¿Crisis
monetaria global en el radar?
Por
Alfredo Jalife Rahme
La Jornada, 05/04/06
El efecto Islandia y
el desplome de las bolsas árabes de la OPEP (ver Bajo la Lupa,
29/3/06), escamoteados en los medios especializados (con la excepción
puntual de la agencia Bloomberg en referencia al caso de Islandia
solamente), cobran el interés del prestigiado rotativo galo Le Monde
con un artículo de alerta de su especialista de lujo, Eric Le Boucher
("Los prestamistas de Islandia", 2/4/06).
Amen que sea
significativo que aparezca en el rotativo oficioso de una de las
potencias geofinancieras del planeta, es muy persuasiva la demostración
cartesiana de Le Boucher, quien se pregunta: "¿Se está gestando
una crisis financiera planetaria (sic) en esa piedra (sic) perdida del
atlántico norte?"
Esa
"piedra" ES la diminuta Islandia, de 103 mil kilómetros
cuadrados y casi 300 mil habitantes, con un PIB de 13 mil 400 millones
de dólares el año pasado (1.8 por ciento de México), que está
poniendo de cabeza toda la operación especulativa del carry trade, un
agujero negro de la desregulada globalización financiera feudal que
explota los "diferenciales" (spreads) de las tasas de interés
en el planeta y que abulta mediante el palancamiento (leverage) de los
ominosos hedge funds (fondos de cobertura de riesgo): se pide prestado
"en corto" (v.g. en la plaza de Japón, con tasas de interés
cercanas a cero) para dar prestado "en largo" en plazas que
pagan tasas hasta diez veces más (v.g. Islandia).
Este jueguito
parasitario de los megaespeculadores, auspiciados por los megabancos
anglosajones de inversiones, impulsados por los irresponsables bancos
centrales anglosajones, nipones y europeos, llegó a su epílogo
debido a que los tres principales centros financieros del planeta (Japón,
la Unión Europea y EEUU) han advertido que elevarán sus tasas de
interés.
EEUU acaba de elevar
por decimoquinta vez consecutiva sus tasas de interés en la
"nueva era" de Ben helicóptero Bernanke, sucesor del
malhadado Greenspan en la Reserva Federal, y el Banco Central Europeo
las ha incrementado dos veces en fechas recientes, mientras el Banco
Central de Japón ha advertido que abandonará sus tasas subsidiadas,
lo cual ha puesto de cabeza a las variables del carry trade.
En suma, asistimos a
la elevación generalizada de las tasas de interés a escala
planetaria y el único que anda totalmente perdido es el castañedista-salinista
Calderón Hinojosa, vulgar demagogo y verdadero ignorantazo en asuntos
financieros locales y globales, quien prometió reducir las tasas de
interés el 3 de julio en caso de ser impuesto en la Presidencia por
la dictadura financiera salinista que lleva un cuarto de siglo en el
poder. (¡Pobre México, lo que todavía le espera en su peor
escenario!)
Le Boucher comenta
que The Financial Times (31/3/06) le consagró su primera página a la
crisis de Islandia cuando su divisa, la corona, podría periclitar
todavía más en un 25 por ciento adicional y su PIB retroceder entre
5 y 10 por ciento en los próximos dos años. Según el economista
galo, el grave problema se centra en el "engranaje"
financiero de las plazas financieras de la globalización:
"concluyó el verano del dinero barato y los países endeudados
deberán pasar a la caja, es decir, pagar más caros sus rembolsos,
apretarse los cinturones y disminuir su ritmo de crecimiento. ¿Es
Islandia la primera de una larga (sic) lista?"
Después de Islandia
(curioso, no habla nada de la estrepitosa caída de las bolsas árabes),
un segundo centelleo apareció en el radar financiero global: Nueva
Zelanda, "más importante, más amenazante". El dólar de
Nueva Zelanda, miembro de la anglosfera, se devaluó 10 por ciento y
su banco central fue orillado a elevar las tasas.
Profiere una frase
trepidante: "las miradas se han volteado a otros países que los
mercados (sic), si lo decidieran (sic), podrían acarrear a la
tormenta: Hungría, cuya divisa, el florín, se encuentra muy frágil
con un retroceso de 5 por ciento; Turquía, lesionada de una crisis
previa; Australia y aun Brasil; España y Portugal, estos dos países
pese a estar protegidos (sic) por el euro; y por último, y no el
menor, EEUU.
"¿Nos
encontramos en vísperas de una nueva crisis monetaria como el mundo
capitalista globalizado conoció hace diez años?", pregunta muy
preocupado Le Boucher, quien hace el recuento de México, Tailandia,
Brasil y Turquía. Cita al economista estadounidense Nouriel Roubini,
quien aduce que el origen de las crisis siempre ha sido el mismo:
"una combinación de déficit de cuenta corriente, un auge del crédito
y una burbuja de los activos que conducen a un exceso del consumo y
precios de bienes raíces". Es lo que acontece en Islandia y en
los otros países citados: "la crisis de Islandia puede crear pánico
en los mercados financieros globales y expandirse por contagio".
Pero que "EEUU se encuentre en la lista cambia todo", porque
se trata del "gran motor de la economía mundial", que
"captura los ahorros del mundo en forma inédita. Es el gran
desequilibrio de esta época que quiere (sic) que los pobres financien
al más rico. Ningún economista imagina que tal sistema sea durable.
"Cuando el banco
de Japón se mueve, los mercados financieros de Islandia
tiemblan", titula un extenso análisis de Bloomberg (3/4/06) que
pone en la picota a las operaciones de carry trade con el dólar y el
yen, que se volvieron muy populares (sic) con los hedge funds en la
pasada década: "conforme se despliega el proceso aparecen nuevas
fallas tectónicas, que usualmente no son las esperadas. Quizá
Islandia sea la primera víctima."
The Financial Times y
The Australian (28/3/06) advierten que el colapso del carry trade señala
una crisis de mayor envergadura: las crisis de Nueva Zelanda
(insistimos: qué curioso que no citen el desplome de las bolsas árabes
de la OPEP) "pueden provocar una caída mayor en los mercados de
divisas, que amenacen las divisas de Australia, Sudáfrica,Turquía y
Hungría". Es notorio que Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica
pertenezcan a la anglosfera tan adicta a la especulación parasitaria.
The Financial Times cita a Jens Nordviq, estratega de divisas de
Goldman Sachs: "los inversionistas estaban casi ciegos (sic)
buscando altos rendimientos en los mercados emergentes, y ahora tendrán
que escudriñar los fundamentos económicos". De ser así, uno de
los peores países del mundo es EEUU, con una "economía
bananera", como muy bien la ha calificado el solvente economista
Paul Krugman.
Los inversionistas
japoneses han bombeado en los recientes cuatro años 450 mil millones
de dólares a los mercados de bonos foráneos que han hecho el deleite
de los hedge funds, los cuales toman prestado en dólares y en yenes
para operar sus orgías de compras que impulsó en 186 por ciento en
los tres años recientes el índice accionario de los mercados
emergentes que maneja Morgan Stanley (MSCI, por sus siglas en inglés).
Las divisas que subieron intempestivamente también se desploman de la
misma manera conforme se colapsa el carry trade.
Para añadir sal a
las heridas, Masahiro Hawai, director del departamento de integración
económica regional del Banco de Desarrollo Asiático (ADB, por sus
siglas en inglés) advirió sobre un "colapso del dólar"
(Philippines Inquirer, 29/3/06): "dado el presente desequilibrio
de las cuentas corrientes globales (...) nuestra sugerencia a los países
asiáticos es que den por sentada el déficit de la cuenta corriente
de EEUU. Si algo sucediera, las economías asiáticas deben estar
preparadas. La posibilidad de un colapso del dólar, o su declive
abrupto puede ser pequeño en este punto, pero generaría turbulencias
significativas a lo que las economías asiáticas deben estar
preparadas". El ADB ha propuesto "coordinar las
fluctuaciones de sus divisas para permitir que se aprecien en forma
colectiva frente al desfalleciente dólar".
Un periódico de Hong
Kong, Wen Wei Po (4/4/06), expuso que Cheng Siwei, uno de los diez
vicepresidentes del parlamento chino, dedicado a asuntos económicos,
se había pronunciado por soltar en forma gradual las tenencias de
deuda estadounidense y cesar de comprar bonos denominados en dólares.
También sugirió
"ampliar la banda de flotación del yuan" (léase: revaluar)
en el "momento apropiado" y, en un plazo más largo, hacerlo
"totalmente convertible", sin especificar un cronograma.
En estas condiciones
paradigmáticas no hay que asombrarse de que el oro y la plata coticen
a su máximo nivel desde hace un cuarto de siglo, como habíamos
previsto en Bajo la Lupa.
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