Brasil bajo Lula

 

Miguel Rossetto y DS en el gobierno Lula

Una traición incalificable

Socialismo o Barbarie (periódico), 5 de junio de 2003

Parece que no hay límites para el desbarranque de la corriente Democracia Socialista y uno de sus máximos dirigentes, Miguel Rossetto, actual ministro del gabinete de Lula. Ahora se ponen abiertamente en defensores del “orden” estatal capitalista contra los campesinos cuyos intereses  dijeron que defenderían desde el gobierno. Pero veamos primero los hechos.

El Movimiento Sin Tierra brasileño decidió terminar la “tregua” que mantenía con el gobierno de Lula y anunció su voluntad de volver a ocupar tierras de los grandes terratenientes brasileños o extranjeros. Roberto Baggio, vocero del MST, aclara la postura de la organización: "Nuestra militancia campesina trabajó para que Lula fuera elegido, pero no tenemos ilusiones de que el gobierno, por voluntad propia, realice la reforma agraria. Por eso vamos a mantener nuestra independencia y a continuar actuando para organizar a los campesinos". Esto no significa que hayan pasado abiertamente a la oposición, sino que le mantienen el crédito al gobierno pero no están dispuestos a seguir de brazos cruzados mientras Lula gira a la derecha. Para Jaime Amorim, dirigente nordestino del MST, la lentitud del gobierno de Lula para dar respuestas "es la misma que la de Fernando Henrique Cardoso. No cambió nada". Baggio resume así la posición del MST: "Nuestra forma de ayudar es presionar. Y esperamos que el gobierno actúe antes de que la ebullición en el campo se salga de control”.

El problema de fondo es que la política agraria está en absoluta sintonía con la política general del gobierno, cada vez más inclinado a satisfacer los reclamos de los acreedores, el FMI y la gran burguesía brasileña. Por dar un ejemplo reciente: Lula envió al Congreso un proyecto de ley que elimina la emisión de títulos de deuda agraria, el principal instrumento para las expropiaciones de tierras “improductivas” prometidas en la campaña electoral del PT. Hasta el titular del INCRA (el ente estatal encargado de la reforma agraria) hizo oír sus quejas, porque de este modo se liquida de hecho hasta la más tímida reforma agraria.

Como para remachar el clavo y mostrar la total continuidad con el gobierno de Cardoso, Lula salió con los botines de punta contra las ocupaciones de tierras. Acompañado de la ex candidata presidencial de derecha Roseana Sarney (que se bajó de la campaña tras acusaciones de corrupción, y es la hija del actual presidente del Senado), Lula criticó la “violencia” del MST en el estado de Pernambuco. Allí, los sin tierra incendiaron la sede de seguridad de una gran propiedad, Engenho Prado, de donde habían salido innumerables ataques y afrentas contra los campesinos desde marzo pasado, con la complicidad de la Policía Militar.

Lo novedoso es que el ministro de Desarrollo Agrario, el dirigente de la tendencia Democracia Socialista Miguel Rossetto, se sumó a la condena a la acción de los campesinos, calificando de "gravísima" a la "violencia" en Pernambuco. La cosa no paró ahí: Rossetto se preocupó de asegurar que garantizaría la "legalidad" y el "orden" en la región (!!), y llegó a decir que aplicará la Medida Provisoria "Anti-Invasión" de tierras decretada por Cardoso y renovada por Lula, que impide la expropiación de tierras ocupadas.

Lo más grave es que, mientras pasa esto, en varias localidades como Presidente Epitacio (estado de San Pablo) y Manoel Ribas (estado de Paraná), el MST denuncia el accionar de las bandas parapoliciales armadas y financiadas por los terratenientes para evitar las ocupaciones a tiro limpio. Hubo intentos de asesinato  a dirigentes del MST y de la Comisión Pastoral de la Tierra, y a otros les incendiaron las casas. ¿El gobierno estadual y el nacional? Miran para otro lado.

Desde estas páginas hemos dicho que organizaciones y militantes que se dicen “marxistas revolucionarios” cometen una traición al ingresar a un gobierno burgués, y ni hablar de tener ministros. Hasta ahora, se había justificado ese paso con argumentos como “presionaremos para que se tomen medidas progresivas”, “hay que esperar”, “Rossetto asumió con el apoyo y el aval del Movimiento Sin Tierra”, etc.

Todo eso se acabó y no puede sostenerse más. No hay nada que “esperar”: Lula y su gobierno están haciendo una gestión capitalista y hasta proimperialista por donde se la mire. Pero a eso se suma ahora un hecho gravísimo: cuando tiene lugar la confrontación directa entre el movimiento de masas y el Estado burgués, hay que tomar partido por uno o por otro. Y el ex “socialista” Rossetto se ha definido con toda claridad: ha condenado a los “violentos” y amenaza con hacerles caer el peso de la represión, justo en momentos en que los terratenientes, con el apoyo cómplice del Estado capitalista, quieren continuar su larga trayectoria de asesinatos a los campesinos.

Toda la izquierda brasileña e internacional, y muy en especial el Secretariado Unificado de la IV Internacional (organización de la que Democracia Socialista es simpatizante) tienen la obligación de pronunciarse frente a este nuevo escándalo para evitar que manche el nombre y las banderas del socialismo. Rossetto y Democracia Socialista se ponen del lado del Estado, los hacendados y sus bandas armadas contra los campesinos. Los dirigentes y organizaciones del SU-Cuarta Internacional ¿de qué lado están: con los campesinos o con el señor ministro? Deben decirlo ahora, porque el silencio no es una respuesta que los luchadores campesinos puedan aceptar.

Marcelo Yunes

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