Esta
vez, América latina no causa una crisis financiera, pero sí la sufre
Por
Joanna Slater, en Nueva York, y John Lyons, en Ciudad de México
The
Wall Street Journal, 17/08/07
Las fuertes caídas
que sufrieron las bolsas latinoamericanas ayer subrayan un curioso
giro: esta vez, los mercados emergentes no son los que originan el
efecto dominó global, sino son los que sufren sus repercusiones.
La creciente
preocupación sobre la disponibilidad global de crédito siguió dándole
una paliza a los mercados latinoamericanos. Los principales índices
de la región, desde Argentina a México, sufrieron fuertes pérdidas,
aunque hacia el final de la jornada, animados por un repunte de los índices
bursátiles estadounidenses, algunos lograron contener la caída
libre. Ayer, el Merval argentino cerró con una baja de 4,72%; el
Bovespa brasileño cayó 2,58%; el IGPA chileno 3,34% y el IPC de México
1,24%.
La volatilidad que
viene de Estados Unidos representa una prueba crucial para los
mercados emergentes. La caída de ayer se produjo en una época en la
que los fundamentos económicos de estos países parecen más fuertes
que en años anteriores. Eso debería ponerlos en una mejor posición
para enfrentar la crisis que afecta los mercados globales. Pero la
volatilidad tiene a muchos inversionistas preguntándose acerca de los
puntos débiles en las regiones que han experimentado décadas de
problemas financieros.
Hasta hace poco, los
bonos y las monedas de estos países se mostraron sorprendentemente
fuertes ante la adversidad. Incluso, después de los bajones de ayer,
los bonos emitidos por los gobiernos de mercados emergentes aguantaron
mejor la situación que créditos con calificación similar en los
mercados desarrollados. La deuda de General Motors Corp., por ejemplo,
tiene una calificación de crédito más baja que la deuda emitida por
los gobiernos de Brasil, Pakistán e Indonesia.
Los mercados
emergentes son más conocidos por crear crisis de deuda que por
capearlas. Basta con recordar la crisis de la deuda a comienzos de los
años 80, cuando muchos países latinoamericanos entraron en cesación
de pagos, provocando crisis financieras que eventualmente dieron lugar
al comienzo del proceso de reformas en la región.
O la crisis del peso
mexicano en 1994, cuyos efectos se dejaron sentir con fuerza en América
latina bajo el rótulo del "efecto tequila". En ese momento,
el gobierno de Estados Unidos, junto al Fondo Monetario Internacional
y el Banco Internacional de Pagos reunieron un paquete de asistencia
de casi US$ 50.000 millones.
Luego, vino la crisis
asiática, que comenzó en 1997 con la devaluación de la moneda
tailandesa y que rápidamente se propagó por toda la región. Sus
efectos se sintieron con fuerza en muchos países latinoamericanos,
debido a que Asia comenzaba a ser un importante socio comercial y a
que los inversionistas internacionales se asustaron y dejaron de
invertir en los mercados emergentes. Posteriormente se daría el
colapso del rublo y la cesación de pagos de deuda que realizó Rusia
en 1998.
Pero esta vez, la
volatilidad emana desde EE.UU. Y si la economía de ese país se
desacelera, las exportaciones de las naciones emergentes podrían
verse afectadas. Peor aún, un crecimiento más lento en las economías
desarrolladas podría golpear los precios de los commodities, que han
ayudado a impulsar las economías de los países en desarrollo.
No
más pecado original
Hasta hace poco, los
mercados emergentes, desde México a Corea del Sur, estaban gozando de
los frutos que produjo una década dedicada a ordenar sus finanzas.
Años de mayor
responsabilidad fiscal junto al auge de los commodities pusieron a
economías como las de México y Brasil en un sólido estado
financiero.
Otra clave ha sido
haber superado lo que el economista venezolano Ricardo Hausman llamó
el "pecado original" de los gobiernos de América latina:
pedir prestado en el extranjero en dólares, un problema que contribuyó
a la crisis de la deuda de los 80 y a la crisis financiera asiática a
fines de los 90.
En conjunto, estos
factores han ayudado a esos países a protegerse de algunos de los
impactos más duros de la crisis del crédito en Estados Unidos y
Europa.
|