La
Ley “Hope”
Por
Batay Ouvriye
La Haine, 22/07/07
En todas las radios,
en todos los diarios, en todos los canales de televisión, en el marco
del “desarrollo” que los imperialistas y los burgueses junto con
su estado reaccionario han reservado para los trabajadores haitianos,
lo último que se oye, es la famosa ley “Hope”
En inglés: Haitian
Hemispheric Opportunity through Partnership Encouragement
["Oportunidad Hemisférica Haitiana a través de la Promoción de la
Cooperación", aunque la sigla como palabra significa "esperanza"], en
la cual el Congreso norteamericano finalmente votó cómo reglamentar
algunos intercambios comerciales entre EEUU y Haití.
Se trata de una ley
que abre todas las barreras para que los 2 países puedan realizar
intercambios comerciales libres, sin pagar derecho de aduanas en ningún
lugar, tampoco tasa que el Estado pueda cobrar sobre las mercancías,
ni trabar su libre circulación. Las mercancías señaladas por esa
ley, se refieren a los productos textiles, provenientes de las
maquiladoras. El Primer ministro Alexis acaba de realizar un último
viaje para precisar los últimos detalles en vista de la aplicación
de dicha ley.
Pero, lo que no sabe
muy bien la mayoría de la gente, son los diferentes compromisos
paralelos asumidos por el gobierno haitiano. En primer lugar, se
comprometió a dejar de lado todo control sobre los productos
norteamericanos que lleguen, es decir no puede decir cuáles son los
que pueden entrar y los que no. Tampoco puede plantear traba alguna al
capital multinacional, como tampoco controlar los precios de las
mercancías en venta en el país. Por ende, el Ministerio de Comercio
e Industria no puede controlar ningún precio. Para terminar, se
comprometió en avanzar en la privatización de los servicios públicos.
La
historia que condujo a la ley “Hope”
Desde los años ´70,
bajo Jean–Claude Duvalier, la burguesía burocrática duvalierista
ya tenía la intención de vender a trabajadores haitianos en el marco
de un acuerdo que iba a firmar para la primera zona franca. Era en
1972. Debemos recordar que los gobiernos de los Duvalier ya tenían la
costumbre de vender a trabajadores haitianos a los capitalistas
dominicanos para chupar su sangre en los ingenios de caña de azúcar.
Pero para establecer este tipo de “desarrollo” como el de las
zonas francas, en el contexto del desarrollo de las contradicciones en
otros países dominados de la zona, hacía falta liberar aún más la
fuerza de trabajo. Por un lado, exterminaron los cerdos criollos
(siempre bajo Jean–Claude Duvalier) para destruir a los pequeños
campesinos, terminaron con el azúcar (bajo el CNG – Consejo
Nacional de Gobierno), hicieron casi desaparecer el arroz (desde la época
de Bazin), mientras que el resto de la agricultura estaba destruyéndose
y la migración transformándose en río de sangre, y la nación cada
vez más empobrecida facilitando así la maduración de una mano de
obra barata. Por otro lado, una corrupción máxima y el bloqueo
institucional de la presidencia vitalicia, impidieron la libre
circulación de los capitales.
Una vez superada esa
situación, intentaron salir con una primera ley, era la Hero–Act.
Ésta fracasó. Pero, la situación se desarrolló. Los Bancos se
multiplicaron en el país, para facilitar la concentración y la
circulación de los capitales. Ante la incapacidad total de las clases
dominantes y su Estado reaccionario, los imperialistas invadieron.
Hoy, con la ocupación, la situación está mucho más bajo su
control, y las condiciones, mejores para los saqueadores: puede
entonces llegar la Ley “Hope”.
Como lo podemos
constatar, la ley “Hope” es un resultado. Un resultado histórico
de destrucción del país desde Duvalier pasando por los distintos
gobiernos que le sucedieron, hasta Aristide quien ratificó el proceso
de desmantelamiento nacional al firmar en Monterrey a favor del
establecimiento de 18 zonas francas e inaugurar la primera construcción,
de manera sigilosa, en el año 2002.
La Ley “Hope” es
el resultado del desmantelamiento histórico nacional, y al mismo
tiempo es el resultado del empobrecimiento y desvalorización
constante del valor real de la mano de obra (no sólo al pagar un
salario de miseria; no sólo al reprimir permanentemente para impedir
que los trabajadores se organicen en serio para defender sus derechos
y de allí luchar para el aumento de sus salarios; sino también al
permitir la generalización de la miseria que acompaña el aumento de
los precios mientras que el estado no dice nada al respecto, y la
“gourde” sigue devaluándose cada vez más para que el salario
calculado en dólares valga menos “gourdes”).
Esta macabra
historia, entonces, pasó por diversas etapas antes de que los
imperialistas y los burgueses junto con su Estado reaccionario
llegasen a pensar que pueden salir adelante y aplicar una ley capaz de
permitirles realizar enormes beneficios explotando a esa mano de obra
tan barata, en el marco de las “ventajas comparativas”.
Contexto
internacional de la aparición de la ley “Hope”: relaciones con la
República Dominicana
El primer elemento
que hay que tomar en cuenta: es que la ley “Hope” va acompañada
de una serie de otras leyes. Particularmente una que liga a la República
Dominicana con otros 5 países de América Central (Nicaragua,
Honduras, Guatemala, Panamá y El Salvador); es el CAFTA–DR, donde
se desarrollan las mismas condiciones para la libre explotación de
los trabajadores de esos países, sin ningún beneficio para su economía
de manera global, salvo algunas migajas para los burgueses de las
maquiladoras, quienes no invierten en otros rubros, manteniéndose únicamente
en las maquiladoras.
Sin embargo, hay un
aspecto en ese acuerdo CAFTA–DR, que nos concierne en la medida que
esa ley nos informa que: todo lo que se produce en Haití por
capitalistas dominicanos y que se puede exportar hacia los EEUU, también
integran el acuerdo.
Podemos comprender
ahora el interés de los capitalistas dominicanos en invertir en
nuestro país. Comprendemos su interés en la resolución de la crisis
haitiana, cuando ellos mismos proponen que pueden tomar en sus manos
las rectificaciones necesarias para hacer andar ese “conglomerado
humano” (así llaman a la formación social haitiana). En
consecuencia, en función de sus intereses, no sólo que en nuestro país
el precio real de la mano de obra resulta 4 veces menos caro que en su
país, sino que encuentran ciertas condiciones donde los
representantes de la burguesía haitiana junto con su Estado
reaccionario, garantizan a ellos mejores ganancias que en su país!.
Podemos recordar, en
el tribunal de Fort–Liberté, un ejemplo que fue a la Justicia y que
resultó tan claro (cuando el ejército dominicano intervino allí
para golpear a obreros haitianos en la zona franca de Ouanaminthe,
donde hasta una mujer embarazada fue arrastrada en el fango ante toda
la población) que el juez de Fort–Liberté tuvo que dar la razón a
los obreros que habían protestado y exigido reparaciones y sanciones
para el jefe de seguridad del Grupo M, un antiguo coronel del ejército
dominicano. Pero, el Ministro de Justicia en Puerto Príncipe, bajo
las órdenes del Ministro de Comercio e Industria, envió una carta de
reproches al juez, donde le dijo: si Ud. aplica ese veredicto, “eso
va a espantar a los inversores”!! La Ley “Hope” viene a reforzar
las ventajas que pueden obtener. Todo eso ocurre en el momento donde,
globalmente, la penetración de los capitales dominicanos se hace cada
vez mayor. De hecho, están avanzando en un proceso de anexión del
Noreste del país, y es en el marco de esa penetración–anexión que
la ley “Hope” va a funcionar.
La burguesía
dominicana ya estaba interesada en invertir en nuestro país,
particularmente en la industria de maquiladoras. Eso explica, por
ejemplo, la presencia acá del Grupo M en la zona franca de
Ouanaminthe, o la de 3 fábricas Silbes en el parque industrial de
Puerto–Príncipe cuando su dirección general se encuentra en República
Dominicana. Hay varias otras que piensan establecerse. En este
momento, están tratando de resolver el problema de cuota. Pero, para
ellos, eso no es suficiente. Necesitan más. Es en ese sentido que
decimos que la ley “Hope” no surge de manera aislada.
Ley
“Hope”: diversos artículos de prensa
Diversos artículos
de prensa han criticado ese accionar. Desde distintos ángulos, esos
análisis han mostrado cómo se trata de un acto de total renuncia del
gobierno; demostrando también cómo sería un acto suicida para un
gobierno comprometer de una manera tan profunda la economía concentrándola
únicamente en la industria maquiladora y sin ofrecer otra alternativa
fuera de las zonas francas.
Demostraron, en
general, que dicha economía tampoco puede aportar nada positivo para
el desarrollo nacional, menos aún para un desarrollo integral del país,
teniendo en cuenta la ausencia de toda medida para revitalizar la
economía nacional, como tampoco para exportar materia prima fabricada
en el país; lo que permite la transformación de esas zonas de
producción en verdaderos enclaves. De hecho, se trata de una
verdadera “espada de Damocles”, siendo que, poco a poco, es la
mayor parte de la economía del país que dependerá total y únicamente
de los pedidos de las multinacionales. Estratégicamente pues: ¡un
peligro definitivo!
Ley
“Hope”: miseria y explotación total
Como lo sabemos, la lógica
de las multinacionales es la búsqueda permanente de mejores
condiciones de funcionamiento únicamente para ellas. Por lo tanto,
siempre “cambian de lugar”, en función de las ventajas otorgadas
y hasta utilizan eso como forma de chantaje. Así, vemos que eso
representa no sólo un peligro para la economía del país (la cual
estará siempre bajo esa presión de deslocalización), sino también
que en este asunto, comprendemos que el único lugar donde los
burgueses van a transferir dicha presión de deslocalización es sobre
los salarios de los obreros.
Esto vale para
cualquier país pero, en Haití, ya que no se puede ofrecer ninguna
clase de servicio lo más mínimo, es la única manera que tienen para
ser “competitivos”. Sus propias expresiones lo demuestran: “la
ventaja comparativa nuestra – dicen – es la mano de obra barata de
éste país, imposible de conseguir en otros lados”. Está pues todo
claro: según la lógica más simple, para que dicha “ventaja” se
quede siempre igual, hace falta que sea acompañada 1) de una enorme
represión contra los sindicatos para tumbarles a los obreros su
capacidad de lucha y, 2) de una miseria generalizada para que siempre
haya gente afuera en el pueblo dispuesta a aceptar el salario de
miseria que ofrecen en las zonas francas. Además, como tienen que
seguir siendo más “competitivos” (frente a los esfuerzos de los
competidores en otros países), el valor de esta mano de obra – otra
ez: el salario – se seguirá desvalorizando más y más. De allí
las desvaluaciones de la moneda local (que controlan ellos) y el
permanente aumento de los productos de primea necesidad (que importan
ellos).
En la lógica de la
competitividad capitalista, pues: la miseria generalizada del pueblo
haitiano ¡es la ventaja ‘comparativa’ de la burguesía! Y, de allí,
el principal parámetro de la ley “Hope”, para su aplicación y
su verdadero funcionamiento.
Cuando reflexionamos
sobre todas esas cosas, también debemos sacar las lecciones de la
experiencia del establecimiento en el país de las primeras
maquiladoras... Si se aplica la Ley “Hope”, ésta tendrá el mismo
efecto. En primer lugar provocará una gran emigración hacia las
zonas de explotación de las nuevas fábricas. Y esas nuevas fábricas
sólo aumentarán de manera general la miseria en esas zonas de
explotación. Eso proporcionará la base para la instalación de más
“villas miserias” con sus consecuencias (entre ellas, la
posibilidad para la reproducción del populismo, la violencia y la
inseguridad). Pero aportará también miseria en otro sentido: los
emigrantes provendrán sobre todo de las zonas rurales, lo que
provocará una mayor degradación de la agricultura, y mayor
dependencia. Es cierto, ya existe una migración hacia la República
Dominicana y otros países. Pero el daño será mayor, porque no
disminuirá la ola migratoria.
Basta pues con solo
mirar esas “ventajas comparativas” y sus acompañantes salarios de
miseria para darnos cuentas de que se trata de una explotación
despiadada. Para mantener altas sus ganancias, ellos (los dueños de fábricas)
están obligados a mantener bajos los salarios. De lo que produce el
obrero, solo una parte aún más ínfima le corresponderá, mientras
que seguirán exprimiéndole más plusvalía. Todo eso, para poderse
mantener en la competencia característica del sistema capitalista
donde los imperialistas siempre se salen con la vaca gorda.
La
ley “Hope” se viene aplicando en un marco de impunidad e
ilegalidad total por parte de la burguesía y su estado
La ley “Hope” está
integrada en el marco de la impunidad total de la cual goza la burguesía
en el país. Recientemente, ya sea en la Brasserie La Couronne, o la
Brasserie Larco, ya sea en la sucursal Norte de la Brasserie Nationale,
ya sea en Wilbess, cada vez que los obreros lograban construir un
sindicato, los directivos de esas fábricas o bien revocaron a los
obreros más combativos, o bien revocaron a todos los obreros que habían
ingresado en el sindicato, tal y como sucedió en la sucursal Norte de
la Brasserie Nationale. Sin ningún recurso para los trabajadores, sin
ninguna compensación, aunque los inspectores del Ministerio de
Asuntos Sociales reconocieran el carácter claramente arbitrario e
ilegal de esas revocaciones. O sea, es en un marco de impunidad total
para los burgueses que va a funcionar esa nueva ley.
Además del carácter
ilegal de la propia actuación del Estado. Ya que el artículo 137 del
Código del Trabajo prevé un ajuste al salario mínimo cada vez que
aumenta el costo de la vida más de 10%. Dicho artículo, de un Código
de trabajo represivo vigente desde la época de Duvalier, Código al
que no se ha tocado mientras la “democracia” ha cambiado muchas
otras leyes, fue un esfuerzo para bloquear todo ajuste salarial ya que
en esa época la inflación todavía no había alcanzado lo de 10% o más
(o sea, si alcanzaba los 7, 8, o aún 9%, no había ajuste alguno).
Hoy en día, pese a que los precios siguen subiendo continuamente, y
la tasa anual de inflación rebasa los 20, 30, 50, hasta 100%, el
Estado no ha implementado ese artículo del Código – si bien el
salario mínimo ha sido fijado a 70 gourdes, dicha medida no lo puso
al nivel que debió estar, si lo comparamos con el salario mínimo de
15 gourdes de aquel entonces (bajo Duvalier) lo cual equivalía a 3
$US dólares, luego incrementado a 28 gourdes, lo que equivalía a 4
$US dólares. Hoy en día, el salario mínimo equivale a 1,75 $US dólar.
Es decir, la ley “Hope” irá funcionando en un marco de ilegalidad
permanente de no aplicación de la ley por parte del Estado respecto a
los ajustes salariales.
Ley
“Hope”: ocupación militar
La ley “Hope” será
aplicada en el contexto de la actual ocupación militar. Es importante
que entendamos, pues, dicho contexto: para que se aplique la ley, dada
la tensión y la constante posibilidad de una explosión social debido
a la situación de miseria agobiante en la que está sumida la población,
y la incapacidad de las clases dominantes y de su Estado reaccionario
de enfrentar dicha posibilidad por sí solas, la ocupación militar
viene siendo su único soporte. Es todo eso lo que tratan de ocultar
con su demagogia de “crear empleos y desarrollo”. No puede haber
ley “Hope” sin fuerzas represivas, tanto dentro como fuera de las
fábricas. De allí la necesidad de un aparato represivo listo para
intervenir en cualquier momento.
La miseria y la
explotación engendran resistencia. A la que las clases
dominantes responden con represión. Hoy en día, la policía
no tiene la capacidad operativa para cubrir todo el territorio
nacional, ni siquiera toda la capital, Puerto Príncipe. De ahí la
necesidad de tener a las fuerzas extranjeras no sólo con sus tanques
y otras armas pesadas ya en operación, sino con capacidad de
incremento y despliegue rápido en cuanto a soldados y armas, acaso
fuera necesario.
Además, se necesita
también cierta administración política capaz de dirigir ese proceso
y de tomar decisiones y adoptar medidas que se acepten a nivel
internacional. Ahí también, la incapacidad e incompetencia total del
Estado, con su acompañante crisis de credibilidad en el exterior,
hacen que las fuerzas extranjeras estén ocupando más terreno político
y asumiendo el rol del Estado cada día más. La ley “Hope” trae a
la par la continuación y el reforzamiento de la ocupación militar
del país.
Se puede decir también
que la ley “Hope” se irá aplicando en base al engaño. Engaño a
un pueblo que depositó su confianza en los dirigentes que recién
eligió. Un pueblo agobiado y sumido en una miseria aplastante, que se
ve obligado a aceptar lo que se le dé para no morir de hambre, aunque
puede “sentir” que no le convendrá (las maquiladoras han estado
“creando empleos” desde hace tiempo) y que, en esas condiciones,
se hundirá aún más. Pero se trata también de un pueblo agobiado en
el sentido que ya no puede seguir viviendo en la miseria, la desolación
y la desesperación en las que lo tienen sumido los imperialistas, la
burguesía y su Estado reaccionario: tarde o temprano se pondrá en
pie de lucha. Situación ésta que constituye el telón de fondo de la
cada vez más profunda crisis estructural que hace necesaria, para
aquellos sectores dominantes, la presencia de las fuerzas de ocupación.
Necesitan pues de éste ejército represivo (brasileños, argentinos,
chilenos, etc…) que venga a hacer aquí lo que venían haciendo en
sus respectivos países: reprimir a los obreros y trabajadores,
reprimir a las masas populares. Para mantener la paz .Esa paz que
necesitan ellos: ¡una paz de cementerio!
¿Qué
mas nos enseña la ley “Hope”?
La ley “Hope” es
un arreglo técnico entre burgueses. Se trata de un mecanismo para
facilitar y agilizar el comercio entre los capitalistas americanos y
sus gerentes aquí, es decir, sus intermedios haitianos. La ley
categoriza las diferentes clases de mercancías acorde con sus
respectivas ventajas, fija las tarifas, establece las normas a seguir
para los organismos de control aduanero estadounidenses en cuanto a
clase de mercancías, cómo y cuándo aprobar las mismas (nótese aquí
que se trata de control aduanero estadounidense…). Sobre todo, la
ley pone al desnudo la fantochería y el carácter sumiso de la
burguesía del país y sus secuaces en el gobierno. La ley “Hope”
resalta el carácter antinacional de las clases dominantes haitianas.
En el marco de la
lucha contra la despiadada implementación del Tratado de Libre
Comercio de América Central y República Dominicana (TLCAC–RD) por
parte de la burguesía de los diferentes países de América Central,
las centrales sindicales de esos países han venido coordinando sus
acciones y lograron forzar la inclusión de algunas consideraciones de
carácter general sobre el respeto a los derechos de los trabajadores
en las fábricas. En la zona franca de Ouanaminthe, los obreros han
conseguido con su lucha que el patronal Grupo M aceptara el principio
de un contrato de trabajo colectivo, de tal manera que hasta el Banco
Mundial se vio obligado a adoptar un conjunto de reglamentos
condicionando sus préstamos a los capitalistas de esa zona franca al
respeto de ciertos derechos, incluidos, entre otros, la libertad
sindical y el derecho a la negociación colectiva.
Claro está, la ley
“Hope” menciona el respeto a los derechos de los trabajadores y
las normas internacionales establecidas. Pero debemos estar claros: no
hay ningún mecanismo a nivel internacional para asegurar que se
apliquen o se acaten dichas normas de protección laboral. El Código
de Trabajo es el único mecanismo de reforzamiento existente a nivel
nacional. Pero, todo lo contrario, en la actualidad ese Código se
viene usando para amaniatar a los trabajadores. Pese a que le deja el
terreno libre para actuar a su antojo, la burguesía aún quiere más,
todo eso en contra de los intereses del trabajador. A esto hay que
sumar un raquítico Ministerio de Asuntos Sociales, pro–burgués, y
un Ministerio de Justicia por ellos controlado. De derechos obreros ¡ni
hablar! Lo más que se pueda esperar es una enmienda ocasional, un mísero
aumento salarial. Esas referencias generales de la ley “Hope” a
los derechos de los trabajadores no tienen, pues, ninguna relevancia,
aunque sí podamos usarlas en nuestras batallas, con ayuda de la
solidaridad internacional.
Recordemos que esa
burguesía haitiana que sirve de agente intermedio en la aplicación
de la ley “Hope” tiene la triste reputación de ser la peor del
mundo, según los mismos capitalistas americanos que llaman a esos
corruptos lacayos “la elite más repugnante del mundo”. Tal
burguesía ¡no le importa para nada eso de derechos obreros! Su
existencia misma está basada en la violación de los derechos
obreros. Por ende, no es de sorprender que acepte una mención general
y vaga de los mismos: le conviene la fachada, pues le ayudará a engañar
a la gente a sabiendas de que en la actualidad no tiene ninguna
intención de implementar dicha posición general. De hecho, sería
sorprendente que así no fuera ya que, como se ha dicho anteriormente,
es en base a un desangramiento de los trabajadores cómo ella podrá
conseguir esas “ventajas comparativas”, justo como se hiciera en
la primera época de las maquiladoras. Sale a todas luces a qué
altura ha llegado el carácter anti popular de las clases
dominantes haitianas. Pero eso lo sabíamos ya.
Pero hay algo más:
el Estado haitiano no hace ni el menor esfuerzo para proteger a los
trabajadores haitianos y definir mecanismos de aplicación de esa
mención general a los derechos obreros. La ley “Hope” no trae
pareja ninguna otra ley sobre el asunto de los derechos de los
trabajadores (¡eso les daría miedo a los inversionistas!). Pero, y
eso es más grave todavía, ni siquiera se hace referencia al Código
de Trabajo de Duvalier, y eso después de más de un año. Prefieren
hacer demagogia en concubinato con ciertas falsas centrales
sindicales, totalmente corruptas, en busca de unos cuantos puestos
estatales. El Estado haitiano nunca ha levantado ni un dedo para
proteger o hacer respetar los derechos de los trabajadores haitianos
en República Dominicana, como si no fuera responsabilidad del
gobierno haitiano, mientras que todavía se sigue atropellando a los
indocumentados, hasta quemándolos vivos, sin que nadie en ese
gobierno de la vergüenza haya protestado ni, mucho menos, tomado
carta en el asunto. Todo eso viene aclarando que lo que enfrentamos es
un Estado, un gobierno fundamentalmente antipopular y antitrabajador.
Batay
Ouvriye: nuestra posición
Inevitablemente, los
reaccionarios, igual como lo hicieron durante las primeras luchas
obreras en la zona franca de Ouanaminthe, dirán: “¡Batay Ouvriye
se opone al desarrollo!” “¡Batay Ouvriye se opone a la creación
de empleos en el país!” “¡Quieren llevar al país en la
quiebra!”.... Ya hemos dado mentís a esas declaraciones. Hoy, como
antes, partimos de los intereses de los trabajadores, de la clase
obrera. Son esos intereses los que nos guiaron en nuestra exitosa
batalla por la reintegración de los obreros expulsados a sus puestos
de trabajo en la zona franca (pues ¿quién se opone a que trabajen
los trabajadores?). Es esta misma batalla por el respeto a los
derechos de los trabajadores la que ha forzado a las multinacionales
textiles a reabrir sus fábricas en la zona franca (pues ¿quién se
opone a la creación de empleos para los obreros?). Es esta batalla,
en fin, la que ha permitido expandir esos derechos (reglamentos
condicionando préstamos a la responsabilidad social y al desarrollo
duradero) a otros países en el mundo donde el Banco Mundial otorgue
préstamos para abrir fábricas.
Nosotros, de Batay
Ouvriye, defendemos el derecho al trabajo de todos los trabajadores.
Pero, al mismo tiempo, defenderemos, sin cesar, todos los derechos
de todos los trabajadores en todas las fábricas. Todos los
derechos, habidos y por haber, en base a la lucha de los mismos
trabajadores.
De la misma manera,
estamos seguros que sólo los intereses de los trabajadores
corresponden a los intereses globales de nuestra nación. Los
intereses de la burguesía antinacional no representan nada que vaya
en el sentido de los intereses nacionales. Ni siquiera representan una
mínima reestructuración, una mínima mejoría, salvo para su propia
clase. Hoy en día, el marco general dentro del cual funcionará la
ley “Hope” acabará totalmente con nuestra identidad colectiva. Y
es precisamente por eso que denunciamos claramente y rechazamos la ley
“Hope”, junto con todos aquellos que tratan de mistificarnos para
poderla implementar en el país. Ya lo hemos dicho: es a una mayor
miseria y explotación que nos arrastra esa ley. Y para aplicarse
bien, resulta necesario para las clases dominantes mantener la ocupación
militar. En realidad, esa ley viene enmarcada dentro de un proyecto
global, no la podemos analizar de manera aislada aún cuando nos
enfoquemos en sus aspectos específicos. Debemos enfrentarla de una
forma y en una práctica que corresponda con las capacidades e
intereses de la clase obrera. Lo cierto es que las maquiladoras no han
traído ningún progreso, desde la época de Duvalier hasta hoy. Nada
cambiará con la aplicación de la ley “Hope”.
En nuestras luchas,
en nuestra práctica, estamos conscientes que la correlación de
fuerzas, tanto a nivel nacional como internacional, favorecen su
imposición sobre los trabajadores y sobre el país. Empero, como lo
hemos demostrado en la zona franca de Ouanaminthe, estaremos aquí
para defender los intereses de la clase obrera y, a través de ellos,
los verdaderos intereses del país.
¡La
batalla apenas empieza!
En todos los
sentidos, Haití se encuentra hoy en una peligrosa encrucijada donde
las clases dominantes quieren transformar al país en un ataúd para
toda la población, donde los imperialistas ya han calculado – ya
han tomado medidas al respecto – el tiempo necesario para controlar
el país, como recién lo indicó Colin Powell, luego confirmado por
Mulet. Los obreros, los pequeños campesinos, todos los trabajadores y
las masas populares en general los enfrentan diariamente, en su misma
esencia, en sus luchas reivindicativas contra la explotación y la
dominación. Los verdaderos progresistas deben darse cuenta que lo que
les espera es la muerte…si no se arma una masiva batalla contra el
plan sanguinario de las maquiladoras que pretenden hacernos creer que
están aquí para salvar a Haití mientras que lo que en realidad
traen al pueblo es la degradación permanente, el conflicto, la
miseria y la muerte.
El plan de la burguesía
consiste en explotarnos y sacar lo máximo que pueda de nosotros. Pero
sabemos, nosotros obreros, que, organizados, siempre alcanzaremos la
victoria, cueste lo que cueste. Esta victoria la lograrán únicamente
los trabajadores que luchan por sus propios intereses. La logrará el
pueblo en pié de lucha.
¡Viva la lucha de
las masas populares!
¡Con los
trabajadores como poste central bajo la dirección de la clase obrera!
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