Otoño
turbulento: recesión global en el radar
Por
Alfredo Jalife–Rahme
La Jornada, 13/09/06
El concepto
"economía de guerra" no es muy apreciado por los
economistas –lo cual no significa que no exista–, pero sí cuenta
con la entusiasta aprobación de los historiadores de conflictos bélicos.L
Durante una
conferencia magistral ante el solvente Instituto de Investigaciones
Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México acabamos
de exponer los cuatro escenarios de la recesión global en ciernes.
Primer escenario:
frente al estallido de la burbuja de los bienes raíces y el declive
de los precios de las materias primas, Stephen Roach, economista en
jefe de la banca de inversiones Morgan Stanley, dejó atrás su previo
pesimismo para tornarse optimista a carta cabal, para vaticinar que,
inclusive, podría dejar de escenificarse la tan temida estagnaflación
(28.8.06) que auguran los otros tres escenarios que varían en
profundidad y duración.
El segundo escenario,
de "recesión benigna", que parece gozar de mayor número de
adeptos, considera que se asemejará a la de 2001, año en que
ocurrieron los atentados del 11/9 cuando Estados Unidos se transformó
en una teocracia bélica unilateral y cuya "economía de
guerra" posterior consiguió sacar al régimen bushiano de su
letargo. El concepto "economía de guerra" no es muy
apreciado por los economistas –lo cual no significa que no
exista–, pero sí cuenta con la entusiasta aprobación de los
historiadores de conflictos bélicos.
Una recesión benigna
representaría una magnífica noticia para el mundo, ya que la economía
de Estados Unidos es el principal sostén de la economía global del
lado de la demanda cuando China se sitúa como el superlativo motor
del lado de la oferta. El defecto del escenario benigno es que tiene
en su contra tres factores: la Reserva Federal no puede disminuir las
tasas de interés y la teocracia bushiana tampoco puede abatir los
impuestos a las clases pudientes en detrimento de los desposeídos,
mientras queda la duda si optará por la "economía de
guerra" contra Irán, que en estos momentos ha amainado con la
visita del ex presidente Jatami a Estados Unidos.
Cabe recordar que la
"nueva economía" de Alan Greenspan –que ni fue nueva ni
fue economía, sino una vulgar "burbuja.com" que luego se
permutó en otra burbuja de los bienes raíces– aseguraba el fin de
la inflación y el desempleo, en similitud con el vicepresidente
Richard Bruce Dick Cheney, quien había afirmado en forma insensata el
"fin de los déficit". Por cierto, Cheney, anterior director
de la putrefacta petrolera texana Halliburton, cesó de creer en el dólar
y prefiere tener sus inversiones en instrumentos sólidos fuera de la
órbita del país que gobierna.
El tercer escenario ,
quizá el más probable, si es que no se le escapan las variables a la
Reserva Federal en la etapa compleja de Ben Shalom Bernanke (alias
Helicóptero, porque pretende lanzar desde los cielos toda la masa
monetaria posible para impedir una depresión), sería la repetición
de la estagnaflación, una mezcla de estancamiento con inflación de
la década de los 70. Su defecto es que no contempla la medición de
la masa monetaria conocida como M3 que cesó de ser publicada esta
primavera, ni la realidad contable, totalmente opaca, de los ominosos
"hedge funds" ("fondos de cobertura riesgo"), que
pueden arrastrar al planeta a un Armagedón financiero que
correspondería al tercer escenario, similar o peor a la depresión de
la década de los 30, cuya visión es apadrinada por un minúsculo número
de analistas, lo cual no significa que sea improbable.
El banco británico
HSBC acaba de alertar sobre el riesgo de una "plena" (sic)
recesión debido a la crisis de la oferta inmobiliaria (Reuters,
8.9.06): "Mientras los ingresos de las trasnacionales han
permanecido en la estratosfera, los ingresos de la mayoría de
estadounidenses ha declinado en los pasados 18 meses", lo que
puede significar, según los economistas Stephen King y Ian Morris,
una "receta para duros tiempos en una economía que depende de
los consumidores en tres cuartas partes de su fuerza", lo cual
podría llevar a una recesión "más prolongada" cuando el
gobierno ha perdido su margen de maniobra debido a sus déficit
monumentales.
Gordon Brown,
encargado de las finanzas británicas, publicó una declaración en la
que advertía los "riesgos que enfrenta la economía global"
cuando planea un "otoño incierto" (The Financial Times,
26.8.06), postura que refleja las inquietudes de Ben Shalom Bernanke
(alias Helicóptero) un día antes en Jackson Hole, donde alertó
sobre la "búsqueda de mayor proteccionismo en el mundo",
mientras "se expande el antiamericanismo, la antiglobalización y
el aislacionismo".
Es curioso que lo que
en economía corresponde a los ciclos del binomio auge/recesión, en
política se traduzca en el binomio expansionismo/aislacionismo que ha
marcado nítidamente la conducta del imperio estadounidense desde el
siglo 19, sobre todo desde 1898. En las ciencias sociales nadie ha
podido superar la teoría de los ciclos recurrentes
("ricorso") de Giambattista Vico, insigne historiador
napolitano humanista del siglo 17.
Nouriel Roubini,
profesor de economía en la Escuela Stern de Negocios de la
Universidad de Nueva York, además de jefe de Roubini Global
Economics, advierte que "el mundo se debe preparar para la recesión
de Estados Unidos", en una colaboración para The Financial Times
(9.8.06): "La Reserva Federal esperaba un aterrizaje suave, pero
enfrenta una recesión" cuyas "implicaciones serán
globales". Aduce que las "tres fuerzas imparables" que
la desencadenarán son "la desaceleración inmobiliaria, los
altos precios del petróleo y mayores tasas de interés" que
golpearán al "consumidor estadounidense, de por sí endeudado y
con salarios reales a la baja".
A su juicio, el
estallido de la burbuja de los bienes raíces será peor que la
implosión de la burbuja de las telecomunicaciones de 2001 y vaticina
que las "implicaciones para la economía global serán muy
serias: caída del dólar en medio de la desaceleración de Estados
Unidos que desembocará en fuerzas deflacionarias en Europa y Asia,
donde no existe mayor margen de maniobra para la facilitación
monetaria y/o fiscal".
Cuando la recesión
asiente sus reales "los mercados de valores globales se desplomarán
con las divisas y los bonos de los mercados emergentes", y
concluye que "el dólar corre el riesgo de una caída desordenada
conforme el déficit de cuenta corriente se torne insostenible con la
consecuencia del éxodo de inversiones extranjeras de Estados Unidos
en medio de mayores presiones comerciales proteccionistas". El
"escenario Roubini" se encontraría a medio camino entre el
tercero y el cuarto enunciados, con mayor proclividad a este último.
Hasta el displicente
cuan agónico Fondo Monetario Internacional, en su reporte de
Estabilidad (sic) Financiera Global, admite que "el mayor riesgo
en los mercados financieros globales" lo constituye "un
desplome desordenado del dólar, por lo que conminó a los hacedores
de las políticas financieras a prepararse y a actuar rápidamente
(sic) cuando caigan los precios de las acciones" (Bloomberg,
12.9.06).
¿Se prepara el G–7
para el "efecto Islandia" a escala global, lo cual se
asemejaría más al cuarto escenario maligno? En este sentido se sitúa
Mike Whitney (El día de la verdad de la pulverización de la economía
de Estados Unidos"; ICH, 9.9.06) que merece un análisis
especial.
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