La crisis del crédito
castiga a los mercados y pone a prueba a los bancos centrales
El BCE y la Fed
inyectan liquidez; el Dow cayó 387 puntos
Por
Greg Ip, en Washington, Joellen Perry, en Francfort, y Evan Ramstad,
en Seúl
The
Wall Street Journal, 10/08/07
Los bancos
centrales de todo el mundo quieren que los inversionistas sientan las
consecuencias de sus excesos, pero las turbulencias que afectan a los
mercados de crédito los está poniendo a prueba.
Ayer, a medida que
los renovados temores del mercado empujaron las tasas de corto plazo
por encima de los objetivos estipulados por los bancos centrales, el
Banco Central Europeo (BCE) y, en menor medida, la Reserva Federal de
Estados Unidos (Fed) inyectaron efectivo adicional a los mercados de
capital.
Todavía no hay
signos que los bancos centrales estén dispuestos a recortar las tasas
de interés. De hecho, ayer el banco central de Corea del Sur elevó
las tasas, aludiendo a los riesgos inflacionarios asociados a un
exceso de liquidez. Australia hizo lo mismo el miércoles, citando la
fortaleza de la economía, la mayor demanda de los consumidores y un
mayor riesgo de inflación. Se espera que el Banco de Japón también
eleve las tasas hacia fines de este mes, mientras que el Banco de México
ha advertido que podría subir las tasas este año si continúan las
presiones inflacionarias. Ayer, asimismo, el Banco Central de Chile
subió su tasa de referencia en un cuarto de punto para dejarla en
5,5%.
Día negro en las
bolsas
¿Cuánto tiempo
podrán mantener los bancos centrales esta postura? La respuesta
depende en gran medida del grado de desbarajuste en los mercados
financieros Ayer fue un día negro en casi todos los mercados bursátiles.
El temor a una pérdida de liquidez provocó una caída de 387 puntos
en el Promedio Industrial Dow Jones, un 2,83%. El índice cerró la
jornada en 13.279,68 unidades. Se trató de la segunda mayor caída
del año después del desplome de 416 puntos a fines de febrero.
El Standard &
Poor’s 500 perdió un 2,96% y el Índice Compuesto Nasdaq descendió
un 2,16%.
En Europa, el Dax
de Alemania cedió un 2%, mientras que el FTSE 100 de Londres bajó
1,92%. La venta masiva también se extendió a América Latina. El
Bovespa brasileño retrocedió un 3,28%, el IPC de la Bolsa de México
un 2,54% y el Merval de Buenos Aires un 3,28%.
Bill Nichols,
corredor de la firma de valores Bear Stearns, opina que la ola de
ventas, al menos en EE.UU., se debió a "más preocupaciones
acerca de (...) la exposición al mercado subprime (créditos
otorgados a clientes con un mayor perfil de riesgo crediticio)".
De hecho, entre los perdedores de la jornada de ayer figuran los títulos
del sector financiero, que en los últimos años invirtió con
entusiasmo en el mercado subprime. Las acciones de Citigroup, por
ejemplo, bajaron 5,2%, las de Lehman Brothers Holdings 7,2%, las de
Goldman Sachs Group 5,7% y las de Bear
Stearns
5,8%
Sin embargo, El BCE
y el Banco de Inglaterra no han ocultado su opinión de que la actual
reevaluación del riesgo en los mercados es saludable. Esta semana, la
Fed reiteró que su principal preocupación sigue siendo la inflación,
si bien reconoció los riesgos que existen para el crecimiento económico.
Si la aversión al riesgo crece al punto de que los bancos llegan a
reducir sus préstamos a clientes con un buen historial de crédito,
la Fed tal vez no tenga más opción que bajar las tasas de interés.
En Europa, la
batalla por la liquidez comenzó el jueves. Cuando las tasas de los
mercados monetarios subieron por encima del 4% estipulado por el BCE,
la entidad emitió un comunicado diciendo que existen "tensiones
en el mercado monetario, a pesar del suministro normal de una liquidez
agregada a través del euro". Poco después, cuando las tasas de
interés de corto plazo fijadas por el mercado ascendían a 4,7%, el
BCE inyectó casi 95.000 millones de euros (unos US$130.850 millones)
en el mercado monetario de la zona euro a través del sistema
bancario.
Esta fue la primera
maniobra de este tipo desde los atentados terroristas del 11 de
septiembre de 2001.
La medida brindó
los resultados deseados. Hacia el final del día, las tasas de corto
plazo se ubicaban en torno al 4,1%. "A mi juicio, fue una
maniobra sobresaliente del BCE y debería proveer bastante consuelo al
mercado", manifestó Erik Nielsen, economista para Europa de
Goldman Sachs.
En EE.UU., la tasa
de fondos federales, que es la que ocupan los bancos para hacer préstamos
a un día entre ellos, se cotizaba ayer en la mañana entre 5,375% y
5,5% según analistas, bastante por encima del 5,25% que la Fed fija
como objetivo.
Para bajar las
tasas y satisfacer el alza en la demanda por efectivo, la Fed prestó
US$ 24.000 millones a través de sus operaciones de mercado abierto.
Lo hizo mediante dos operaciones: una "repo" a 14 días
–el nombre de una operación que agrega reservas al sistema bancario
y alivia las presiones alcistas sobre las tasas– y otros US$ 12.000
millones en una "repo" a un día. Este tipo de operaciones
es normal, pero los analistas señalan que los montos fueron
relativamente altos, excediendo lo que el banco central habría
inyectado para sólo cubrir las "repos" que expiran.
"Los mercados
de EE.UU. están sufriendo los estragos de lo que está ocurriendo en
Europa, pero sigue siendo principalmente un problema europeo, por lo
que las "repos" de la Fed no lo resolverán de
inmediato", dice Lou Crandall, economista jefe de Wrightson
Associates, una firma de análisis económico.
Los economistas en
Europa siguen creyendo que el BCE elevará las tasas en septiembre,
del actual 4% a 4,25%, aunque advierten que ello podría cambiar
dependiendo de las condiciones de los mercados y las economías en las
próximas semanas. "Claramente, los estándares para otorgar crédito
se han vuelto más rigurosos, lo que podría reducir la necesidad que
tiene el BCE (de elevar las tasas)", afirma Julian Callow,
economista jefe de la zona euro de Barclays Capital, en Londres.
La crisis
‘subprime’ afecta a Europa
Asimismo, los
problemas en el mercado estadounidense de las hipotecas subprime están
generando problemas en Europa.
Ayer, BNP Paribas,
el mayor banco de Francia, detuvo retiros de tres fondos de inversión,
citando la volatilidad en el mercado estadounidense de valores
respaldados por activos. West LB, el tercer banco estatal de Alemania,
negó especulaciones sobre posibles pérdidas en su división en
EE.UU., diciendo que no está enfrentando "una crisis de
liquidez". Y el banco de inversión holandés NIBC Holding informó
ayer que, en lo que va de año, ha perdido US$188 millones en sus
inversiones en títulos subprime en EE.UU.
Los estragos del
declive del mercado subprime
Una de sus víctimas
más recientes es un banco en Alemania que tuvo que ser rescatado
Por
Carrick Mollenkamp, Edward Taylor e Ian McDonald
The
Wall Street Journal, 10/08/07
Dusseldorf.– Un
banco relativamente desconocido de Düsseldorf, que se dedicaba a
otorgar préstamos a compañías alemanas, quería diversificarse. Así
que hace cinco años empezó a comprar complejos bonos, inventados en
Estados Unidos, a los mayores bancos del mundo.
Los ejecutivos del
banco se jactaban de su estrategia y, el año pasado, Moody’s
Investors Service alabó su "exitosa diversificación".
Hoy, el apetito por
esos bonos ha dejado a IKB Deutsche Industriebank AG en necesidad de
un rescate de US$ 4800 millones además de garantías de liquidez de
US$ 20.100 millones. Los reguladores financieros de Alemania han
sostenido reuniones de emergencia con otros bancos de ese país para
rescatar a IKB. Para convencerlos de que provean alivio a IKB, el
principal regulador financiero de Alemania les advirtió que debían
contrarrestar el riesgo de enfrentar la peor crisis financiera desde
la década de los 30.
El caso de IKB
ilustra cómo el riesgo crediticio está causando estragos alrededor
del mundo. Una filial de IKB, Rhineland Funding Capital Corp., había
comprado 14.000 millones de euros (US$ 19.300 millones) en valores de
renta fija, incluyendo algunos respaldados por hipotecas subprime de
EE.UU. (préstamos otorgados a clientes con un perfil de alto riesgo
crediticio). El desplome de IKB se inició luego de que Rhineland no
lograra encontrar compradores para sus papeles comerciales con el fin
de repagar a prestamistas de largo plazo. Y los bancos que tenían
compromisos para prestarle a IKB comenzaron a echarse atrás. Así,
IKB acumulaba cuentas multimillonarias que no podía pagar. Si no
fuera por el rescate, "el banco habría entrado en cesación de
pagos", dice Sabine Bauer, una analista de Fitch Ratings en
Francfort. IKB está usando parte del dinero de su rescate para
repagar a los tenedores de su papel comercial.
La ayuda de
emergencia que requirió el banco alemán muestra el amplio alcance
que está teniendo la crisis de las hipotecas subprime de EE.UU. A
medida que los dueños de viviendas en ese país no pagan sus
hipotecas, su incumplimiento perjudica a instituciones como IKB, que
pidió prestado para comprar bonos respaldados por fajos de estas
hipotecas.
Los tres
principales ejecutivos de IKB, incluyendo el presidente ejecutivo
Stefan Ortseifen, dejaron la compañía, cuyas acciones han caído 34%
en los últimos días.
Según gente
cercana a IKB, el banco fue cortejado por firmas como Lehman Brothers
Holdings Inc., J.P. Morgan Chase & Co. y Deutsche Bank AG, que
buscaban vender obligaciones de deuda colaterizada. Conocida como CDO,
esta deuda se compone de varias partes para ofrecerle a los
inversionistas varios niveles de rendimiento y riesgo. IKB es sólo
uno de muchos bancos que crean empresas fuera de sus balances, como
Rhineland, las que piden prestado a tasas bajas y de corto plazo para
invertir ese dinero en bonos de largo plazo que tienen tasas de
retornos más altas.
El papel comercial,
la principal fuente de dinero de Rhineland, es percibido como una de
las inversiones más seguras después de los bonos del gobierno de
EE.UU. El papel de Rhineland era considerado particularmente seguro
porque estaba respaldado no sólo por una promesa de repago, sino
también por activos, los bonos que la empresa compraba. Sin embargo,
esta garantía ha tambaleado en semanas recientes junto con el resto
del mercado global de deuda debido al temor de los inversionistas por
los valores que puedan estar ligados de alguna forma a las hipotecas
subprime.
Hasta hace poco,
Rhineland era una historia de éxito. En el año fiscal terminado el
31 de marzo, IKB ganó casi 180 millones de euros (US$ 248 millones),
con 108 millones provenientes de cuotas y comisiones. Rhineland
contribuyó con casi la mitad de las comisiones. Al final del año
fiscal 2007, la capitalización de mercado de IKB superaba los 2600
millones de euros (US$ 3580 millones).
Poco después de su
creación en 2002, Rhineland ganó el premio "Conducto del año"
otorgado por la revisa Banker. En 2004, Dirk Röthig, el banquero y
abogado al mando de Rhineland, dijo en una entrevista a la revista
Risk que "esta construcción aventurera de portafolio es el
resultado de una estrategia planeada con cuidado. Queríamos
diversificar los tipos de activos así como la geografía, porque éramos
muy dependientes de la economía alemana".
Pero el 27 de julio
de este año sonaron las alarmas. Algunos de sus papeles comerciales
estaban madurando y necesitaba pagar a los inversionistas. Pero no podía
emitir más papeles, ya que los compradores se estaban esfumando.
Cómo el auge del
crédito fácil y barato aumentó el riesgo en los mercados
Por
Greg Ip y Jon E. Hilsenrath
The
Wall Street Journal, 07/08/07
El extraordinario
auge crediticio, que financió una ola de adquisiciones corporativas y
que en Estados Unidos creó a una nueva generación de propietarios,
parece desvanecerse. Los compradores de vivienda con un pobre
historial de crédito tienen problemas para obtener financiamiento.
Los inversionistas institucionales en todo el mundo están reportando
pérdidas. Los bancos están atascados con deudas corporativas que los
inversionistas no quieren comprar.
Los orígenes de
este auge son anteriores a los errores del último año. Hay que
trazarlos a los cambios que se introdujeron en el sistema bancario
estadounidense tras el colapso de la industria de ahorros y préstamos
en los años 80, a la reacción de los gobiernos de todo el mundo ante
la crisis asiática de fines de los años 90 y a la respuesta de la
Reserva Federal de EE.UU. al estallido de la burbuja tecnológica que
comenzó en 2000.
Cuando, para
prevenir una dura recesión, la Fed recortó las tasas de interés a
sus niveles más bajos en toda una generación, el entonces presidente
de la entidad, Alan Greenspan, anticipó que un crédito de corto
plazo tan barato podría tener consecuencias involuntarias. "No sé
lo que es, pero estamos causando algún daño, porque ésta no es la
manera en la que deberían operar los mercados de crédito",
Greenspan recuerda haber dicho en esa época.
Ahora, las
consecuencias de las decisiones de la Fed y otras entidades se
aprecian con mayor nitidez.
Las bajas tasas de
interés impuestas por los bancos centrales, que se vieron reforzadas
por una ola de ahorros en el ámbito internacional, impulsaron los
precios inmobiliarios y las adquisiciones apalancadas. Los fondos de
pensiones y otros inversionistas institucionales no estaban contentos
con los bajos retornos que ofrecían las acciones y los bonos
convencionales, por lo que comenzaron a descargar su dinero en las
firmas de inversión de capital privado y los fondos de cobertura.
Las herramientas
predilectas de estas entidades son instrumentos financieros opacos con
nombres como "obligaciones colateralizadas de deuda", los
que trasladan el riesgo de que los deudores no pudieran pagar desde
las entidades de préstamo a los inversionistas globales.
Ahora, la
interrogante es: ¿Habrá sido todo para mejor?
La actual
arquitectura financiera distribuye el riesgo de una manera más
amplia, lo que ayuda a que los bancos comerciales y las economías
sean más estables que en crisis anteriores. El crecimiento económico
es sólido, en especial fuera de EE.UU., e incluso en ese país la
tasa de desempleo permanece baja. "Estos períodos adversos son
muy dolorosos, pero son inevitables si queremos un sistema en el cual
la gente tenga la libertad de asumir riesgos, lo que es una condición
necesaria para tener el máximo crecimiento económico
sustentable", dice Greenspan hoy. El sistema financiero está
absorbiendo bien los temblores, dice.
Hasta ahora. Los
problemas del mercado de créditos parecían limitarse a unos pocos
prestamistas en el mercado de las hipotecas subprime (para gente con
un perfil de riesgo crediticio más alto). Pero ahora se ha propagado
de manera e intensidad impredecibles a través de distintos mercados y
fronteras. Un sistema que fue diseñado para distribuir y absorber el
riesgo incluso puede haberlo incubado, al facilitarles a los
inversionistas la compra de valores complejos que ni siquiera ellos
entendían a cabalidad. El hecho que los mercados estén
interconectados podría significar que el repentino cambio de ánimo
de los inversionistas tiene el potencial de desestabilizar el sistema
financiero y afectar el crecimiento económico.
El problema con
la deflación
Las bajas tasas de
interés que impuso la Fed tenían como objetivo estimular el mercado
inmobiliario para contrarrestar los efectos de la caída de las
acciones tecnológicas. Pero hacia mediados de 2003, la inversión de
las empresas y la creación de empleo en EE.UU. aún eran débiles,
mientras que la inflación descendía a casi 1%. "Si bien
percibimos que los riesgos (de una deflación) son menores, las
consecuencias potenciales pueden ser bastante negativas", dijo en
mayo de 2003 Greenspan. Un mes después, la Fed volvió a reducir la
tasa de interés de corto plazo, a 1%, nivel en el que permaneció
durante un año.
"Teníamos que
enfrentar (el riesgo de la deflación), y hacerlo de manera
decisiva", explica Alfred Broaddus, un ex directivo de la Reserva
Federal. "En retrospectiva, tal vez deberíamos haber revertido
(las tasas) un poco antes."
Robert Eisenbeis,
ex director de investigación de la Reserva Federal en Atlanta, dice
que la Fed "sobreestimuló el mercado inmobiliario y ahora
tenemos que lidiar con las consecuencias".
Excesivo ahorro
global
Después de la
crisis asiática que comenzó con la devaluación de la moneda
tailandesa en 1997, las recesiones y débiles monedas de la región
contribuyeron a que las importaciones fueran bajas al tiempo que las
exportaciones iban en aumento. Pronto, los países asiáticos
comenzaron a tener sólidos superávit comerciales que volvieron a
reponer sus reservas de divisas. Convencidos de que nunca más deberían
estar sujetos a las onerosas condiciones del Fondo Monetario
Internacional, esos países han mantenido estas condiciones. Las
reservas tailandesas, que se habían extinguido en 1997, ahora bordean
los US$ 73.000 millones.
Años después de
la crisis, las exportaciones chinas subieron a niveles récord y
varios datos económicos sugerían que la moneda china debería
apreciarse frente al dólar. Pero China sólo lo ha hecho lentamente,
lo que le permite seguir sacándole el jugo a sus exportaciones y
gestionar una balanza comercial que le ha permitido amasar reservas en
divisas que superan US$1 billón (un millón de millones).
China ha invertido
mucho de ese efectivo en bonos del Tesoro de EE.UU., lo que ha
contribuido a que las tasas de interés de largo plazo de ese país se
mantengan bajas.
El auge subprime
Como las tasas
siguieron bajas después de 2001, la demanda de los consumidores y de
Wall Street llevó a que los prestamistas otorgaran cada vez más créditos
hipotecarios subprime. Según Lehman Brothers, en 2001 se originaron
US$ 52.000 millones en estos créditos. En 2005, la cifra ascendió a
los US$ 400.000 millones. Al principio, la tasa de no pago fue
sorprendentemente baja. Así, la clasificación de riesgo para los
bonos respaldados por hipotecas asumía una tasa de cesación de pagos
modesta. En 2006, cerca de 45% de todos los préstamos subprime fue a
parar a prestatarios que no podían documentar plenamente sus
ingresos.
Sin embargo, la
tasa de no pago era un espejismo. Era tan baja porque los precios de
los bienes raíces estaban aumentando tanto que los prestatarios que
no lograban pagar podían refinanciar el crédito con facilidad.
Cuando los precios de las viviendas dejaron de subir en 2006, ese
juego se terminó.
Tras las crisis de
las entidades de ahorro y préstamos en EE.UU. en los años 80 y 90,
los reguladores insistieron en que los bancos mantuvieran una mayor
reserva de capital para respaldar los créditos riesgosos. Esto llevó
al surgimiento de los prestamistas no regulados, quienes no se
financiaban con depósitos, sino a través de líneas de crédito
extendidas por Wall Street y mediante la "securitización"
de sus préstamos: es decir, la venta de sus créditos a los
inversionistas.
Las consecuencias
fueron dolorosas. New Century Financial Corp., fundada en 1995, era en
2006 el segundo mayor prestamista subprime de EE.UU. Cuando sus
deudores comenzaron a atrasarse en los pagos, tuvo que recurrir a Wall
Street para obtener más dinero. Pero el mercado ya no quería comprar
esos préstamos y cortó las líneas de crédito. New Century se acogió
a las leyes de bancarrota en abril.
La bonanza de
las adquisiciones
En agosto de 2002,
firmas de capital privado acordaron adquirir el negocio de páginas
amarillas de Qwest Communications International Inc., una compañía
de telecomunicaciones altamente endeudada. Las firmas pagaron US$ 7000
millones, de los cuales US$ 5500 millones eran prestados. El negocio
producía un flujo de caja estable, suficiente para usarla con el fin
de repagar la deuda. Los compradores, los fondos de capital privado
Carlyle Group y Welsh, Carson, Anderson & Stowe, temían no
conseguir el financiamiento que necesitaban. Pero hallaron una mina de
oro. En apenas 15 meses recuperaron la mayor parte de su inversión y
seguían siendo dueños de la empresa.
Hacia 2006, el
volumen de este tipo de adquisiciones apalancadas hacía palidecer la
ola de compras de los años 80. Los generosos mercados de crédito le
permitían a las firmas de capital privado hacer acuerdos cada vez más
grandes y pagarse a sí mismas grandes dividendos. Como ocurrió con
el mercado de hipotecas subprime, los prestamistas relajaron las
condiciones a tal punto que dejaron de lado requerimientos que antes
eran considerados estándar.
Los bancos también
comenzaron a fomentar acuerdos de deuda para empresas que no tenían
un flujo de caja tan bueno como el de Qwest. Chrysler, por ejemplo,
evaporaba efectivo en vez de generarlo.
Hace un mes, los
inversionistas comenzaron a tener dudas. Y así, muchos bancos se
encuentran en la posición de haberse comprometido a prestar unos US$
200.000 millones, que pretendían vender a inversionistas. Pero éstos
ya no quieren esa deuda.
La caída
sincronizada de los mercados pone en duda la diversificación
Por
Justin Lahart, Alistair MacDonald y Joanna Slater
The
Wall Street Journal, 07/08/07
La diversificación,
es decir no poner todos los huevos en una misma canasta, ha sido
durante mucho tiempo el principal pilar para invertir con seguridad.
Pero eso funciona siempre y cuando no se caigan todas las canastas al
mismo tiempo.
En las últimas
semanas, activos en todo el mundo han caído uno por uno. Las
acciones, los bonos de empresas, la deuda de mercados emergentes y una
serie de derivados respaldados por hipotecas y otros tipos de préstamos
han sido vapuleados. Hasta los commodities, como el oro y otros
metales, a los que los inversionistas recurren específicamente porque
sus precios no suelen moverse en sincronía con otros activos, se han
visto arrastrados.
El resultado es que
los inversionistas que repartieron su dinero en diferentes activos se
encontraron menos protegidos de lo que esperaban.
"Se está
volviendo más difícil encontrar activos que no estén estrechamente
correlacionados. En pequeños lapsos de tiempo, los bienes raíces,
las materias primas, la renta variable y la renta fija se están
moviendo en bloque en direcciones similares", dice Andrew
Milligan, director de estrategia global de Standard Life Investments,
firma escocesa de inversión que gestiona unos US$ 285.000 millones en
fondos.
Los temores
respecto a los bonos de alto riesgo causaron estragos en las bolsas el
viernes. El Promedio Industrial Dow Jones cayó 2,1% a 13.181,91
puntos. Aunque aún acumula un alza de 5,8% en lo que va del año, está
casi un 6% por debajo del récord de 14.000,41 puntos marcado el 19 de
julio.
El índice de 500
acciones de Standard & Poor’s está 7,7% por debajo de su récord,
que también data del 19 de julio. Esto causa alarma porque se acerca
al umbral de 10%, considerado una corrección. El S&P apenas ha
avanzado un 1% en lo que va del año.
Gran parte del auge
que mantuvo a flote a los mercados financieros durante los pasados años
estuvo impulsado por una creencia entre los gerentes de portafolio de
que al dispersar su efectivo en una multitud de inversiones podrían
asumir un riesgo mucho mayor. Las firmas de Wall Street contribuyeron
a satisfacer la demanda creando vehículos de inversión que agrupaban
activos no correlacionados.
Debido a que creían
que estarían más seguros con activos que no se mueven en sincronía,
los fondos de cobertura y otros inversionistas prefirieron invertir
con dinero prestado, lo que aumentó el flujo de efectivo hacia los
nuevos vehículos de inversión.
A medida que
entraba el efectivo y empujaba los precios al alza, las acciones en
todo el mundo, los bonos corporativos, la deuda en mercados
emergentes, los valores respaldados con créditos hipotecarios y las
materias primas comenzaron a transarse de manera muy similar. Cuando
cayeron, y los fondos que habían usado dinero prestado para invertir
tuvieron que vender activos para cubrir sus deudas, la correlación se
volvió más fuerte.
La tendencia hacia
los activos sin correlación cobró popularidad poco después del
estallido de la burbuja tecnológica en 2000. Los inversionistas que
se habían concentrado en las acciones tecnológicas sufrieron más
que aquellos que habían repartido su riesgo entre varias clases de
activos.
Diversos estudios
muestran que los commodities se han comportado históricamente de
forma diferente que las acciones y los bonos. Esto se debe, en parte,
a que la inflación suele golpear las ganancias de las empresas,
mientras que las materias primas son un componente de la inflación.
Aun así, en los últimos años, los commodities se han comportado de
forma similar que otros mercados. El precio del cobre y el aluminio
sufrieron caídas de casi 5% en la semana que terminó el 27 de julio.
Debido a que muchos
países en desarrollo siguen mostrando un crecimiento robusto, muchos
inversionistas creen que las acciones y bonos emergentes pueden capear
la tormenta.
Pero a la vez que
el Dow caía 4,2% en la última semana de julio, el índice de
mercados emergentes MSCI perdió 3,8% en términos de dólar y el índice
de deuda soberana y corporativa de mercados emergentes de Merrill
Lynch cayó 1,5 por ciento.
Ante la creciente
correlación de los mercados globales, los reguladores ya han
comenzado a tomar nota. La autoridad de servicios financieros británica,
que regula los mercados de Londres, la citó como un posible riesgo
para 2007 en su informe sobre riesgos financieros.
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