¿Crisis
de liquidez?
Una
crisis financiera de proporciones mundiales
Por
Arturo Yarish
Tlaxcala, septiembre de 2007
Traducido por Atenea Acevedo (*)
Las páginas de la
prensa especializada en finanzas y la prensa en general están
plagadas de artículos [1] que pretenden explicar la creciente
volatilidad que sacude los mercados financieros alrededor del mundo.
En días recientes, los líderes de grupos financieros internacionales
empezaron a declarar que se está trabajando para tener la crisis bajo
control; sin embargo, mientras predicen tranquilidad, apenas el 21 de
agosto pasado, aproximadamente diez días después del estallido de la
crisis, el New York Times volvió a reportar que “Sigue la
preocupación en Wall Street...”. A medida que los efectos en la
crisis crediticia amplían la incertidumbre, las sacudidas noticiosas
que reportan la crisis dan seguimiento a las sacudidas de los
mercados. El mismo día que el New York Times señaló la continua
preocupación en Wall Street presentó notas con encabezados
contradictorios en el transcurso de menos de una hora. Primero, anunció
“Wall Street se prepara para abrir al alza”; cuarenta minutos
después apareció la nota “Wall Street se enfila a abrir a la
baja”. Si bien podría reconocerse el esfuerzo de los periodistas
por cubrir la noticia minuto a minuto y reportar los más vertiginosos
cambios, la contradicción en los encabezados debe tomarse como medida
de los problemas que se acumulan debajo de la superficie.
A medida que la
crisis se profundiza y tanto Ben S. Bernanke, Presidente del Banco de
la Reserva Federal como Henry Paulson, Secretario del Tesoro,
testifican ante el Comité de Banca del Senado estadounidense, los
efectos de la crisis de liquidez se extienden de los mercados
financieros a los mercados de valores y a los mercados laborales.
Conforme los principales mercados anticipan declives peores, las
corporaciones financieras empiezan a anunciar recortes de empleos.
Mientras los funcionarios aseguran tener todo bajo control, la rápida
expansión de la crisis contradice sus declaraciones.
Es fundamental que
todas las personas, en todas las escalas sociales, entendamos
cabalmente y evaluemos las causas y consecuencias de esta crisis. Los
líderes de las instituciones financieras: banqueros, inversionistas,
especuladores y economistas de redes institucionales nacionales e
internacionales se muestran seguros en público, como si pudieran
controlar o al menos controlar los problemas. Mientras que los líderes
tratan de tranquilizar al público con explicaciones de las medidas
correctivas adoptadas, la prensa del discurso dominante trata de
maquillar glamorosamente una situación harto peligrosa. No obstante,
como los contradictorios noticiosos lo demuestran, la crisis no sólo
se expande, sino que escapa al control de los expertos financieros y a
la comprensión de los reporteros convencionales.
Escribo para los y
las trabajadoras con la intención de aportar un marco de antecedentes
y una perspectiva más clara de las dimensiones de los problemas que
se avecinan y las consecuencias de las medidas que están adoptando
los bancos centrales. Escribo para los miembros de las familias
trabajadoras que quieren entender la terminología, que temen el costo
personal de la crisis y que se preguntan el efecto que tendrán las
supuestas correcciones en sus empleos, sus finanzas familiares y su
futuro. Escribo con la sensación de que es urgente llegar a los mil
novecientos trabajadores de Capital One que perderán su empleo y a
los muchos otros que muy pronto habrán quedado en la calle. Me
pregunto cómo podrán pagar las hipotecas, las cuentas de las
tarjetas de crédito, las mensualidades de sus autos y las
colegiaturas de sus hijos. ¿Desaparecerán sus fondos de pensión
como desaparecieron los de los empleados de Enron? ¿Caeremos en una
nueva depresión económica? Todos debemos preguntarnos qué puede
hacer la gente para ayudarse y ayudar a sus hijos.
En las siguientes líneas
pretendo comentar qué está pasando y por qué, qué es una crisis de
liquidez o crisis crediticia y cuál es su origen, qué pueden hacer
los líderes de las instituciones financieras frente a ella, qué están
dispuestos a hacer y cómo afectarán sus decisiones a los y las
trabajadoras estadounidenses, latinoamericanas y en el resto del
mundo. La crisis crediticia ya ha demostrado su alcance internacional
y sus posibles consecuencias alrededor del planeta.
El pánico cunde hoy
en día. En realidad, la crisis financiera actual se ha estado
cocinando durante largo tiempo, pero pocos pudieron advertir la
acumulación de problemas y aún menos se interesaron en analizar
detalladamente las causas. Mientras unos cuantos se dedicaron a
estudiar pacientemente las consecuencias de largo plazo de las
decisiones económicas de alto nivel en los últimos treinta años en
USA, la desigualdad social y económica empeoró: la deuda interna y
externo alcanzó niveles inauditos, las tasas de interés se
mantuvieron bajas de manera artificial, los ingresos de las familias
trabajadoras se estancaron, las políticas fiscales causaron la
transferencia de un billón de dólares al año del 90% de los
asalariados con menores ingresos al 1% de las personas con mayores
ingresos en USA (The Trillion Dollar Income Shift Parts 1,2, & 3
www.zmag.org/ZmagSite/Apr2007/rasmus0407.html), la tasa de ahorro
nacional cayó a cero y la inflación aumento constante aunque
furtivamente. Los programas neoliberales basados en la expansión de
la deuda, la política del dólar débil, la desindustrialización de
la economía nacional, el ataque a los sindicatos, la exportación de
empleos, la reducción de los salarios y la transferencia de riqueza y
bienestar a los privilegiados ha causado la típica crisis de
sobreproducción que ahora está por transformarse en un
resquebrajamiento financiero internacional. Los errores fundamentales
del capitalismo vaquero ahora se hunden en el capitalismo de casino.
La pirámide financiera se tambalea una vez más mientras los
capitalistas se estremecen.
En los últimos días,
muchos bancos centrales alrededor del mundo han puesto en circulación
enormes cantidades de dólares estadounidenses y euros a través de
diversos métodos estándar de solución rápida para contener la
crisis. Debemos estar concientes de que la capacidad de los bancos
centrales de seguir inyectando fondos a los niveles actuales es
limitada y de que la consecuencia en el largo plazo será, en el mejor
de los casos, la estanflación. [2]
Los bancos centrales
sólo disponen de cuatro o cinco válvulas financieras. En general,
pueden imprimir o destruir billetes (moneda nacional), hacer depósitos
en bancos afiliados, otorgar préstamos a bancos afiliados y subir o
bajar las tasas de préstamos interbancarios. Dos de las tasas de
interés sobre préstamos o interbancarias más comentadas en USA son
la tasa de fondos de la Reserva Federal (la tasa a la que los bancos
se prestan fondos excedentes) y la tasa de descuento (la tasa que fija
la Reserva Federal para prestar dinero a los miembros del sistema de
la Reserva Federal). La Reserva Federal y otros bancos centrales
pueden realizar otras transacciones financieras. Pueden, por ejemplo,
comprar o vender obligaciones financieras de sus respectivos
gobiernos, como bonos o papeles que también afectan la cantidad de
dinero circulante. Si compran estas obligaciones financieras
incrementan la oferta de dinero y al venderlas la contraen. Desde el
11 de agosto los bancos centrales de todo el mundo han estado tratando
de controlar esta crisis expansiva mediante el incremento del
circulante (cuatrocientos mil millones de dólares estadounidenses
hasta el 15 de agosto), pero la crisis sigue expandiéndose.
La principal tarea de
los bancos centrales es administrar la oferta de dinero dentro de un
país. En USA, esta tarea se realiza mediante tres grupos de medidas
monetarias básicas, conocidas como M1, M2 y M3. M1 se basa en el
manejo de efectivo y la demanda de depósitos, incluidos los depósitos
en su cuenta de cheques y la mía. M2 se refiere a cuasidinero o
inversiones a corto plazo, como las cuentas en el mercado de dinero y
los fondos mutuos. M3 incluye M2 más los depósitos interbancarios de
grandes instituciones
http://invest-faq.com/articles/regul-fed-m123.html. La oferta
monetaria se mide mejor con la velocidad del dinero circulante, es
decir, cuán rápido cambia de manos el dinero, y el requisito de las
reservas, es decir, el monto que la Reserva Federal exige a los bancos
afiliados a mantener en reserva para poder cumplir con los retiros
normales. El requisito de las reservas también contribuye al
movimiento general del dinero o la velocidad que tiene en el sistema
al moderar su base de circulación proporcionalmente a lo que se
mantiene en reserva. Es importante destacar que el crecimiento de la
oferta monetaria o medio circulante ha aumentado a un ritmo constante
http://en.wikipedia.org/wiki/Money_supply.
Básicamente, los
bancos centrales otorgan préstamos a sus bancos afiliados, la mayoría
de ellos bancos comerciales, a modo de alivio de los problemas técnicos
comunes a las operaciones interbancarias que tienen lugar dentro del
sistema, como los procedimientos para pago de cheques. En USA, el
Banco de la Reserva Federal presta o deposita dólares estadounidenses
con regularidad en bancos comerciales nacionales, como Citibank o
Chase, para que éstos dispongan de un abastecimiento adecuado de
dinero y ofrezcan préstamos baratos a intermediarios de Wall Street,
como Bear Sterns o Merrill Lynch. A su vez, usan los fondos para
prestarlos a sus clientes y mantener la circulación del dinero en el
mercado accionario, el mercado de bienes básicos y otros mercados
financieros.
La mayoría de los
actores en el mercado también están bien apalancados: compran
acciones y otros instrumentos financieros sofisticados con dinero
prestado. Ya que estos instrumentos financieros adquiridos con dinero
prestado pierden valor en el mercado, en algún punto los tenedores se
ven obligados a vender grandes cantidades de papeles financieros
(bonos, acciones, etc.), presionando los precios del mercado hacia
abajo aún más y con mayor rapidez. Los bancos centrales están
inyectando enormes cantidades de efectivo al sistema bancario
internacional para que los jugadores puedan seguir jugando, ya que si
los bancos comerciales deciden dejar de otorgar préstamos o se ven
imposibilitados para otorgarlos en los diversos mercados, la crisis de
liquidez se agravará, es decir, la circulación de fondos disponibles
se hará más lenta o se detendrá del todo. Si los bancos sienten que
el riesgo de los préstamos es demasiado alto y dejan de otorgarlos a
la tasa actual, el juego se paraliza repentinamente y puede derivar en
una crisis, tal como sucedió en 1907 y en 1929.
Esta simplificación
excesiva tiene por objeto presentar un resumen de antecedentes, breve
pero conciso, de las causas de la crisis y su avance, las soluciones
diseñadas por los banqueros y sus posibles consecuencias. En este
punto, los bancos centrales están inundando los mercados con fondos,
por ejemplo, divisas, a fin de que los sistemas financieros
interconectados no se vengan abajo.
El Presidente del
Banco de la Reserva Federal, Ben S. Bernanke, es un monetarista a
ultranza. Su análisis de la “Crisis del 29” nutre su decisión de
inyectar dinero al sistema a un ritmo más rápido de lo normal para
asegurar a los grandes bancos y los grandes corredores de bolsa que el
efectivo seguirá fluyendo en cantidades suficientes para permitir las
operaciones comerciales de préstamo más o menos normales. Sin entrar
en grandes detalles, la inyección de fondos es una medida obvia de
emergencia para mantener bajas las tasas de interés, pero no es sino
una solución temporal, una medida que no puede prolongarse y que
propiciará la inflación que sólo causará más problemas.
La Reserva Federal
está en aprietos y se debate entre la banca nacional que quisiera
ampliar la oferta de dinero para atravesar y salir de la crisis
actual, y la comunidad financiera internacional que siente que posee
demasiados dólares estadounidenses y desea deshacerse de parte de
ellos. En otras palabras, los tenedores internacionales de dólares
están listos para vender más dólares. En otro sentido, la situación
actual se ha tornado más volátil porque la enorme oferta
internacional de dólares estadounidenses no puede controlarse de la
misma manera que un banco central habría controlado la oferta de
dinero dentro de su jurisdicción. La oferta internacional de dólares
estadounidenses es demasiado grande y la promesa de canjearlos es, de
cierta forma, imposible. Los sabios del mundo financiero saben que el
dólar sólo puede circular como promesas vacías de pago, pero para
pagar qué y para pagar cuándo. El valor de las enormes cantidades de
dólares estadounidenses flotando en los mercados financieros del
mundo depende totalmente de dos factores basados en nada más que fe:
los tenedores de dólares estadounidenses tienen “fe y confianza
plena” en que el gobierno federal estadounidense seguirá pagando
una tasa de interés relativamente aceptable. La teología del
capitalismo ahora conforta su realidad.
La Reserva Federal no
puede incrementar las tasas de interés porque agravaría el de por sí
rápido deterioro del mercado del espejismo de los bienes raíces. No
puede bajar las tasas de interés demasiado porque aceleraría el
creciente flujo de dólares estadounidenses al exterior. La Reserva
Federal y otros bancos centrales están añadiendo liquidez operativa,
efectivo, al sistema en cantidades sin precedentes a fin de mantenerlo
funcionando para los capitalistas. La etapa del rescate por la que se
preguntan las personas (nosotros, trabajadores ordinarios, sabemos que
algunas instituciones financieras son “demasiado grandes para
quebrar”) llegará cuando crezca la presión política para bajar la
tasa de los fondos de la Reserva Federal, la tasa de préstamos
interbancarios en el país o, de manera más obvia, cuando baje la
tasa de descuento. El presidente de la Reserva Federal, Bernanke, ha
resistido la fuerte presión para bajar la tasa de descuento y la tasa
de los fondos porque conoce las consecuencias internacionales: el
abandono del dólar estadounidense a favor de otras inversiones. Los
europeos y los asiáticos se las están maniobrando para protegerse.
Básicamente, el
presidente Bush tenía razón cuando declaró hace poco que la
liquidez está ahí; lo que no dijo y quizá no entienda del todo es
que los inversionistas potenciales perciben que el riesgo actual es
demasiado grande para incursionar en el mercado. Por lo tanto, al no
prestar dinero se genera una crisis de liquidez o crisis crediticia
que podría ganar impulso con gran rapidez conforme instituciones e
individuos prestamistas toman tres decisiones de tipo financiero: los
bancos y los intermediarios no prestan dinero en cantidades
suficientes; las instituciones y los grupos, como los fondos de
cobertura, empiezan a vender en una medida de autodefensa a fin de
preservar lo que pueden, y los tenedores internacionales de dólares
estadounidenses reducen su nivel de exposición. Una cuarta posible
decisión bancaria, demandar el pago de los préstamos vigentes,
causaría más venta y presionaría los precios en el mercado hacia
abajo y con mayor rapidez. Casi podemos oír el sonido de succión
proveniente del centro del ciclón.
Ahora Bernanke teme
rescatar a los inversionistas en fondos de alto riesgo porque bajar la
tasa de descuento de la Reserva Federal hará que pronto la tasa de
los Fondos de la Reserva acelere la fuga de dólares estadounidenses.
Así, si sucumbe a la creciente presión política para salvar a los
acaudalados inversionistas en áreas de alto riesgo, puede generar una
inflación incontrolable, capaz de ahorcar a la economía nacional y
enviar ondas de choque aún más poderosas a los mercados
internacionales, lo que incrementaría la fuga de dólares
estadounidenses y lo obligaría a elevar las tasas de interés para
proteger la moneda, maniobra que de todas maneras acabaría por
ahorcar a la economía nacional.
Lo que ahora está
haciendo la Reserva Federal es asumir el riesgo de mayor inflación en
el corto plazo con la esperanza de lograr tranquilizar los mercados
nacionales e internacionales. Después, la Reserva Federal tratará de
controlar la tendencia inflacionaria que ella misma genera poniendo más
efectivo en circulación, lo que sólo intensificará y prolongará el
círculo vicioso. De manera concomitante a la medida provisional de
“inyectar” fondos al sistema, los líderes financieros ahora
tratan de “aminorar la crisis con palabrería”, es decir, tratan
de convencer a todo el mundo de que la crisis está bajo control, pues
saben, sacerdotes supremos de la teología capitalista, que no hay válvulas
que girar y que la mayoría de las válvulas están atoradas entre dos
de las causas de la crisis del dólar: la actual política de dólar débil
(soft-money) y la flotación internacional masiva del dólar
estadounidense. (Sobre los esfuerzos para tranquilizar a la población,
véase “Small Investors See as Safer in the Stock Slide” en The
New York Times, 13 de agosto).
Hay que tener los
ojos bien abiertos. Aunque no soy practicante puro del análisis de
tendencias, veo que estamos en el borde exterior del largo “ciclo de
Kondratieff”
www.economyprofessor.com/economictheories/Kondratieff-cycle.php. Los
neoliberales han ampliado y agravado el ciclo; realmente creen que
pueden estirar los procesos al infinito, crisis tras crisis, pero esta
vez la crisis ha alcanzado proporciones internacionales y no hay
equivalentes a las instituciones nacionales para abordar el asunto.
Llegó el momento de cubrirse y organizarse.
Si bien los bancos
centrales están concentrados en el manejo de la crisis de liquidez
general, la primera etapa de rescates se echo a andar con la reducción
de la tasa de descuento. La etapa administrativa de los siguientes
programas de rescate verá la luz después de las audiencias de Comité
de Banca del Senado como programas para salvar a los propietarios de
los bienes raíces y no como programas para ayudar a los
multimillonarios a evadir las consecuencias de su conducta
especulativa y derrochadora. Después, las familias trabajadoras se
verán forzadas a pagar los platos rotos con inflación, despidos para
reducir costos y una mayor carga fiscal. Así pagarán el rescate de
los peces gordos. El panorama pinta negro.
Estoy abierto a
comentarios y críticas que me permitan afinar este panorama general
de la crisis.
Notas:
(*)
Atenea Acevedo es miembro de Rebelión y Tlaxcala, la red de
traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede
reproducir libremente a condición de respetar su integridad y
mencionar al autor, al traductor, al revisor y la fuente.
1.-
El presente texto está inspirado en numerosos artículos presentados
en la sección Negocios del New York Times a partir del estallido de
la actual crisis financiera y crediticia en USA, entre ellos el artículo
de Vikas Bajaj titulado “Central Banks Intervene to Calm Volatile
Markets”, publicado el 11 de agosto de 2007.
2.-
Estanflación: cero crecimiento económico acompañado de altas tasas
de inflación.
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