El lúgubre
testamento petrolero de Alan Greenspan
Por
Alfredo Jalife-Rahme
La Jornada, 14/06/06
¿Y quién garantiza que
la desregulada globalización financiera feudal, que ha beneficiado
exclusivamente a la parasitaria plutocracia oligopólica y oligárquica
anglosajona, llegó para quedarse?
Alan Greenspan, anterior
gobernador de la Reserva Federal, cuyo epitafio ha sido escrito por
adelantado como “El señor de las burbujas”, compareció ante el
Comité de Relaciones Exteriores del Senado para informar la grave
situación energética de EEUU y sus riesgos económicos (Energy
Bulletin, 8/6/06): "el equilibrio de la oferta y la demanda del
petróleo se ha vuelto tan precario que aun pequeños (sic) actos de
sabotaje o una insurrección local tienen un impacto significativo en
los precios del petróleo". Se refería al "precio geopolítico",
uno de "los cinco precios del petróleo", abordado en
nuestro reciente libro.
Lo más relevante de su
oración fúnebre fue su confesión de que EEUU disponía de pocas
buenas opciones a "corto plazo" para bajar los precios:
"no existe elección entre bueno y malo", sino "entre
no tan bueno y peor" (sic).
Expuso su escepticismo
de que los productores pudiesen extraer suficiente crudo para paliar
la futura demanda. Aceptó que si las empresas habían podido absorber
los costos mayores, los consumidores comunes estaban luchando para
lidiar con los altos precios de gasolina y alertó que los datos
recientes indicaban su impacto en la economía estadounidense.
Siempre a "corto
plazo", los sucedáneos alternos, como son los vehículos híbridos
y eléctricos, tendrían un papel limitado; aun el etanol del maíz no
conseguiría desplazar el uso de gasolina. A "largo plazo"
se pronunció por mejores opciones como el etanol celulósico, el carbón
limpio (sic) y la energía nuclear.
En síntesis, a
"corto plazo" el panorama energético de EEUU es tétrico a
consecuencia de la derrota anglosajona en Irak, donde no pudo enajenar
sus pletóricos yacimientos: "Desde 2002 los precios mundiales de
petróleo han subido persistentemente conforme el consumo global se ha
incrementado". Sostiene que "queda poca capacidad en
exceso" y las "amenazas crecientes de violencia contra los
yacimientos, oleoductos, instalaciones de almacenaje y refinerías,
especialmente en Medio Oriente, han incrementado la demanda privada
para tener inventarios en todo el mundo" como resguardo a un
"impacto devastador (sic) de su oferta".
Ha quedado superada la
simplista ecuación de la oferta y demanda entre productores y
consumidores que marcó la historia del petróleo, y Greenspan, sin
saberlo desde luego, adopta nuestra tesis sobre el "precio
financiero" del petróleo: "avances importantes en las
finanzas abrieron el mercado a un mayor (sic) número de
participantes. Se ha generado un surgimiento en la 'negociación sobre
el mostrador' (over the counter) de futuros del petróleo y otras
materias primas con los 'derivados financieros' (...) En los dos años
recientes un número creciente de inversionistas institucionales y de
fondos de cobertura de riesgos (hedge funds) han empezado a comprar
petróleo que han acumulado en netas posiciones en largo (...) que
apuestan (¡súper sic!) a su alza. Los vendedores de estos contratos
a los inversionistas son por necesidad propietarios actuales de miles
de millones de barriles de inventarios privados (sic) de petróleo en
el mundo".
Ni más ni menos que
nuestra tesis sobre el "precio especulativo", que Greenspan
oculta al decir que se trata de puro papel-chatarra que compra el petróleo
a futuro con dólares devaluados.
Se desprende que los
tenedores de tales papeles petrolizados podrán exigir su mercancía
virtual adquirida y que son capaces de ejercer presión "en
corto" mediante un "dumping financiero" que desplome
los precios, así como los han elevado "en largo".
Hoy existen más
"inventarios virtuales" de petróleo (y gas) en papel
especulativo que incrementos de los inventarios reales, una verdadera
espada de Damocles que pende sobre la OPEP, que puede ser apuñalada
por la espalda mediante artimañas financieras ya muy vistas: "el
grado de surgimiento (sic) en la participación de los adeudos en
reales (¡súper sic!) barriles de petróleo se refleja en la casi
triplicación del valor nocional de los derivados financieros de las
materias primas, excluyendo los metales preciosos, durante los cuatro
trimestres de 2005", muy similar a la acumulación "en
largo" del petróleo por los inversionistas en el NYMEX, la bolsa
mercantil de Nueva York: "estos nuevos participantes,
inversionistas y especuladores (¡súper sic!) en el mercado anual de
petróleo por 2 millones de millones (trillones en anglosajón), han
acelerado el proceso de ajuste, que se ha vuelto muy urgente con la
eliminación virtual del amortiguamiento en la oferta mundial".
Queda claro que los
especuladores anglosajones se han refocilado con el alza del petróleo
con sus papeles-chatarra y sus dólares devaluados, situación
aberrante que deberá contrarrestar la OPEP, si no desea ser vapuleada
financieramente cuando comience la resaca del "dumping
financiero" del petróleo.
No podían faltar sus
consabidos autoelogios sobre la dizque legendaria productividad y
flexibilidad de la economía de EEUU en las tres pasadas décadas
"que ha podido absorber los mayores costos energéticos con poco
efecto" (nota: a expensas de la fuerza laboral decapitada),
"gracias a la desregulación y a la globalización". Admite
que la "mayor amenaza a la adaptación" energética de EEUU
hacia fuentes alternas radica en el "proteccionismo en EEUU, que
socavaría su flexibilidad y lo haría más vulnerable a los caprichos
(sic) del mercado petrolero".
¿Y quién garantiza que
la desregulada globalización financiera feudal, que ha beneficiado
exclusivamente a la parasitaria plutocracia oligopólica y oligárquica
anglosajona, llegó para quedarse?
Dos economistas con
vocación centralbanquista, como Greenspan y Roach, han dejado de lado
su abordaje ultrarreduccionista para otorgar el lugar que corresponde
a la geopolítica. La globalización, es decir, el modelo financiero
unilateral impuesto por la otrora superpotencia unipolar, hoy en
franca decadencia, fue puesta en la picota por el historiador británico
Niall Ferguson durante el decimoprimer Seminario Europeo de
Inversiones que reseña Stephen Roach (Global Economic Forum, Morgan
Stanley, 12/6/06), quien quedó estupefacto con los hallazgos históricos
del derrumbe de la previa globalización decimonónica que lo han
puesto muy nervioso: "el factor diferencial lo constituye la
conectividad global de la tecnología de la información que ha
mejorado tanto la velocidad y la óptica de esta globalización más
allá de las normas de hace 100 años. "Una globalización que va
más allá de la manufactura hasta los servicios no negociables
(non-tradable), que no solamente impacta a los trabajadores de cuello
azul, sino que también afecta a los otrora protegidos trabajadores
del conocimiento de cuello blanco, seguramente debe ser más poderosa
y potencialmente desestabilizadora que la tendencia de hace 100 años.
Tampoco es reconfortante el presente empantanamiento en Medio
Oriente".
El "fin de la
globalización" golpeará como a nadie a su creador anglosajón,
en la misma medida que beneficiará a los productores del "oro
negro".
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