sin un cambio radical del modelo de agricultura, sin el
combate al latifundio capitalista, apenas representarán una variante
de la política social compensatoria.
4) Las
luchas sociales y las elecciones
Se engañan
entonces los que creen que la situación del pueblo trabajador puede
mejorar con los próximos años de gobierno Lula. Nunca fue tan cierta
a consigna histórica del PT: solo con lucha la vida va a cambiar.
Solo con lucha se conquista y se puede mejorar las condiciones de vida
y de trabajo. De esta vez, sin embargo, con lucha contra el propio PT,
contra los grandes patrones, el latifundio, la banca y su gobierno de
turno.
O sea, en el
próximo período, en caso que los combates contra los planes de
ajuste no sean cualitativamente intensificados, seguiremos marcados
por la agravamiento de la crisis social, por la violencia urbana, por
la miseria creciente de las masas, por el ajuste salarial y el
desmantelamiento de los servicios públicos. Lógicamente tendremos así
mayores confrontaciones de clase. En América Latina vivimos un
proceso de ascenso del movimiento de masas. Brasil, aunque de modo más
mediado por las características particulares, tiende a la misma
situación.
No se puede
desconsiderar sin embargo, que el aumento de la miseria desorganiza,
dificulta la construcción de referencias políticas alternativas al
reducir la capacidad de esperanza en general en la mejoría de la vida
y en la utilidad de la asociación. El esfuerzo muchas veces se resume
a la búsqueda cotidiana por la supervivencia. Las repercusiones en
los lazos de solidaridad se hacen sentir. A su vez, facilita la
penetración del narcotráfico y de la criminalidad. Las favelas
acaban siendo controladas por el aparato del tráfico como extensión
del propio estado burgués, una situación diametralmente opuesta a de
Venezuela, donde los cerros de Caracas son escenarios de fuertes
organizaciones populares y de izquierda. Entonces, la perspectiva de
confrontación no anula las dificultades para la movilización de
masas, sobretodo en un país de dimensiones continentales.
Tenemos que
sumar las dificultades provocadas por el desempleo crónico. Las
consecuencias en la organización social son obvias porque una parte
expresiva de los trabajadores pierde el vínculo con el trabajo
colectivo y con la disciplina de la industria. Aumenta, además, los
temores de quien está empleado de caer en el desempleo, poniéndole
en el horizonte la mera defensa del salario como aspiración máxima.
a) El
camino de las luchas es el único para superar la correlación de
fuerzas defensiva
Durante la década
de 90 el movimiento de masas estuvo en su mayor parte del tiempo en
una situación en el cual la correlación de fuerzas entre las clases
le era desfavorable. La caída de Collor en 1992 había sido más una
expresión de la ofensiva de los años 80 y no la señal de lo que
vendría en los años siguientes. La globalización, la reestructuración
productiva, la creciente burocratización de la CUT y capitulación
del PT permitieron la recomposición de la burguesía alrededor de FHC
y dejó el movimiento de masas en una situación defensiva, sin
grandes olas de lucha y con muchas pérdidas de conquistas materiales.
Apenas desde
1997, con las acciones del MST, la correlación de fuerzas comenzó a
alterarse. Éste fue también el año de las huelgas de las
Policías Militares. En 1999, con la eclosión de la crisis del Plan
Real, en la estela de la crisis asiática, comenzó la crisis del
proyecto político hegemónico de la burguesía y las movilizaciones
de masas fueron alentadas. No llegaron a marcar la pauta del país,
aunque la huelga de los camioneros haya sido un proceso impresionante,
fortaleciendo la idea de la acción directa de masas.
Desde entonces tuvimos una correlación de fuerzas nueva, marcada por
el equilibrio inestable. No hubo una ofensiva de masas entre otras
razones porque la voluntad de cambio fue canalizada por el apoyo
electoral al PT. Fue en este escenario que Lula pudo ganar las
elecciones.
Ahora,
con la victoria del PT, su alianza estructural con la burguesía y la
cooptación de las direcciones del movimiento de masas con más peso,
hay decepción y desorientación en el movimiento de masas, falta de
coordinaciones regionales y nacional, de tal forma que la correlación
de fuerzas volvió a un nivel de mayores dificultades para las
acciones de masas. Entramos nuevamente en un período de defensiva del
movimiento de los trabajadores.
Uno
de los mayores limitadores del movimiento de masas para alterar
cualitativamente la correlación de fuerzas a su favor es la extensión
territorial del país. Tal extensión dificulta la conexión del
movimiento y facilita el papel desmovilizador de las direcciones
tradicionales de la CUT, Fuerza Sindical, UNE, UBES, etc. La alianza
del gobierno con estas direcciones ha sido completa, irreversible,
reforzada ahora con la propuesta de la reforma sindical, una tentativa
de aplicar al por mayor, vía el poder del Estado, el sindicato orgánico
defendido por la Articulación Sindical. Además, estas direcciones
sindicales establecen relaciones directas con los empresarios y con la
banca, como muestra el esquema de los empréstitos de los bancos a los
trabajadores, intermediados por los sindicatos, asociación de
intereses cuyas consecuencias imposibilitan giros a la izquierda de
estas direcciones siquiera por períodos o coyunturas determinadas
como ocurría en gobiernos burgueses anteriores. A estos factores se
suma el ya citado temor del desempleo como inhibidor de
movilizaciones.
b)
Rompiendo el cerco
Con
todo eso el funcionalismo público federal fue el primero que rompió
el bloqueo. Su huelga nacional demostró que aunque estemos en una
situación defensiva para el movimiento de masas esta correlación de
fuerzas no es tan desfavorable a punto de impedir que luchas sean
lanzadas e incidan en la situación política. No hay estabilidad en
el régimen político y ni las direcciones políticas y sindicales
tienen capacidad de control del movimiento. Además, repetimos, Brasil
es parte de América Latina, donde claramente hay una correlación de
fuerzas favorable para las acciones del movimiento de masas en
numerosos países. Por más que el desarrollo entre las luchas de los
países del continente sea desigual hay siempre una combinación entre
ellas, razón por la cual el gobierno Lula actuó con tanta preocupación
para desviar la insurrección boliviana.
Entonces,
los factores objetivos y subjetivos arriba apuntados dificultan pero
no anulan ni las movilizaciones sociales ni las posibilidades de
organización. Basta ver las huelgas que tuvimos en los últimos años.
Y en 2003 no fueron apenas los servidores públicos federales.
Tuvimos huelgas obreras importantes como las de la GM de São
José dos Campos, en mayo, de la Renault y Volkswagen Paraná, huelgas
fuertes en el ABC entre otras en el ramo metalúrgico. En cuanto a los
sectores informales, como muestran los piqueteros de la Argentina y la
insurrección boliviana, no se puede minimizar su capacidad de lucha.
Los movimientos de los transportes clandestinos, de los vendedores
ambulantes, de los sin techo etc, dan primeras señales de esta
organización con tendencia a fuertes explosiones. Vimos muchos
conflictos este año. Veremos aún más conflictos, combinados con las
luchas salariales, con la organización de los obreros en las fábricas
y locales de trabajo, sector determinante del movimiento de masas y
que está lejos de haber sufrido una debilitación estructural tan
importante a punto de no ser el sujeto social fundamental de la futura
revolución socialista brasileña.
La
perspectiva general de los próximos años es el aumento de las luchas
sociales. Tales procesos son determinados por la necesidad de los
trabajadores de defender sus condiciones mínimas de vida. La defensa
del salario, de la vivienda, del empleo, empuja para a acción. Los
aumentos de las tarifas públicas algunas veces son detonante de
poderosos levantes sociales. Fue el caso de este año en Bahia.
Durante una semana la tercera ciudad del país fue paralizada por la
juventud en una protesta contra el aumento de las tarifas de autobús.
Un verdadero levante juvenil anti-burocrático, donde los partidos y
las entidades estudiantiles burocratizadas no consiguieron siquiera
levantar sus banderas.
Este
año las luchas van a seguir, pero no es probable aún un gran ascenso
nacional, una ofensiva de huelgas generalizadas. Para ello lo
determinante es el papel de freno de las direcciones, que van a
desgastarse pero que tratarán de detener una ofensiva que
alcance duramente al gobierno. Veremos
probablemente muchos embates estaduales, sobretodo en los
servicios públicos, con los maestros estaduales en la línea de
frente en muchos de ellos. Vale fijarse en el movimiento estudiantil,
en particular después de Salvador. Tenemos que estar atentos, por
ejemplo, a la cuestión de la reforma universitaria. En este sentido
fue muy importante la formación del frente parlamentario impulsado
por Luciana Genro en la Cámara y Heloísa Helena en el Senado. Tales
iniciativas deben estar pautadas por el apoyo a las movilizaciones que
irán a ocurrir. En este sentido los compañeros de Rio Grande do
Norte han dado el ejemplo a los estudiantes y funcionarios, desde el año
pasado, de modo unificado, contra las tasas que tratan de imponer en
la Universidad Federal del Estado.
También
para el movimiento por el nuevo partido es muy importante el apoyo y
la participación en las luchas por la tierra y por la vivienda,
tratando de impulsar los movimientos populares,
insertándose a fondo en los mismos. El apoyo a las huelgas, a
las ocupaciones, a las marchas será determinante para construir un
movimiento de combate. En este sentido la defensa del MST contra el
latifundio sigue siendo decisiva. Finalmente, el apoyo activo al MTL
en su lucha en el triángulo minero, en Goiás, en Pernambuco, es
fundamental para que podamos avanzar con lazos sólidos junto al
pueblo pobre, construyendo el movimiento por el nuevo partido como el
auténtico partido del pueblo trabajador.
c)
2004 – una elección sin entusiasmo del pueblo.
Las
elecciones municipales de 2004 serán la primera prueba electoral del
PT después de asumir el gobierno federal. La mayoría de los
analistas políticos de la propia burguesía apunta para el
favoritismo del PT. Los elementos favorables al partido del gobierno
son básicamente dos: a) el apoyo de la mayoría de las masas al
gobierno, un apoyo que ha caído, ya no es dado con entusiasmo, pero
que tiende a garantizar un razonable apoyo electoral; b) la ampliación
de su base de apoyo por la utilización de la máquina federal con a
cual el PT sustentará alianzas oportunistas. En el caso de Porto
Alegre, apenas para citar un ejemplo, la incorporación del PTB,
partido populista de derecha, en la coalición encabezada por Raul
Pont, puede permitir compensar el desgaste del PT en las villas y
permitir la victoria, a pesar de su visible debilitamiento en la
capital gaucha, hasta entonces considerada la capital petista por
excelencia.
No
se puede, sin embargo, hacer un pronóstico más categórico porque,
aunque el PT sea considerado favorito, la decisión del pleito de São
Paulo es el más importante para definir el balance de las elecciones.
La disputa está apenas comenzando y los partidos de la burguesía de
oposición al gobierno Lula, como el PSDB y el PFL, saben que un
triunfo petista contundente les deja en condiciones tremendamente
complicadas en 2006.
Las
denuncias involucrando el PT con escándalos de corrupción también
muestran esta preocupación o por lo menos visan no dejar al partido
del gobierno actual muy arriba de los demás partidos del orden. Por
eso, el favoritismo del PT - aunque tenga bases –no puede ser
afirmado de modo categórico.
Lo
categórico es que la campaña electoral del PT será reaccionaria,
centrada en la defensa del gobierno Lula y en las promesas electorales
de obras y realizaciones. La campaña será sin militancia, una
característica en parte presente en campañas anteriores cuya expresión
será acentuada de modo cualitativo en ésta. La militancia paga será
la regla en las campañas petistas.
d)
Reacción democrática, sus límites y las variables abiertas
El
desgaste del PT y de los partidos de conjunto va a expresar un
desgaste general del régimen político democrático burgués. El PT
fue el mayor promotor de la ideología liberal favorable a la dominación
burguesa según a cual el parlamento es uno de los ejes fundamentales
de decisión de la vida de la Nación y la utilización de la cédula
electoral de cuatro en cuatro años es el único o el principal
mecanismo para alcanzar los cambios anhelados. De esta forma, durante
muchos años, desde el momento en el que las masas arrancaron la
conquista democrática del sufragio universal con las movilizaciones
de 1984, el mecanismo electoral ha servido como canal de desvío de
las acciones de masas extra-parlamentarias.
En
los primeros años después de la caída de la dictadura militar era
muy difícil que fuese diferente y la evolución política de la
situación y de la conciencia de clase de los trabajadores acarreó la
memorable campaña Lula de 1989, cuando la burguesía se asustó con
las posibilidades abiertas del sufragio universal. Convertido en
estrategia petista las elecciones terminaron utilizadas como trampa
para desmontar la intervención directa de las masas y embutieron la
falsa conciencia de que el parlamento es el escenario en el cual se
resuelven las grandes temas de la nación. Por eso no es nada malo que
se comiencen a disipar las ilusiones en esta democracia limitada y de
los ricos. El resultante de sus consecuencias, sin embargo, no son
necesariamente favorables. Dependen de la lucha de clases, de la
evolución de la situación internacional y latino americana y en
particular de la capacidad de la clase trabajadora y de que su
vanguardia saque conclusiones para contestar de acuerdo con las
necesidades impuestas con un enfrentamiento más abierto.
Entonces,
el desgaste del PT, el partido que fue esperanza de millones y
principal responsable para que las masas creyesen en el mecanismo
electoral como principal canal de cambios políticos deja varias
interrogantes: ¿como se expresará tal proceso en la vida social? ¿Servirá
cómo incentivo a la construcción de organizaciones propias del
movimiento de masas? ¿Cuál es el espacio para una izquierda
socialista auténtica en las elecciones de 2006? ¿Qué peso tendrá
los votos nulos y abstenciones? ¿Tendremos apenas visto realizada la
máxima de Sarney según lo cuál el país necesita ocho años de
gobierno Lula para alejar por muchas décadas la posibilidad de un
proyecto de izquierda amenazar el orden dominante en el terreno de la
acción directa o mismo para evitar nuevas sorpresas cómo fue el
famoso año de 1989 con la memorable campaña Lula? ¿El desgaste
general provocará una situación de anarquía? ¿La burguesía
utilizará tal desgaste para reducir los espacios democráticos? En
fin, hay numerosas variables. El
cierto es que veremos un desgaste de los partidos en general y del PT
en particular. Las elecciones de 2004 serán los primeros síntomas.
Los más fuertes, sin embargo, deben venir en los próximos años.
De
nuestra parte trataremos de aprovechar las tendencias que fortalecen
la lucha de los trabajadores y la confianza en sus propias acciones.
Una de las más importantes tendencias favorables al movimiento de
masas es la apertura de una situación con menos mediaciones para la
acción independiente de los trabajadores y de la juventud. El
desgaste general de los partidos tradicionales, del Congreso Nacional
y hasta de entidades burocráticas del movimiento de masas – como la
UNE, la Fuerza Sindical y ahora la CUT, debilita la capacidad de la
burguesía de contener movimientos con características explosivas. En
2003 fueron los estudiantes de Bahia los que más sorprendieron. En
1999 fueron los camioneros. En 1997 fueron los policías militares de
diverso Estados. Tales procesos de movilizaciones y sus despliegues
asociativos – cuando ocurren – debilitan el régimen político de
conjunto y en casos aún excepcionales hasta
su capacidad de represión queda comprometida, como ocurrió en
1997 en la huelga de las Policías Militares.
e)
Elementos de crisis en el régimen y la movilización como eje de la
intervención
Cuando
apuntamos los elementos de crisis del régimen democrático burgués
estamos lejos de afirmar la existencia de un régimen en crisis.
Aunque estemos viviendo un período de desgaste del régimen político,
no vemos una ruptura inmediata de las masas con el mecanismo del voto
como principal momento de participación política ni tampoco como única
veía considerada de cambios. Sin que la clase trabajadora sea
protagonista de un ascenso sostenido y sea capaz de avanzar mínimamente
en organismos propios, las ilusiones constitucionales no serán de
todo superadas.
Además,
estamos lejos de ver simplemente el aspecto negativo de las ilusiones
constitucionales. Las masas aprenden en las elecciones y la
experiencia con el PT ésta siendo la mayor prueba de este
aprendizaje. Las elecciones no dejan de ser un termómetro de la
conciencia del pueblo. Fueron varias elecciones hasta la elección de
Lula y fue visible el progreso en el nivel de conciencia del
movimiento de masas. Finalmente la victoria fue alcanzada con el
rebajamiento del programa original petista, pero es incontestable que
el voto en Lula fue en gran medida una superación de un prejuicio de
clase.
Tampoco
somos idiotas y anarquistas que apenas denuncian la democracia
burguesa y su falsa ideología sin preocuparnos por la defensa de las
libertades democráticas. El sufragio universal es una conquista. La
burguesía, si pudiese, gobernaría sin recurrir a este mecanismo. No
se sometería a ningún juicio con el mínimo de participación
popular. Por eso también sabremos utilizar las elecciones para
acumular fuerzas, para defender los intereses de los trabajadores,
denunciando toda y cualquier tentativa burguesa de limitar y
restringir las libertades democráticas en el interior del orden burgués
misma. Las cláusulas restrictivas y las dificultades financieras –
hasta hoy no se aprobó siquiera la financiación pública de campañas
electorales – son parte de estas limitaciones en el terreno formal.
Entonces,
hay elementos de crisis en el régimen, instabilidades, pero no crisis
general, sobretodo porque la ideología de la clase dominante sigue
muy fuerte junto al pueblo, con una hegemonía clara, en particular
por el peso de los medios de comunicación de masas, de las Iglesias
(nos referimos a la explotación del sentimiento religioso y no al
sentimiento en sí mismo), el papel del tráfico en las favelas y la
intervención general del PT durante sus últimos años,
particularmente en lo que dice respeto al uso de las elecciones como
mecanismo importante de canalización de las voluntades de cambio
debidamente explorado. Además, aunque hayamos vivido las huelgas de
las Policías Militares (PMs) en 1997, las fuerzas de represión no
viven en crisis políticas ni tienen elementos importantes en este
sentido. Al contrario, la fuerza armada del Estado es un factor de
orden siendo usado de modo sistemático contra el movimiento de masas,
especialmente contra los que luchan por la tierra y la vivienda en el
campo y en las ciudades.
De
cualquier forma, como lo señalizaron la rebelión juvenil de Salvador
del año pasado, las huelgas de las PMs de 1997 y las movilizaciones
de los camioneros – algunos de los procesos más ricos de los últimos
años - tenemos un escenario donde pueden ocurrir explosiones sociales
en cualquier momento y lugar. Y esta perspectiva se fortalece. Para
eso debemos estar atentos, prontos para intervenir y tratando de
impulsar. El apoyo a las luchas, la coordinación de las mismas, la
construcción de organismos de movilización, la participación activa
en los sindicatos, asociaciones de moradores, entidades estudiantiles
y populares, por tanto, deben ser sin duda la prioridad en las
actividades de los militantes del movimiento por un nuevo partido.
De
nuestra parte entonces es fundamental reforzar la idea de que apenas
la movilización puede alterar la vida de modo claro y para mejor,
bien como la necesidad estratégica de la construcción de
organizaciones del pueblo trabajador como única salida para la
construcción de una representación nacional de la mayoría de la
sociedad. Parte de esta política involucra la denuncia de esta
democracia de los ricos, donde el Congreso Nacional no pasa de
avalista de las grandes decisiones acerca de los destinos de la Nación
tomadas por los ricos y poderosos en las oficinas de sus bancos y
empresas. Una democracia en el cual el propio parlamento, allende de máquina
de homologación, es distante del pueblo, compuesto por políticos
profesionales – los 300 picaros de los cuales hablaba Lula,
aumentados ahora con la lista de la mayoría de los petistas -
financiados por los grandes empresarios, terratenientes, gente
involucrada en estafas de todo el tipo y hasta en explotación del
trabajo esclavo.
f)
Alertas sobre 2004 y la necesidad de una alternativa por la izquierda
en 2006
Estamos,
por lo tanto, totalmente en contra la construcción de un movimiento
electoralista, estructurado alrededor apenas de parlamentarios, con
estrategia apoyada en disputa electoral, sea en las elecciones de
diputados o concejales sea para gobernadores o presidente de la República.
En fin, somos contrarios al cretinismo parlamentario que marcó el PT
y que resultó en el mito de Lula, un mito opuesto su realidad como
político. Sin embargo, el desvío opuesto es también muy grave, por
lo menos tan grave como el anterior: el cretinismo antiparlamentario.
Priorizar las luchas directas no quiere decir caer en el sindicalismo
ni en el abstencionismo electoral. El país necesita de un proyecto,
de una alternativa política global.
Las
elecciones como mecanismo de ilusión de las masas está siendo
debilitado por el fracaso creciente provocado por el PT. No obstante
ser un proceso inacabado ya está en curso. Eso más aún impone la
necesidad de una alternativa, un canal para acumular las energías de
las multitudes descontentas. Este canal debe estar dirigido para
enfrentar el gobierno, los partidos de la burguesía y su régimen político
de conjunto. Caso contrario el retroceso puede imponerse, con la
burguesía ganando terreno e imponiendo sus condiciones por la fuerza.
Las
elecciones, por tanto, pueden ser utilizadas por los socialistas para
llegar al pueblo trabajador y aportar en el avance de su conciencia y
politización. No se debe desaprovechar oportunidades en este sentido.
Grandes embates como las “directas ya”, el “fuera Collor”, o
momentos de acción unificada en el terreno de la acción directa -
como la huelga general de 14-15 de marzo de 1989 – fueron llaves en
los avances de la conciencia de masas. La huelga nacional de los
servidores de 2003 o acciones en los estados como las huelgas de las
PMs y más recientemente la movilización juvenil en Bahía también.
Es incontestable, sin embargo, el importante papel asumido por
las elecciones en el estímulo a la participación política, y, por
tanto, en la politización del pueblo. Se trata de un proceso
distorsionado, en el terreno de la burguesía y por eso mismo limitado
en demasía. Pero no por eso debe ser desconsiderado, sobretodo
porque, en las condiciones actuales, resultados electorales capaces de
garantizar alguna representación parlamentaria o por lo menos
demostrar una cierta simpatía de parcelas de masas es decisivo para
demostrar la viabilidad de un proyecto político nuevo.
En
este particular, 2004 será una travesía difícil para el movimiento
por el nuevo partido, porque no tendremos candidaturas propias a los
cargos mayoritarios ni para concejales, con pocas excepciones en este
último caso.
En las
elecciones de 2006, por más destruido que sea el mecanismo electoral
– sectores de masas buscarán una alternativa de
acuerdo con sus aspiraciones. Apenas
el movimiento por el nuevo partido puede presentarla, sobretodo porque
tenemos un nombre fuerte de la mujer de guerra del nordeste brasileño,
la senadora Heloísa Helena.
Si
logramos aparecer como un polo de referencia en el terreno electoral,
aun cuando pequeño, pero visible, tendremos mejores condiciones para
enfrentar todas las tentativas de reducir los espacios democráticos
del movimiento organizado de los trabajadores al mismo tiempo en el
que podremos nos tornar una alternativa creíble, capaz de ganar raíces
más sólidas en el movimiento social e influencia en el pueblo pobre,
en sus camadas más exploradas, socializando sus experiencias,
impulsando las luchas y traduciendo sus aspiraciones para un proyecto
alternativo de poder cuya conquista se dará en las calles, producto
de la acción y de la auto-organización del pueblo trabajador y
pobre. Para eso también es decisivo un claro perfil oposicionista al
gobierno Lula.
Como
año de construcción decisivo del nuevo partido e incluso como
preparación de nuestra participación en las elecciones de 2006, en
2004 el movimiento por el nuevo partido tiene de evitar dos errores:
no puede caer en el error de vincularse con el PT, cual si fuese un
consejero de izquierda del partido con lo cual acabamos de romper y
que cumple un papel reaccionario en la política brasileña, o de
respaldar candidaturas marginales, que debiliten
el nuevo partido antes mismo de él surgir.
Eso no significa necesariamente llamar el voto nulo, sin
embargo nos debe orientar para no comprometernos en las campañas
electorales con estas características. Donde se puede apoyar
candidaturas a concejales debemos hacerlo. En las candidaturas
mayoritarias a lo que más podremos llegar es a una línea de indicación
de voto, sin compromiso y sin campaña.
5)
Construyendo un movimiento por un nuevo partido con influencia de
masas
La ruptura encabezada por los llamados parlamentarios
radicales tiene una importancia significativa, histórica. Es cierto
que nuevas filas de simpatizantes, amigos y militantes dejarán el PT,
sobretodo cuadros medios y militantes, no tanto parlamentarios y menos
aún cargos ejecutivos. La crisis de la izquierda petista, por
ejemplo, es alarmante. La ausencia de discurso es total, porque ya
nadie puede realmente creer en la posibilidad de rescatar el PT, al
mismo tiempo en el que el discurso en defensa del socialismo en el
interior del partido se muestra cada día más hueco, ya que no tiene
nada que ver con lo que hace todos los días el gobierno federal
petista. El entusiasmo con el cual Lula y el gobierno brasileño
fueron recibidos por la Internacional Socialista, dirigida por la
vieja social-democracia europea, hoy convertida en agente del capital
imperialista europeo, durante su congreso realizado en octubre en Sao
Paulo, fue más que
demostrativo del real significado del “New PT”.
a) El peso
de la ruptura
Esta abierta
una nueva situación en el país, o por lo menos en la izquierda
brasileña. La ruptura alcanza sectores de la sociedad que acompañan
la política, perciben y desacuerdan del cambio del PT. Una parcela de
las masas, con conciencia reformista, empieza a romper al percibir
justamente el gobierno Lula como un gobierno de contra reformas. Tal
hecho, como veremos luego adelante, tiene mucha importancia para la
orientación que debemos seguir.
Considerando
las franjas más activas de las clases trabajadoras, podemos decir que
son muchos millares los que se alejaron del petismo. El desafío de
aglutinarlos comienza ya. Más una razón para que la expulsión de
los parlamentarios se haya transformado en el momento decisivo de la
ruptura del PT, el punto de calidad capaz de marcar un antes y un
después de la expulsión en la historia de este partido que fue el
mayor partido de izquierda de América Latina y que se convirtió en
su contrario. El proceso de ruptura en el PT profundizó la crisis en
el PSTU y en el PSB, en
el cual sectores socialistas empiezan a discutir la necesidad de un
nuevo partido.
Como decíamos
en las anotaciones del MES de diciembre de 2003, resumiendo, tres
cuestiones interligadas se destacan, no necesariamente en este orden,
para marcar la importancia de la ruptura encabezada por los
parlamentarios:
a)
El peso
propio de los parlamentarios ( Luciana Gerno, Baba y João Fontes, son
expresiones de masas en sus estados y conocidos y respetados en todo
el país, mientras la senadora Heloísa, además del peso de masas
cualitativo en su estado – que la colocaba como favorita en la
disputa por el ayuntamiento de Maceió - tiene una representatividad
que dialoga con parcelas de masas en todo el país);
b) Fueron
acompañados por representativos intelectuales de la tradición de
izquierda– que anticipan, tal como las hojas de los árboles – la
dirección de los vientos de las luchas sociales y de la organización
de la izquierda socialista;
c) El
año que terminó suministró un peso social fundamental a los
movimientos de los llamados radicales no solo porque ocurrió un
descontento general con el gobierno por parte de los servidores públicos,
sino porque los servidores realizaron una poderosa huelga nacional.
Entonces, esta ruptura tiene un peso social organizado en la base del
funcionalismo público. Numerosos sindicalistas, dirigentes de la
huelga nacional de los trabajadores estatales- la más fuerte de la
historia del movimiento – asumieron la ruptura con el PT y articulan
una alternativa política.
b)
Entramos en un nuevo ciclo largo
Entramos
en un nuevo ciclo largo de reagrupación y reorganización de la
izquierda socialista y del movimiento de los trabajadores, cuyo desafío
estratégico es la construcción de un bloque social y político anti-capitalista
y antiimperialista y un nuevo partido capaz de traducir la experiencia
de las clases trabajadoras en sus luchas, apoyarlas, incentivarlas,
siempre tratando de diseñar un programa de emergencia capaz de
enfrentar la terrible crisis social, la terrible situación del pueblo
pobre. Esta estrategia pasa hoy por construir una oposición de
izquierda al gobierno Lula con la intervención en las luchas, con
participación electoral y con un proyecto económico alternativo para
el país y una propuesta de poder de los de abajo.
La
construcción de una nueva alternativa partidaria es un proceso. Un
nuevo partido, socialista y anticapitalista con influencia de masas no
se decreta, ni se construye del día para la noche. Al mismo tiempo es
preciso evitar un error tan o más grave: diluir la necesidad de la
construcción de una alternativa política, de un nuevo partido de los
trabajadores que sea una superación del PT. Es preciso, por tanto,
una amplia discusión entre los que rompieron con el PT ahora y los
que ya habían roto antes, para poner de pie una nueva herramienta.
Una discusión paciente, que respete las diversidades de conciencias y
experiencias y que busque los puntos comunes para impulsar el
movimiento por una nueva alternativa. En nuestra opinión, esta nueva
alternativa necesita ser un partido porque éste es el instrumento de
aquellos que luchan por el poder político. Y una nueva alternativa
tiene que tener como horizonte la lucha por el poder de los de abajo,
contra la dominación de los capitalistas.
Somos
conscientes de que no es un desafío fácil. Más adelante abordamos
algunas de nuestras mayores dificultades. Y el apoyo dado a Lula y al
gobierno por amplias capas del pueblo en un cierto sentido no es la más
complicada. El gobierno sigue apoyado, como muchos gobiernos burgueses
lo fueron, pero hasta sus discursos populistas, mismo la habilidad y
el carisma personal de Lula no logran detener la erosión de una parte
de la histórica base social del PT. Los trabajadores estatales fueron
los más significativos, pero el distanciamiento alcanza más
sectores, como reflejan los ecologistas descontentos con la liberación
de los transgénicos (el alejamiento de Gabeira fue parte de eso) o
los familiares de los desaparecidos políticos cuando ven la
capitulación del gobierno delante de los crímenes de los gobiernos
del régimen militar o aún como expresa la reciente crisis con Luis
Eduardo Soares, ex secretario de seguridad, cuya dimisión, motivada
por las presiones en el ministerio de la justicia por la continuidad
de la política de seguridad del gobierno anterior, llevó a su demisión
del partido.
Más
importante aún es el descontento general que la continuidad del
ajuste salarial, del desempleo, de la vida cada vez más difícil va
provocando en millones de trabajadores. El apoyo dado al gobierno por
la mayoría del pueblo, por tanto, no impide la existencia de un
espacio social a la izquierda. Este espacio ya existe hoy y puede
ampliarse. El PT es un partido de espaldas al porvenir.
c)
Algunas dificultades – la necesidad de enfrentar el
escepticismo
Fijar
este contexto y mirar la construcción del nuevo partido en esta
perspectiva general no es sinónimo de dilución de las dificultades
que tenemos por delante. Son muchas y de varios tipos. En el momento,
básicamente dos nos parecen las mayores. Primero, el escepticismo
general de los sectores del pueblo que, al perder la confianza en el
PT, pierden la confianza en la política y en la izquierda en general.
Se trata, a pesar de todo, de una dificultad superable. Aunque seamos
también alcanzados por el descrédito de sectores del pueblo, hay en
Brasil una razonable fuerza de la conciencia asociativa y una
importante movilidad de las clases subyugadas por el capitalismo para
que podamos forjar nuestras fuerzas en la construcción y en el
interior de estas luchas y experiencias.
Parte
del mismo proceso, solo que con características más graves por su
naturaleza menos dinámica, es el escepticismo de aquellos sectores de
la superestructura política de izquierda que ayudaron a construir el
PT o acompañaron su experiencia. Los reflejos de la experiencia con
el PT deslegitimando las ideas socialistas en la conciencia de un
sector del pueblo alcanzan también la superestructura. Un fenómeno
que, guardadas las debidas proporciones y diferencias, recuerda el desánimo
representado en sectores de la izquierda cuando cayó el Muro de Berlín,
cuando se desmoronó el llamado socialismo real, o el socialismo
realmente inexistente. Los éxitos o fracasos de partidos y
agrupaciones que actuaron por afuera del PT a lo largo de estos años
también trabajan en el mismo sentido. Para todos acaba pesando el desánimo
con el PT sumado a los diez años de ofensiva del neoliberalismo.
Un
segundo problema es nuestra capacidad de organización, la debilidad
de las corrientes involucradas en la ruptura/reorganización. Ninguna
de las corrientes organizadas que decidieron romper o que están
trabajando por un nuevo proyecto, tiene una sólida estructura
nacional de cuadros. La ausencia de estas estructuras lógicamente no
puede ser suplida por parlamentarios -por más populares, talentosos y
esforzados que sean- ni por intelectuales, por más importantes que
sean sus contribuciones. Así, la debilidad de las fuerzas en cuestión
impide la ocupación plena del espacio existente, en nuestra opinión
considerable, lo que a veces induce a conclusiones equivocadas de que
el espacio es pequeño, completando el ciclo vicioso, realimentando el
escepticismo, la sensación de que no se puede hacer nada o de que
tenemos que partir de cero, de que prácticamente no hay acumulación
teórica, política u organizativa que se pueda aprovechar. El
crecimiento de cada una de las corrientes consideradas aisladamente ha
sido también un hecho evidente pero ningún crecimiento de este tipo
es capaz de resolver esta laguna, esta ausencia de una fuerza
organizada nacional sin un trabajo unificado, en un espíritu de
partido, donde las tendencias, sub-tendencias, grupos, etc, etc,
encuentren un marco común de actuación. Donde los militantes sin
tendencia tengan espacio y capacidad real de intervención. Éste es
el desafío. Única forma de ir resolviendo la contradicción entre el
espacio existente y nuestras fuerzas para organizar la influencia del
movimiento por una alternativa. Único camino para evitar la dispersión.
Tal
desafío de trabajo unificado es una necesidad no apenas para ocupar
los espacios que se abren para un proyecto a la izquierda del PT. Se
trata de una respuesta correcta al proceso de reagrupamiento en curso
en la izquierda brasileña. Un proceso que tiene dos sendas, dos
puntos en los cuales se estructura la posibilidad de convergencia: el
primero, el rechazo al social liberalismo del gobierno petista; el
segundo, la comprensión de la naturaleza democrática, abierta,
amplia, del movimiento por un nuevo partido, que se materializa en el
derecho de existencia de tendencias, entre otras medidas. El PSTU, por
ejemplo, hace parte del acuerdo con relación al primer punto. Se
recusó, sin embargo, con relación al segundo, optando por seguir su
camino en banda propia, centrado en la autoconstrucción. Por lo menos
por ahora.
d)
Relación clase-vanguardia y partido
La
situación actual exige una discusión sobre la relación dialéctica
entre clase/movimiento/vanguardia y partido. El PT se construyó
defendiendo reformas progresivas. Siempre sustentamos que una parte
importante de ellas eran inviables en los marcos del capitalismo. El
gobierno petista no deja de ser una confirmación por la negativa de
esta inviabilidad. Al final, para ser aceptados por los capitalistas,
al revés de luchar por las reformas antes defendidas – y batirse de
frente con el sistema – resolvieron aplicar las políticas
capitalistas, en verdad las llamadas
contrarreformas.
Así,
la experiencia con el gobierno Lula ha llevado a la ruptura de franjas
de masas de la clase trabajadora cuyo avance de conciencia que a lo
que más alcanzó fue a la necesidad de reformas, de mejorías en el
nivel de vida del pueblo sin colocar la necesidad de imponer éstas
medidas veía una guerra sin cuartel contra la clase dominante que pacíficamente
no renunciará de sus privilegios. Tal ruptura de masas lógicamente
encuentra representación en la superestructura y en la vanguardia.
Sectores de masas con esta conciencia reflejan la evolución de la
lucha de clases de Brasil y de su vanguardia. Constatado este proceso
vale una definición: esta conciencia favorable a la defensa de
reformas, de aumentos salariales, de combate a la corrupción, a los
privilegios, de medidas de soberanía nacional, de distribución de
renta, etc, es enormemente progresiva. Y partes importantes de estos
sectores rompieron y están rompiendo con el PT. El real componente de
masas de la ruptura petista tiene esta característica.
Las
banderas históricas del PT, patrimonio de la izquierda en general,
como la lucha contra el FMI, contra el ALCA, por mejores salarios y
condiciones de trabajo, contra la banca, en defensa de la reforma
agraria, entre tantas otras, son constituyentes del nivel de
conciencia de estos sectores. Y tales banderas apenas pueden
realizarse enfrentando el sistema. Por eso no tenemos un nivel de
conciencia estático, pero en movimiento, con posibilidad de saltos en
su comprensión de la necesidad de un enfrentamiento contra el capital
y sus representantes políticos y militares.
Los
trabajadores más conscientes de la necesidad de estas banderas para
que garanticen una mejoría en sus vidas son la base social de este
nuevo proyecto. Y ellos son muchos. En el momento en el que el PT
asumió el social liberalismo, la construcción de una izquierda
socialista ganó peso. Las necesidades concretas empujan en este
sentido, así como las fuerzas sociales que de una forma u otra tratan
de encontrar su representación política propia. Un nuevo partido,
por tanto, responde a una necesidad social, no a las elaboraciones de
éste o de aquel intelectual, grupo político o reformador social.
No
tener una política para canalizar este sector significa renunciar a
tener una política para influenciar el movimiento de masas. El
movimiento por un nuevo partido tiene el deber de representarlos si no
quiere simplemente expresar una franja reducida de la vanguardia con
posiciones revolucionarias y una ínfima minoría de los trabajadores,
tan reducida numéricamente que termine resultando en un movimiento
sin lazos sociales fuertes y acabe en el sectarismo propagandista.
Buscar
representar los sectores cuya conciencia no sobrepasó el curso de la
conciencia reformista – y no apenas los más avanzados, con
conciencia revolucionaria - sin embargo, en nuestra posición, no
significa acomodar el movimiento por un nuevo partido al nivel de
conciencia de estos sectores de masas y no presentar una política
capaz de hacer con que esta conciencia se
desarrolle. El puente para el avance de esta
franja de las masas se encuentra precisamente en una plataforma con
reivindicaciones de emergencia anti-capitalista y en el llamado a la
movilización por las mismas como única salida para los problemas de
los trabajadores. Una plataforma que se defina claramente como oposición
de izquierda al gobierno Lula.
En
el comienzo de la construcción de este puente entre la conciencia de
las masas y la necesidad de la lucha por el poder de la clase
trabajadora, el texto del 19 de enero es fundamental. Por eso el
movimiento por un nuevo partido comienza con una sólida base política.
e)
La estrategia del MES
Al
impulsar la construcción de un movimiento por un nuevo partido,
sectores revolucionarios de la izquierda petista, entre quiénes se
encontraba nuestra corriente, recogieron como resultado un papel nuevo
y relevante en el escenario nacional en el desarrollo de la organización
política de los trabajadores en general y del movimiento socialista
brasileño en particular. La responsabilidad es aún mayor cuando se
sabe que el proceso de reagrupamiento en curso en Brasil tiene
repercusiones en realineamientos de la izquierda en América Latina y
Europa.
Sabiendo
que el movimiento por el nuevo partido está apenas dando sus primeros
pasos, enfrentando numerosas debilidades y poderosos enemigos – en
primer lugar el gobierno, que no quiere el desarrollo del nuevo
partido - el MES como corriente política tiene una definición estratégica
clara: apostar todas las energías de nuestra corriente en la
construcción del movimiento por un nuevo partido. Tal partido no es
un paso táctico para la construcción en el futuro de otro partido
desde la acumulación de fuerzas de nuestra corriente aisladamente
considerada o en fusión con otras. Debemos y queremos construir el
MES e incluso avanzar en unidades orgánicas con otras corrientes
involucradas en este proyecto común que tengan afinidades superiores
con nosotros y vice-versa. Al final, las corrientes, las tendencias,
apenas deben existir separadamente si su existencia se justifica por
razones políticas muy claras.
Nuestra
construcción como corriente, como ya dijimos, está subordinada a las
necesidades del nuevo partido. Ésta será la prioridad de nuestros
cuadros. Construimos el MES para construir el nuevo partido. Nuestra
prioridad es captar para el nuevo partido. Garantizar el periódico
del nuevo partido, el funcionamiento de sus direcciones y de sus núcleos.
El MES existe para eso, para desarrollar el movimiento por el nuevo
partido. Y nuestra estrategia es la construcción de este movimiento
como un partido revolucionario con influencia de masas, instrumento
necesario para dirigir una revolución socialista triunfante en Brasil
y que sea parte de la revolución latino americana y mundial. No
escondemos esta estrategia y estamos convencidos de que la derrota del
proyecto del nuevo partido sería una derrota que retardaría esta
estrategia por décadas. Así la responsabilidad de los empeñados en
este proyecto es inmensa.
Somos
conscientes también de que el movimiento por un nuevo partido aún no
es revolucionario. Confiamos, sin embargo, en la dinámica de la
lucha, en el aprendizaje de la clase y de su vanguardia. La dinámica
de la lucha de clases será cada vez más anti- capitalista, con lógicas
repercusiones en un movimiento anti-capitalista, punto de confluencia
de revolucionarios de distintas tradiciones, y que no alberga en su
interior ningún aparato burocrático de privilegiados ligados a la
defensa del régimen. Tendremos así un partido que no puede ser
reducido a una definición de partido centrista precisamente porque
será un movimiento inacabado, en formación, no un partido. Será un
movimiento progresivo en forma de partido en cuanto logre la
legalidad. Tampoco será un frente de corrientes porque, felizmente,
su constitución tiende a ir mucho más allá que la suma de
agrupaciones.
En
la construcción de este movimiento no renunciamos de la defensa de un
programa revolucionario. Pero cuando hay posibilidad de vincularse con
el movimiento de masas aprendemos con Marx que las acciones valen más que los programas. En nuestro caso concreto, mientras, no se
puede ir ni tanto al cielo ni tanto a la tierra. El movimiento por el
nuevo partido no tiene influencia de masas. Pero puede tenerla. La
cuestión colocada para los revolucionarios es la siguiente: colocar
como eje de su intervención en este movimiento las definiciones
programáticas y la concepción revolucionaria de partido de combate
centralizado o integrar la defensa de estas banderas en el interior de
un proceso más amplio, abierto, respetando las diferencias y
apostando en el desarrollo de un movimiento unitario desde puntos de
acuerdo, de medidas anti-capitalistas emergencias, tratando de
consolidar éstas medidas como patrimonio del movimiento y el método
de la movilización como eje ordenador de la intervención. Nosotros
claramente hacemos la segunda opción.
En
este marco vamos fraternalmente debatir nuestras posiciones, nuestras
concepciones marxistas revolucionarias que justifican nuestra
existencia como corriente organizada en el interior de la unidad más
general por el nuevo partido. Apenas así será posible construir un
partido revolucionario con influencia de masas. El PSTU, por ejemplo,
es el extremo de la primera opción, a tal punto que actualmente tiene
como eje criticar el movimiento tal como existe en su actual curso de
desarrollo.
Y
para desarrollar el movimiento es fundamental buscar los puntos de
acuerdo. La plataforma del día 19 de enero fue fundamental en este
sentido.
f)
El triunfo del texto votado en el día 19 de enero – Construyamos la
oposición al gobierno Lula
Los
puntos programáticos del movimiento por el nuevo partido, en nuestra
opinión, deben rescatar muchos puntos de los programas originales
petistas y muchas de las banderas anti-capitalistas y
anti-imperialistas que el PT aportó para tornarlas populares. Es un
bagaje no solo del PT, pero de la izquierda brasileña en general. Es
un acopio de conciencia aún preservado por parcelas de la clase
trabajadora, a pesar de los esfuerzos de la cúpula petista para
diluirlos y liquidarlos.
No
subestimamos, sin embargo, los estragos provocados por la falsa
conciencia. Los dirigentes oportunistas de la dirección petista
trabajan todos los días con sus posibilidades de manipulación
amplificadas por los mecanismos ofrecidos por la máquina del estado
burgués que están hoy administrando, para cortar las banderas
petistas de combate de la memoria de los trabajadores. Sabemos, por
tanto, de las dificultades para fortalecer estas banderas en el
movimiento de masas, para tornarlas creíbles para millones de
trabajadores después de la quiebra del proyecto petista. Las banderas
anti-capitalistas, que son parte de la tradición de la izquierda
socialista brasileña en general, son nuestro puente con estas
parcelas, así como los parlamentarios son también una expresión de
esta ligazón con la cual surge el movimiento por un nuevo partido.
La
plataforma aprobada el día 19 de enero responde a la construcción de
este eslabón al presentar una serie de medidas de emergencia
anti-capitalistas y antiimperialistas y al definir con clareza el
movimiento por un nuevo partido como oposición al gobierno Lula, un
gobierno que el documento define como al servicio de la burguesía. El
texto aprobado entonces es una base con puntos de programa sólidos
para comenzar la construcción del movimiento por un nuevo partido, un
movimiento, además, que puede tener forma de partido durante todo un
período. De nuestra parte hemos manifestado abiertamente que el nuevo
partido tiene que ser contra la colaboración de clases, ser
anti-capitalista, socialista, privilegiando la lucha directa, que
llame de modo permanente a la movilización y el enfrentamiento contra
los poderosos y la burguesía. Tales cuestiones están colocadas en el
texto.
En
la misma línea del documento del día 19 y tratando de dar más
amplitud al mismo, con banderas que pueden muy bien encontrar una
acogida consensual entre las fuerzas del nuevo partido, presentamos
sintéticamente algunas medidas programáticas de emergencia, algunas
ya tocadas en el texto de Río de Janeiro, otras sobreentendidas y que
vale la pena explicitar. Lo hacemos para ayudar en la elaboración
consensual y con objeto de que sistematizar un plan de emergencia común.
Para combatir el desempleo
Como
parte del combate contra el desempleo, es fundamental la reducción de
la jornada de trabajo sin reducción de los salarios. ¡Trabajar menos
para que todos trabajen! Ése fue un lema de la CUT, hoy abandonado
por la dirección de la Central y que debe ser retomado. Además, es
hora de exigir un Plan de Obras Publicas contra el desempleo. El
dinero del país, al revés de ser drenado para el pago de la deuda
externa, debe ser dirigido para la construcción de casas populares,
de hospitales, escuelas, para conservar y ampliar la infraestructura
nacional. Además, es importante añadir el combate contra a reforma
laboral y sindical propuesta por el gobierno. A Reforma sindical es la
preparación para a reforma laboral a la medida que primero intenta
subordinar completamente los sindicatos para después implementar los
ataques alcanzando directamente el nivel de vida y las condiciones de
trabajo de todo la clase.
Es preciso combatir el congelamiento salarial
La renta media de los
brasileños cayó 16% en 2003. Sin recomposición de los salarios, no
hay distribución de renta efectiva. Por eso también somos los que
apoyamos las huelgas de los trabajadores por sus reivindicaciones
salariales. El control sobre la producción de las grandes empresas
mostrará que las ganancias capitalistas son enormes y que los
salarios están cada vez más achacados.
¡Reforma
agraria, esa lucha es nuestra! ¡Tierra para quién en ella trabaja y
quiere trabajar!
Actualmente,
ni aun la grave cuestión agraria ha sido atacada. Brasil es el país
de los latifundios y el gobierno sigue sin defender una verdadera
reforma agraria. Viviendo al margen de las carreteras, sin tierra,
hambrientos, siquiera recibiendo las cestas básicas prometidas,
millares de sin tierra parten para la ocupación de tierras, de
edificios públicos y carreteras. Para poder comer, muchos no
encuentran otra salida que en los saqueos. Sin embargo, el dinero para
la reforma agraria no aumenta.
Apoyo
a las luchas de los trabajadores rurales sin tierra
Apoyo
al MST en todas las luchas por las reivindicaciones campesinas. ¡Apoyo
al MTL en el Triángulo minero! ¡Prisión para los terratenientes qué
arman sus milicias contra el pueblo! ¡Dimisión del ministro Roberto
Rodrigues, representante del latifundio en el gobierno!
Como
si fuese poco, los terratenientes montan sus brigadas paramilitares,
arman a sus "pistoleros" hasta los dientes. En 2003 fueron más
de 50 trabajadores rurales asesinados. Casi tres Eldorado de Carajás,
cuando 17 sin tierra fueron asesinados durante el gobierno de FHC. El
gobierno no desarma el latifundio ni lo condena. Y el ministro de la
Justicia se limita a decir que nadie puede actuar fuera de la ley,
aclarando que la utilización de empresas de seguridad debidamente
registradas es permitida. Por su vez, el ministro de
Agricultura, representante del latifundio en el gobierno,
incentiva la defensa armada de las propiedades rurales.
Combate a la corrupción
El
gobierno, entonces, no ha cumplido los contratos con el pueblo y cela
por los contratos con los grandes capitalistas y con el FMI. Gobierna
con los enemigos de siempre del PT, como Sarney, el PL, el PTB, el
PMDB y hasta el ex PDS. Gobierna a través del pacto nacional con los
gobernadores, con los del PFL y del PSDB en la línea de frente. Para
agradar sus nuevos aliados esconde para bajo de la alfombra los escándalos
de corrupción, tanto los billonarios, como el del Banestado, como los
del neopetismo en el caso de los de Roraima. Ahora vemos el escándalo
involucrando de quien fue el principal asesor parlamentario del
gobierno y la operación anti CPI conjunta con Sarney y ACM,
especialistas en este asunto, al servicio del New PT. Además,
organiza un Consejo de Desarrollo, uno de los foros de promoción del
pacto social, compuesto por varios empresarios deudores de la
seguridad. El combate a la ocultación pasa también por la prisión
de los evasores y de los políticos y empresarios que remitieron
dinero ilegal para el exterior, como los 30 mil millones de dólares
del escándalo del Banestado. A la vez, el Congreso Nacional realiza
convocaciones extraordinarias inútiles apenas para agradar a la mayoría
de los parlamentarios. También vemos las denuncias de políticos
involucrados en esquemas de corrupción de todo tipo y hasta el
trabajo esclavo. El Movimiento por el Nuevo Partido tiene una bandera
sin manchas. Tenemos moral para exigir investigación y castigo de los
escándalos de corrupción. Para exigir CPI e impulsar comisiones
independientes de investigación.
¡Fuera
el FMI! ¡Control de cambio y de capitales! ¡Suspensión del pago de
la deuda externa!
Como
parte de la política de capitulación del gobierno para los intereses
del capital financiero, el país sigue pagando las deudas externas e
internas para la banca. Ha hecho un esfuerzo de superávit draconiano
para garantizar el pago de mil millones de dólares todo el año. Y así
mismo la deuda no para de crecer. Mientras tanto los capitalistas
brasileños siguen especulando con los títulos brasileños en el
exterior y mantiene mil millones de dólares en sus cuentas en los
bancos de EEUU y de los paraísos fiscales. Es preciso romper esa lógica.
Centralizar el cambio y controlar la salida de capitales. Es preciso
decir no al FMI y al acuerdo del ALCA, encabezando un llamado por la
constitución de un frente de los países deudores, en particular en
unidad con Venezuela y la Argentina.
6) La
necesidad de una agenda de debates
El programa
que vamos a votar en julio será un programa de acuerdo entre las
fuerzas políticas y militantes comprometidos con la reunión del día
19 de enero en RJ. Pero vale la pena que empecemos a debatir
cuestiones de programa para ver hasta donde avanzamos en el acuerdo más
allá del texto aprobado y sus desarrollos lógicos. Más allá de las
banderas históricas de la izquierda y del propio PT que fueron
abandonadas por el partido. Es un debate necesario y que toda la
vanguardia de la clase trabajadora quiere y debe realizar.
Estamos
empezando a construir este debate sabiendo que el mejor método de
construir un movimiento nacional unitario es reforzando los puntos de
acuerdo y siendo muy respetuoso con las diferencias. Así, en la
agenda de debate que entre todos debemos definir, los puntos en los
cuales no tengamos acuerdo deben seguir siendo debatidos en el
desarrollo del nuevo movimiento y en su forma de partido en el
transcurso de los próximos meses y años. Aquí queremos expresar
principios que ciertamente van a demandar discusiones durante un período.
Nuestra
posición sostiene la necesidad de tres principios para la construcción
de un verdadero partido revolucionario:
a)
Una
real democracia interna, con la construcción de núcleos y el control
de los militantes de la dirección y las figuras públicas. La palabra
de orden es que la base decida y controle. Parte de esta democracia
envuelve el respeto a las decisiones de las instancias partidarias, en
primer lugar del Congreso, con tales instancias centralizando políticamente
el partido y garantizando los derechos democráticos de las minorías
a defender sus posiciones para convencer los militantes del partido de
sus puntos de vista. La formación de núcleos no responde solo
a una necesidad democrática. Es determinante para que nuevo partido
tenga un claro sentido de lucha. Para que pueda discutir y planear su
intervención políticas en las escuelas, en los locales de trabajo,
en las categorías profesionales. Para eso los núcleos deben ser
fuentes de elaboración, creación, de decisiones políticas.
b)
La
definición de que la movilización de masas es la prioridad del
partido, su estrategia permanente. El camino que ha recorrido el
pueblo pobre de Bolivia, guardadas las diferencias entre los países,
con sus movilizaciones de masas y hasta con la insurrección para
derribar el gobierno asesino de Sanchez de Losada, muestra el sentido
de esta definición estratégica. Como parte de la misma es
fundamental la construcción de un partido revolucionario que anime y
defienda la construcción de organismos democráticos del movimiento
de masas con vistas a la lucha por el poder político de las clases
exploradas por el capitalismo, lo que implica luchar por la destrucción
del aparato de estado capitalista y su sustitución por un verdadero
estado de los trabajadores.
c)
La
defensa de la independencia de clase, o sea, la lucha contra
cualquiera política de gobierno común con la burguesía, con
cualquiera de sus sectores por más progresivo que se intente mostrar.
Por eso tampoco es correcto realizar alianzas con los partidos
burgueses para formar gobiernos sea él municipal, estadual y menos aún
en el país. Los intereses de la burguesía y de los trabajadores son
inconciliables. Una de las dos clases debe ser derrotada y apostar en
tregua, en conciliación, apenas fortalece los enemigos de los
trabajadores, a los capitalistas, interesados en vivir a costa del
trabajo y de la miseria de la mayoría del pueblo trabajador.
La importancia de estas concepciones aparece con más fuerza
cuando hacemos el balance del PT. Ya apuntamos las razones sociales de
la quiebra del PT. Además de las bases objetivas creemos que hubo una
correspondencia entre la falta de capacidad de resistir a estas
presiones y la teoría política del núcleo dirigente del partido. No
vamos aquí abordar lo tema del Estado exhaustivamente trabajado en el
libro de Robaina. Apenas subrayamos que el programa original petista,
cuya formulación teórica se restringió a la idea de cambio del
Estado, tuvo como resultante práctica la estrategia electoral y el
oportunismo. Ésta es la primera cuestión.
El segundo
punto es la evidente influencia ejercida por el funcionamiento del
partido en su curso oportunista. Los núcleos en el PT siempre fueron
opcionales y tuvieron sus reuniones vaciadas desde hace muchos años.
Desde la mitad de la década de 80 los núcleos no tienen
rigurosamente ninguna importancia en ese partido. El PT no tenía
funcionamiento orgánico de base. Hasta 1988 este problema no fue tan
grave. Después el espacio partidario pasó a ser dominado por las
figuras públicas, especialmente los parlamentarios, concejales,
diputados, senadores, enseguida por los alcaldes y gobernadores.
Cuando finalmente la decisión mayor pasó para las manos de ministros
y del presidente de la República, con las prerrogativas del estado
burgués, el propio Congreso Nacional del partido pasó a ser una mera
formalidad - siendo descaradamente no respetado por el gobierno. Así,
sin núcleos de base, sin congresos periódicos, sin funcionamiento de
las instancias partidarias, la burocracia acabó dominando
completamente el partido.
Como conclusión,
estratégicamente queremos un partido que tenga como principio la
libertad de discusión y la unidad en la acción. Sin la organización
de base y la unidad de acción el partido no puede ser instrumento
eficaz en esta lucha contra el estado armado y centralizado de la
burguesía. Construir esta estrategia, encontrar un canal común para
esta diversidad de sujetos políticos actualmente en un proceso de
convergencia, requiere la construcción de un programa común – de
oposición al gobierno Lula y con medidas anticapitalistas - y un
funcionamiento cuyas garantías sean amplias – como el derecho pleno
de tendencias – de tal forma que la intervención en la lucha de
clases aporte en la construcción de las relaciones de confianza
necesaria para que la unidad de acción sea garantizada, sin por eso
decretar administrativamente – ni hoy ni mañana - la prohibición
de la existencia de tendencias distintas conviviendo en el mismo marco
partidario.
Estas
cuestiones, en caso no tengamos consenso con los compañeros del nuevo
partido, lo que no debe ocurrir por el poco tiempo que tendremos para
estos debates estratégicos en el período de constitución del
movimiento, no minimiza la importancia y el valor estratégico de lo
que estamos construyendo.
En este
sentido seguiremos nuestro esfuerzo común considerando precisamente
éstas tres cuestiones arriba mencionadas como determinantes para la
evolución del partido/movimento en un partido revolucionario con
influencia de masas. Por eso seguimos construyendo el MES.
Pero la
construcción del MES, no está demás repetir, está entrelazada con
la construcción del Movimiento por un Nuevo Partido. Es la hora de
poner el movimiento por el nuevo partido en las calles. Hay espacio
para nuestra opción. Como dice la plataforma del día 19, somos los
que defendemos las banderas anticapitalistas necesarias para el pueblo
trabajador y tenemos las expresiones públicas – los parlamentarios
llamados radicales – que son banderas sin manchas. Somos los que no
nos enredamos con la máquina sucia del poder del estado burgués y no
aceptamos los privilegios del Palacio. Estamos entre los que defienden
las movilizaciones, las huelgas, las marchas y las ocupaciones, los
derechos humanos, el combate a la discriminación y la corrupción.
Hay millones que están con los oídos abiertos para nuestra
propuesta. Que quieren saber lo que tenemos para decir. Podemos y
debemos avanzar rápido para organizar el trabajo del Movimiento por
un Nuevo Partido en el terreno sindical, juvenil, en el movimiento de
mujeres, ecologistas. Es la hora de la organización de los actos en
todo el país, de las plenarias y seminarios. Podemos y debemos ir a
las calles con panfletos, carteles, discursos y reuniones en los
locales de trabajo, estudio, vivienda y en las plazas públicas,
anunciando a batalla por un Nuevo Partido y convidando a todos para
participar y definir juntos los rumbos de nuestro movimiento. Es la
hora de la agitación política en defensa de un nuevo partido
anticapitalista que impulse las luchas por las reivindicaciones del
pueblo pobre y trabajador y que presente una plataforma de medidas
emergencias para combatir la crisis y la catástrofe provocada por el
ajuste capitalista.
Para concluir,
no podemos dejar de apelar para el internacionalismo militante. Es
indispensable decir que la construcción en Brasil de una alternativa
anticapitalista y antiimperialista no será – y ya no ha sido - una
tarea fácil. Sabemos también que nuestros esfuerzos serán acompañados
por millares de militantes de otros países, por combatientes
sociales, por los marxistas revolucionarios, por los activistas de la
alterglobalización. Queremos que nos acompañen y que nos apoyen.
Nuestra relación con la vanguardia latinoamericana es fundamental en
este sentido, bien como con los partidos anticapitalistas de Europa.
Experiencias
como la construcción de un nuevo partido anticapitalista en Francia,
tal como propone la LCR (Liga Comunista Revolucionaria) ciertamente
nos estimulan y enseñan. De la misma forma como las experiencias de
los ingleses del SWP ( Socialist Workers Party), y del movimiento
anti-guerra, parte indisociable del movimiento antiglobalización
anticapitalista.
Relaciones con
estos procesos nos permitirán extraer lecciones, adquirir una visión
global, evitar errores, visualizar los progresos, apuntar caminos. Así
también enseñaremos mientras aprendemos en la medida en la que, con
certeza, nuestra rica experiencia nacional, tanto de la quiebra del PT
cuanto el movimiento alternativo en construcción, al ser socializado,
también será útil para que los socialistas de otros países
desarrollen sus acciones con bases cada vez más sólidas.
Ejecutivo
Nacional del Movimento Esquerda Socialista (MES)
28 de febrero de 2004
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