¿A dónde
va el capitalismo?
Por
Theotonio Dos Santos
ALAI, 19/06/06
Moscú.–Hace dos
semanas estaba en Venezuela cuando se realizaba la asamblea de la
Organización de los Países Productores de Petróleo (OPEP) y tuve la
oportunidad de acompañar de cerca sus discursos inaugurales y sus
decisiones finales. En esta oportunidad pude observar la consolidación
de un movimiento empresarial que tiene por fundamento los carteles que
dominan la economía mundial. La OPEP vino a sustituir el cartel de
las siete hermanas que manejaban la oferta mundial de petróleo hasta
los años 70 del siglo pasado. Su éxito es resultado del realismo
económico en que basa sus acciones. En un ambiente internacional
dominado por la retórica del llamado "libre mercado", la
OPEP se ajusta a la práctica efectiva del mercado mundial,
predominante desde el final del siglo XIX. Asimismo, su conducción
actual asocia esta práctica con las prácticas colonialistas que
fueron finalmente cuestionadas y solo parcialmente superadas después
de la Segunda Guerra Mundial.
Del otro lado del
mundo, el gran gigante del petróleo que no participa de la OPEP pero
que utiliza con mucho gusto las consecuencias de precio y de poder
geopolítico de su existencia y de su práctica. La Rusia de Putin se
re–articula con la economía mundial utilizando como arma principal
su gran reserva petrolífera y del gas. Al comprender finalmente que
el libre mercado es un concepto trampa para ilusionar a los débiles,
el equipo económico y estratégico de Putin prepara una OPEP del gas
al aliarse con los productores de gas de la región geopolítica de la
antigua Unión Soviética que Rusia busca reorganizar bajo su hegemonía.
Es interesante notar
como estos fenómenos hacen parte de un reordenamiento estratégico
mundial en el cual pesa mucho la ampliación de la demanda china y sus
movimientos para asegurar el abastecimiento de su espantoso
crecimiento económico. La cooperación entre China y Rusia es uno de
los elementos claves de esta nueva fase del sistema económico
mundial. En buena hora el liderazgo ruso percibió dos datos
fundamentales para entender la fase actual del sistema mundial.
En primer lugar,
después de varios ensayos de alianza estratégica con los Estados
Unidos, quedó claro que este país no tiene más poder financiero al
vivir cada vez más del capital externo, después de convertirse en el
mayor deudor del planeta. Siendo al mismo tiempo dependiente cada vez
más de las importaciones al alcanzar el estadio de parasitismo que
caracteriza a los poderes imperialistas. En mi libro de 1978,
Imperialismo y Dependencia, que se editará próximamente en la
Colección Ayacucho de clásicos latinoamericanos, yo llamaba la
atención para la entrada definitiva de Estados Unidos en este estadio
económico que pudimos observar en el auge colonial ibérico, holandés
y sobretodo inglés, muy estudiado por Hobson y por Lenin. Cualquier
país que pretenda tener un rol importante en la economía mundial
tiene que interactuar con los Estados Unidos como un poder hegemónico
decadente. Sugiero a los lectores que busquen actualizar este análisis
en la colección de 4 volúmenes sobre Hegemonía y Contra–hegemonía
que he organizado para el editorial de la Universidad Católica de Rio
de Janeiro y las ediciones Loyola.
En segundo lugar,
Rusia tuvo que disciplinar los intereses privados que se crearon a
partir de un verdadero asalto al Estado ruso. Este proceso aún está
en curso y su resultado será una enorme revitalización del
capitalismo de Estado que organizó casi sin contraste interno la
sociedad soviética que Rusia deshizo. Es interesante señalar que el
gobierno norteamericano actual ya acusó esta situación con la
intervención directa del vicepresidente Cheney y una estrategia de
cerco sobre la Rusia que muestra una vez más que la contención soviética
inaugurada con la Guerra Fría no era una estrategia ideológica sino
geopolítica.
¿Podrá los Estados
Unidos sin recursos financieros propios convencer el resto del mundo
que financie esta nueva aventura de contención del gran espacio
euro–asiático que une el viejo camino de la seda que va del
mediterráneo hasta China?
En este contexto,
llaman la atención dos encuestas. De un lado, el Pew Research Center
muestra el estado de choque de la política internacional de Estados
Unidos y la opinión pública mundial. Los países donde hay una opinión
favorable de los Estados Unidos superior a 50% se reducen a Japón
(60%), Nigeria (60%), Gran Bretaña (54%) e India (58%). China y Rusia
están próximos de los 50%. Francia y Alemania están en torno de los
40%. Indonesia, Egipto, Pakistán, España, Jordania y Turquía están
debajo de los 30%. Más importante aún es constatar que una gran
mayoría de países entienden que el mundo se hizo más inseguro con
la guerra en contra de Irak. (International Herald Tribune, june, 14,
2006)
Por último es
interesante constatar los resultados del estudio del GlobeScan y de la
Universidad de Maryland sobre la aceptación de la llamada libre
empresa y libre mercado como el régimen ideal para construir el
futuro. Después de la inmensa propaganda del pensamiento único, de
la victoria final del liberalismo y del fin de la historia, solamente
el 36% por ciento de los franceses dicen que SÌ lo es, solamente los
47% de los turcos lo aceptan, 59% de los italianos, 63% de los españoles,
65% de los canadienses y alemanes, 66% de los británicos. Los índices
del 70% quedan reservados para los Estados Unidos, India y China.
Aparentemente parece
una fuerte mayoría, pero es impresionante que encontremos índices de
rechazo tan fuertes en varios países que están bajo en bombardeo
ideológico de los grandes medios de comunicación mundiales. Asimismo
sí comparamos los dos datos, vemos por lo menos que se piensa un
capitalismo que no acepta la hegemonía norteamericana.
Hay que profundizar
estos análisis para acompañar el desarrollo de la subjetividad
mundial que se aparta a pasos largos de la unanimidad del pensamiento
único. Y hay que pensar con cuidado la reacción de esta subjetividad
frente a la reorientación de la distribución de fuerzas mundiales.
En este contexto crece el interés por el fenómeno de los BRIC
(Brasil, Rusia, India y China) al cual incorporamos Sudáfrica que
tiene a liderar un continente que tendrá más de mil millones de
habitantes en los próximos 30 años.
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