Réquiem para la OMC
Por Gustavo Capdevila
Inter Press Service (IPS),
01/08/06
Ginebra.– Los activistas de la
sociedad civil, quienes dedujeron desde un principio que el resultado
adverso de la Ronda de Doha conducía de manera inevitable a su
defunción, ahora presagian un destino también aciago para la propia
OMC, responsable de ese fracasado ciclo de negociaciones.
"En este momento mi impresión
es que se trata claramente de una organización herida de
muerte", diagnosticó Walden Bello, director ejecutivo de Focus
on the Global South y profesor de sociología de la Universidad de
Filipinas.
En realidad, el lenguaje lúgubre
para describir la suerte de la Ronda de Doha de la OMC (Organización
Mundial del Comercio) no provino inicialmente de grupos no
gubernamentales. Fue el ministro de Comercio de India, Kamal Nath,
quien con una dosis de humor negro dijo que la Ronda no había muerto,
"simplemente está entre los cuidados intensivos y el
crematorio".
Esa fue la primera reacción
formal de uno de los principales actores de las negociaciones
precipitadas al abismo el 25 de julio, cuando se anunció la
imposibilidad de un acuerdo entre Australia, Brasil, Estados Unidos,
India, Japón y la Unión Europea, que se habían arrogado la
representación del resto de la OMC.
En este punto, Bello observó que
el proceso de monopolio de la toma decisiones en la OMC por parte de
esos seis miembros fue muy defectuoso y mostró nítidamente que
"no es una organización democrática".
Los vaticinios sombríos sobre la
suerte de Doha habían comenzado prácticamente desde su lanzamiento,
en noviembre de 2001 en la capital de Qatar, cuando ya se insinuaron
diferencias insalvables entre el mundo en desarrollo y naciones
industrializadas, principalmente en torno a la apertura del comercio
agrícola.
Una vez desencadenado el fracaso
de las negociaciones, las respuestas de las organizaciones no
gubernamentales interesadas en los temas comerciales variaron en el
tono conforme a su grado de oposición ante la OMC, aunque
coincidieron en pronosticarle un futuro adverso.
Oxfam teme que se exacerbe la
crisis del multilateralismo, opinó Celine Charveriat, jefa de la
campaña por un comercio justo que realiza esa institución
humanitaria,
Carin Smaller, directora de la
oficina de Ginebra del Instituto de Política Agrícola y Comercial
(IATP en sus siglas inglesas), comentó que el actual sistema de la
OMC ha sido devastador para los agricultores de pequeña escala del
Sur y tampoco ha servido para las familias de granjeros de Estados
Unidos.
"Existe un consenso bastante
amplio de que tenemos un sistema que revienta", sostuvo.
Bello estimó que la OMC se
encuentra actualmente "muy débil, luego de tres colapsos, en su
tercera conferencia ministerial en 1999 de Seattle (Estados Unidos),
en la quinta de (la sudoriental ciudad turística mexicana de) Cancún
en 2003, y ahora con esto".
Para una institución es muy difícil
sobrevivir a tamañas postraciones vitales de su proceso de toma de
decisiones, declaró el académico filipino a IPS.
Por su parte, el militante
indonesio Henry Saragih, coordinador de la no gubernamental Vía
Campesina, mencionó que el director general de la OMC, el francés
Pascal Lamy, ha reconocido que esa institución multilateral atraviesa
en estos momentos por un estado de hibernación.
"Esperamos que se trate de
un profundo coma que lleve a una muerte rápida", expresó el
dirigente de ese movimiento internacional que coordina organizaciones
campesinas, de trabajadores sin tierras y otros productores rurales de
56 países, incluidos algunos europeos.
Pero por el momento, la
desaparición de la OMC no parece previsible por cuanto la institución,
con un plantel de alrededor de 635 funcionarios y un presupuesto para
este año de 175 millones de francos suizos (unos 141 millones de dólares),
tiene en sus manos la administración de los acuerdos comerciales
vigentes.
Por otro lado, el Órgano de
Solución de Diferencias de la OMC resuelve los desacuerdos
comerciales entre los 149 estados miembro, en una labor que está
llamada a incrementarse a causa del fracaso de las negociaciones de
Doha, como reconocieron la semana pasada la representante comercial de
Estados Unidos, Susan Schwab y otros ministros del área.
A pesar de eso, Bello cree que
"la OMC seguirá estando allí, como la Sociedad de las Naciones,
que continuó aún después de no funcionar más".
La Sociedad de las Naciones, el
embrión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), fue
establecida en 1919 en Ginebra con la misión de intervenir en la
seguridad y la cooperación internacional, además del arbitraje de
los conflictos.
Esa organización despareció en
1946 al crearse la ONU, pero pasó por lo menos su última década en
la inacción, incapaz de impedir la Segunda Guerra Mundial
(1939–1945).
Con la OMC "herida de
muerte", los países en desarrollo deben comprender que esta
organización "verdaderamente no se ocupa de ellos", dijo
Bello.
Por otra parte, la llamada Ronda
del Desarrollo de Doha fue una denominación errónea porque en
realidad nada tuvo que ver con el desarrollo, puntualizó el director
de Focus on the Global South.
Otro activista, el uruguayo
Alberto Villarreal, de Amigos de la Tierra, saludó como una buena
noticia el fracaso de Doha porque un acuerdo en esas negociaciones
"hubiera significado un flujo de comercio mucho mayor en
productos forestales, pesca y minería, con gravísimos efectos
ambientales".
También la negociación agrícola
proponía una liberalización acelerada de la agricultura que
amenazaba con mayor presión sobre la tierra, explicó Villarreal a
IPS.
Bello interpreta que la tarea de
los países en desarrollo consiste ahora en eliminar los aspectos del
anterior ciclo de negociaciones, la Ronda Uruguay (1986–1994) que
dio lugar a la creación de la OMC e incorporó por primera vez la
agricultura al sistema multilateral de comercio.
Por ejemplo, los países en
desarrollo tienen que debilitar, si no los eliminan, los Acuerdos
sobre Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados
con el Comercio (Adpic), también introducidos en la Ronda Uruguay,
propuso el experto filipino.
En ese sentido, Villarreal está
de acuerdo con que los acuerdos de comercio se coloquen "bajo la
égida de la ONU, donde no primen los intereses comerciales".
Se requiere una institución que
mantenga un equilibrio apropiado de la protección ambiental y de
otros intereses sociales y no predomine la cuestión comercial de las
firmas transnacionales, que es inevitablemente lo que rige en la OMC,
expuso el activista uruguayo.
Este es el mejor momento para
suspender las negociaciones y repensar las instituciones
multilaterales, en particular las del comercio, insistió.
|