Por
Marcos Luna
El Trabajador Nº 65, PT de Honduras, agosto de 2007
Las semanas pasadas
mostraron a la luz pública, una verdad que ya corría entre pasillos: el
enfrentamiento creciente entre distintos sectores de la burguesía
hondureña. Por un lado está la facción representada por Mel Zelaya y
Patricia Rodas (Poder Ejecutivo) y por otro lado la facción alrededor de
Roberto Micheletti (Poder Legislativo). Queremos analizar en este
artículo qué representa cada sector y sobretodo cuáles son las
perspectivas que se le abren al movimiento popular frente a esta crisis.
La
debilidad estructural del gobierno de Mel Zelaya
No está de más recordar
que el gobierno de Zelaya subió al poder en el marco de una serie de
factores que lo configuran como un gobierno débil. Su candidatura
electoral fue producto de un pacto interno entre las facciones del
liberalismo, Mel carecía de una corriente interna propia, subió al poder
en medio de un creciente abstencionismo electoral, pero sobre todo, llegó
al poder en una situación donde las masas habían aumentado, año tras
año, su capacidad de lucha y habían puesto en jaque al gobierno de
Ricardo Maduro.
Sin corriente propia,
siendo "el menos malo de los dos", sin apoyo electoral y con la
tarea nada grata de intentar desactivar y mediatizar las crecientes luchas
populares, esa es la fisonomía del gobierno de Mel, esa debilidad
estructural es la que explica las permanentes "crisis de
gabinete" que ya han cobrado el puesto de 30 altos funcionarios.
Las cosas
empeoran … y la desesperación aumenta
El gobierno rápidamente
perdió el poco apoyo que tenía. Las luchas de los trabajadores
(especialmente estatales) y de los sectores populares se mantuvieron, la
demagogia sobre el "Poder Ciudadano" no engañó a nadie y sobre
todo las medidas del gobierno no dejaron lugar a dudas de su marcado
carácter anti popular: la dependencia extranjera aumentó con el TLC, la
migración hacia USA se profundizó, no sé produjeron más empleos, más
bien el salario mínimo fue reducido en los 5 departamentos más pobres
del país. La salud y la educación pública se siguieron deteriorando,
los recursos naturales siguieron siendo saqueadas por las mineras y las
madereras. La corrupción y el saqueo de las instituciones del Estado
también aumentaron, así como la represión a las organizaciones
populares.
Mel Zelaya, terminó
siendo apoyado por el círculo personal vinculado a Patricia Rodas, lo
cual le ha impreso un sello especial al gobierno que intenta ganar apoyo
político con una peligrosa maniobra: hacer poses de populismo, pero a
diferencia del auténtico populismo que tiene una política
asistencialista, Mel es un populista que no entrega ninguna concesión
material quedando en la pura demagogia barata.
La primer muestra de
populismo demagógico fue el intento de licitación del combustible.
Proceso en que tuvo roces con las transnacionales y la embajada gringa,
pero que terminó con el contrato para la Connoco, con salarios
millonarios para Robert Meyering y finalmente con la liberalización de
precios.
Luego vinieron las frases
sobre los "poderes oscuros que no lo dejan gobernar",
frase demagógica que esconde el hecho que Mel y la familia Zelaya es
parte orgánica desde hace años de "los poderes oscuros"
que han gobernado Honduras desde hace décadas, baste recordar el oscuro
papel jugado por su padre el terrateniente olanchano Manuel Zelaya
en la masacre de los Horcones. Esto es así porque en última instancia en
una sociedad dividida en clases sociales el Poder Ejecutivo no es más que
el guardián de los intereses del conjunto de la clase explotadora.
Un salto
de calidad en la crisis
Desde el 19 de Julio, los
enfrentamientos entre "los de arriba" (crisis interburguesa) se
han agravado y hecho públicos.
El presidente Mel Zelaya
visitó Nicaragua en el 28 Aniversario de la Revolución Sandinista y
compartió tarima con Hugo Chávez, Daniel Ortega y Martín Torrijos.
El cálculo del dúo
Zelaya-Rodas era ganar en el extranjero el apoyo que no tenía en el
país, y presentarse como progresista ante su propio pueblo.
Sin embargo, cuando tuvo
la oportunidad de comprar combustibles en mejores condiciones directamente
al gobierno de Venezuela no lo hizo y cedió ante el chantaje de las
petroleras; y pocos días antes de su paseo por Managua se lució
garroteando manifestantes en el occidente y centro del país, en una
actitud claramente represiva.
Lo que si consiguió Mel
fue unir las cámaras patronales, la embajada yanqui, la jerarquía
católica encabezada por el Cardenal Rodríguez y lo más reaccionario de
las clases dominantes hondureñas a la oposición interna del Partido
Liberal encabezada por el presidente del Poder Legislativo, el empresario
del transporte, Roberto Micheletti y por el viejo florismo.
Primeros
enfrentamientos
A partir de allí se
dieron los primeros enfrentamientos públicos. Primero con la exigencia a
Mel para que el gobierno pida al presidente de Venezuela Hugo Chávez una
retractación pública.
Luego viene la
consternación que produce el asesinato de una Juez de Sentencia en San
Pedro Sula, ocasión que es aprovechada por el siniestro caudillo
progreseño para sacar ventaja, convocando rápidamente a todas las
instituciones represivas y judiciales, a los medios de comunicación y a
la llamada "sociedad civil" para atacar al gobierno de Mel a
través de sus ministros de Seguridad y Defensa, y el anuncio de nuevas
medidas para combatir la delincuencia: la reactivación del CONASIN
(Consejo Nacional de Seguridad Interna) la creación de una especie de
policía judicial, diferenciada de la DGIC, para combatir el crimen
organizado, y el debate sobre medidas de protección a los jueces que
incluye los llamados "jueces sin rostro".
El objetivo del
"show" que montó Micheletti es claro, el presidente del
Congreso Nacional sabe perfectamente que se encuentra en el momento
histórico para definir de una vez pero todas si va a ser o no el
candidato a presidente por el Partido Liberal y el casi próximo
presidente de Honduras. El espectáculo montado le permitió recibir el
apoyo del Partido Nacional, por intermedio de la presidenta de la Corte
Suprema de Justicia (Poder Judicial) quien acusó al gobierno de Mel de no
garantizar la vida de los jueces y hasta amenazó en todos los medios de
comunicación con salir a marchar a las calles.
¿Todos
contra Mel?
Así alrededor de la
fracción de Roberto Micheletti (con el dueño del Partido Liberal, Carlos
Flores, tras bambalinas) se ha articulado un amplio frente que va desde el
Cardenal Rodríguez y el Comisionado de los Derechos Humanos, Ramón
Custodio, hasta los sectores más importantes (y también los más
antinacionales) de la burguesía como las térmicas, los maquiladores y
los medios de comunicación (Nassar, Canahuatti, Ferrari y cía).
Envalentonado con este
apoyo y aprovechando que el presidente Mel Zelaya se encontraba en
Colombia firmando un TLC con ese país, Micheletti intentó a través de
un golpe espectacular, definir contundentemente la correlación de fuerzas
a su favor, aprobando una ley que supuestamente penaliza el "trafico
gris" (tráfico ilegal de llamadas) rebajando el valor de las
llamadas internacionales hechas desde fuera del país, en un claro
favor a los transnacionales de las comunicaciones internacionales,
quienes de la noche a la mañana incrementarían sus ganancias
sustancialmente, al mismo tiempo que reduce los ingresos del Estado
limitando la capacidad de maniobra del Poder Ejecutivo a costa de liquidar
Hondutel (cuyo gerente Marcelo Chimirri es incondicional de Mel) y dejando
de percibir una suma Millonaria.
La ley fue aprobada
"a matacaballo" en un solo día y dispensada de dos de los tres
debates obligatorios.
Sin embargo, Micheletti
no contaba con la reacción de los trabajadores de Hondutel quienes con el
visto bueno de la patronal chimirrista irrumpieron en las sesiones del
Congreso generando un zafarrancho sin que la policía interviniera por
órdenes de Manuel Zelaya según denunció en su momento Roberto
Micheletti.
El zafarrancho se produce
mientras los medios de comunicación atizaban abiertamente el descontento
contra el gobierno y "sus patricios", a los que acusaban de
"copias sandinistas", y algunos sectores de la burguesía
empezaron a promover la figura del vicepresidente Elvin Santos como una
"salida técnica" al recambio del presidente Zelaya.
Giro
táctico de Mel
Acorralado el presidente
Zelaya convoca a un conferencia de prensa, rodeado de su gabinete y con la
presencia de las Centrales Obreras y entre otras respuestas folklóricas
invoca el artículo 3 de la Constitución Nacional para justificar el uso
de bienes del estado (carros) en la protesta de los trabajadores de
Hondutel ("el pueblo tiene derecho a recurrir a la insurrección
en defensa del orden constitucional").
Finalmente en un ambiente
tenso y usando de intermediario a los medios de comunicación y a un
pastor evangélico las dos facciones pactan una tregua temporal y el
proyecto de ley pasa de nuevo al Ejecutivo, perdiendo Micheletti
posiciones en el "zafarrancho".
¿Qué es
lo que sigue y cómo enfrentarlo?
Es evidente que en medio
de la profunda crisis interburguesa, que no ha hecho más que posponerse,
el gobierno tiene una política para buscar apoyo en el movimiento
popular.
Esa política que al
principio sólo fueron "guiños", ahora se ha transformado en
una política más sostenida. La participación de Mel Zelaya, Patricia
Rodas y un sectores de la bancada liberal en la inauguración del Congreso
del Stibys, sindicato que es el corazón del Bloque Popular de Tegucigalpa
y símbolo del sindicalismo vinculado al viejo Partido Comunista, y donde
casi nunca asistían los poderes del Estado, señala esa clara política
del gobierno de acercarse a un sector del movimiento popular.
Un movimiento popular
débil y fragmentado que recién empieza a recuperarse después de unos
meses de desorientación y políticas erradas por parte de la conducción
de la CNRP. Un movimiento que se pondrá a prueba en la Jornada
Nacional de Lucha Unitaria que se espera masiva, donde además de la
Coordinadora participarán la CUTH, el COCOCH y la Alianza Cívica por la
Democracia, y donde se estará recuperando la democracia de las bases y
las regiones así como la unidad de trabajadores, campesinos y sectores
populares.
Frente a estos hechos
más que nunca se debe mantener una estricta independencia de clase,
tanto Micheletti, como Mel son facciones burguesas proimperialistas; y
seguir fortaleciendo el polo democrático de la CNRP: los Conversatorios y
asambleas de base respetando escrupulosamente los acuerdos logrados.