Cómo
EEUU explota y absorbe los ahorros de todos los pueblos
Por
Alejandro Teitelbaum (*)
Contra
el Imperio, 08/08/06
En
julio de 1944, la Conferencia Monetaria y Financiera de Bretton Woods
acordó la creación del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del
Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRD).
Estas
instituciones "(...) tenían como finalidad fomentar tipos de
cambio estables, estimular el crecimiento del comercio mundial y
facilitar la circulación internacional de capitales... Hubo una falta
de atención casi inevitable a los intereses de los países en
desarrollo. La mayoría de éstos eran aún colonias y por lo tanto no
estuvieron representados en Bretton Woods... En general se soslayó al
Tercer Mundo y poco se tomaron en consideración sus intereses"
(Comisión del Sur, 1991, pág. 37).
Ya
en 1943, cuando comenzaba a vislumbrarse el fin de la Segunda Guerra
Mundial, los estadounidenses y los ingleses comenzaron a discutir las
bases de la organización de la economía mundial en la posguerra.
John Maynard Keynes, encargado por las autoridades británicas de
participar en las deliberaciones, propugnaba la creación de una cámara
de compensación mundial (Clearing Unión) que permitiría hacer todas
las transacciones internacionales a un tipo de cambio fijo referido a
una moneda internacional emitida por la Clearing House, el
"bancor". Se trataba de un verdadero sistema monetario
internacional regulador de las finanzas internacionales, que
conservaba la simetría entre las partes, con mecanismos de control y
eventualmente de financiación para los países deficitarios y una
participación de cada país en función de sus capacidades
financieras.
Sería
una especie de Banco a escala internacional en el que los
"clientes" serían los Estados. Pero esta propuesta no fue
aceptada por los Estados Unidos, en ese momento en la cumbre de su
poderío económico como único gran beneficiario de la Segunda Guerra
Mundial, que impuso en Bretton Woods sus puntos de vista: Un sistema
de cambios fijos (con una elasticidad del uno por ciento en más o en
menos sobre la paridad establecida entre las monedas) y la paridad
establecida en relación con el oro o con el dólar de los Estados
Unidos (artículo IV de los Estatutos del FMI, antes de la reforma de
1978).
Y
en lugar de un Banco o "Clearing House" internacional, un
Fondo en el cual los países miembros depositan una suma (cuota), en
parte en oro y en parte en moneda nacional.
Cuando
un país miembro se encuentra en dificultades financieras tiene
derecho a recibir en diversas monedas una suma equivalente a su cuota
en oro, sin condiciones. Para recibir una suma superior, debe
ajustarse a las condiciones que le impone el Fondo en materia de política
económica, monetaria y presupuestaria.
Así
es como en la práctica se institucionalizó el dólar como moneda
internacional, obligando a todos los países a acumular reservas en dólares
para hacer frente a las fluctuaciones de sus respectivas monedas,
resultante del estado de su balance de pagos. Con este sistema, la
Reserva Federal de los Estados Unidos no tiene necesidad de defender
el dólar ("un dólar siempre es un dólar") pues los Bancos
Centrales de los otros países tienen que hacerlo para mantener la
paridad de su moneda respecto del dólar. "El Banco Central de
los Estados Unidos no tiene que defender el tipo de cambio del dólar:
los otros lo hacen en su lugar.
¿Esto
sigue siendo cierto en caso de déficit del balance de pagos
estadounidense? Absolutamente.
¿En
caso de déficit muy importante? Lo mismo.
¿En
caso de déficit ilimitado? También.
¿Qué
ocurre si los Estados Unidos están en déficit?
En
primer lugar, ellos pagan a sus acreedores en dólares, mientras que
los otros países en general no pueden pagar con su moneda nacional.
Pero esto no es lo importante. Si el acreedor exige que se le pague en
marcos, el Banco estadounidense venderá dólares contra marcos. Lo
importante es que los dólares destinados a pagar el déficit pesarán
sobre el tipo de cambio dólar-marco, dólar-yen, dólar-franco, etc.
Esta presión bajará la cotización del dólar por debajo de la
paridad oficial, y cuando se llegue al punto de intervención
obligatoria del Banco Central interesado, éste comprará dólares con
su moneda nacional. El déficit estadounidense puede, literalmente,
ser ilimitado. Por convención, por regla de juego, los dólares
emitidos para financiarlo deben ser adquiridos a tipo de cambio fijo
por los Bancos centrales de los países que tienen un excedente frente
a los Estados Unidos" (Denizet, Jean, La naissance du système
central, en: Crise persistante du système monétaire international,
Cahiers Français de la Documentation Française, n° 198, octubre-décembre
1980).
El
sistema de Bretton Woods estableció pués un privilegio exorbitante a
favor de los Estados Unidos en materia de pagos internacionales, que
en los hechos, sirvió para que el resto del mundo financiara su déficit
presupuestario.
"La
creación de dólares está al servicio de la política económica
estadounidense, sin tener en cuenta su impacto sobre las relaciones
internacionales" (Lelart, Michel, Le système monétaire
international, Editions La Découverte, 1993, pág. 55).
Los
Estados Unidos tenían en 1992 una deuda neta de 521 mil millones de dólares
y una deuda bruta de más de 2 billones 500 mil millones de dólares
(total de los dólares transferidos a no residentes) que corresponde a
una creación de moneda internacional por los Estados Unidos, que ha
progresado a un ritmo anual del 14 por ciento de 1978 a 1992. (Lelart,
págs. 95-97).
"Si
los Estados Unidos importan más de lo que exportan, es porque
consumen más de lo que producen, gastando un ingreso que no han
ganado... Es así como el país más rico se alimenta del ahorro de
los otros, incluido el de los países en vías de desarrollo, cuando
estos llegan a reembolsar una parte de su deuda" (Lelart, pág.
97).
Es
decir, se abandonó un principio ordenador del sistema monetario (el
sistema de cambios fijos) pero se mantuvo en los hechos al dólar como
moneda internacional, de manera que todo el resto del mundo continuó
subvencionando la economía del los Estados Unidos, pues los Bancos
centrales de los otros países siguen interviniendo para evitar la
baja del dólar.
Es
cierto que las intervenciones de los Bancos centrales son cada vez más
inocuas, pues poco pueden hacer frente a las sumas fenomenales puestas
instantáneamente en juego en el mercado financiero internacional para
especular con las monedas nacionales.
Hace
unos meses que se viene hablando de que la economía estadounidense ha
perdido impulso por no decir que ha entrado en un período de recesión.
Las cifras de desocupación o de paro parcial han comenzado a
aumentar, incluso en las industrias de tecnología de punta. Pero lo
curioso es que, por ahora, el consumo popular no se estanca ni
disminuye ("Le Figaro Economie", Paris, 7-8 de julio 2001).
Se
puede suponer que la estabilidad de la demanda de las familias en los
Estados Unidos (dejando de lado el efecto negativo sobre la misma
producido por los atentados del 11 de setiembre) se debe a que una
parte de la población de Estados Unidos completa sus ingresos con el
beneficio de acciones u otros productos financieros colocados en
industrias extranjeras. Es decir, para decirlo de manera esquemática,
que una parte de las familias de Estados Unidos mantienen su nivel de
consumo recibiendo parte del valor producido por los trabajadores de
industrias europeas, por ejemplo. Es decir que, como citábamos hace
un rato, el país más rico del mundo se alimenta del ahorro de los
otros.
En
síntesis, el capital financiero transnacional está funcionando como
una bomba aspirante del valor y las riquezas producidas por el trabajo
en todo el mundo, riqueza que de esta manera se concentra en pocas
manos y en ciertas regiones del planeta, particularmente en los
Estados Unidos.
Es
particularmente ilustrativo un artículo de Ronald Mc Kinnon, profesor
titular en el Departamento de Ciencias Económicas de la Universidad
de Stanford, publicado en junio de 2001 en "Finances et Développement",
revista trimestral del Fondo Monetario Internacional.
Dice
el profesor McKinnon: "Durante el último decenio, el ahorro de
las familias [en Estados Unidos] ha disminuido más de lo que el
ahorro público (expresado por los excedentes presupuestarios) ha
aumentado en el mismo periodo. El enorme déficit del balance de pagos
de las transacciones corrientes de Estados Unidos, de alrededor del
4,5% del PNB en el año 2000, refleja ese desequilibrio del ahorro.
Para financiar un nivel normal de inversión interior -históricamente
alrededor del 17% del PNB- los Estados Unidos han debido utilizar
ampliamente el ahorro del resto del mundo. "Malas"
reducciones de impuestos - las que reducen el ahorro público sin
estimular el ahorro privado - podrían incrementar esa deuda con el
extranjero. "Desde hace más de veinte años, los Estados Unidos
recurren ampliamente a las reservas limitadas del ahorro mundial para
sostener su alto nivel de consumo - la de la administración federal
en los años 1980 y la de las familias en los años 1990. Las entradas
netas de capitales son actualmente más importantes que en el conjunto
de los países en desarrollo. Es así como Estados Unidos, que era
acreedor del resto del mundo a comienzos de 1980, se ha convertido en
el más grande deudor mundial: unos 2 billones 300 mil millones de dólares
en el año 2000. "Los balances de las familias y de las empresas
en Estados Unidos muestran el efecto acumulado de los préstamos
privados obtenidos en el exterior desde hace diez años. La deuda de
las familias alcanza ahora un record de 1,1 veces los ingresos
disponibles y la deuda de las empresas es también muy elevado con
relación a su flujo de fondos (cash- flow).
(*)
Alejandro Teitelbaum lleva años viviendo en Francia, obtuvo el título
de abogado en la Universidad de Buenos Aires.
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