La
crisis del FMI y del Banco Mundial
Por
Roberto Savio
Alai, mayo 2007
Después de varios años
de una permanente campaña de desprestigio en contra de las Naciones
Unidas, ahora son las instituciones de Bretton Woods, el Banco Mundial
y el Fondo Monetario Internacional, las que se destacan en los
diarios. Instituciones hasta ahora intocables en su prestigio y
credibilidad, solo denunciadas por la sociedad civil, siempre gozaron
de una estable consideración por el sistema de información
internacional. Hay que recordar que la concentración de los medios en
manos conservadoras (como los Murdoch, y a nivel casero, los
Berlusconi), unida al peso creciente sobre cuestiones internacionales
del sistema informativo americano, han realmente creado un
"pensamiento único", como lo llama Ignacio Ramonet, que es
el que define los malos y los buenos. Y mientras Naciones Unidas
depende de los Ministros de Relaciones Exteriores y de Desarrollo,
Bretton Woods es expresión de un club mucho más poderoso, el de los
Ministros de Hacienda, los verdaderos hombres del poder en cualquier
gobierno.
Ahora, tras una década
de continuas acusaciones a la corrupción, ineficiencia y despilfarros
de las Naciones Unidas (que ha sido obligada a reducir a la tercera
parte sus efectivos, a pesar de costar menos que los bomberos de Nueva
York), los reflectores pasan de Nueva York a Washington. Al final, las
grandes acusaciones de falta de ética sobre las Naciones Unidas
finalmente se redujeron en dos hechos concretos: que el hijo de Kofi
Annan había ganado casi 80.000 dólares de manera dudosa (ypor esto,
numerosos senadores republicanos pidieron la renuncia del Secretario
General), y que el funcionario encargado de la operación Oil for Food,
(Banon) Savan, había registrado de manera misteriosa 140.000 dólares
en su cuenta personal. La prensa ignoraba que el escándalo de los
sobornos en la venta del petróleo de Irak alcanzaba los 12 mil
millones de dólares, y que esta operación estaba en realidad en las
manos de los países involucrados, y en particular de compañías
estadounidenses. Mientras tanto, los informes internos del Banco
Mundial indicaban que cada año por lo menos 300 millones de dólares
habían sido despilfarrados, yque el 20% de los proyectos habían sido
un fracaso. Y mientras los sueldos máximos de los mas altos
funcionarios de Naciones Unidas no superan los 100.000 dólares
anuales, en el BM alrededor 1.000 funcionarios ganan de 175.000 a
200.000 dólares por año, y todo funcionario de Bretton Woods, en
misión, cobra casi el doble de per diem de los de Naciones Unidas.
Los mismos privilegios gozan los funcionarios del Fondo Monetario
Internacional.
Esta abrupta
eliminación de la inmunidad se debe a tres causas, separadas entre
ellas, pero que finalmente se han juntado, por el festival mediático
creado por el error de otro actor hasta ahora impune, Paúl Wolfowitz.
La primera causa se
viene desarrollando desde la caída del Muro de Berlín, y la aparición
de la revancha del capitalismo salvaje, a través de la puesta en
marcha de la globalización neoliberal, que hace del mercado el único
criterio en el cual basar las relaciones internacionales, y los
ajustes internos en cada país. No hay que olvidar que la base
conceptual de este tipo de globalización fue el llamado Consenso de
Washington, en el cual el Ministerio de Hacienda de Estados Unidos y
los dos organismos de Bretton Woods lanzaron casi dos décadas de una
minuciosa revisión de las políticas monetarias y económicas
internacionales, que pedían ajustes estructurales dirigidos a
minimizar el papel del Estado, reducir déficit privatizando todo lo
posible, reduciendo costos sociales no productivos (como enseñanza y
salud), eliminando todas tarifas aduaneras, con la finalidad de abrir
las puertas a las inversiones extranjeras, y a la globalización de
los mercados. Esta política se llevó adelante con un fervor ideológico
y con una uniformidad mecánica, que hoy se reconocen fueron la causa
principal de la crisis monetaria asiática de los anos 90.
Mientras antes eran
solo las organizaciones de la sociedad civil, los sindicatos y algunas
fuerzas de izquierda (silenciosas por cierto en el Norte del mundo),
la que denunciaban los estragos causados por el Consenso de
Washington, el reconocimiento de estos errores del ex economista
principal del Banco Mundial y premio Nobel de Economía, (Joseph)
Stigliz, empezó a desquebrar la imagen unitaria del establishment. Y
el hecho de que en Asia, el primer ministro de Malasia, (Mahathir
Mohamad), que se había negado a aceptar las recetas de FMI, con gran
escándalo, había resultado el único a haber sorteado la crisis asiática,
obligó el mismo FMI a reconocer que a la postre había tenido razón.
Así mismo, en América
Latina, los Golden Boys del Consenso de Washington, Menem en
Argentina, Collor de Mello en Brasil y Fujimori en Perú, habían
terminado de manera ignominiosa sus mandatos. Tardíamente, el BM
volvió, bajo la presidencia de Wolfanson, a reconocer la importancia
del Estado para el desarrollo nacional, y a introducir mecanismos de
apoyo social, en un cuadro de desequilibrios e injusticias sociales
crecientes, que marcaron el giro político, por ejemplo, de América
Latina. Pero ya la credibilidad de Bretton Woods estaba
irremediablemente mermada. Y es simbólico el anuncio del retiro de
Venezuela de las dos instituciones, así como la tentativa venezolana
de crear un banco Bolivariano, que tiene como precedente la propuesta
asiática de la creación de un Fondo Monetario asiático,
inmediatamente liquidada por Estados Unidos.
La segunda causa, más
sutil, pero no menos importante, es que la gran campaña en contra del
multilateralismo, lanzada por la Administración Bush, de la cual se
ha hecho eco en buena medida el sistema informativo americano, ha
alcanzado de rebote también las instituciones de Bretton Woods. El
portavoz de lo privado en contra de lo publico, el Wall Street Journal
(que ignora la elegancia y gradualidad de The Economist), ha llevado
adelante una campaña aduciendo que con la globalización y la asunción
del mercado a parámetro único de las relaciones internacionales, ya
no había necesidad de estas instituciones. En estos días, ha vuelto
a publicar un artículo cuestionando la utilidad del Banco Mundial,
mientras que The Economist encuentra que la crisis se debe a los
hombres elegidos por el Presidente americano. El responsable de la
ayuda internacional americana, Randall Tobias, ha sido obligado a
renunciar por verse involucrado en un escándalo de un servicio de
mujeres de compañía, denunciado por prostitución, así como
Wolfowitz está involucrado en un escándalo por haber subido el
sueldo de su compañera, transfiriéndola del Banco Mundial, donde
trabajaba, a un sector del Departamento de Estado dirigido por la hija
del Vicepresidente Cheney, sin respetar las reglas de transparencia y
ética necesarias.
La tercera causa, que
es totalmente ignorada por los medios, es que la sociedad civil global
ya es una realidad, aunque no logre una estructuración real, que
logre una relación directa con las instituciones políticas. El Foro
Social Mundial es solo la punta de un iceberg, mucho más grande de lo
que parece. Se calcula que en el mundo hay hoy no menos de 2 millones
de ONGs, en las que participan más de un centenar de millones de
ciudadanos. Es un mundo de idealismo y de compromisos solidarios, en
el cual Bretton Woods es visto mas como una causa de los problemas que
una solución. En esta parte activa, y siempre mas decisiva en las
relaciones internacionales, no existe impunidad para Bretton Woods,
sino una constante y cada día mas fuerte crítica radical a
instituciones acusadas de falta de transparencias, de políticas
equivocadas, y donde el sistema de toma de decisiones está
inexorablemente en las manos de Ministerio de Hacienda de Estados
Unidos, que detenta un peso desmesurado en los mecanismos de votación
y nombramientos. The Economist del 5 de mayo cita uno de los 30 nuevos
dirigentes impuestos por Wolfowitz, el Director Ejecutivo, el
salvadoreño Juan José Daboub, por creer "en una quijótica fusión
de la magia del libre mercado con un profundo conservadorismo católico".
Son elecciones profundamente ideologistas como estas, que han alienado
a los funcionarios del BM, que se han visto dirigidos por un pequeño
grupo de neoconservadores, a los cuales no tenían acceso.
Estas tres causas son
mucho más profundas que el destino personal de Wolfowitz, el cual
tendrá, a la larga, que dejar su puesto. La Casa Blanca, tal vez como
amenaza, ha hecho circular que tiene como candidato para remplazarlo a
otro famoso halcón, el ex embajador antes Naciones Unidas, John
Bolton. Es cierto que George W. Bush vive cada día mas en un mundo de
sueños, y la nómina del Presidente del BM es una prerrogativa del
Ejecutivo americano, sin referéndum del Congreso. Pero esta sería la
madre de todas las batallas del Presidente, en contra de todos,
incluso de los europeos.
Lo que cuenta es que
el Banco Mundial está en una crisis financiera. Tendría que reunir
por lo menos unos 16 mil millones de dólares para restablecer su
capital operacional, y Wolfowitz acusa a los estados de utilizar su
caso personal para evitar dichas contribuciones.
Más grave es el caso
del FMI. Sus ingresos bajan de 3.190 millones de dólares en el 2.005
a 1.309 millones en el 2.006, que nuevamente van a caer a la mitad
este año, pasando a solo 635 millones para el 2.009. El director, el
español (Rodrigo) Rato, otro ideólogo de la receta única para
todos, reconoce que entre el 2.006 y el 2.009 el déficit del FMI
llegará a alrededor de 429 millones de dólares, y que la caída de
un promedio entre 216 a 360 millones de dólares del ingreso anual en
los próximos años es equivalente a una tercera parte de los actuales
costos de gestión. El FMI tiene un patrimonio de 3.217 toneladas métricas
de oro, del cual vendería el 12.5% (400 toneladas), que a 665 dólares
la onza troy darían cerca de 8.000 millones de dólares para aplicar
a colocaciones más rentables, aunque de mayor riesgo. El FMI se
encuentra así frente a la dantesca ley del contrapaso: tiene que
aplicar en carne propia las políticas de ajuste estructural que
impuso a los países del Tercer Mundo.
De todas maneras, la
crisis de Bretton Woods es el último acto de la crisis de la
arquitectura internacional. Al fin de la primera Guerra Mundial el
mundo, bajo el liderazgo de Estados Unidos, supo crear la Sociedad de
las Naciones. Al final de la Segunda Guerra Mundial, siempre bajo el
liderazgo de Estados Unidos, supo crear las Naciones Unidas y Bretton
Woods. Ahora, al final de la Guerra Fría, Estados Unidos ha creído
que la globalización era el camino más conveniente, y ha resistido
toda reforma del sistema internacional. Pero la crisis llega a su casa
y a sus instrumentos privilegiados. Es evidente que no hay
gobernabilidad real cuando el sector financiero, que es 20 veces más
grande que la producción de bienes e servicios (teóricamente
reglamentado por la OMC), no tiene mecanismo de gobierno y de control:
el FMI no lo es. Con unas Naciones Unidas relegadas básicamente a las
políticas de desarrollo, y Bretton Woods enfrentado una profunda
revisión, ¿los dramáticos temas del cambio climático serán
suficientes para crear una nueva conciencia sobre el hecho que el
mercado sin reglas no soluciona los problemas de una gobernabilidad
internacional para todos los ciudadanos, ricos y pobres?
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