Particularidades
del actual gobierno sandinista
Por
Sebastián Chavarría Domínguez
Revista
1857 Nº 1, septiembre / diciembre de 2007
Después
de tres fallidos intentos (1990-1996- 2001), Daniel Ortega conquistó por
segunda ocasión la Presidencia de Nicaragua con el 38% de los votos
validos. A diferencia de 1979, cuando el Frente Sandinista de Liberación
Nacional (FSLN) encabezó la lucha popular y la insurrección contra la
dictadura somocista, desarrollando la movilización revolucionaria de las
masas populares, en esta ocasión estamos ante un triunfo electoral en el
marco de las instituciones de una frágil democracia burguesa que el mismo
FSLN ayudó a construir después de 1990. Con muchas contradicciones
internas, y manipulando a un sector de las masas populares, el FSLN ha
sido objetivamente el principal impulsor de la reconstrucción del Estado
burgués nicaragüense en los últimos 30 años.
La
burguesía sandinista
En
1979 el FSLN era una organización nacionalista pequeño burguesa,
antiimperialista, que apelaba a las masas en su lucha contra los agentes
criollos del imperialismo yanqui. Sin embargo, en el transcurso de la
guerra civil, se podía apreciar nítidamente el fenómeno del
fortalecimiento de una nueva burguesía ligada al sandinismo, producto de
una decisión consciente de la Dirección Nacional del FSLN de incentivar
a los "empresarios patrióticos".
En
el período de transición (Febrero-abril de 1990) los bienes más
valiosos expropiados al somocismo y sus allegados, fueron privatizados a
favor muchos comandantes y cuadros sandinistas, a través de leyes y
decretos de última hora. Se produjo un salto de calidad en la naturaleza
social de la alta dirección del FSLN. En un tiempo muy corto los antiguos
guerrilleros se transformaron en nuevos y poderosos ricos, sobre todo en
el sector agropecuario. Nació una nueva clase capitalista emergente,
aunque las bases sociales del sandinismo continuaron siendo plebeyas o
populares.
La
burguesía sandinista ha desarrollado características muy particulares.
Ha defendido violentamente sus propiedades contra cualquier intento de
devolución de sus bienes a los antiguos propietarios. Para garantizarse
en un entorno social de defensa de sus propiedades, tuvo que repartir
tierras y asignar lotes urbanos a miles desposeídos, que son el escudo de
protección del candente e irresoluto problema de la propiedad. Cuando sus
intereses económicos corren peligro, no vacila en apoyarse en la
movilización de masas y pronuncian encendidos discursos revolucionarios a
favor de los pobres. Nunca aplica una sola política, sino que desarrolla
y ensaya varias variantes al mismo tiempo.
Para
sobrevivir se ha visto obligada a desplegar la astucia, ya que tiene
muchos enemigos que ansían eliminarla físicamente.
La
fortuna de la burguesía sandinista no es producto de un auge económico
en la producción, como ocurrió en la época somocista, sino de la
decadencia y barbarie heredados de la derrota de la revolución. Sus
bienes fueron arrancados a otros propietarios mediante la insurrección,
la guerra civil y las confiscaciones. Su ascenso social implicó el
aniquilamiento de la burguesía somocista. Tiene un fuerte resabio
nacionalista y es relativamente independiente, lo que le ha permitido
desarrollar una capacidad de maniobras y maquiavelismo político un tanto
inusual en la política nicaragüense caracterizada por regimenes
totalitarios o dictatoriales. Aprendieron a pronunciar sus primeros
discursos en las manifestaciones callejeras y no en el parlamento. Cuando
se ven obligados a negociar y a realizar concesiones, dan fuertes golpes
sobre la mesa y amenazan de muerte al adversario.
A
pesar de su origen plebeyo y mafioso, aspira a que se le reconozca como
una burguesía tradicional, de saco y corbata. Maniobrando con mucha
habilidad, la burguesía sandinista logró superar con creces la derrota
electoral de 1990, reteniendo los instrumentos claves del poder, como el
Ejército y la Policía, la mayoría dentro de la Asamblea Nacional,
manteniendo el control total sobre el Consejo Supremo Electoral y la Corte
Suprema de Justicia, estableciendo un nuevo statu quo del poder. Sin
mostrar el menor rubor, es proclive a llegar a pactos y componendas, con
otros sectores de la burguesía, como ocurrió con Antonio Lacayo y el
Grupo Pellas en el periodo 1990-1996.
Tres
décadas no pasaron en vano, sobre todo cuando la alta dirigencia
sandinista ha estado administrando total o parcialmente las instituciones
del Estado que reconstruyó después de 1979. Este proceso produjo
profundos cambios políticos y sociales dentro del sandinismo.
El
FSLN ya no es una dirección nacionalista pequeño burguesa, permeable a
la presión de sus bases, sino una dirección burguesa cada vez menos
nacionalista, con un indiscutible líder político: Daniel Ortega
Saavedra.
Doble
discurso
Daniel
Ortega mantuvo durante algún tiempo, especialmente bajo el gobierno de la
Sra. Violeta Chamorro, un discurso revolucionario que le permitió
conservar cierto caudal de votos.
En
una democracia burguesa, cada cierto tiempo, el control de las
instituciones y las cuotas de poder se resuelven o negocian por medio de
los votos obtenidos. Esto le permitió al FSLN desarrollar la habilidad de
manejar un discurso revolucionario y una aparente sensibilidad sobre los
problemas sociales, al mismo tiempo que aprovechaba cualquier resquicio
para obtener mayores cuotas de poder.
En
las elecciones de 1996, por ejemplo, Daniel Ortega fustigó duramente a
Arnoldo Alemán, al que consideraba la personificación de la restauración
somocista. Fue la ultima ocasión que el FSLN desarrolló una campaña
electoral con un discurso de izquierda. Tres años después, a finales de
1999, el FSLN inició una negociación política con el Partido Liberal
Constitucionalista (PLC), que concluyó con las reformas constitucionales
del año 000, que modificaron las reglas del juego electoral, restauraron
un sistema bipartidista de repartición de los cargos públicos entre las
dos principales fuerzas políticas: el liberalismo y el sandinismo.
La
reforma del 2000
La
reforma constitucional del año 2000 sirvió para repartirse por la mitad
los cargos públicos y el control de los Poderes e Instituciones del
Estado.
Pero,
con la visión estratégica que caracteriza a las direcciones
guerrilleras, el FSLN insistió en bajar el porcentaje votos para obtener
el triunfo electoral.
En
1995, la reforma constitucional estableció el sistema de dos vueltas
electorales y la cantidad mínima del 45% de los votos validos para
conquistar la Presidencia de la República. La reforma del año 2000 alteró
sustancialmente las reglas del juego electoral, al bajar el requisito del
45 al 40% de los votos validos "salvo el caso de aquellos que
habiendo obtenido un mínimo del treinta y cinco por ciento de los votos válidos
superen a los candidatos que obtuvieron el segundo lugar por una
diferencia mínima de cinco puntos porcentuales".
En
la mayoría de los países de América Latina se ha establecido el sistema
electoral de dos vueltas, con la excepción de México, Honduras, Panamá,
Bolivia y Paraguay. Solamente en Argentina y Ecuador se contempla la
posibilidad de que no hubiese una segunda elección, si la diferencia
entre el primero y segundo lugar es del 10% de votos. Sin embargo, en
Argentina el requisito para ganar en primera vuelta es del 45% y en
Ecuador del 40%.
Al
haber reducido del 45% al 35 % los votos necesarios para ganar en primera
vuelta, la reforma del año 2000 preparó las condiciones para el regreso
del FSLN al gobierno. Con esta modificación constitucional, el
"pacto" entre Daniel Ortega y Arnoldo Alemán estableció en los
hechos la alternabilidad en el gobierno por parte de las dos principales
fuerzas políticas. Este cambio en las reglas del juego provocó un
distanciamiento entre el gobierno de los Estados Unidos y el presidente
Arnoldo Alemán, por que el Departamento de Estado consideró que el
"pacto" había revitalizado al FSLN, como efectivamente sucedió.
En realidad se pasó del sistema de dos vueltas electorales al sistema de
mayoría relativa, es decir, podía ganar las elecciones la minoría más
importante.
Las
condiciones para que el FSLN recuperara el gobierno por la vía electoral
estuvieron dadas en el año 001, pero el imperialismo norteamericano
frustró los planes de "alternabilidad", en la medida en que
intervino decididamente reagrupando las fuerzas antisandinistas bajo la
candidatura de Enrique Bolaños.
Ante
la apabullante derrota electoral, en el periodo 2002-2004, el FSLN realizó
un nuevo giro político: se alió con el presidente Enrique Bolaños Geyer
para debilitar al PLC y doblegar al caudillo liberal, Arnoldo Alemán
Lacayo. A finales del 2004, el FSLN realizó un nuevo giro político,
restableciendo su alianza con el PLC contra el gobierno de Bolaños, con
el objetivo de realizar una nueva repartición del poder y las
instituciones.
El
giro a la "derecha"
En
la campaña electoral del año 2001, el FSLN ya no utilizó un discurso de
izquierda. En esa ocasión, conformó la llamada "Convergencia
Nacional" con los despojos de partidos burgueses que fueron
aniquilados por el triunfo de Arnoldo Alemán en 1996: socialcristianos,
conservadores, renovadores sandinistas y conjunto de pequeños partidos.
Abandonó
la tradicional bandera roja y negra por una bandera rosada, pero
encabezando siempre los cargos propietarios y dejando los cargos suplentes
para los aliados. Fue la primera vez que el FSLN formó una alianza
electoral. El esfuerzo de amplitud y unidad electoral dio resultados:
obtuvo el 44% de los votos validos, subió 7 puntos en relación a la
votación de 1996. Esta fue la votación más alta en los últimos 16 años.
Pero
esta votación no fue producto de una radicalización de las masas nicaragüense,
específicamente de las bases del FSLN, sino más bien de un nuevo giro a
la derecha por parte de Daniel Ortega. Andrés Openhaimer reconoció que
durante la campaña electoral, Daniel Ortega "se presentó como un
abanderado de la Iglesia Católica, adoptando una ley impulsada por la
Iglesia contra el aborto terapéutico.
Ortega
también prometió mantener el acuerdo de libre comercio de Nicaragua con
Washington (...) la idea de un tsunami izquierdista en América Latina es
frágil.
Lo
que hay en el continente son varios países con líderes de izquierda
moderada (...) América Latina está girando hacia la izquierda, pero con
el agregado de que en la mayoría de países la izquierda está girando
hacia la derecha". (El Nuevo Herald, 10/1 /0 )
Un
gobierno débil, minoritario
La
segunda gran duda que debemos despejar es si el FSLN ha logrado ganarse
nuevamente la simpatía de las masas populares. A pesar de que las
elecciones del 5 de Noviembre pasado, entró a votar una significativa
nueva masa de votantes jóvenes que en 1990 tenían un año o estaban
naciendo, este crecimiento del padrón electoral no se tradujo en un
incremento de los votos sandinistas.
Contrario
a lo que se puede creer, la votación del FSLN decrece en el tiempo.(Ver
Cuadros) En 1984, en plena revolución, obtuvo el 62,89% de los votos
validos. En 1990 perdió el gobierno con el 38,38% de los votos validos.
En 1996 mantuvo estancada su votación con el 37,74% de los votos validos.
En 2001 aumento su votación hasta el 44,18% de los votos validos. Y en el
2006 obtuvo el 38,06% de los votos validos, una cantidad de votos similar
cuando perdió el gobierno en 1990. Aquí es donde la reforma
constitucional del 000 nos muestra su verdadera importancia.
Si
comparamos los votos del FSLN en relación al padrón electoral, la caída
es estrepitosa. En 1984 obtuvo el 47,43 % del padrón electoral, en 1990
se redujo al 33,09% del padrón electoral, en 1996 esta cantidad se redujo
al 27,65% del padrón electoral, para incrementarse levemente al 30,21% en
el año 2001, para descender al 23,30% del padrón electoral durante las
elecciones del 2006.
Y
si comparamos la cantidad de votos validos a favor del FSLN en las ultimas
cinco elecciones presidenciales, observamos que obtuvo 50,000 votos menos
que 2001. Daniel Ortega conquistó por segunda vez la Presidencia de la
República con el mismo 38% con el que fue desalojado del gobierno en
1990.
Lo
anterior convierte al gobierno sandinista en un gobierno débil, de la
minoría más importante y mejor organizada de Nicaragua, pero siempre es
una minoría en relación al conjunto de la población. Esta debilidad
intrínseca del nuevo gobierno presagia grandes conflictos políticos y
sociales.
Nueva
política de tolerancia del imperialismo A diferencia del año 2001,
cuando el embajador norteamericano en Managua, Oliver Garza, forzó a los
partidos de derecha a presentar una candidatura unificada contra el FSLN
en torno a Enrique Bolaños Gayer, en las elecciones del 2006 el
Departamento de Estado no insistió en la unificación de las candidaturas
liberales de José Rizo Castellón del PLC y Eduardo Montealegre Rivas de
la ALN. Más bien mantuvo una posición dual. Analizando
retrospectivamente los hechos, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos,
que el embajador Trivelli atacó más duramente al PLC, que al propio
FSLN.
Sin
embargo, con una ambivalencia diplomática Trivelli declaró que
"(...) estamos dispuestos a cooperar con gobiernos nuevos en
cualquier país del mundo. Uno, que sea elegido democráticamente; y dos,
que gobierne democráticamente. Que tenga una política económica sensata
y esté dispuesto a cooperar con nosotros en temas de seguridad.
Cualquier
administración que cumpla con esos requisitos estamos listos a trabajar
con ellos". [1] En Junio del 2006, Thomas Shannon visitó Nicaragua
para respaldar políticamente a las dos fuerzas "emergentes" que
desafiaban a los partidos tradicionales (FSLN y PLC). En esa ocasión se
reunió únicamente con Eduardo Montealegre y con Herty Lewites, que
lideraba al Movimiento de Renovación Sandinista (MRS), quien falleció
tan sólo unos días después.
En
esa ocasión Shannon comenzó a dar muestras de un reacomodo en la política
de los Estados Unidos hacia Nicaragua. En Managua declaró que "lo
importante no es si un candidato es la izquierda o la derecha, o si un
partido es a la izquierda o a la derecha, lo importante es si hay un
compromiso de democracia, si hay un compromiso a gobernar democráticamente
(...) nosotros estamos dispuestos a trabajar con el liderazgo que el
pueblo nicaragüense seleccione; pero la cuestión no es si nosotros estaríamos
listos de cooperar con él [Daniel Ortega], la cuestión es si él estaría
listo de cooperar con nosotros". [2]
Después
de reconocer oficialmente el triunfo electoral del FSLN con el 38% de los
votos validos, el Departamento de Estado operó un giro político de 180
grados. Bush llamó personalmente a Ortega para felicitarle. Poco a poco
el discurso imperial comenzó a bajar de tono y mostrarse más
conciliador. Shannon dijo que Estados Unidos "busca poder mantener un
diálogo para asegurar que tenemos una relación abierta y fructífera.
Vamos a hacer todo lo posible por desarrollar una relación respetuosa y
una relación que funcione con el nuevo gobierno, siempre en el marco de
la democracia y el libre comercio". [3]
Esta
inusitada tolerancia de Washington en relación al gobierno sandinista no
es algo especial, forma parte de una política continental para hacerle
frente a los gobiernos de "izquierda" de América Latina.
Thomas
Shannon es el personaje que abandera esta nueva política: "Creo que
estamos ante un cambio significativo y diría histórico en América
Latina. (...) Hay expectativas revolucionarias que han germinado y que
expresan el deseo de los pueblos de participar no solo en los beneficios
del crecimiento económico y social sino en el gobierno de sus destinos
nacionales, lo que supone mucho más que ir a votar. (...) En este
contexto vemos una dinámica interesante. Por ejemplo, el populismo de
figuras como Hugo Chávez, presidente de Venezuela. Por más izquierdistas
que puedan ser vistos, están actuando en un marco democrático aun cuando
puedan ser autoritarios de corazón. Y esto es positivo, es una cosa
buena. (...) La lucha política que se desarrolla dentro de Venezuela
ahora es conducida a través de instituciones democráticas. Esto es muy
importante (...) La relación entre [Daniel] Ortega y su vicepresidente
Jaime Morales, ex portavoz de la llamada contra nicaragüense, muestra
hasta qué punto ha cambiado Nicaragua. (...) [Rafael] Correa se encuentra
ante un tremendo desafío porque nadie recuerda la última vez que un
presidente pudo concluir su mandato en Ecuador. Pero Correa tiene que
saber que hay muchos países en la región que desean el éxito de
Ecuador, incluido EEUU". [4]
Estas
no son frases sueltas, reflejan una nueva orientación política de la
administración Bush y del propio Departamento de Estado. Shannon insiste
que "No es motivo de preocupación para EEUU los anhelos de los
gobiernos de Venezuela, Ecuador y Bolivia de refundar sus sociedades con
asambleas constituyentes ya realizadas sin éxito en el pasado (...) La
democracia está mejor que hace 5 o 10 años, porque hay más personas
participando, y más reconocen que los grandes temas tienen que ser
confrontados por la vía del voto. (...) Lo que es importante entender es
que esta región está en el proceso de transformar gobiernos democráticos
en estados democráticos. (...) Lo que la región necesita es solidaridad,
y un compromiso de todas las democracias de ayudar a los países que se
encuentran en una crisis institucional".[5]
En
relación a Venezuela y al estridente discurso de Chávez, Shannon declaró
que "Creemos que debemos mantener un diálogo (...) Creemos que hay
aspectos de esta relación que son importantes para las dos partes (...)
Un importante aspecto de la diplomacia es que tenemos que ser pacientes
(...) más allá de las diferencias que existen entre nosotros y Venezuela
sobre desarrollo económico, funcionamiento institucional y proceso democrático,
creemos que debemos tener un cierto nivel de diálogo (...) En este punto,
Venezuela no pareciera interesada en un diálogo, pero vamos a continuar
reiterando nuestro interés". [6]
Indudablemente,
el FSLN tiene una coyuntura internacional sumamente favorable marcada, por
un lado, por el desgaste político de la segunda administración Bush, y
el auge de gobiernos de "izquierda" en América Latina, por el
otro, que han forzado al imperialismo norteamericano a desarrollar una política
de tolerancia y coexistencia.
El
apoyo petrolero del gobierno nacionalista de Hugo Chávez, mas la copiosa
ayuda de los "países donantes" (Estados Unidos, Europa, Japón)
constituye la base material sobre la cual descansa la estabilidad
macroeconómica de Nicaragua y, en cierta medida, la estabilidad política
del gobierno de Daniel Ortega.
Pero
esta tolerancia o "luna de miel" con el imperialismo yanqui
puede terminar en cualquier momento. No se requiere ser un experto en alta
política internacional para mencionar las condiciones impuestas por
Estados Unidos para apoyar al gobierno de Ortega: mantener el CAFTA o
tratado de libre comercio, lucha decidida contra el narcotráfico,
contribución en la lucha contra el terrorismo, desarme del ejército, no
inmiscuirse en Irak y Palestina, y mantener cierto juego democrático. En
realidad, a Estados Unidos no le interesa el desarrollo de la democracia
en Nicaragua, sino la ampliación del libre comercio y la estabilidad política
de América Central, su patio trasero.
En
el último periodo, el restablecimiento de las relaciones diplomáticas de
Nicaragua con Irán, la reciente intervención judicial sobre la
transnacional ESSO, y el hecho que Ortega ha comenzado a subir el tono del
discurso antiimperialista, han causado un tensionamiento de las relaciones
con Washington.
A
pesar de ello, el embajador Trivelli responde con suma moderación. Tomas
Borge nos da la explicación de estos constantes giros políticos:"(...)
va haber un cambio importante en los Estados Unidos con un nuevo gobierno
(...) me parece que luego llegará una gente civilizada, más abierta al
diálogo, con una visión diferente hacia a América Latina (...) en las
nuevas circunstancias no va haber represalias económicas ni militares,
son otras realidades. El gobierno de Bush es tan débil que no se atreve a
tomar iniciativas verbales, pero yo sí creo que toma iniciativas por
debajo de la mesa". [7]
El
antiimperialismo ha sido utilizado a conveniencia del FSLN para cohesionar
a sus bases, sobre todo cuando existen conflictos con otros sectores de la
burguesía, y pleitos por el poder. Todo indica que en el futuro el
aumento o disminución del discurso antiimperialista estará determinado
por el hecho de si el Partido Demócrata gana las próximas elecciones
presidenciales en Estados Unidos.
Mosaico
ideológico
En
esta nueva fase, el FSLN ha abandonado por completo su famoso himno
antiimperialista.
Últimamente
en los actos partidarios se canta solamente la primera estrofa de la
Internacional: "arriba los pobres del mundo". Como un ladrón de
símbolos e ideologías, el FSLN ha tomado algún icono de las corrientes
políticas más disímiles.
Al
frente de la nueva ideología se encuentra Rosario Murillo, esposa de
Daniel Ortega, quien plantea que "(...) Vamos a trabajar con un nuevo
estilo, un nuevo lenguaje, una nueva imagen. Y lo haremos porque tenemos
una nueva propuesta. Un nuevo contenido. Esencial. Espiritual.
Evolucionario. Se trata de la evolución de la Revolución. Seguiremos
haciendo Revolución, en Paz (...)".
Hablar
de "evolución en la revolución" significa que el gobierno
sandinista no pretende realizar cambios revolucionarios como el periodo
1979-1990, sino mantener la continuidad del último período,
caracterizado por una ofensiva neoliberal en el plano económico, con
algunos cambios formales.
En
relación a la economía, Murillo afirma que "(...) es coincidente y
necesario, instalar como contenido temático la apertura al comercio
exterior.
Abrimos
puertas y en esas líneas bienvenido sea el CAFTA, el ALBA y todos los
tratados de comercio, alianzas cono todos los mercados posibles: Europa,
Asia, Pacífico, Rusia, Irán... Se deben entender como acciones
complementarias y nunca excluyentes".
Durante
muchos años el FSLN se opuso a los tratados de libre comercio, por
considerarlos dañinos para las economías de los países atrasados.
Sin
embargo, a finales del año 2005 los diputados sandinistas no rompieron el
quórum en la Asamblea Nacional, facilitando la aprobación del CAFTA.
Ahora,
desde el gobierno, no solo no denuncia al CAFTA, sino que lo consideran
complementario del ALBA. La critica al CAFTA se reduce a"(...)
corregir asimetrías y perfeccionar el tratado". Exhalando júbilo
por los poros, Murillo concluye: "(...) bienvenidos los
inversionistas norteamericanos, y de todas partes, que respeten nuestra
legislación económica, social y ambiental (...)" [8]
El
espiritualismo ha sido asumido plenamente por Daniel Ortega en los últimos
actos públicos.
Rosario
Murillo ha sido la maestra de ceremonias, con discurso, poses y rituales
espiritistas, que nada tienen en común con la anterior ideología
revolucionaria del FSLN. El antiimperialismo ha desaparecido del lenguaje
cotidiano de los líderes sandinistas, salvo cuando se trata de actos públicos
o visitas de dirigentes de otros países. Antes se criticaba al
neoliberalismo, pero ahora ocurre todo lo contrario.
Los
Consejos del Poder Ciudadano
La
crisis de la democracia burguesa, el rechazo de las masas a las elecciones
tradicionales, el desencanto con los partidos políticos, ha producido el
fenómeno de creación y proliferación de modelos alternativos. En América
Latina se han puesto de moda los conceptos de "poder ciudadano"
y "participación ciudadana". Mel Zelaya utilizó ampliamente el
discurso del "poder ciudadano" para ganar las elecciones. En
Venezuela, Hugo Chávez incorporó en la Constitución de 1999 el
"poder ciudadano", y ahora con la reforma constitucional
pretende establecer los "consejos" por cada sector social:
estudiantes, trabajadores, campesinos, comunales, etc. La conquista democrática
del sufragio universal, como mecanismo de la soberanía popular entra en
abierta contradicción con este tipo de democracia sectorial, circunscrita
a determinados sectores sociales.
Para
enfrentar una posible unidad de la derecha en la Asamblea Nacional, el
FSLN está desarrollando la estrategia de crear "Consejos de Poder
Ciudadano" (CPC), como una especie de fuerza paralela a las
instituciones de la democracia burguesa que aun no controla. Pero esto es
solo una parte de los objetivos.
El
FSLN tiene la meta de organizar más de un millón de personas en 16,957
CPCs, una cifra superior a su tradicional caudal electoral. Cada uno de
estos CPC no debe reunir más de 150 personas.
La
suma de los CPC de una comarca o de un barrio forma un Gabinete,
posteriormente la suma de estos constituye un gabinete municipal, hasta
conformar los gabinetes por departamento o región autónoma, y esta
estructura piramidal culmina en un gabinete nacional de los CPC, el cual
será instalado oficialmente el 14 de Septiembre, día de la conmemoración
de la batalla de San Jacinto.
Rosario
Murillo es la principal ideóloga a favor de los CPC. En un programa
televisivo del Canal 4, dijo que "La Democracia Directa no es sino la
continuidad de la Revolución Popular Sandinista (...) Hemos creado
Consejos para que las personas puedan participar ejerciendo sus derechos
(...) La voluntad política del Presidente Daniel, es en primer lugar,
compartir la Presidencia con el pueblo.(...) ¿cómo se traduce en la vida
cotidiana? Se traduce en la creación de estos mecanismos, los Consejos
del Poder Ciudadano".(10/07/07)
Gustavo
Porras Cortez, dirigente del Frente Nacional de los Trabajadores (FNT),
define con claridad la relación clientelista y de dependencia de los CPC
con el gobierno, ya que constituyen "una organización de los
ciudadanos para demandar y ejercer esa presión para resolver sus
problemas. Los recursos los maneja el gobierno (...) Vamos a poner el
puesto de salud donde la gente lo demande, y vamos a poner la carretera
donde la gente lo necesite. Por ejemplo, en [el Plan] "Usura
Cero" se van a organizar diez personas para conformar un grupo
solidario y a ellos se les van a entregar los fondos (...); para que no
hubiera confusión [ con los CPC] vamos a crear los Comités de Liderazgo
Sandinista (CLS), son las estructuras del Frente (...) es la asamblea de
sandinistas de cada localidad".[9]
En
un país de extrema pobreza, donde hace falta todo, desde la energía eléctrica
hasta el "pan nuestro de cada día", los CPC pretenden organizar
y disciplinar a las masas populares. En los barrios se reúnen para
ejercer presión por el restablecimiento del servicio de agua potable, el
otorgamiento de micro créditos a pulperías y pequeños negocios, en fin,
organizando la "solidaridad". Estos programas de
"solidaridad" no son otra cosa que el repartimiento de migajas
para evitar que la gente se rebele contra el gobierno; ya no se organizarían
para luchar, sino para pedir comida o financiamiento.
Los
CPC se han transformado en los competidores oficiales de las poderosas
ONG, agrupadas en la "Coordinadora Civil". Evidentemente,
organizados desde el poder, los CPC se están construyendo como organismos
bajo estricto control del FSLN, y serán parte del engranaje vital del
sistema de clientelismo político imperante en Nicaragua.
Este
discurso del "poder ciudadano" es una trampa mortal para el
movimiento obrero y popular. Ante la extrema debilidad del movimiento
obrero, el FSLN pretende incorporar al Estado burgués al amplio
movimiento popular, creando una nueva variante de corporativismo social.
Cualquier organismo de autoorganización popular debe ser independiente
del gobierno, y no debe estar supeditado a las instituciones del Estado
burgués; para que sean realmente democráticos no deben ser correas de
transmisión de las líneas de acción del FSLN, organización que tiene
una conducción burocrática, de arriba hacia abajo.
Con
la creación de los CPC, el FSLN también ha querido arrebatarle a los
partidos de la derecha la bandera de la democracia y la participaron del
pueblo en los asuntos del gobierno. En su discurso del 19 de Julio, Daniel
Ortega fustigó a la oposición de derecha y defendió los CPC:
"tienen miedo, ¿quienes le tienen miedo al control del pueblo? Los
que no quieren que los controlen, los que no quieren que le regulen el
salario (...) en esos Consejos se le debe decir al alcalde y al concejo
municipal, al ministro, o se le diga a la Asamblea Nacional, o se le diga
al Presidente hay que reducir los megasalarios".[10] Todo indica que
los CPC serán utilizados como fuerzas de choque, no solo contra la
oposición de derecha, sino también para depurar el aparato del FSLN, y
debilitar a las otras corrientes que se ponen al liderazgo de Daniel
Ortega. Algunos CPC ya han planteado la necesidad de destituir a los
propios alcaldes sandinistas. Dionisio Marenco, alcalde de Managua,
manifestó su pública oposición a los CPC como poder paralelo a los
gobiernos municipales.
La
comandante Dora María Téllez, dirigente del MRS, analiza este tipo de
maniobras internas dentro del FSLN: "una de la funciones más
importantes de los Consejos [del Poder Ciudadano] es la de congregar al
danielismo y, a la vez, eliminar de la competencia a otros líderes del
Frente. ¿Por qué tiene necesidad Daniel Ortega de eso? (...) Para poder
reelegirse tendría que haber una reforma constitucional y eso sólo lo
logrará continuando su acuerdo, su alianza y su intimidad con Arnoldo
Alemán. Pero eso no le basta: para reelegirse también necesita que no
haya otros aspirantes a la candidatura presidencial en el Frente. Por eso
hay cabezas que ya están rodando o a las que les están dando su
sombrerazo para que no estén sobresaliendo. Y para reelegirse necesita
tener cohesionada, alineada a su base, al núcleo central de los votos que
consiguió en 2001 y en 2006".[11]
Nuevo
régimen político
La
reforma constitucional del año 005 modificó profundamente el régimen
político, de semi-presidencialismo a un parlamentarismo sui generis. [12]
La Asamblea Nacional ahora concentra las principales decisiones; adquirió
la facultad de ratificar y destituir a los ministros y demás funcionarios
nombrados por el Presidente de la Republica. Si a estos nuevos elementos,
le sumamos que la Asamblea Nacional elige a los magistrados de los otros
poderes, al Fiscal General de la Nación, al Consejo Superior de la
Contraloría General de la Republica, y otros cargos importantes, tenemos
como resultado que el Presidente de la República dejó de ser la
principal institución del poder político, porque en adelante queda
subordinado a las decisiones de la Asamblea Nacional.
Una
de las primeras grandes negociaciones políticas del Presidente Ortega fue
la prorroga de la Ley Marco, por medio de la cual se pospuso la entrada en
vigor de la reforma constitucional. Ortega maniobró con facilidad
aprovechando la rivalidad existente entre la Alianza Liberal Nicaragüense
(ALN), liderada por el disidente Eduardo Montealegre, y el PLC. Con los
votos de la bancada sandinista mas los votos de ALN se aprobó la Ley No
610 que prorrogó por un año más la entrada en vigor del nuevo régimen
político, con la oposición de los diputados del MRS y del PLC. Con esta
decisión, Montealegre demostró ser un político novel, sumamente torpe,
al evitar que la mayoría liberal de la Asamblea Nacional controlara las
decisiones de Ortega.
¿Por
qué el FSLN en la oposición insistió en el establecimiento de un régimen
parlamentario, y ahora en el poder se niega a implementarlo? La explicación
la encontramos en que Ortega ha utilizado la institución presidencial
para concentrar poderes alrededor de su familia, repartir cargos en la
administración, premiar a los amigos, castigar a los opositores, e
imponer su hegemonía sobre otras corrientes al interior del FSLN.
Un
retorno al presidencialismo no será fácil, mucho menos una reforma
constitucional que restablezca la reelección continua. La evolución del
régimen político dependerá de la lucha de clases y de la lucha interna
al interior del FSLN.
La
familia en el poder
Durante
la revolución (1979-1990), las principales decisiones eran tomadas por la
Dirección Nacional de 9 miembros, y dentro de ella una Comisión
Ejecutiva de 5 miembros, que era realmente la fuente del poder. Durante
los 16 años de oposición, el FSLN sufrió dos escisiones de relativa
importancia: en 1994 el Movimiento Renovador Sandinista (MRS) liderado por
Sergio Ramírez Mercado, y en 2005 el Movimiento por el Rescate del
Sandinismo (MPRS) liderado por Herty Lewites. De manera gradual y
contradictoria, la fuente del poder se trasladó de los organismos
partidarios, en donde las diferentes corrientes resolvían sus
contradicciones, hacia el liderazgo personal de Daniel Ortega, quien
encontró en su familia la protección necesaria para resistir el
aislamiento y las presiones en su contra.
El
nuevo gobierno sandinista no representa una revolución en curso, ni la
lucha de sectores sociales contra el neoliberalismo, sino los intereses de
la burguesía sandinista, que encuentra, por el momento, en Daniel Ortega
y su familia a su mejor operador político.
El
gabinete está conformado por cuadros desconocidos en su mayoría, pero
provenientes del sector de la izquierda del FSLN, que apoyó
incondicionalmente a Daniel Ortega en las crisis de los congresos de 1994,
1998 y 2005. Las personas más representativas de esta corriente son
Orlando Núñez Soto, Ruth Selma Herrera y Gustavo Porras Córtez, aunque
este ultimo por su condición de sempiterno dirigente del FNT no ocupa
ninguna cartera o cargo gubernamental.
Henry
Petrie, antiguo dirigente de la Juventud Sandinista, analiza las características
de los nuevos cuadros sandinistas: "No hay cuadros representativos en
las actuales estructuras de gobierno (...) El actual gabinete es frágil,
no tanto por su capacidad profesional sino por el concepto con que fue
construido, con cuadros emergentes, provisionales (...) Los cuadros
formados en los años noventa no solamente asumen la base ideológica
sandinista, sino que incorporan a su formación otros valores, como los
del empresario.
Ellos
tratan de acomodar su sandinismo histórico a una especie de pragmatismo
social y económico que se viene desarrollado en la sociedad nicaragüense
y que va indicando que el capital y el mercado son los dos grandes
exponentes de la vida nicaragüense (...) el bloque de empresarios del
Frente Sandinista entiende que sin eso no viven". [13]
Hasta
el momento, Ortega ha logrado imponer su hegemonía sobre el resto de las
corrientes dentro del sandinismo, en detrimento de la corriente liderada
por Bayardo Arce.
Según
Petrie, "Bayardo Arce tiene una corriente muy fuerte dentro del
Frente y está entronizada en las estructuras del Frente Sandinista (...)
no sólo tiene una ascendencia en el bloque de empresarios del FSLN, mismo
que él promovió y creó en gran medida (...) Cuidado es la más poderosa
en términos estructurales, económicos y políticos. Pero también tiene
una debilidad y es que Daniel Ortega tiene el capital político de la
gente. A Bayardo no lo sigue una multitud, lo siguen cuadros concretos y
capaces, lo sigue un capital instalado dentro del Frente, representantes
de un sistema judicial, pero a Daniel Ortega lo sigue la multitud, esa
base sandinista que hoy es danielista. Hoy por hoy, ese capital político
de Daniel Ortega es el que determina quién debe liderar al Frente
Sandinista".
Por
su parte, Hugo Torres, ex general del Ejército en retiro, y dirigente del
MRS, alertó que el "El Frente Sandinista pretende, fortalecerse como
grupo empresarial económico utilizando las ganancias que se obtendrán
con los acuerdos firmados por los gobiernos de Nicaragua y Venezuela"
[14]
Edmundo
Jarquín, coordinador del MRS, es mucho más categórico al afirmar que
Daniel Ortega está queriendo construir "un poder político personal,
familiar y que inevitablemente termina siendo dinástico".
En
la medida en que el matrimonio Ortega- Murrillo desarrolle la tentación
de crear un grupo económico familiar, separado de los negocios del resto
de la burguesía sandinista, se producirá una confrontación con ésta,
incluso con otras fracciones de la burguesía opositora. Esta variante no
puede ser descartada, sobre todo si analizamos que la historia de
Nicaragua esta plagada de este tipo de contradicciones.
Negociando
con la oligarquía
El
FSLN ganó las elecciones presidenciales por la incapacidad de la derecha
de presentar su propia alternativa. El pacto Ortega-Alemán y el
subordinamiento del PLC al FSLN fueron el principal motivo de la división
del liberalismo, y del surgimiento de la ALN liderada por el banquero
Eduardo Montealegre, quien durante la campaña electoral fue apoyado por
un sector del capital financiero, ligado a los grupos salvadoreños. Pero
una vez que el FSLN ganó las elecciones se produjeron los esperados
reacomodamientos entre Ortega, la oligarquía y el capital financiero,
perdiendo Montealegre uno de sus principales puntos de apoyo.
El
Consejo Superior de la Empresa privada (COSEP), no representan
directamente los intereses de la oligarquía y el capital financiero,
aunque en el ultimo periodo los jefes de los grandes grupos económicos
participan discretamente como "Junta de Asesores" del COSEP.
Consciente de la debilidad de este organismo, Ortega pasó a negociar
directamente con los grandes grupos económicos a través de dos reuniones
cruciales en el Instituto Centroamericano de Administración de Empresas
(INCAE). La primera se realizo el 15 de Diciembre del 2006, antes de
asumir el gobierno, y la segunda el 19 de Junio del 2007.
En
esta ultima se conformaron mesas de trabajo sobre los temas de Energía e
Infraestructura; sector Agropecuario, Pesca y Forestal; Turismo y Zonas
Francas; Costa del Caribe y sector Financiero. Las relaciones en las
alturas son estrechas y secretas.
No
hay oposición
En
las bases del liberalismo existe un profundo malestar por que Arnoldo Alemán
le hizo demasiadas concesiones al FSLN. Montealegre quiso aprovechar el
descontento enarbolando las banderas de la reunificación del liberalismo,
pero sin Arnoldo Alemán.
La
reunificación del liberalismo sería un duro golpe al esquema de dominación
del FSLN, quien ha mantenido la política de dividir el voto
antisandinista para mantenerse largo rato en el poder político. Por esta
razón, para equilibrar fuerzas, Ortega accedió a brindar mayor movilidad
a Arnoldo Alemán, concediéndole administrativamente, sin sentencia
judicial, el "país por cárcel". El FSLN le ha alargado el
mecate a Alemán, pero todavía no lo ha liberado definitivamente.
De
esta manera, el FSLN profundiza la división de los liberales y evita la
formación de un bloque mayoritario de diputados en la Asamblea Nacional
que puede controlar al gobierno, incluso sustituirlo como Presidente de la
República.
El
pacto Ortega-Alemán se mantiene incólume, aunque ahora le corresponde al
PLC estar en la oposición. A finales de marzo, ambos partidos se
repartieron nuevamente los cargos gubernamentales.
Esta
elección en combo demostró que, a pesar que el FSLN tiene solamente 38
diputados, en realidad no es la minoría más importante del país, sino
que junto al PLC constituyen una sólida mayoría parlamentaria, capaz de
cogobernar e imponer su voluntad política.
Las
rivalidades de la campaña electoral han quedado atrás. En la Asamblea
Nacional se ha constituido una mayoría con intereses comunes, profundas
similitudes y vasos comunicantes.
Es
falso, pues, la teoría que los liberales (PLC y ALN) son mayoría. Ambas
fracciones del liberalismo reflejan proyectos políticos diferentes. Los
dirigentes del PLC provienen de la clase media baja, al igual que muchos
de los dirigentes del FSLN. Ambos partidos tienen bases populares, uno con
ideología de izquierda y orto con ideología de derecha. Pero, incluso,
hasta este aspecto, esta siendo superado, por que recientemente Alemán se
declaro simpatizante de Hugo Chávez.
Estamos
ante la resurrección del régimen político imperante en el periodo
1936-1979, que fue destruido por la revolución (1979-1990) y que fue
reimplantado en diferentes etapas por el mismo FSLN, con la diferencia que
ahora Daniel Ortega encabeza una de las nuevas "paralelas históricas".
Antes
de 1979, el poder lo ejercía el liberalismo en contubernio con los
conservadores: los cargos públicos eran compartidos por liberales (60%) y
conservadores (40%).
Después
del inestable y frágil gobierno de la Sra. Chamorro, y específicamente a
partir de 1999, el poder y los cargos lo comparten liberales y sandinistas
en un 50%.
Existe
una nueva redefinición del poder y del statu quo. El sistema esta diseñado
para compartir el poder y los cargos, aun que ello no implica
necesariamente una coalición gubernamental o ministerial. Esto ya no es
necesario.
El
caso Bolaños Davis
Alejandro
Bolaños Davis, sobrino del ex Presidente Enrique Bolaños, fue el
diputado más beligerante del Partido Conservador (PC) y quien más se
opusio al acercamiento de Montealegre con el Partido Liberal
Constitucionalista (PLC) de Arnoldo Alemán. Bolaños Davis forma parte de
la corriente que desea aprovechar el desgaste político del pacto
FSLN-PLC, promoviendo la absoluta independencia del Partido Conservador, y
un acercamiento con la oligarquía conservadora. Este rol le trajo la
enemistad conjunta del FSLN y del PLC.
Las
cosas se complicaron para Bolaños Davis cuando denunció que el ex
alcalde sandinista, Gerardo Miranda, pretendió extorsionarlo por la
cantidad de cuatro millones de dólares. La repuesta del FSLN no se hizo
esperar. El diputado Edwin Castro denunció en un programa televisivo que
Bolaños Davis era ciudadano norteamericano, y días después el Consejo
Supremo Electoral (CSE) de oficio resolvió suspender la condición de
diputado a Bolaños Davis, quien tiene doble nacionalidad.
Los
hijos de nicaragüenses nacidos en el extranjero son nicaragüenses por el
derecho de sangre. Quienes tienen doble nacionalidad desde su nacimiento,
no necesitaban renunciar a ninguna nacionalidad para ser candidato a
diputado.
Ante
la denuncia de corrupción realizada por Bolaños Davis, el FSLN mandó un
mensaje claro, intimidatorio. El CSE no tiene competencias para destituir
a ningún diputado. Nuestra Constitución no contempla la destitución de
ningún funcionario de elección popular, mucho menos de los diputados que
gozan de amplios privilegios.
Este
caso encendió los fuegos dentro de la Asamblea Nacional. Todos los
partidos, excepto, el FSLN cerraron filas junto a Bolaños Davis, llegando
incluso a amenazar que votarían conjuntamente contra el FSLN. Las
claudicaciones de Alemán al FSLN han creado una corriente de extrema
derecha al interior del PLC, encabezada por los diputados Enrique Quiñónez
y Maximino Rodríguez, provenientes de la contra, quienes procuran
canalizar el sentimiento antisandinista que aun predomina en las áreas
rurales.
Cuando
la votación a favor de Bolaños Davis parecía inminente, se produjo una
encerrona de la Junta Directiva de la Asamblea Nacional, y al final todos
se pusieron de acuerdo en enviar un "recurso innominado" a la
Corte Suprema para que resolviera el asunto. Aparentemente se había
encontrado una salida negociada, pero la realidad fue que los magistrados
liberales y sandinistas ratificaron la destitución de Bolaños Davis.
La
postura de ALN en la defensa de la diputación de Bolaños Davis dejó
mucho que desear, y muestra en todo su esplendor la ineptitud de la
oposición burguesa. A pesar que Montealegre insistió en que el plenario
de la Asamblea Nacional votara una resolución a favor de Bolaños Davis,
colocó en bandeja de plata la cabeza de éste al aceptar que fuera la
Corte Suprema de Justicia la que resolviera el asunto por la vía del
recurso innominado. ALN aceptó que asuma la curul el suplente Staford
Cash Dash, un anciano pastor adventista de filiación conservadora. Todo
indica que Montealegre en los hechos hizo una unidad de acción entre
liberales, pero no contra Daniel Ortega, sino para cortarle las alas al
Partido Conservador que tenia en Bolaños Davis su mejor exponente.
Con
el decapitamiento de Bolaños Davis, el FSLN y el PLC mataron varios pájaros
de un solo tiro: convirtieron al CSE en la guillotina de futuras
disidencias parlamentarias, mandaron al ostracismo político a la
principal figura del PC, acorralaron a Montealegre, en fin, reafirmaron el
pacto.
Fortaleciendo
la mayoría parlamentaria
La
prorroga de la Ley Marco está a pocos meses de terminar. Es poco probable
que Ortega intente restablecer los supremos poderes del Presidente, a través
de una reforma constitucional que derogue la reforma del año 2005. Más
bien Ortega está ganando tiempo para consolidar su hegemonía dentro del
FSLN, para ganar las elecciones municipales del 2008 y preparar las
condiciones para el establecimiento de un parlamentarismo pleno. En ese
sentido, Ortega podrá aspirara a una nueva prorroga de la Ley Marco,
aunque los votos del ALN, o del propio PLC, a favor de esta alternativa no
están seguros, sobre todo por la realización inminente de elecciones
municipales.
A
pesar de las fisuras del PLC, Arnoldo Alemán tiene un círculo de hierro
de 15 diputados totalmente fieles, dispuestos a cogobernar con el FSLN.
Nuestras
principales tareas
Una
de las principales reivindicaciones que los marxistas revolucionarios
debemos levantar en la presente coyuntura, es la necesidad de continuar
con la lucha antiimperialista que el FSLN abandonó hace algún tiempo. La
lucha contra el imperialismo no debe ser retórica, sino de acciones
practicas que movilicen a las masas trabajadoras. Bajo la vigencia del
CAFTA esta lucha adquiere un carácter especial como es la defensa del
empleo, la lucha por nuevos y mejores empleos, así como el reajuste
salarial cada vez que suba el costo de la vida.
No
vamos a cansarnos de emplazar al Daniel Ortega y al FSLN para que sean
consecuentes con las promesas electorales, solo así la base sandinista
comprenderá en la práctica que su dirigencia no representa los intereses
populares, sino los intereses de la nueva burguesía.
En
este periodo adquiere especial importancia la defensa de las libertades
obreras y democráticas.
Debemos
luchar para que los sindicatos y organizaciones de masas, llámense como
se llamen, sean independientes del Estado burgués, del gobierno y del
partido de gobierno. Esta lucha también incluye el combate implacable
contra los partidos de derecha que, bajo el pretexto que Ortega esta
sentando las bases de una nueva dictadura, pretende arrastras a los
trabajadores hacia la colaboración de clases y el adormecimiento de la
conciencia de clase de los trabajadores. Al mismo tiempo que luchamos por
la independencia política de las organizaciones obreras y populares,
también debemos luchar por la más amplia democracia al interior de estos
organismos.
De
igual manera, debemos luchar por la convocatoria de una Asamblea
Constituyente, libre y soberana, que reorganice el país y establezca
democráticamente el nuevo régimen político, así como el sistema económico
que debe prevalecer en Nicaragua. Todos los problemas de los trabajadores:
empleo, salarios, reforma agraria, salud, educación, deben estar ligados
a la necesidad de convocar esta Constituyente. Lo anterior implica
necesariamente una profunda reforma a la Ley Electoral que permita no solo
la recuperación de las asociaciones de suscripción popular, y la
legalización de todos los partidos políticos, sino también la más
amplia participación democrática del pueblo en los procesos electorales.
Debemos
insistir nuevamente en la necesidad de construir una agrupación
revolucionaria que aglutine a todos aquellos que coincidan total o
parcialmente con nuestras posiciones. Esta agrupación debe ser
centroamericanista e internacionalista. El debate sobre los aspectos
centrales de la revolución y el socialismo siempre estarán abiertos.
Notas:
1.-
Confidencial No 479, marzo del 006.
2.-
Confidencial No 49 del de Julio del 006.
3.-
El Nuevo Diario, 8 de Noviembre 006 4.- Diario El País, de Diciembre del
006.
5.-
El Mercurio, Jueves 26 de abril de 2007 6.- El Universal, de Mayo del 007.
7.-
El Nuevo Diario, 9 de agosto del 007.
8.-
Estrategia de Comunicación, Enero 007.
9.-
Confidencial No 0, de septiembre del 007.
10.-
La Prensa 20/07/07.
11.-
Informe Pastran, 20 /09/07 12.- Miranda Bengoechea Bonifacio, El
parlamentarismo sui generis, Managua, 007, paginas 7- 74.
13.-
El Nuevo Diario 09/04/07.
14.-
El Nuevo Diario 12/04/07.
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