¿Crisis
financiera? Negocios hechos con deudas
Por
Joseph Halevi (*)
Il
Manifesto, 19/08/07
Sin
Permiso, 19/08/07
Traducción
de Leonor Març
"Con
la ruptura de 1971–73, el endeudamiento empresarial es producto del
estancamiento, mientras que el de las familias, que no deja de crecer
desde Reagan hasta hoy, es resultado de la caída de los salarios
reales. La respuesta económica y política, progresivamente extendida
a Europa, fue la transformación de las deudas en fuentes de
beneficios. Con Clinton cayeron las últimas protecciones del sector
bancario respecto de los "mercados", y –factor de
importancia decisiva—, los programas de pensiones dejaron de ser
definidos en términos de beneficios precisos, como un flujo de
ingreso y de asistencias médicas, para empezar a serlo en términos
de rentas de futuras capitalizaciones"
El
poder extraordinario de los instrumentos financieros
"derivados" (hedge funds, CDO [obligación en deuda
colateralizada, por sus siglas en inglés], etcétera) no es una
aberración, sino la forma más moderna del capitalismo. Por lo demás,
protegida y mimada por los bancos centrales del mundo entero, conforme
al ejemplo de la FED de Alan Greenspan.
La
actual crisis de los mercados financieros es todo menos una sorpresa.
Ha venido siendo anunciada por la prensa especializada, y en
particular, por el óptimo Financial Times, desde las primeras
fluctuaciones violentas en Shanghai y Nueva York el pasado febrero. En
su edición del 17 de agosto, el cotidiano londinense ha publicado el
cuadro de marcha de esta crisis. En febrero se manifiesta la primera
sacudida ligada claramente al subprime, es decir, a los préstamos
hipotecarios concedidos a familias sin ingresos suficientes. La mayor
sociedad especializada en esos préstamos, la Nova Star, anuncia pérdidas
de morosidad, y la sigue luego la New Century Financial, segunda en
tamaño.
En
mayo, el banco suizo UBS clausura su sociedad de hedge funds luego de
constatar pérdidas por valor de 91 millones de euros registradas
durante el primer trimestre del año en el mercado subprime. El 19 de
junio, dos hedge funds pertenecientes al banco de inversiones Bear
Stearns anuncian que tratarán de recurrir a la incautación de los
bienes de los deudores para recuperar dinero, iniciando el
desmoronamiento que ha acabado en desplome. Durante el mes de julio la
atención se centra en las dificultades del capital equity
//1 para proceder a la compra de la empresa automovilística
Chrysler –de la que se desprendía la alemana Daimler— y de la
Alliance Boots. Las operaciones de compra se fundaban en el leveraged
buyout, que es el modo de funcionamiento de los capitales equity.
Consiste en levantar consorcios financieros que se endeudan en los
"mercados" a fin de comprar sociedades. La deuda aparece
como un coste; es entonces detraído de los impuestos del grupo equity
y cargado a la sociedad a reestructurar, es decir, a los trabajadores
a despedir. La imposibilidad de encontrar los préstamos para tomar el
relevo en Chrysler y en Alliance Boots indicaba que la crisis del
subprime se transmitía al mercado equity por la vía de las
restricciones del crédito. En agosto llega el enuncio de que Goldman
Sachs inyecta 3 mil millones de dólares a fin de sostener su sociedad
Global Equity Opportunities.
Una
crisis prevista y aun anunciada a bombo y platillo, pero que no ha
logrado evitarse. La eliminación de los comportamientos prudentes
radica en el hecho de que los beneficios financieros, sobre todo los
ligados a la transformación de la deuda en una actividad lucrativa,
se han convertido en el motor y en el fin principal de la acumulación,
la cual se funda ya, en realidad, en las plusvalías y apreciaciones
de valores. Tal línea de conducta ha sido secundada, desde hace ya años,
por los bancos centrales y por las instituciones reguladoras. Célebre
fue, en tal sentido, la declaración de Alan Greenspan ante el
Congreso, en donde sostuvo la necesidad de dejar en la opacidad el
mercado de los productos financieros derivados. No sabemos muy bien qué
ocurre allá dentro, afirmó, razón por la cual es mejor no mirar ni
tocar.
El
endeudamiento, al comienzo sólo empresarial y al que hoy se ha añadido
la deuda exorbitante de las familias, está en la base de los actuales
mecanismos financieros. Términos como securization (la emisión de títulos
para sostener la deuda privada) o hedge funds (las sociedades que
gestionan el riesgo, lucrándose en ello) aparecen en los EEUU, y de
manera cada vez más preponderante, a partir de los años setenta. El
espacio para este tipo de actividad se ensancha, o con el aumento del
endeudamiento, o con la eliminación de los diques protectores
expresamente diseñados por Roosevelt para aislar el sistema bancario
de la volatilidad de los "mercados". No es, de hecho, casual
que la ahora enorme inestabilidad de Wall Street se mantuviera en el
período 1963–1969 (el Dow rondaba la cuota 700, acabando en poco más
de 750, con picos intermedios entorno a la cuota 1000) como un
circuito cerrado, mientras la economía y el sistema bancario
prosperaban gracias a las políticas del más grande keynesiano de la
historia, el comunista vietnamita Ho Chi Min.
Con
la ruptura de 1971–73, el endeudamiento empresarial es producto del
estancamiento, mientras que el de las familias, que no deja de crecer
desde Reagan hasta hoy, es resultado de la caída de los salarios
reales. La respuesta económica y política, progresivamente extendida
a Europa, fue la transformación de las deudas en fuentes de
beneficios. Con Clinton cayeron las últimas protecciones del sector
bancario respecto de los "mercados", y –factor de
importancia decisiva—, los programas de pensiones dejaron de ser
definidos en términos de beneficios precisos, como un flujo de
ingreso y de asistencias médicas, para empezar a serlo en términos
de rentas de futuras capitalizaciones.
Ahora,
el mejor fruto del presente para el capital es la compresión salarial
y de las pensiones; pero el presente no arroja beneficios
significativos. Esa es la realidad. En cualquier década que
consideremos, después de 1970, el saldo del crecimiento mundial y
sobretodo de los países desarrollados ha resultado inferior al de la
década precedente. Eso vale también para el quinquenio 2000–2005
(véase UNCTAD, Annual average growth rates of real gross domestic
product).
La
reducción de las tasas salariales no expande la demanda, razón por
la cual el aumento de los beneficios depende de las exportaciones
basadas en los bajos salarios chinos, como ya antes de México; y
sobre todo, de la transformación de ignotos ingresos futuros en
ganancias presentes del capital. La securization, la emisión de títulos
de deuda apoyados en bienes valorados por agencias de rating,
calificadoras del riesgo —auténticas transnacionales
financieras—, ha permitido a las empresas endeudarse por sumas
muchas veces superiores al valor estimado. Se consigue así el pago de
elevados dividendos que disparan el valor de las acciones, atrayendo
otros capitales y permitiendo el ulterior endeudamiento y elevados
premios para los ejecutivos. La gestión del riesgo de esas
actividades es preponderantemente obra de los hedge funds. Éstos
efectúan auténticas operaciones de integración y
"embalaje" de los más variados instrumentos de crédito
—ya empresariales, ya familiares, como en el subprime— en paquetes
definidos como como complex investment vehicles. El lucro consiste en
dispersar el riesgo a la espera de que el flujo de los pagos por parte
de los deudores continúe. Es un modo pícaro de expeler el riesgo
"individual". Pero éste es, sin embargo, endógeno, y nace
de las actividades mismas de los hedge funds. La promiscuidad y la
mezcolanza de los instrumentos es tal, que ni siquiera los propios
hedge funds los comprenden ya cabalmente. Así ha sucedido con los
fondos de la Bear Stearns, cuyos dirigentes se acordaron de las pérdidas
cuando ya era demasiado tarde, iniciando el desplome de las últimas
semanas. Los "embalajes" aseguran, por lo demás, la
contaminación de los componentes "sanos" de los paquetes.
Jugar a la deuda puede funcionar para algunos agentes económicos, en
la medida en que los movimientos en una dirección quedan
contrarrestados por movimientos en la dirección opuesta. Pero si
todos se lanzan de cabeza, el punto más débil –quien no puede
pagar— cede, con efectos en cadena. El resto, ya lo hemos visto.
Lo
descrito hasta aquí no es, empero, una "aberración"
respecto del funcionamiento normal del capitalismo. Al contrario: es
su forma más actual. Por eso los bancos centrales se ven forzados a
abandonar toda pretensión de independencia y a convalidar, aportando
ilimitadamente dinero, las acciones de este "capital que se come
el futuro". Seguiremos.
NOTA
de la Traductora: // 1 La
cantidad de inversión mediante efectivo o ganancias retenidas en una
empresa. A veces es llamado "shareholder equity",
"valor de libro" o valor neto. Para calcular las ratios, los
préstamos de accionistas a la compañía, a menudo son incluidos en
la "equity" de la compañía. El término también significa
la diferencia entre activos y pasivos. Es el compromiso financiero
total de los propietarios con la empresa.
(*)
Joseph Halevi es profesor de Economía Política en la Universidad de
Sydney y está asociado al Institut de Recherches Economiques sur la
Production et le Développement (IREPD) de la Universidad Pierre Mendès
France de Grenoble, France. Es miembro del consejo editorial
internacional de Economie Appliquée (Paris) y del consejo editorial
de Cahiers d'Economie Politique (Paris). Está vinculado también al
centro IREPD (Institut de Recherches Economiques sur la Production et
le Développement) de la Universidad de Grenoble perteneciente al CNRS
(Centre National pour la Recherce Scientifique) francés. Desde 1990
colabora regularmente con el periódico de la izquierda italiana Il
Manifesto en Roma.
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