Economía
mundial

 

Cuando EEUU estornuda,

¿la economía mundial se resfría?

No necesariamente

Por David Wessel
The Wall Street Journal, 05/04/07

Un viejo cliché dice que cuando la economía de Estados Unidos estornuda, el resto del mundo se resfría. El Fondo Monetario Internacional afirma que esto no siempre es así.

Teniendo en cuenta que la economía estadounidense se está desacelerando, es una observación oportuna y bien recibida.

La lógica detrás del dicho es bastante clara. A las tasas de cambio actuales, EEUU representa casi un tercio de la producción económica mundial y cerca de la quinta parte si se ajusta a la paridad del poder de compra.

EEUU es el país con mayores importaciones, atrayendo cerca de 20% de todos los bienes que se comercian en el mundo. El país ha aumentado más su comercio con los mercados emergentes y países pobres que Japón y la Europa del euro.

Los mercados financieros de Estados Unidos son, por mucho, los más grandes: representan 40% de la capitalización bursátil global y casi la mitad de toda la deuda privada del mundo.

Las cinco recesiones que sacudieron a EEUU en los últimos 30 años han venido acompañadas de recesiones en otras partes del mundo. No es sorpresivo si se considera que las importaciones en ese país suelen desplomarse durante ciclos a la baja.

Normalmente, la región que más se resiente con los problemas en EEUU es América latina. Es la que, proporcionalmente a su tamaño económico, más bienes exporta a su vecino del norte (cerca de 12% de su producto interno bruto).

Pero en un ensayo publicado ayer en Perspectivas de la Economía Mundial, una publicación del FMI, un grupo de economistas asegura que la relación no es tan sencilla como sugieren esos hechos.

Contrario al cliché, las recesiones en otros países son considerablemente más pequeñas que los ciclos a la baja de EEUU. En promedio, una baja de un punto porcentual en el crecimiento económico estadounidense se asocia a un descenso de 0,16 puntos en otros países. Claro que el impacto es mayor en Canadá y México, países que dependen mucho del comercio con EEUU.

Pero el tamaño del efecto que la economía estadounidense tiene sobre el resto del mundo parece ir en aumento. Esto probablemente tenga que ver con el hecho que EEUU está cada vez más integrado en la economía global, tanto en términos de bienes y servicios, como en aspectos financieros.

Además, si dos cosas ocurren al mismo tiempo, ello no significa que una cause la otra. De hecho, los economistas del FMI señalan que la sincronización de varias economías en los años 70 y principios de los 80 posiblemente reflejaba una reacción conjunta al alza de precios más que una enfermedad que EEUU haya contagiado a otros países. Pero en los últimos 20 años, los males económicos que se trasladan de un país a otro parecen haber ejercido un papel más importante que las sacudidas globales que afectan a todos por igual.

Tal como demuestra la reciente volatilidad en las bolsas de todo el mundo, los mercados financieros también están más vinculados que nunca. Un hecho sombrío: la correlación entre las bolsas es mayor durante bajones bursátiles y recesiones. "Esto ayuda a explicar por qué las contracciones globales tienden a sincronizarse más entre los países que las expansiones mundiales", escribe el economista del FMI Peter Berezin.

Investigaciones recientes sugieren que EEUU desempeña un papel clave en la transmisión de shocks financieros. Un estudio sugiere que cerca de 26% de la variación de precios en todo tipo de activos financieros de Europa se puede trazar a movimientos en EEUU (la cifra salta a un asombroso 50% si sólo se toman en cuenta acciones). Pero sólo 8% de las variaciones de precios de activos en EEUU se pueden trazar a Europa.

Todo esto suena a un mal agüero considerando la actual desaceleración de la economía estadounidense. Pero los economistas del FMI, liderados por Thomas Helblin, tienen un consuelo. El enfriamiento económico de EEUU proviene en gran parte de los problemas en el mercado inmobiliario, un sector menos global que, por ejemplo, las computadoras.

Si la actual desaceleración de EEUU estuviera impulsada por un desplome bursátil o por una caída generalizada en la confianza, el impacto sobre el resto del mundo sería mayor.

Así que, no siempre que EEUU estornuda, el resto del mundo se contagia.