Por el temor al riesgo, los inversores le pasan factura a
la economía global
Por Greg Ip y Mark Whitehouse
The Wall Street Journal, 01/03/07
El reciente desplome de las bolsas y
los precios de los activos más riesgosos abren la posibilidad de que
los inversionistas, que habían mostrado un inusual apetito por el
riesgo, estén cambiando de parecer, algo que podría tener serias
consecuencias para la economía mundial.
En los últimos años, los inversionistas han hecho
grandes apuestas en inversiones arriesgadas, desde hipotecas para las
personas de menores recursos en Estados Unidos a la deuda de los
mercados emergentes y las acciones de empresas chinas. Al hacerlo, han
aceptado retornos cada vez menores, conocidos como "primas de
riesgo". Eso ha ayudado a que empresas en aprietos financieros no
se declaren en bancarrota, ha permitido que las economías emergentes
financien su gasto doméstico, ha financiado una cantidad inusitada de
compras apalancadas y ha alimentado ganancias récord para las casas
de valores de Wall Street.
Sin embargo, los últimos acontecimientos, en particular
la súbita caída de las acciones chinas el martes y el colapso de la
demanda por hipotecas para los deudores que representan un mayor
riesgo crediticio en EE.UU. sugieren que ese entorno benigno está
empezando a cambiar. "Si uno empieza a observar un cambio
importante en el apetito de los inversionistas por el riesgo, eso
representa un cambio significativo para la economía", dice
Stephen Stanley, economista jefe de RBS Greenwich Capital. "Se
encarece el costo del dinero para las empresas y las personas",
asegura.
Hasta el momento, el revés ha sido mínimo y podría
terminar siendo apenas un simple contratiempo. El presidente de la
Reserva Federal de Estados Unidos Ben Bernanke le dijo ayer al
Congreso, que "no existe ninguna señal de cambio en nuestras
expectativas para la economía de EE.UU.". Ayer, el Dow cerró
con un alza de 0,4%, o 52,39 puntos. Asimismo, el Indice Compuesto de
Shanghai repuntó un 3,9 por ciento.
Aun así, algunos economistas ven un giro determinante.
"Esta es una alerta", dice John Lonski, economista jefe de
Investors Service, de Moody’s. "Por desgracia, si hay un
aumento en la aversión al riesgo, está sucediendo justo cuando las
inversiones de las empresas han sido mucho menores de lo
anticipado".
Uno de los principales beneficiarios del apetito de los
inversionistas por el riesgo han sido los países emergentes, que han
recaudado unos US$ 319.000 millones en los mercados globales de bonos
el año pasado, en comparación con los US$ 122.000 millones que
lograron en 2002.
NWI Management LP, un fondo de cobertura especializado en
deuda de los mercados emergentes, ha visto cómo sus activos se han
triplicado desde 2002 hasta alcanzar los US$ 5000 millones. Hari
Hariharan, su presidente ejecutivo, dice que la reducción de las
primas de riesgos es "bien merecida". Los rendimientos sobre
los bonos brasileños en moneda local, por ejemplo, han bajado desde
un 19 a un 12% en los últimos años, debido a que el banco central ha
disminuido la inflación desde un 5 a un 4 por ciento.
De todas maneras, Raghuram Rajan, ex economista jefe del
Fondo Monetario Internacional, explica que muchos países han empezado
a relajar sus presupuestos gracias a la facilidad para conseguir
financiamiento externo. Un incremento en la aversión al riesgo podría
obligarlos a volver a ajustarse el cinturón. "La pregunta",
dice, "es a qué velocidad se dará el cambio".
Otro lugar dónde se está manifestando la aversión al
riesgo es el mercado de los préstamos hipotecarios para personas de
bajos recursos en EE.UU. Mientras que los préstamos impagos se han
disparado, los bancos de inversión y otras firmas financieras han
reducido drásticamente la creación de nuevas obligaciones de deuda
con garantía (instrumentos conocidos en inglés como CDO),
respaldadas por hipotecas para prestamistas de alto riesgo.
"Esto afecta a todos en la cadena", dice Greg
Miller, administrador de cartera del fondo de cobertura estadounidense
Haye Capital, el cual participa activamente en este mercado. "De
hecho, para ciertas personas es más difícil conseguir un préstamo
ahora de lo que era hace uno o dos meses". Sin embargo, agrega
que la retirada de las empresas financieras de este mercado
posiblemente afecte sólo a una porción pequeña de los propietarios.
La deuda corporativa también podría resentirse. La
diferencia entre los bonos de empresas, incluyendo los calificados
como chatarra y los del Tesoro estadounidense –considerados los más
seguros– ha caído a niveles récord. Como resultado, la emisión
global de bonos chatarra alcanzó los US$ 354.000 millones el año
pasado, frente a US$ 145.000 millones en 2002, según Dealogic.
A su vez, Louise Purtle, estratega de la firma de
investigación CreditSights, cree que el menor apetito por el riesgo
de los inversionistas dificultará el endeudamiento de las firmas de
capital privado y toda clase de compañías.
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