Crisis
y corridas en Wall Street y las bolsas del mundo
Causas
y consecuencias del tembladeral financiero
Por
Claudio Testa
Socialismo
o Barbarie, periódico, 17/08/07
Como esos terremotos que se
anuncian días antes con temblores menores, la semana pasada estalló
finalmente una crisis financiera global motivada por el desinfle de la
“burbuja inmobiliaria” de EEUU y la quiebra de entidades
comprometidas por una montaña de “hipotecas basura” de difícil
cobro (que en inglés se llaman “subprime”). En esta nota
analizamos sus razones y sus perspectivas.
Ya
el 26 de julio se había producido una primera corrida. Pero el huracán
llegó 15 días después, con epicentro en Wall Street, desde donde se
extendió instantáneamente a Europa, Asia y el resto del mundo.
Varias noticias desalentadoras desataron la estampida: entre ellas, la
falencia de la Bear Stearns en EEUU (una importante entidad de préstamos
hipotecarios), quiebras de bancos en Alemania y que en Francia uno de
los principales bancos, el BNP Paribas, siguió las enseñanzas de
Cavallo, estableciendo un “corralito” (aunque parcial) de depósitos
de ahorristas.
Así,
la semana pasada estuvo planteado el peligro de un crack financiero mundial. Varios
hechos hicieron recordar el Jueves Negro (24 de octubre) y el Martes
Negro (29 del mismo mes), que precipitaron en 1929 el crash de la
Bolsa de Nueva York y abrieron la Gran Depresión, la crisis económica
más grave de la historia del capitalismo.
Sin
embargo, más allá de algunas analogías, el curso inmediato
ha sido distinto, no sólo
por las diferencias de configuración y de regulaciones del
capitalismo mundial en la actualidad, sino sobre todo por una
violenta intervención de los principales gobiernos y bancos centrales
(como no ocurrió en 1929).
En
sólo tres días (9, 10 y 13 de agosto), el Banco Central Europeo y
los de EEUU, Canadá, Japón, Suiza, etc., volcaron más de 300.000
millones de dólares a los mercados para frenar el derrumbe de las
bolsas, impidiendo la quiebra en cadena de bancos y otras entidades
financieras, y la generalización mundial del “corralito”
argentino-francés. Para darnos una idea, esta suma representa alrededor
del 150% del Producto Interno Bruto de Argentina en el 2006.
Como puede verse, el capitalismo neoliberal no le hace ascos al
“intervencionismo estatal”... cuando se trata de sus bolsillos.
El
lunes 13, las aguas volvieron a calmarse... Pero el costoso aceite
derramado sobre las olas para sosegarlas, no logra ocultar las
turbulencias que se agitan en el fondo... y que pueden volver a poner
las cosas peor...
Aquí
veremos algunos de esos elementos y contradicciones que actúan en las
profundidades. En otro artículo, trataremos las consecuencias para
Argentina y Latinoaméricana, que pueden mandar al diablo la economía
K.
Una crisis de las
finanzas en el centro mundial del capital financiero
Desde
1997, cuando estalló la crisis financiera de Asia, se han sucedido
varias crisis de las finanzas de distinta importancia, como las de
Rusia (1998), Brasil (1998), Turquía (2000-01), Argentina (2001-02),
etc. Todas ellas tuvieron también desiguales repercusiones en el
centro de las finanzas mundiales, EEUU, pero sus epicentros se ubicaban lejos de Wall Street.
En
marzo del 2000, el desinfle de la burbuja especulativa en los mercados
de valores estadounidenses –que marcó el fin de los delirios sobre
la “Nueva Economía” o “economía.com”– ya no fue un
problema “periférico”, sino que se produjo en el centro
y desató además una recesión que castigó a EEUU principalmente en
el 2001. Pero esa recesión pudo ser acotada
y revertida en un plazo relativamente corto.
Desde
entonces, sobre todo desde el 2004, se sucedieron varios años de fuerte
crecimiento mundial, con promedios muy superiores a las pobres
performances de los últimos 25 años del siglo XX. El World
Economic Outlook del FMI ya calcula un
crecimiento mundial del 5,2% para el 2007. La bonanza K es
principalmente un subproducto de esta situación internacional.
Pero
sucede que las medidas tomadas en EEUU para superar rápidamente la
crisis y recesión de principios de siglo, y el rumbo que adoptó la
economía estadounidense y mundial a partir de allí, echaron
la bases de la actual crisis y además agravaron
los desbalances o desequilibrios
que ya venían acarreando las relaciones
de la economía estadounidense con el resto del mundo.
Entre
esos desbalances, subrayemos que EEUU (su estado, sus empresas y sus
particulares) se ha convertido en el
mayor deudor del planeta, con déficits
fenomenales de cuenta
corriente y presupuestarios, y con tasa
de ahorro cero. O sea, sin perspectivas inmediatas de pagar lo que
deben. Hoy, para mantenerse en pie, EEUU necesita que le ingresen
diariamente un promedio de 3.000
millones de dólares, ya sea como préstamos, inversiones directas
o de cartera, etc. Si este flujo se detuviese, la economía se vendría
abajo.
Esta situación, que
haría estallar la moneda y las finanzas de cualquier otro país, EEUU
logra afrontarla, entre varios motivos, porque en circunstancias muy
diferentes (al fin de la Segunda Guerra Mundial), se constituyó en emisor de la moneda internacional, el dólar. Pero en ese entonces
–además de haber sido (junto con la URSS) el gran vencedor de la
guerra–, EEUU producía el 50%
de la riqueza mundial, era acreedor
de casi todos los países, su industria tenía ventajas
cualitativas de productividad y tecnología, su cuenta corriente
era ampliamente superavitaria,
y en Fort Knox tenía enterradas las mayores reservas de oro del
planeta, que respaldaban
legalmente al dólar. Hoy nada de eso es así; y el dólar es, en últimas,
papel impreso.
EEUU paga con ese
papel a sus proveedores (China, Japón, Europa, etc.) y éstos, en
buena parte, lo “esterilizan” como reserva de sus bancos
centrales, convertido principalmente en bonos de la deuda pública
estadounidense... Pero estos malabarismos generan
tensiones e incertidumbres crecientes, porque la tendencia no es a
que estos desbalances se vayan solucionando progresivamente, sino a
empapelar cada vez más las bóvedas de los bancos centrales...
Es por eso que, el 13
de junio del año pasado, se produjo una monumental corrida en las
bolsas, por un hecho en sí mismo insignificante: algunos informes que
hablaban de un leve repunte inflacionario en EEUU, bastaron para
sembrar el pánico.
La causa es que
muchos perciben que, si bien la economía mundial va en crecimiento,
está simultáneamente caminando sobre una cornisa.... y que las ráfagas
de estos desbalances pueden hacerle perder el equilibrio...
De burbuja en burbuja
Ya
dijimos que las medidas tomadas por el gobierno de EEUU y su banco
central (la Federal Reserve) para encarar la crisis financiera del
2000 y superar la recesión del 2001, generaron y/o agravaron los factores que hoy confluyen en esta nueva
crisis.
Esto
coincidió con la llegada de Bush al gobierno, el 20 de enero de 2001.
Los neoconservadores proponían ciertos cambios en relación a la política
económica de la anterior administración.
Clinton
había hecho votar un programa de reducción a cero del déficit
fiscal. Bush, por el contrario, además de disponer grandes rebajas de
impuestos a los ricos (so pretexto de “promover las inversiones”),
tenía como eje de su programa económico el llamado “keynesianismo
militar”:
un colosal aumento del gasto en
armamentos y fuerzas armadas. Estas medidas, lógicamente, volvieron
a disparar a las nubes el déficit presupuestario.
Los
atentados del 11 de septiembre del 2001 vinieron oportunamente a
santificar esta política y acallar cuestionamientos, como los que se
habían expresado un año antes en Seattle. Asimismo, la guerra
mundial declarada por Bush para liberar de “terroristas” a las
arenas petroleras de Medio Oriente, prometía ser un gran negocio. ¡Comenzaba
el “Nuevo Siglo (Norte)Americano”!
Pero
el relanzamiento de la economía estadounidense no se limitó a estas
medidas. Simultáneamente, el banco central (Federal Reserve) dispuso una
baja a casi cero de su tasa de interés interbancaria (en relación
a la cual se regulan las tasas para las operaciones con el público,
empresas, etc.). De principios del 2001 a mediados del 2003, redujo
esos intereses del 6,25% al 1% anual, para estimular la toma de créditos
y el gasto, y así frenar la recesión.
Pero
esto abrió las puertas para inflar la nueva burbuja que ahora estalla
con consecuencias difíciles de medir: la burbuja
inmobiliaria. De la burbuja de las acciones de empresas.com,
pinchada en el 2000, se pasó a la burbuja de la propiedad inmueble.
Con
los créditos hipotecarios basados en una tasa del 1% anual de la
Reserva Federal, se disparó la construcción de nuevas viviendas...
pero más aun sus precios...
Este
problema –que la propiedad inmueble subía vertiginosamente sin
relación alguna con sus valores reales, ni con las variaciones de
precios de los demás bienes y servicios– ya venía desde 1995.
Desde 100 atrás, los precios de la propiedad inmueble en EEUU habían
acompañado las variaciones de los del resto de la economía. Pero,
desde 1995 al 2006, subieron más del 70%.
El
auge de la construcción (con precios disparatados) fue, junto con la
expansión de los gastos militares, una de las claves de la recuperación.
Según Stiglitz, “aproximadamente el 80%
de la suba del empleo y casi las dos
terceras partes del incremento del PBI en los últimos años se
originó directa o indirectamente en el sector inmobiliario”.
¡La
nueva burbuja de las casas y departamentos reemplazaba la de las
acciones.com, fallecida en marzo del 2000! Era la ocasión no sólo de
tener una vivienda, sino también de enriquecerse. Usted sacaba una
suculenta hipoteca en base a la tasa de la Fed del 1%... compraba un
inmueble y éste aumentaba de valor al ritmo del 10% anual... Mientras
miraba la tele en el living, usted se iba haciendo más rico.
Barranca abajo
Pero, como sucede
siempre en el capitalismo, estas cosas terminan mal. Para sostener la
especulación inmobiliaria (y el ritmo de incremento de sus precios)
era necesario ampliar cada vez más la venta de viviendas nuevas....
lo que es sinónimo de ampliar
la colocación de créditos hipotecarios.
Agotados los círculos
selectos de clase media alta para arriba –los prime
(principales) que cumplían los requisitos de solvencia para lograr préstamos
a tasa mínima (prime rate)–,
venía la legión de millones de pobres y dudosos (subprime),
que comenzaron a suscribir hipotecas, pero a tasas más altas.
Debido a sus mayores
tasas, las hipotecas subprime
(ahora bautizadas hipotecas basura) eran a la vez un gran
negocio bancario, que se amplió con la venta de esas hipotecas subprime
a bancos y fondos especulativos del exterior. Con eso se creó el
circuito para la reacción mundial en cadena, que ha provocado la falencia de bancos
en Alemania y el “corralito” del Pariba.
La puntada final la
dio la Federal Reserve. Después de bajar su tasa al 1% anual en el
2003, la fue subiendo hasta alcanzar el 5,25%, lo que implicó un aumento proporcional en el servicio de las hipotecas.
Y, por el otro lado,
comenzó el descenso
vertiginoso de los precios de las viviendas, que desde el 2006 han
perdido el 10 % de su valor... En resumen, lo que usted compró a 100,
bajó ayer a 90, hoy a 80 y mañana será a 70. Pero, a la inversa,
las cuotas de su hipoteca suben y suben.
En esta situación,
se desató una oleada de
hipotecas impagas, principalmente en las subprime que, según algunos, constituyen más de la mitad de los préstamos hipotecarios en EEUU. Un default
a esa escala sería de consecuencias incalculables.
Esto toca una cuestión política y económico-social más de fondo, en relación
al capitalismo estadounidense (y mundial). La derrota de la clase
trabajadora norteamericana se ha reflejado en que, desde mediados de
los 70, el salario real ha caído alrededor de un 30% mientras la
desigualdad social se ha extremado.
Al mismo tiempo, el
capitalismo estadounidense necesita que sus esclavos asalariados sean
también buenos consumidores. Pero la solución no es, por supuesto, aumentarles el
salario real (porque afectaría las ganancias), sino darles créditos. La consigna es: ¡compre, endeudándose! El esclavo
endeudado hasta las narices, no sólo mueve la economía, sino que está
doblemente sometido. Y una hipoteca en las condiciones de las subprime
es una condena a cadena perpetua... si la puede ir pagando; o a
muerte... si finalmente entra en mora y pierde la vivienda.
¿Qué perspectivas se abren?
No estamos en
capacidad de hacer pronósticos seguros. La catarata de dólares,
euros y yenes que volcaron los bancos centrales en los mercados días
atrás, paró la corrida (aunque no se sabe hasta cuándo). Pero lo
cierto es que eso no solucionó
el problema de fondo: el default
de las hipotecas, cuya amplitud y pérdidas han pasado a ser casi
un secreto de estado de los bancos e instituciones comprometidas.
Como hemos visto, el
auge especulativo de la construcción fue un motor fundamental de la
suba del empleo y del incremento del PIB estadounidense. Pero la rueda
comenzó a girar en sentido contrario. Esto, a su vez, podría
golpear sobre los deudores hipotecarios. Entre los que directa o
indirectamente van a perder el empleo por la caída de la construcción,
habrá más de uno con hipotecas.
La pregunta del millón
es si esto iniciará una recesión
en EEUU que se expanda al resto del mundo, y, sobre todo, el ritmo y la gravedad de la
caída. El informe de Perspectivas
económica mundiales para el 2007, emitido por el Banco Mundial en
diciembre pasado, analizando las perspectivas de una caída de EEUU y
sus repercusiones internacionales, sostiene que “es probable que se
produzca un aterrizaje suave, pero la economía mundial ha alcanzado
un punto de inflexión, y muchos factores podrían generar una
desaceleración más pronunciada...”
Considerando que
tanto el Banco Mundial como el FMI siempre hacen informes optimistas
cuando se trata de EEUU, habría que prepararse para un aterrizaje
estilo Congonhas.
El
terremoto financiero y la Argentina K
¿Y
por casa cómo andamos?
Por
Claudio Testa
Socialismo
o Barbarie, periódico, 17/08/07
Como
ya señalamos, la bonanza económica bajo el gobierno K. es
principalmente un subproducto
del crecimiento internacional de los últimos años. Si éste se
revierte y si, especialmente, vamos a una recesión mundial severa, la
situación de Argentina (como la de la mayoría de los países
latinoamericanos), va a estar muy comprometida.
Es
que el boom de la economía K ha sido en primer lugar un reflejo del
ascenso en los precios de las materias primas que son el principal
rubro exportador de nuestro país. Una fuerte recesión en EEUU (que
se trasladaría a escala mundial) va a pegar en primer término sobre
los países latinoamericanos, que son los más directamente
relacionados con lo que suceda allí.
La
acumulación de reservas en el Banco Central, como no existían en los
tiempos de De la Rúa, ha hecho declarar al gobierno que con ellas
tiene suficiente “poder de fuego” como para defenderse de
cualquier circunstancia.
Evidentemente, no está en la misma situación del
2001... pero convendría no exagerar la cosa.
Es
que hay otros problemas que pueden tener derivaciones no menos graves:
el regreso con todo de las tendencias inflacionarias clásicas de la
economía argentina (que se pueden borrar en las estadísticas del
INDEC pero no en la realidad), el acelerado desgaste del superávit
fiscal y los déficits que amenazan con estallar en las provincias, en
primer lugar en la de Buenos Aires, la deuda externa que pese al
default del 2001 y las renegociaciones posteriores ya sobrepasa los
160.000 millones de dólares, la redoblada presión internacional de
las empresas privatizadas para “sincerar” las tarifas, que si se
acepta va a tener un efecto recesivo... Y así podríamos seguir con
una larga lista de dificultades que se potenciarían en medio de una
recesión estadounidense y mundial...
Esto,
además, debe servir de alerta. Los planes de poner a los trabajadores
en el cepo de un “Pacto Social” se van a hacer más urgentes para
el gobierno, en la medida que el panorama de la economía
internacional se ponga más sombrío.
.- Aclaremos que esto varía
según la forma en que se exprese la medición del PIB.
.- Un reflejo de estas
tensiones son las propuestas de He Fan, miembro de la Academia de
Ciencias de China, que ante las exigencias de Bush para que Pekín
revalúe el remimbi, aconseja ir vendiendo los 900.000 millones de
dólares de reservas y pasarse a otras monedas y valores. A esto
lo llaman la “opción nuclear”, porque provocaría el colapso
de la divisa estadounidense. Por supuesto, lo de He Fan es sólo
un chantaje (seguramente alentado desde el gobierno de Pekín)
para hacer frente a las presiones de Bush. Si China tirase esa
“bomba nuclear” monetaria, su economía se hundiría junto con
la EEUU. Pero lo significativo del incidente es que refleja el atolladero
en que se encuentra EEUU y las tensiones
de esos desbalances en la economía mundial.
.- Ver “¿Bailando
sobre el Titanic?”, Socialismo o Barbarie, periódico,
22/06/06.
.- John Maynard Keynes
(1883-1946), economista británico, inspiró políticas económicas
basadas en la intervención del estado para hacer frente a los
ciclos recesivos. Estas
implicaban un aumento substancial del gasto público a costa del
consiguiente déficit fiscal. El “keynesianismo militar”
estilo Bush utiliza el gasto público, pero no en obras públicas
“civiles” sino en armamentos y guerras.
.-
Dean Baker, "Midsummer Meltdown Prospects for the Stock and Housing Markets",
Center for Economic and Policy Research, August 2007. El
aumento nominal fue aun mayor, porque es una cifra deflactada.
.-
Joseph E. Stiglitz. “¿Se romperá la represa en 2007?”, Project-Syndicate.org,
diciembre 2006.
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