Los
secretos sucios del templo
De
cómo la Reserva Federal de USA y los bancos manejan el mundo
Por
Stephen Lendman The Rebel / Rebelión, 02/07/06
Traducido por Germán
Leyens
Hace
años leí el excelente libro de William Greider, publicado en 1987,
sobre el funcionamiento del Sistema de la Reserva Federal de USA.
Detallado y explícito, es una lectura maravillosa e informativa, con
la excepción de la solución que sugiere para un inmenso problema.
Fue, por lejos, demasiado tímido. Este artículo propone una solución
muy diferente. Greider llamó su libro “Secrets of the Temple”
[Secretos del Templo] con un subtítulo: “Cómo la Reserva Federal
maneja el país.” Un subtítulo mejor podría haber sido como la Fed
(y muchas otras bancas centrales esenciales) manejan el mundo. Este
artículo trata de resumir lo que hace, cómo lo hace, a quien
beneficia y a costa de quienes. Para los que no están al tanto, prepárense
para informaciones y comentarios sorprendentes.
Aclaremos
algo desde el inicio. La Reserva Federal de USA, el Banco de
Inglaterra, el Banco de Japón y el Banco Central Europeo (de los 12
países europeos que adoptaron la moneda común europea en 1999) son
instituciones con un poder enorme, mucho más allá de lo que puede
imaginar la gente en algún sitio del mundo. Estos bancos centrales,
los más dominantes de todos, así como la mayoría de los demás,
tienen una poderosa influencia en las condiciones financieras en casi
todos los países, incluyendo, desde luego, los suyos, en un mundo
financiero con cada vez menos fronteras, en el que un evento económico
importante en una nación puede afectar, para bien o para mal, a la
mayoría.
Otro
poderoso banco forma también parte del mundo financiero actual. Hay
que mencionarlo por su importancia, aunque requiere un artículo
separado para explicar de modo más completo cómo trabaja. En el
Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés), hermético,
inviolable y sin responsabilidad ante nadie, fundado en 1930 y basado
en Basilea, Suiza. Este banco, del que la mayor parte de la gente jamás
ha oído hablar, es el banco central para sus bancos centrales
miembros – una especie de “mandamás de mandamases” bancario,
equivalente a lo que al parecer existe en el mundo enigmático de los
Dones de la Mafia. Como la mayoría de las demás bancos centrales,
incluyendo a la Reserva Federal (explicado más adelante), es de
propiedad privada de sus miembros.
Algunos
académicos y otros que han estudiado el BIS creen que la elite
dominante del capitalismo financiero estableció este banco de bancos
para que esté en la cima del poder a fin de que ejerza su autoridad
sobre un sistema financiero mundial poseído y controlado por ella. Se
piensa que su plan era utilizar este banco para dominar el sistema político
de todos los países y controlar la economía del mundo de un modo
feudal. En una palabra, la idea es que esa súper–elite quiere regir
el mundo controlando su dinero, y que estableció ese todopoderoso
banco de bancos supranacional para que así lo hiciera. Por importante
que sea, esa discusión quedará para otra ocasión, ya que la intención
de este artículo es concentrarse sólo en la Reserva Federal de USA.
Los
bancos centrales dominantes y el BIS, junto con la mayoría de los
otros, ejercen su influencia en una alianza mutua de tipo cartel para
asegurar que todos se beneficien más de lo que harían sino fuera por
ese confortable arreglo. Con su inmenso poder no es jugar con palabras
si uno dice que esas instituciones financieras ciertamente gobiernan
el mundo. Porque pueden crear dinero, financian las necesidades de sus
gobiernos, sus fuerzas armadas y todas las actividades empresariales,
que no podrían funcionar sin un suministro expeditivo de esa mercancía,
la más necesaria de todas. Es el dinero, no el amor, lo que hace que
el mundo se mueva, y los banqueros centrales tienen el poder de crear
o sacar de la circulación mucho o poco, según gusten y con la
intención que se les ocurra. Es el tipo de poder que puede mover o
destruir montañas.
Ningún
banco central nacional es más poderoso en la actualidad que la
Reserva Federal de USA, pero no fue siempre así, y ahora enfrenta
competencia por el primer lugar, lo que no había conocido desde la
Segunda Guerra Mundial. La Fed, como lo llaman, ha existido desde que
fue establecido originalmente por una ley del Congreso en 1913. Pero
el Banco de Inglaterra ha existido desde que Bretaña controlaba los
mares, desde 1694, cuando el Rey William III necesitó ayuda para
financiar el tipo de aventura que requiere mucho dinero disponible –
la guerra. En aquel entonces fue contra Francia, y el rey necesitaba
un banco amigo que lo imprimiera para su uso, para ayudarle a
combatir. También necesitaba ayuda financiera para facilitar el
comercio y administrar la deuda del país que siempre aumenta cuando
se libran guerras. El Banco de Inglaterra no fue el primer banco
central, pero fue el primer banco central de propiedad privada del
mundo moderno en un país poderoso. Se llamó el Banco de Inglaterra
para impedir que el público supiera que, igual que nuestra Reserva
Federal, era y sigue siendo de propiedad privada y no parte del
gobierno. También fue el modelo utilizado en la formación de nuestro
propio banco central y de la mayoría de los otros.
Los
británicos podrán haber tenido una ventaja de 219 años sobre la
Fed, pero los banqueros centrales sólo son tan poderosos como los países
que representan y sus economías. En la actualidad los otrora
dominantes británicos tienen que aceptar el papel menor de ser sólo
uno de muchos socios inferiores de un hegemón USA que emergió después
de la Segunda Guerra Mundial como el poder económico dominante del
mundo. Siguen siéndolo hoy en día, aunque algunos expertos fiables
creen que este país puede haber llegado a la cumbre y se halla en
decadencia. Algunos van más lejos y afirman que nuestra decadencia ha
sido acelerada por la desastrosa política del gobierno Bush que cree
irracionalmente que librar la guerra sin fin contra el mundo es la
manera de gobernarlo, de impulsar un crecimiento económico y una
dominación sin fin, y de preservar así la posición preeminente de
la nación como el campeón económico reinante.
Es
fácil cuestionar este punto de vista y pensar que el campeón se ha
subido al cuadrilátero algunas veces de más, tiene planes
interminables de volver a repetir sus combates, y que probablemente le
pasará lo mismo que a muchos personajes anteriores que no supieron cuándo
abandonar y terminaron con un daño cerebral crónico, conocido como
demencia. La lección de la historia es siempre la misma. El precio a
pagar por una conducta imprudente es elevado, doloroso e inevitable.
Vale para los países así como para los individuos, pero demasiado a
menudo ni los unos ni los otros lo ven hasta que es demasiado tarde.
La mayor diferencia entre USA de hoy y otras naciones del pasado que
pagaron caro por no ceder cuando ya era demasiado tarde es que tenemos
un arsenal todopoderoso, como los demás nunca tuvieron. Si decidiéramos
utilizarlo, probablemente no quedaría gran cosa para un sucesor. No
es un pensamiento agradable, pero es muy real.
Todo
comenzó en 1910 en la isla Jekyll
Suena
como el título de una película de horror, pero los eventos de la
vida real que ocurrieron en 1910 en esta isla de propiedad privada a
poca distancia de la costa de Georgia habría sido un reto hasta para
la imaginación de la fábrica de pesadillas de Hollywood.
En
la isla Jekyll se reunieron en secreto durante nueve días siete
hombres muy acaudalados y poderosos y crearon el Sistema de la Reserva
Federal que nació tres años más tarde, el 23 de diciembre de 1913
mediante una ley del Congreso. Desde entonces, la nación y el mundo
nunca volvieron a ser lo mismo, sólo se beneficiaron los ricos y
poderosos. De eso se trataba, y funcionó tal como lo planificaron.
La
Ley de la Reserva Federal que le dio origen es seguramente una de las
obras legislativas más desastrosas para el bien público que jamás
haya sido producida por un organismo legislador. También puede haber
sido y sigue siendo ilegal según el Artículo 1, Sección 8, de la
Constitución que casualmente es la ley inviolable del país. El artículo
indica que el Congreso tendrá el poder de acuñar (crear) dinero y de
regular su valor. En 1935, la Corte Suprema de USA determinó que el
Congreso no puede delegar constitucionalmente su poder a otro grupo u
organismo. El Congreso actuó, por lo tanto, en violación de la misma
Constitución que juró preservar y al hacerlo creó el Sistema de
Reserva Federal que, como explicaremos más adelante, es una corporación
privada con fines de beneficio que opera a costa del bien público.
Mediante su acción, nuestros legisladores cometieron fraude contra el
pueblo del país y hasta ahora se han salido con la suya sin que el público
ni siquiera conozca el daño que se ha infligido.
El
vergonzoso resultado es que lo que jamás debería haber llegado a ver
la luz es ahora la institución más dominante del mundo, y todo
debido a lo que comenzó en una isla de propiedad privada de nombre
espeluznante. Pero, si el Congreso hubiese actuado responsablemente,
la ley de creación de la Fed jamás habría sido promulgada. La
legislación que la estableció fue tan dañina para el interés público,
que probablemente jamás habría sido aprobada si no hubiera sido
encauzada mediante una reunión del Comité Parlamentario de
Conferencia organizada en plena noche entre las 1.30 y las 4.30 AM
(mientras dormía la mayoría de los miembros del Congreso) el 22 de
diciembre de 1913. La Ley fue votada al día siguiente y aprobada a
pesar de que muchos miembros del organismo habían partido para sus
vacaciones de Navidad y la mayoría de los que se quedaron no habían
tenido el tiempo necesario para leerla o conocer su contenido. ¿Suena
familiar? Pero la aprobaron (como un ladrón en la noche) y fue
convertida en ley por un Woodrow Wilson inconsciente o cómplice, que
admitió posteriormente que había cometido un terrible error,
diciendo “Arruiné inconscientemente a mi país.” Pero era
demasiado tarde para autopsias, y el pueblo usamericano lo ha pagado
caro desde entonces. Es hora de que el público lo comprenda y
comience a exigir que se termine con más de 90 años de daño.
Eso
casi ocurrió hace 43 años cuando un presidente decidió actuar a
favor de la gente que lo eligió. Ese hombre fue John Kennedy, quien
planificó antes de su muerte el fin del Sistema de Reserva Federal
para eliminar la deuda nacional que un banco central crea al imprimir
dinero y prestárselo al gobierno. Esa deuda ha aumentado ahora a más
de 8.400.000.000.000 dólares que tienen que ser pagados por todos los
contribuyentes, quienes lo han hecho por una suma que asciende a casi
174.000.000.000 de dólares sólo en los tres primeros meses de 2006.
Este servicio de la deuda es ahora un monto anualizado que excede dos
tercios de un billón de dólares. Ha enriquecido a los banqueros (de
eso se trataba) y ha empobrecido al público, porque nos cobran
impuestos para pagar la cuenta. No es exagerado decir que se trata del
mayor fraude financiero en la historia del mundo que aumenta con cada
día que pasa.
La
deuda era menos onerosa hace 40 años, pero Kennedy comprendió el
peligro que representaba para el país y la carga que imponía al público.
Por lo tanto, el 4 de junio de 1963, dictó la orden presidencial EO
11110 dando autoridad al presidente para emitir moneda. Luego ordenó
al Tesoro de USA que imprimiera 4.000 millones de dólares en
“Billetes de USA” para reemplazar los de la Reserva Federal. Su
intención era de reemplazarlos todos cuando hubiera suficiente
cantidad de la nueva moneda en circulación para poder terminar con el
Sistema de la Reserva Federal y el control que daba a los banqueros
internacionales sobre el gobierno de USA y el público. Sólo meses
después de la entrada en vigencia del plan Kennedy, fue asesinado en
Dallas en lo que seguramente fue un golpe de estado disfrazado para
que pareciera otra cosa y que puede haber sido realizado, por lo menos
en parte, para salvar el Sistema de la Fed y la concentración de
poder que creó, tan beneficioso para los poderosos banqueros del país.
Los que se beneficiaban tenían buenos motivos para involucrarse en la
conspiración para proteger el privilegio especial al que no estaban
dispuestos a renunciar sin lucha. Es una explicación plausible que
podría explicar quién puede haber estado tras el asesinato y por qué
motivo. Sea cual sea la verdad, el cartel bancario sólo se vio
afligido por poco tiempo. Una vez que Lyndon Johnson se hizo cargo,
rescindió la orden presidencial de Kennedy y restauró el antiguo
poder del cartel. Lo ha mantenido desde entonces y ahora, por cierto,
es más poderoso que nunca. Ni siquiera los presidentes son capaces de
detenerlo y los que quisieran tratar de hacerlo, tienen una lección
que les da la historia para que reflexionen.
Los
predecesores de los posibles complotadores del golpe contra Kennedy
fueron los hombres que se reunieron en la isla Jekyll en 1910.
Representaban a algunos de los hombres más poderosos del mundo –
los Morgan, Rockefeller, Rothschild de Europa (que dominaron toda la
banca europea a mediados del Siglo XIX y que todavía podrían ser la
familia más rica y poderosa de todas) y otros de gran influencia y
poder. Estaba también un senador de USA, un alto funcionario del
Tesoro, el presidente del mayor banco del país en la época, un
destacado personaje de Wall Street y el hombre que más tarde llegaría
a ser el primer presidente del Sistema de la Reserva Federal. Fue una
colección extraordinaria y fueron para lograr una sola cosa. Querían
cambiar la ideología y el curso de los negocios usamericanos, que
hasta entonces se basaban en la competencia en el mercado y
reemplazarlos por el monopolio. También sabían lo que quiso decir el
barón M.A. Rothschild cuando dijo: “Denme el control sobre la
moneda de una nación y no me importa quién haga sus leyes.” Conocían
también la sabiduría de lo que dice en Proverbios 22:7: ““El
rico se enseñorea de los pobres; y el que toma prestado es siervo del
que presta”.
Fue
el alba de la era de los carteles poderosos, cuando los siete titanes
financieros reunidos en secreto en la casa del club de la isla
decidieron no seguir compitiendo entre ellos y exigieron el poder para
arreglarlo. Ya estaban informalmente coludidos, pero sabían que todo
funcionaría mejor si se realizaba bajo un cartel avalado legalmente.
Querían un cartel bancario y obtuvieron uno que hoy florece por
debajo del radar público con el instrumento que más deseaban – la
capacidad de controlar el suministro de dinero de la nación, que les
dio un poder casi ilimitado. El cartel trabaja ahora en cooperación
con sus gobiernos y con todas las demás poderosas corporaciones
transnacionales en una alianza global dominante que les permite
controlar los mercados, los recursos, la mano de obra barata del
mundo, y nuestras vidas.
El
Sistema de Reserva Federal no es una agencia gubernamental – es un
cartel de propiedad privada de poderosos bancos protegido por la ley
Se
cree común, pero erróneamente, que el Sistema de Reserva Federal es
una función gubernamental y sometida a su control. Es falso. A menudo
se habla de un banco central descentralizado, casi–gubernamental,
pero es sólo una cobertura para disfrazar lo que es en realidad: un
cartel de propiedad y operación privada que es presentado como si el
gobierno estuviera a cargo. El hecho de que su central esté en
Washington en el formidable e impresionante edificio Eccles (bautizado
con el nombre de un antiguo presidente de la Fed) forma sólo parte
del astuto subterfugio. Funciona como sigue:
La
Fed está compuesta de un Consejo de Gobernadores en Washington y de
12 bancos regionales en las principales ciudades de todo el país
(incluyendo a mi propia ciudad de Chicago donde cualquiera solía
poder, pero ya no puede, ir a un cajero y comprar valores del Tesoro
de USA). El sistema también incluye a numerosos y diversos bancos
miembros, incluyendo a todos los bancos nacionales que tienen que
formar parte del sistema. Se permite también que otros bancos se
sumen y muchos lo hicieron. La Reserva Federal comenzó sus
operaciones en noviembre de 1914, casi un año después de la ley
parlamentaria que creó el sistema el año anterior. Recibió mandato
legal para poseer el mayor poder de cualquier institución del país
– el poder de crear y controlar su suministro de dinero.
La
mayoría de la gente sabe poco o nada sobre el dinero y la banca,
probablemente nunca piensa en el tema, y no tiene la menor idea de cómo
lo que hacen la Fed y los banqueros afecta sus vidas. Antes de
escribir este artículo, tenía un poco más de los modestos
conocimientos que aprendí en un curso obligatorio sobre el tema y
contabilidad básica como parte de mi plan de estudios para la maestría
de administración empresarial, hace 46 años. Esos cursos dejaron de
lado las partes más importantes de la historia y nunca dieron a
entender que pudiera haber algo siniestro en el funcionamiento real
del sistema bancario. Pero nadie debería imaginar que los bancos
fueron establecidos para funcionar en su beneficio o que se quisiera
que lo hicieran. Evidentemente no es así, y todo el que sugiriera que
lo es, debería leer lo que sigue. Son tan beneficiosos para el
bienestar público como lo fue el misil balístico intercontinental MX
Peacekeeper (el lenguaje ingenioso es impresionante) que debía portar
ojivas nucleares a mediados de los años ochenta y que tenía el poder
de destruir toda vida en el planeta y que aún podría hacerlo en su
forma antigua o modernizada.
La
Ley de la Reserva Federal (la ley del país) estipula que los Bancos
de Reserva Federal de cada región son de propiedad de sus bancos
miembros. Esos bancos de la Fed son corporaciones de propiedad privada
que hacen un gran esfuerzo por ocultar que ellos, en realidad, son dueños
de lo que gran parte del público piensa que forma parte del tesoro y
gobierno públicos. Es fácil pensarlo ya que los presidentes de la
Fed y siete de los doce gobernadores son nombrados por el presidente y
aprobados por el Senado. Como tal, el BRF es una especie de entidad
casi–gubernamental, pero el hecho es que el Sistema es de propiedad
privada con fines de beneficio privado como cualquier otra empresa.
Tiene accionistas como otras corporaciones públicas, que reciben un
6% de intereses libres de riesgo cada año sobre su participación en
el capital.
El
público lo ignora, y probablemente no constituiría buenas relaciones
públicas si lo descubriera. La gente podría molestarse aún más si
supiera que algunos de los propietarios de nuestra Reserva Federal son
poderosos inversionistas extranjeros en el Reino Unido, Francia,
Alemana, Holanda e Italia. Son socios de gigantescos bancos de USA
como JP Morgan Chase y Citibank así como de poderosas firmas de Wall
Street como Goldman Sachs en un cartel banquero del nuevo orden
mundial que influencia y afecta por doquier los negocios y nuestras
vidas.
El
problema de la propiedad privada de los bancos de la Reserva Federal
ha sido cuestionado varias veces en los tribunales federales, en vano.
Cada vez los tribunales confirmaron el actual sistema bajo el cual
cada banco de la Reserva Federal es una corporación separada de
propiedad de los bancos comerciales en su región. Un caso semejante
fue el de Lewis contra USA que fue decidido por el 9º Circuito de la
Corte de Apelaciones que dictaminó que los bancos de la Reserva son
corporaciones independientes, de propiedad privada y controladas
localmente.
Los
fundadores de la nación usamericana tenían diferentes ideas que los
poderosos que se reunieron en la isla Jekyll
A
través de nuestra historia, hubo desacuerdo sobre quién debía
controlar el suministro de la moneda de la nación y el derecho de
emitirla. Los fundadores de la nación usamericana comprendieron que
el parlamento británico se vio obligado a imponer impuestos injustos
a sus colonias americanas y a sus propios ciudadanos porque el Banco
de Inglaterra había acumulado tanta deuda que el gobierno necesitaba
ingresos para reducirla. Benjamin Franklin, de hecho, consideraba que
fue la verdadera causa de la Revolución Usamericana. La mayoría de
los fundadores de la nación también comprendieron el peligro que podía
resultar si los banqueros acumulaban demasiada riqueza y poder. James
Madison, el principal redactor de nuestra Constitución, los llamó
“cambistas”, refiriéndose a la Biblia que dice que Jesús expulsó
dos veces a los cambistas del Templo de Jerusalén hace 2.000 años.
Madison dijo:
“La
historia nos dice que los cambistas han utilizado todos los medios
posibles de abuso, intriga, engaño y violencia para mantener su
control sobre los gobiernos controlando el dinero y su emisión.”
Thomas
Jefferson utilizó la misma energía en su condena cuando dijo:
“Creo sinceramente que las instituciones bancarias son más
peligrosas para nuestras libertades que los ejércitos permanentes. Ya
han creado una aristocracia del dinero que ha desafiado al gobierno.
El poder de emisión debería ser arrebatado a los bancos y restaurado
a aquellos a los que pertenece como corresponde.”
Jefferson
y Madison comprendían los peligros de los monopolios comerciales de
todo tipo y trataron de asegurar que nunca existirían en la nueva
nación. Ellos, de hecho, deseaban que se agregaran dos enmiendas
adicionales a la “Declaración de Derechos” en la Constitución,
pero nunca lo lograron. Creían que para proteger la libertad de la
gente la nación debería ser “libre de monopolios en el comercio”
(lo que ahora son las corporaciones gigantes incluyendo a los grandes
bancos internacionales y las firmas de inversión de Wall Street) y
“libre de fuerzas armadas permanentes,” o ejércitos en pie de
fuerza. Tratemos de imaginar cómo sería el país en nuestros días
si Jefferson y Madison lo hubieran logrado – un país sin
gigantescas corporaciones depredadoras que explotan a todos para
obtener beneficios y sin fuerzas armadas desenfrenadas que hacen
guerra al mundo, amenazando con destruirlo, y que lo hacen para que
esos gigantes corporativos puedan obtener beneficios aún mayores.
Nunca
lo lograron, por cierto, y la gente lo ha pagado caro desde entonces,
incluyendo el gran daño causado porque el gobierno renunció a su
derecho a controlar el suministro de moneda de la nación. Lo entregó
secretamente sin que el público lo supiera, ignorante del daño que
se le había hecho. Ha sido peor todavía desde los años ochenta,
porque el poder de la Fed aumentó bajo un presidente republicano
amigo, y la algarabía dirigida por los medios corporativos ocultó el
efecto. Para ellos, es inaceptable que la Fed sea degradada en público,
así como sus gigantescos bancos miembros o sus aliados de Wall
Street.
Las
cosas se descontrolaron especialmente durante el ejercicio de Alan
Greenspan. Sorprende que haya habido quien encontrara muchos motivos
para elogiar a semejante presidente de la Fed antes de que dirigiera
la Fed, cuando fue asesor presidencial, o durante el período en el
que la dirigió. Sólo entró al servicio gubernamental después del
fracaso de su firma de consultoría financiera, probablemente porque
necesitaba una nueva línea de trabajo. Allí se las arregló para
convertirse en un exuberante profeta de la banca central que fue casi
elevado a la santidad por los expertos en los negocios que pensaron
que bajo su ejercicio los cielos fueron sólo azules y que las pocas
nubes a la vista siempre presagiaban que volvería a brillar el sol.
Ahora Alan se retiró a los horizontes más fértiles de los contratos
literarios y de las conferencias, lo que muestra que si trabajas bien
para los ricos y poderosos que te lo permitieron, (a costa del resto
de la gente) la recompensa final valdrá la pena. Es probable que el
nuevo presidente de la Fed haya tomado nota y que tratará de
continuar la tradición como corresponde.
Pero
tratemos de imaginar un tipo diferente de presidente de la Fed,
alguien que conociera, tuviera fe en y practicara las palabras y la
sabiduría de otro presidente usamericano de cierta importancia:
Abraham Lincoln. En 1886 Lincoln dijo: “Los poderes del dinero se
alimentan de la nación en tiempos de paz y conspiran contra ella en
tiempos de adversidad. Son más despóticos que un monarca, más
insolentes que la autocracia y más egoístas que una burocracia.
Denuncian, como enemigos públicos, a todos los que cuestionen sus métodos
o saquen a la luz pública sus crímenes. Tengo dos grandes enemigos:
el Ejército del Sur frente a mí y los banqueros detrás. De los dos,
el que está atrás es mi mayor enemigo.”
Parece
que Lincoln también dijo (aunque algunos lo disputan): “Veo que se
acerca en el futuro cercano una crisis que me inquieta y que me hace
temblar por la seguridad de mi país… han entronizado a
corporaciones y seguirá una era de corrupción en los cargos
importantes, y el poder del dinero del país se esforzará por
prolongar su reino utilizando los prejuicios de la gente hasta que
toda la riqueza se acumule en unas pocas manos y la República sea
destruida.” Imaginemos lo que Lincoln diría en nuestros días.
Lo
que Lincoln pensaba sobre los banqueros y el poder del dinero en el país,
parece provocar la pregunta obvia: ¿Tuvieron algo que ver, o fueron
la razón de su prematura muerte a manos de John Wilkes Booth? Los
banqueros internacionales detestaban evidentemente a Lincoln después
de que logró que el Congreso aprobara la Ley de la Moneda de Curso
Legal que autorizó al Tesoro de USA a emitir papel moneda llamado
“greenbacks” [verdes]. Lincoln necesitaba esa legislación después
de que renunció a pagar a los banqueros las tasas usureras de interés
de entre un 24 y un 30% que exigían por los préstamos que necesitaba
para financiar su guerra con el sur. Con la nueva ley bancaria,
Lincoln pudo imprimir los millones de dólares necesarios, libres de
deuda y de intereses. Esto no era, evidentemente, lo que deseaban los
codiciosos banqueros, ya que sólo pueden sacar beneficios cuando
arrebatan su trozo de carroña de las transacciones financieras que
controlan. Lincoln fue asesinado poco después del fin de la guerra, y
un poco más tarde rescindieron la así llamada ley “Greenback”
[verde], aprobaron una nueva ley bancaria, y todo el dinero volvió a
producir intereses.
Cómo
funciona el Sistema de la Reserva Federal
El
Sistema de la Reserva Federal resulta de que el Congreso y el
Presidente aceptaron privatizar el sistema monetario de la nación y
renunciar al poder que debería hacer seguido siendo el derecho
exclusivo del gobierno. Esa ley fue tan escandalosa que la Fed tuvo
que ser estructurada deliberadamente para que pareciera una delegación
del gobierno federal a fin de ocultar que en realidad es un cartel
bancario todopoderoso de propiedad privada cuyos bancos miembros
(incluyendo todos los nacionales) comparten los vastos beneficios
obtenidos de poseer la licencia más importante que debiera ser
exclusiva de los gobiernos– el derecho a imprimir dinero en
cualquier cantidad, controlar su suministro y precio, y beneficiarse
inmensamente de prestarlo a cambio de un beneficio, incluyendo al
propio gobierno que debe pagar intereses por el dinero, lo que nunca
sería necesario si simplemente lo imprimiera. Pensemos en lo que
ocurriría si el gobierno legalizara el derecho a falsificar la moneda
nacional para beneficio privado. No es una exageración afirmar que es
la mayor estafa financiera de todos los tiempos, que causa un daño
incomprensible a un público que sigue sin enterarse. Funciona como
sigue:
La
Fed recibió la autoridad de dirigir la política monetaria de la nación
con el poder de controlar el suministro y el precio de la moneda.
Tiene tres maneras de hacerlo – mediante operaciones abiertas de
mercado, la tasa de referencia que cobra a los bancos miembros, y el
requerimiento del porcentaje de reserva de los activos de los bancos
miembros que se les exige que mantengan en su poder y no sea prestado.
El Consejo de Gobernadores tiene la responsabilidad del manejo de la
tasa de referencia y de los requerimientos de reserva, mientras que el
Comité Federal de Mercados Abiertos (FOMC, por sus siglas en inglés)
está a cargo de las operaciones de mercado abierto de compra o venta
de obligaciones que explicamos más adelante. Mediante el uso de estos
instrumentos, la Fed puede influenciar el suministro y la demanda de
dinero y así controla directamente la tasa a corto plazo de los
fondos federales que es siempre fija a menos que la Fed desee elevarla
o bajarla. Las tasas a mayor plazo son controladas por los poderosos
negociantes institucionales en el mercado de obligaciones.
El
FOMC y cómo funciona
El
Comité Federal de Mercados Abiertos es realmente la clave de todo el
proceso de creación o contracción de dinero. Consiste de 12 miembros
– siete miembros del Consejo de Gobernadores de la Fed, el
presidente del New York Fed Bank (el más importante de todos) y
cuatro de los restantes 11 presidentes del Banco de la Reserva que
sirven por turnos períodos de un año. El FOMC realiza ocho reuniones
regularmente programadas por año para evaluar las condiciones económicas
y decidir lo holgada o estricta que ha de ser la política monetaria
para impulsar su objetivo declarado de un crecimiento económico
sostenible y de estabilidad de los precios.
Literalmente,
el FOMC tiene el poder de crear dinero de la nada. Lo hace mediante un
proceso de cuatro etapas:
Primera
etapa: El FOMC aprueba la compra de obligaciones del gobierno de USA
en el mercado abierto.
Segunda
etapa: El New York Fed Bank adquiere las obligaciones a los vendedores
(los mercados financieros siempre tienen un número idéntico de
compradores y vendedores).
Tercera
etapa: La Fed paga por sus compras con créditos electrónicos a los
bancos vendedores que, por su parte, acreditan las cuentas bancarias
de los vendedores. Estos créditos son literalmente creados de la
nada.
Cuarta
etapa: Los bancos que reciben los créditos pueden entonces
utilizarlos como reservas para posibilitar que presten hasta 10 veces
su suma (si su requerimiento de reserva es de un 10%) mediante la
magia (que sólo poseen los bancos) de la banca de reserva fraccional
y, por cierto, cobran intereses por el total. ¡Qué negocio! y todo
es legal. Imaginemos cuán ricos podríamos ser todos si pudiésemos
hacer lo mismo como individuos privados. Pedimos prestado un millón a
la Fed, como por arte de magia lo multiplicamos por 10, y cobramos
intereses sobre el total, con la excepción de un 10% que debemos
mantener en reserva. Es la magia de la creación de dinero de la
reserva fraccional y explica cuán poderoso es el estímulo económico
cuando la Fed quiere realzar el crecimiento económico.
Cuando
la Fed desea contraer la economía reduciendo el suministro de dinero,
simplemente invierte el proceso mencionado. En lugar de comprar
obligaciones, las vende de manera que el dinero sale de las cuentas de
los bancos compradores en lugar de ingresar en ellas. Entonces, los préstamos
bancarios tienen que ser reducidos 10 veces si el requerimiento de
reserva es de un 10%.
Cómo
la Fed daña el interés público
El
sistema de la Reserva Federal existe sólo para servir a sus
propietarios y a los bancos miembros y al hacerlo es hostil al interés
público. Eso, porque es un cartel bancario con el poder de restringir
la competencia por mayores beneficios obtenidos a nuestra costa. Sale
de nuestros bolsillos, a los de ellos, y el público pierde de cuatro
maneras:
Primera:
A través del impuesto invisible de la inflación que resulta de la
dilución del poder adquisitivo causado por el ingreso al sistema de
dinero recién creado, lo que reduce el valor de los dólares que ya
están presentes. La Fed de Greenspan fue especialmente expansiva,
nunca fue responsabilizada por sus excesos y pudo legar el serio
problema que creó a un futuro presidente de la Fed y a la sociedad,
para que lo encararan. El hombre al que ahora ensalzamos como mago
monetario comenzó de modo sensato. Desde 1982, antes de que llegara
en 1987, hasta 1992, el suministro de dinero aumentó en un promedio
de un 8% por año. Pero de 1992 a 2002, las imprentas trabajaron horas
extra en sincronización con la desregulación y el crecimiento de los
mercados globales, expandiendo la moneda en más de un 12% por año.
Se hizo aún más extremo después del 11–S y desde 2002 creció a
una tasa de un 15%. Ahora se ha más que duplicado en menos de una década.
Parece que el nuevo presidente de la Fed tomó nota y ha comenzado a
reducir el ritmo de expansión monetaria ya que sigue aumentando la
tasa de los fondos federales a cualquier nivel que tenga en mente.
Los
operadores cambiarios también parecen haber tomado nota del ritmo de
la expansión general del suministro de dinero. Con la excepción de
un descanso en 2005, es bastante probable que la debilidad del dólar
desde 2002 sea el resultado del exceso creado por los gastos
derrochadores del gobierno de Bush para financiar sus interminables
guerras y sus insensatos recortes tributarios para los ricos. El
problema se complica aún más ya que desde 1964 hasta la actualidad,
el servicio de la deuda ha crecido de un 9 a un 16,5% del presupuesto
federal, y sigue aumentando, y el actual déficit ha pasado de un
superávit de un 1% a casi un 7% de déficit; el endeudamiento federal
ha crecido en un 40% sólo desde 2001 y ha sido financiado en gran
parte por “la gentileza de extranjeros” que podrían estar
perdiendo los nervios. Además, desde marzo de 2006, la Fed dejó de
publicar la suma M–3 del monto total de dólares en circulación.
Sin esa transparencia, ahora los grandes compradores de obligaciones
del Tesoro de USA tienen que calcular el valor del dólar basándose
en la especulación y la inseguridad en lugar de datos seguros – no
es algo que inspire confianza en los mercados financieros que
funcionan mejor en una atmósfera de franqueza y claridad.
Segunda:
El público también pierde porque el cartel bancario puede practicar
la usura – por su poder sobre una moneda flexible para aumentar o
bajar artificialmente las tasas a cualquier nivel que escoja lo que
muchos pequeños prestamistas no pueden hacer en un mercado
verdaderamente libre y abierto. Además, la dominación sobre el
mercado por el cartel fuerza a la mayoría de los prestatarios
(especialmente los más pequeños que están en menos condiciones de
emitir sus propios instrumentos de deuda) a pedirle préstamos que
luego puede hacer utilizando lo que debería ser el dinero de la
gente, puesto a su disposición al coste más bajo posible por
numerosos pequeños prestamistas fuertemente regulados por el
gobierno, que competirían en busca de clientes.
Tercera:
Mediante los impuestos, nosotros, el público, tenemos que pagar para
cubrir los intereses de la inmensa deuda nacional (actualmente de más
de 8,4 billones de dólares) acumulada del dinero imprimido por la Fed
y prestado al gobierno. Como dijera anteriormente, totaliza ahora un
monto anualizado que excede dos tercios de un billón de dólares y
aumenta a diario. Ha enriquecido a los banqueros, empobrecido a la
gente de a pie, y el público todavía no se entera de que está
siendo esquilmado en grande.
Cuarta:
Exacerbando el abuso mencionado, el cartel puede hacer que el público
saque de apuros al sistema con más dólares del contribuyente. Esto
sucede cada vez que alguno de los bancos demasiado grandes para que se
permita que fracasen necesita ayuda financiera para sobrevivir. Lo
mismo vale para grandes corporaciones como Chrysler o Lockheed,
grandes firmas inversionistas o fondos hedge como Long–Term Capital
Management o incluso países como México. También vale cuando cierra
un solo banco y hay que compensar a los depositantes o, de modo más
serio, después de una crisis financiera sistémica como la que acabó
con muchos bancos de ahorros y préstamos en los años ochenta. Sea un
solo banco o muchas docenas al mismo tiempo, los dólares tributarios
del público son utilizados para salvar el sistema o sólo para pagar
la cuenta a fin de rembolsar a depositantes asegurados contra pérdidas
por el seguro de protección gubernamental hasta un cierto monto por
cuenta.
¿Cómo
habría reaccionado Adam Smith ante el Sistema de la Reserva Federal?
Esta
concentración de riqueza y poder del cartel bancario es lo contrario
de lo que Adam Smith, el padrino ideológico del capitalismo de libre
mercado, propugnó en sus escritos, incluyendo su obra fundamental
“La Riqueza de las Naciones”. Smith escribió sobre una “mano
invisible” que dijo funcionaba mejor en un mercado libre con
numerosos pequeños negocios en competencia local los unos contra los
otros. Se opuso enérgicamente al mercantilismo concentrado de su época
(lo que haya sido) que actualmente sería el equivalente de nuestras
gigantescas corporaciones transnacionales y el cartel bancario con el
poder para restringir la competencia, mantener precios más elevados
de lo que hubiera sido posible de otro modo y, como resultado, ganar
mayores beneficios a expensas del público.
El
tipo de cartel bancario que existe hoy en día es precisamente lo que
Smith habría condenado. Pero que haya un banco central no es un mal
de por sí siempre que el banco sea de propiedad del gobierno,
controlado y operado en función del bien público. Sólo aparece un
problema cuando establecen el banco mediante subterfugios para que
parezca como si fuera de propiedad del gobierno y operado por éste,
cuando en realidad, funciona en función del interés privado como en
nuestro caso y también en la mayoría de los otros. Y en USA, para
que funcione el amaño, el Sistema es dirigido por un organismo rector
nombrado en su mayoría por el gobierno, que actúa como un alcahuete
para los miembros privados del codicioso cartel de la banca que fue el
primero en desear que existiera y que logró que un Congreso corrupto
lo pusiera a su disposición. Para que funcione, el cartel precisa de
la cobertura que consigue como resultado de su asociación con el
gobierno, pero perjudica al interés público gracias a esa estructura
en provecho de sus propias ganancias privadas.
Y
así llegamos al quid del problema: el Congreso elegido para servir al
pueblo, lo traicionó en lugar de cumplir con su deber al crear un
cartel bancario todopoderoso y otorgarle la autoridad para practicar
la banca de reserva fraccional con el poder de obtener dinero libre
creándolo de la nada. Luego permitió a sus miembros un derecho de
casi–monopolio para establecer las tasas de interés que deseen
cobrar a los prestatarios. Todo el proceso equivale a un atraco
legalmente sancionado por parte de los poderosos bancos que operan
confabulados con el gobierno para obtener sus propios beneficios.
Forma también parte de un proceso más amplio organizado por el
gobierno para transferir riqueza del pueblo a los bolsillos de las
grandes corporaciones y de los ricos, y lo hace mientras los afectados
desconocen que siquiera ocurre.
El
Sistema de Reserva Federal también daña al público de otra manera
La
Fed daña el bien público de otra manera importante, y de nuevo la
mayoría de la gente no tiene la menor idea. El Sistema de Reserva
Federal fue supuestamente establecido para estabilizar la economía,
limar asperezas de los ciclos de la coyuntura, mantener una tasa
saludable de crecimiento sustentable mientras conserva la estabilidad
de los precios y beneficia a todos. ¿Ha hecho bien su trabajo? Desde
su creación en 1913, hemos tenido los cracks de 1921 y el más
importante y recordado de 1929. Fue seguido por la Gran Depresión que
duró hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, la que según el
destacado economista conservador Milton Friedman fue causada y
exacerbada porque la Reserva Federal decidió sorprendentemente la
reducción del suministro de dinero en tiempos de contracción económica,
en lugar de aumentarlo. Luego tuvimos recesiones en 1953, 1957, 1969,
1975, 1981, 1990 y 2001. También tuvimos comienzos de inflación en
los años sesenta. Ésta fue bastante severa durante gran parte de los
años setenta y a comienzos de los ochenta. Y tuvimos una importante
crisis bancaria en los años ochenta en la que quebraron más bancos y
asociaciones de ahorro y préstamos que nunca antes en nuestra
historia. Sucedió después de la desregulación del mercado
financiero, al permitirse que los bancos persiguieran sus propios
intereses sin supervisión gubernamental que controlara su inclinación
a correr riesgos excesivos o que impidiera que trataran de salirse con
la suya mediante fraudes deliberados.
Junto
con la estabilidad económica que la Fed nunca logró, también se ha
disparado la deuda de los consumidores; déficits presupuestarios y
comerciales de nivel récord; una cantidad elevada de bancarrotas
personales y crecientes delitos con préstamos hipotecarios; un interés
sobre una creciente deuda nacional que representa un porcentaje grande
y creciente del presupuesto federal; la pérdida de nuestra base
manufacturera y de puestos de trabajo con salarios elevados porque son
exportados a países de baja remuneración; una economía en la que
los servicios acaparan ahora cerca de un 80% de todos los negocios que
en su mayoría pagan mal, con trabajos menos capacitados con poca o
ninguna prestación; y una brecha en el aumento de los ingresos y la
riqueza que sigue dañando a las personas de bajos o medianos ingresos
para beneficiar a los pocos ricos y acomodados, así como un gobierno
que impulsa esta situación.
Todo
se sintetiza en una conclusión: La Fed no cumplió, por sobre todo,
la tarea esencial para la que fue establecida para comenzar. Pero es
mucho peor todavía, si comprendemos los verdaderos motivos de un
cartel. No es servir el interés público. Es abusar de él, porque así
aumentan los beneficios. Puede hacerlo con la concentración de su
poder, legalmente sancionado, y un gobierno amigo aliado con sus
socios o facilitadores. Se sale con la suya cuando comete los más
espléndidos de los robos gracias a este amaño oculto de la vista del
público.
Una
solución necesaria para un problema inmenso
Se
desprende de la información presentada que el Sistema de la Reserva
Federal fue establecido mediante el sigilo y el engaño por un puñado
de políticos corruptos al servicio de sus poderosos aliados de la
banca y de Wall Street. Lo hicieron para defraudar al público y sin
que éste haya tenido la menor idea de lo que sucedía, y de lo dañino
que era para su bienestar e interés. Los que estaban en el Congreso y
el presidente Wilson (un hombre formado en derecho, ex abogado
practicante, antiguo académico apreciado y presidente de la
Universidad Princeton) o sabían o deberían haber sabido que la ley
que él y ellos aprobaron al establecer la Fed estaba en violación
directa de la Constitución que habían jurado defender. No lo
hicieron, y violaron la ley, y el público pagó caro su crimen desde
entonces hasta la actualidad.
De
manera que, ¿qué recurso queda, y es posible movilizar a la gente
para darle seguimiento? Hay una sola solución sensata y justa para
deshacer el daño que se ha hecho a tantos durante tanto tiempo:
abolir el Sistema de la Reserva Federal y restaurar el poder que tiene
actualmente a un Gobierno Federal que trabaje por el bien público.
Recuperarlo del poderoso cartel bancario que trabaja en su contra y no
volver a permitir jamás que vuelva a caer en sus manos. Es el único
camino. El gran poeta y dramaturgo alemán Bertolt Brecht habría
estado de acuerdo cuando dijo que “es más fácil robar
estableciendo un banco que asaltarlo.”
La
liberación del poder de esos poderosos “cambistas” traería
enormes beneficios para todos. Establecería una política prudente de
creación de dinero que minimizaría nuestro impuesto más injusto –
la inflación que es causada por banqueros privados en busca de
beneficios que manipulan el suministro de dinero de la nación para
aumentarlos. Estabilizaría la economía y suavizaría los extremos en
el ciclo de la coyuntura agudizados por el cartel que trabaja para su
propio beneficio y contra el nuestro. Reduciría el coste del dinero
para los prestatarios porque terminaría con el poder monopolista que
tiene actualmente el cartel de establecer las tasas que prefiere,
abriendo el mercado a más competencia. Reduciría la creciente y
opresora deuda nacional al ser por fin liberada del aumento del
suministro de dinero requerido para pagarla. Reduciría la carga
tributaria para el público ya que se necesitarían menos ingresos
para el servicio de la deuda. Sería un paso trascendental hacia la
reducción del poder abrumador de todos los gigantes corporativos
depredadores que nos explotan para poder crecer y prosperar, y ojalá
termine por eliminarlo. Podría incluso servir de disuasión para
evitar guerras que sólo se libran para obtener riqueza y poder –
nunca por la gloria o para que el mundo sea más seguro para la
democracia u otros motivos falsos. Sin un poderoso cartel bancario y
otros gigantes de la industria que viven de la miseria humana que
generan, habría menos necesidad de guerra alguna. Tratemos de
imaginar ese tipo de mundo y un gobierno que trabaje por el bien público
en lugar de dañarlo como lo hace ahora para servir al capital. Ese
mundo es posible, y la gente responsable tiene que trabajar por él,
porque el que tenemos actualmente ha fracasado y debe ser cambiado
antes de que sea demasiado tarde.
Una
visión del mundo creada por los intereses del capital y por nuestro
gobierno que lo apoya
En
el inquietante, corrupto mundo del capitalismo neoliberal de “libre
mercado” controlado por gigantescas corporaciones; que beneficia sólo
a los pocos privilegiados y causa tanta miseria y desesperación; un
mundo despótico que no puede durar, ni debemos permitir que dure
mucho más; en el que interminables guerras por el poder y los
beneficios; en el que la gente es una mercancía utilizada según se
la necesita y descartada como basura cuando no es así; sin preocupación
por la preservación de una ecología capaz de sustentarnos, que no lo
seguirá haciendo por mucho tiempo más porque la estamos destruyendo,
y a nosotros mismos, por ganancias; en el que las necesidades humanas
básicas no tienen importancia bajo un modelo económico en el que sólo
vale el beneficio privado; en el que la democracia es incompatible con
el capitalismo depredador; en el que nadie debiera querer vivir o
tener que hacerlo; en el que debemos cambiar o morir. En el lenguaje
del capital, es el balance final. Sólo un movimiento de masas de
gente comprometida puede cambiar el mundo. Debe acabar o acabaremos
todos.
A
menos que podamos pasar de nuestro modelo económico fracasado a una
alternativa mejor, terminará cuando le llegue el día de una u otra
manera. Pero podría ser un desenlace que nadie puede desear – su
autodestrucción que se lleve todo consigo, sea por un holocausto
nuclear o por un medio ambiente tan inhóspito que no permita que
vivamos en él. Nuestra única posibilidad es trabajar por el cambio
mientras quede tiempo.
Una
visión de un mundo diferente
La
historia prueba que un mundo mejor es posible cuando hay gente
comprometida que trabaja lo suficiente para lograrlo. Así terminó la
esclavitud; los trabajadores conquistaron el derecho a organizarse y a
la negociación colectiva; las mujeres lograron el mismo derecho a
voto que los hombres, el control sobre sus propios cuerpos, y más
derecho y condición en la fuerza laboral; los negros y otras minorías
obtuvieron importantes derechos cívicos; y los políticos estatuyeron
importantes leyes sociales aunque haya sido sólo por temor a lo que
podría suceder si no lo hacían.
Thomas
Jefferson explicó que “el precio de la libertad es la vigilancia
eterna.” Es el mismo precio a pagar para mantener nuestras
conquistas sociales logradas con tanta dificultad. En la generación
pasada esas conquistas se erosionaron mientras no prestábamos atención
y sólo una acción de masas del pueblo puede rescatarlas. El objetivo
debería ser un mundo humanitario de participación en el que las
vidas de la gente mejoran porque todos trabajamos juntos para
lograrlo; un mundo de paz y no de guerras interminables en beneficio
de los ricos y poderosos a nuestras expensas; en el que todas las
necesidades humanas esenciales son satisfechas porque los gobiernos
trabajan por el bien común para asegurarlo; con una democracia
participativa real en la que los funcionarios públicos y elegidos
trabajan juntos para mantenerla fuerte y vibrante; sin gigantes
opresores corporativos o carteles bancarios porque la ley no los
permite; en el que la nutrición ecológica y la preservación
constituyan una preocupación central; en el que haya aire, agua,
suelos puros y una alimentación adecuada y segura; un mundo mucho más
simple, con una base más local que la actual, en la que nociones como
la globalización ni siquiera formen parte del vocabulario; un mundo
basado en la equidad social y la justicia para todos, con gobiernos,
el mantenimiento del orden y los tribunales trabajando para asegurar
que siga siendo así; un mundo en el que todos queramos vivir y ojalá
algún día lo podamos; un mundo que queramos legar a futuras
generaciones; un mundo que no podamos dejar de lograr porque la
alternativa puede ser la nada.
Puede
que nos encontremos en un momento crucial en el que nuestro destino
está en juego. O trabajamos juntos por un mundo mejor, sustentable o
probablemente nos convertiremos en la primera especie que se
autodestruye. Si sucede, probablemente nos llevaremos a la mayoría de
las demás con nosotros y no dejaremos gran cosa para los pocos que
queden. Ya no nos queda el lujo de discutir el tipo de mundo que
necesitamos para sobrevivir. Los bancos gigantes y las corporaciones
no nos lo brindarán, ni lo hará un gobierno hostil aliado con ellos.
Depende de nosotros que lo logremos o probablemente sucumbiremos si
fracasamos. Sería un buen comienzo si expulsáramos de nuestro templo
a los “cambistas” de la Reserva Federal y con ellos a las
corporaciones gigantes. Un mundo mejor es posible si recordamos y
vivimos según las palabras inspiradoras de Antonio Gramsci sobre
“el optimismo de la voluntad.” Con su ayuda, el pueblo organizado
puede encontrar un camino para derrotar al dinero organizado.
.–
Stephen Lendman vive en Chicago. Para contactos:
lendmanstephen@sbcglobal.net.
.–
Germán Leyens es miembro de los colectivos de Rebelión y
Tlaxcala (www.tlaxcala.es), la red de traductores por la
diversidad lingüística. Esta traducción es copyleft.
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