Barril
a 80 dólares
El
británico Ress–Mogg proclama el fin de la era
del petróleo
Por
Alfredo Jalife–Rahme
Bajo la Lupa / La
Jornada, 18/07/07
Ahora
los Apocalipsis anglosajones se programan. De Defensa
(10/7/07), centro europeo de pensamiento estratégico, titula en forma
sarcástica: "El Apocalipsis, un poco avanzado en su Hoja de
Ruta" al anuncio "desolador" de la Agencia
Internacional de Energía (AIE) sobre la "primera crisis de energía
del siglo", cuyo "momento crucial" (crunch) es
esperado en los "próximos cinco años", lo cual
"llevará los precios a niveles récord e incrementará la
dependencia de Occidente a la OPEP".
Según
The Financial Times (10/7/07), la AIE, que
representa los intereses de los países industrializados importadores
de petróleo, emitió "su mayor advertencia desoladora" al
vaticinar que el "petróleo estará extremadamente (sic)
restringido en cinco años", además del "prospecto de un
mercado del gas natural aún más apretado a la vuelta de la década",
mientras la oferta de las naciones que están fuera de la OPEP será
insuficiente para suplir la demanda con una declinación prematura en
su producción.
El
conservador lord William Rees–Mogg, considerado portavoz
oficioso de la reina de Inglaterra, otorga mérito al reporte de la
AIE y su Apocalipsis quinquenal en su artículo de alcances geoestratégicos:
"¿Son éstos los últimos días de la era del petróleo?"(The
Times, 16/7/07), el cual da inicio con una máxima contundente:
"El petróleo gobernó el siglo XX; su carestía gobernará el
XXI".
En
el umbral de 80 dólares el barril, en la variedad Brent,
las tendencias se han asentado en el lapso de cuatro años a partir de
cuando el precio inició su duplicación en la primavera de 2004, al
detectarse que la invasora dupla anglosajona no podía controlar el
crudo iraquí. El "oro negro" está a punto de triplicar el
precio con el que se cotizaba al momento de la aciaga invasión,
mientras EEUU como Gran Bretaña están siendo expulsados a patadas de
la antigua Mesopotamia.
Rees–Mogg
cita el "excelente análisis de riesgo semanal" de
Peter Warburton, quien ha señalado que "27 de los 51 países"–de
la lista de la petrolera británica BP, en su Revisión estadística
de energía mundial– "han reportado declinaciones en su
producción en 2006". Advierte que una "proyección vaticina
una reducción de 10 por ciento de la producción total en el mundo
entre 2005 y 2015", es decir, cuando el destino ya nos alcanzó,
lo cual significará una "revolución". No se entromete en
el laberinto del "debate" sobre el "pico del petróleo",
que para unos ya llegó y para otros se encuentra en puerta, pero hace
suya la reciente postura de la AIE sobre el "consumo
acelerado" y "la caída del abastecimiento, más rápida a
lo esperado (sic)".
Bajo la Lupa
adoptó la tesis del "pico del petróleo" desde 1998,
asentada en nuestro libro agotado El lado oscuro de la globalización
(Ed. Cadmo & Europa 2000) frente al falso hiperoptimismo de la
dupla Téllez Kuenzler–Reyes Heroles, cuando el cordobista Zedillo
deseaba regalar nuestro petróleo a las trasnacionales texanas a 6 dólares
el barril, que hoy se cotiza en 80. ¡Se equivocaron más de 13 veces!
Los mismos entreguistas que fracasaron estruendosa y ridículamente
en sus "previsiones" en el lapso de un cuarto de siglo, sin
sigilo cerebral, son hoy los encargados en rematar el petróleo y el
gas de México: Labastida, Téllez Kuenzler, Reyes–Heroles, Juan
Camilo Mouriño y Calderón Hinojosa.
Lo
sucedido en la década de los 70 es ilustrativo, aduce Ress–Mog,
pero "ahora la situación se ha movido de un problema político
(...) a una carestía geológica absoluta (¡súper sic!)" y su
"abastecimiento será una suma–cero". (Nota:
donde uno gana lo que el otro pierde.) Repite un aserto que hemos
vertido insistentemente en el pasado, sin concedernos el demostrable
crédito bibliográfico: el mundo se dividirá entre los países que
poseen petróleo y los que no disponen de él.
Su
deducción geoestratégica vale todo el artículo: la
"carestía del petróleo y el gas natural (¡súper sic!), en
relación a la demanda, ha trastocado ya el equilibrio del poder
mundial" –situación que ignoran todavía los mediocres
neoliberales "mexicanos" desde hace un cuarto de siglo de
tiránica kakistocracia ("el gobierno de los
peores") mezclada de insolvente fiscalcracia.
La
anglósfera confiesa que la invasión a Irak se debió a
la captura del petróleo, de la cual ya habíamos advertido en nuestro
libro Irak: Bush Bajo la Lupa (Ed. Cadmo & Europa, 2005).
Después de que tanto el cínico ministro de Defensa de Australia,
Brendan Nelson, como el locuaz primer ministro John Howard (quien
luego se autodesmintió), admitieron que la presencia de sus tropas en
Irak se debió al control del petróleo (The Australian,
5/7/07) –¡como si no se supiese! Alguien de mayor jerarquía mental
y alcurnia nobiliaria como Rees–Mogg lo enuncia en forma prístina:
"los historiadores podrán concluir que la decisión de EEUU para
invadir Irak fue motivada primordialmente por el deseo de obtener el
control físico (¡súper sic!) de su petróleo y proveer el apoyo
defensivo a las otras potencias petroleras de Medio Oriente". ¿No
que no?
Agrega
que para EEUU el "petróleo constituye su esencial
(sic) interés nacional" (Nota: ¿cuándo lo han ocultado?), pero
ahora con la "decisión de retirarse de Irak, el precio tendrá
que ser pagado en términos de la pérdida de su acceso". Ni más
ni menos que el "precio geopolítico": uno de los
"cinco precios del petróleo" que hemos abogado.
Con
crudeza afirma que "Rusia es el principal
triunfador", en su calidad de "principal productor de gas
natural y una de las dos potencias petroleras" del mundo. No fue
ociosidad que Bajo la Lupa haya ungido a Vlady Putin como el
"zar geoenergético global".
"El
presidente Putin ya ha usado el petróleo y el gas
como arma diplomática. La relación entre la Unión Europea y Rusia
será influenciada naturalmente (sic) por la creciente dependencia
europea por el petróleo y el gas rusos. Debido a su debilidad (sic),
Alemania recurrirá a Rusia", asevera Rees–Mogg, y eso que no
contabiliza las dos más recientes jugadas magistrales del zar Vlady:
la penetración de las entrañas europeas con su gasoducto que
abastecerá los Balcanes y Austria (para cerrar el circuito germánico),
y la asombrosa concesión a la empresa petrolera francesa Total del
mayor yacimiento gasero del mundo, Shtokman (ubicado en el Artico),
para desvincular, desde el punto de vista geoenergético, al
presidente galo Sarkozy del cada vez mas errático Baby Bush.
El
portavoz de la
reina vaticina las turbulencias de la zona–euro (a la que no
pertenece aún Gran Bretaña) cuando los "choques petroleros
diferenciados", es decir, su impacto singular en cada miembro de
la UE, "harán más difícil mantener la divisa única".
Entonces, ¿por qué los productores del "oro negro" no
solicitan su facturación en oro metálico en lugar del superdevaluado
dólar? Concluye que se avecina el "fin de la era del
petróleo, que produjo su propia tecnología, su equilibrio de poder (¡súper
sic!), su propia economía y su patrón de sociedad", lo que
implica "inmensos ajustes". ¿Se enterarán algún día de
ello los mediocres entreguistas neoliberales de "México"
a quienes prevenimos desde hace ya nueve años del "fin de la era
del petróleo"?
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