La
crisis bursátil 2007
El
socialismo para ricos y el capitalismo para pobres
Por
Juan Hernández Vigueras (*)
La Haine, 01/09/07
La
Reserva Federal estadounidense – como el BCE y demás bancos
centrales - les da facilidades a la oligarquía de bancos importantes
para que prosigan el negocio especulativo.
En
lugar de medidas de apoyo a las familias agobiadas por el impago de
sus hipotecas de riesgo o subprime, el pasado 17 de Agosto el banco
central estadounidense, la Reserva Federal, optaba por reducir el tipo
de descuento para los grandes bancos entrampados en la especulación
con activos financieros respaldados por ese tipo de hipotecas
concedidas.
Hace
unos meses, los abusos en el mercado de las hipotecas subprime ya
motivaron que se descartara en el Senado y el Congreso una legislación
federal que los corrigiera y que el aumento de los tipos de interés o
la súbita pérdida de ingresos personales dejara a mucha gente sin
vivienda.
Y
ante el hundimiento de ese mercado por los impagos, algunos líderes
demócratas han defendido la intervención de Fanny Mae y Freddie Mac,
las dos grandes sociedades patrocinadas por el Estado federal para
ayudar en la financiación del acceso a la vivienda de los más
desfavorecidos; que con tal fin fue creada la primera por Franklin D.
Roosevelt en los años treinta. Pero la Administración Bush se opuso
tajantemente (Forbes 22/3/2007); los principios del capitalismo se
aplican siempre a los pobres.
Por
contra, ante la pérdida de confianza en la Bolsa y la súbita crisis
de liquidez crediticia entre la oligarquía de bancos y entidades
financieras principales porque nadie se fía de nadie, la Reserva
Federal -como el BCE y todos los bancos centrales- ha preferido
atender las demandas de Wall Street, primero con inyecciones de dinero
público en el sistema bancario y luego ofreciendo una “ventanilla
de descuentos”, préstamos abaratados y para 30 días en vez de un
solo día, con el fin de reactivar la especulación que mantenía las
altas cotizaciones que no se correspondían en muchos casos con el
valor real de las empresas cotizadas. Es el sofisticado socialismo
para ricos.
Y
una muestra del predominio de los mercados financieros que merecería
alguna reflexión de nuestros líderes políticos.
Porque
la realidad conocida es el pánico bursátil durante semanas surgido
de un hecho simple y es que nadie conoce la cuantía de la cartera de
“valores respaldados por activos financieros”, es decir, por las
hipotecas que han resultado impagadas. Adquiridos con excesivo
endeudamiento por bancos, fondos y entidades que no rinden cuentas, la
sucesiva quiebra en los últimos meses de bancos y entidades
hipotecarias de los EEUU afectadas por impagos, se ha desencadenado la
incertidumbre y la restricción de créditos destinados a la adquisición
de esos productos financieros generados por las hipotecas de riesgo. Y
el viernes 17 de Agosto la prensa mostraba las caídas de las
cotizaciones del jueves desde Hong Kong a Nueva York y Buenos Aires
pasando por las Bolsas europeas. Cuanto mayor grado de financiarización
de su economía, mayor repercusión de la crisis.
¿Por
qué el impago en Illinois de unas hipotecas poco garantizadas ha
desencadenado una crisis en las Bolsas de todo el mundo?
Porque
al decir de un analista “la burbuja inmobiliaria explotó en los
EEUU, pero la burbuja crediticia es global” y ésta apenas tiene que
ver con aquélla. Por un lado, los valores respaldados por esas
hipotecas de riesgo resultan difíciles de vender y también de
valorar puesto que su rentabilidad se deriva de los dudosos pagos
hipotecarios; y por otro lado, no se conceden préstamos porque ni los
bancos ni los fondos conocen quienes y cuanto han perdido por los
impagos. En Paris el director general de BNP Paribas le transmitía a
la Ministra francesa de Economía la imposibilidad de calcular el
valor de liquidación de sus tres fondos de inversiones congelados días
antes, debido a la crisis de los créditos hipotecarios de riesgo en
los EEUU.
Como
ahora sabemos, este tipo de hipotecas subprime son concedidas con
aparentes facilidades a personas con pocos recursos o de dudosa
solvencia, por bancos y por entidades dedicadas al negocio
hipotecario; y que para transferir y repartir los riesgos acumulados
“empaquetan” estos créditos como productos financieros
innovadores con extrañas denominaciones (CDOs o Collateralized Debt
Obligations; CDS o credit default swap y demás “instrumentos
financieros estructurados”, modalidades de bonos y derivados). Es la
titulización que permite a las grandes entidades financieras
especular con nuevos valores mediante “compras apalancadas” (LBO o
leverage-buy out, es decir, con endeudamiento por encima del capital
propio) dentro del negocio financiero mundial que distribuye riesgos
por el mundo sin identificar a los compradores.
Porque
todos esos esotéricos vocablos pretenden esconder unas apuestas de
casino arriesgadas sobre esas hipotecas tan particulares, sin generación
de bienes ni empleo. Y en lugar de dejar que el miedo guarde la viña
y que la demanda y la oferta reestablezcan el equilibrio en el
mercado, la Reserva Federal estadounidense – como el BCE y demás
bancos centrales - les da facilidades a la oligarquía de bancos
importantes para que prosigan el negocio especulativo impidiendo la
penalización con pérdidas que compensen las ganancias de otro
momento. Naturalmente, nos dicen, la justificación está en evitar el
riesgo sistémico, el contagio a todo el sistema económico; olvidándose
de quienes se vieron desposeídos de la casa adquirida por impago de
la hipoteca, que si están sometidos a los avatares de la economía
real capitalista.
Entre
tanto, ninguna autoridad es capaz de ofrecernos una explicación
significativa de tal crisis financiera en curso, vacío que llenan las
declaraciones de distinguidos gestores y los rumores que suplen la
falta de transparencia contable de operadores y de mercados.
Porque
la opacidad es consustancial a la actual economía financiera
alimentada por la incertidumbre que crea. Por un lado, con la creación
de “activos respaldados por los créditos hipotecarios” se busca
de inmediato sacar esos créditos de la contabilidad de las entidades
hipotecarias y ponerlos en circulación en un mercado sin cotizaciones
oficiales. Y por otro lado, los principales actores de la crisis son
los hedge funds o fondos de alto riesgo registrados en offshore, en
paraísos fiscales, que operan en los mercados del dinero mientras las
entidades propietarias cotizan en las Bolsas importantes. Pero su
opacidad se garantiza mediante su domiciliación en paraísos fiscales
extraterritoriales, donde no solamente no pagan impuestos por los
beneficios, sino que no se les exige información pública.
Precisamente, el banco de inversiones Bear Stearns se ha visto
obligado a liquidar sus dos hedge funds declarados en bancarrota en
las Caimán, donde están domiciliados, aunque sus activos se
encuentran en Nueva York; riesgos añadidos para acreedores e
inversores (Bloomberg 7/8/2007). De ahí la pérdida de confianza y la
volatilidad de las cotizaciones. (...)
Con
el oportunismo político que le caracteriza, el presidente francés
Sarkozy pedía la convocatoria del G-8, para abordar la falta de
transparencia de los mercados mundiales del dinero; aunque hace sólo
unos meses en la cumbre de Hellingendam se descartaban los intentos
reguladores de Angela Merkel para una financiarización que cada vez
suscita más problemas insolubles.
¿Cuánto
durará la volatilidad o la inestabilidad de las Bolsas? ¿Afectará
esta crisis financiera a la economía real? A estas y otras preguntas
ya contestó John K.Galbraith: “No hay respuestas; nadie lo sabe y
quienquiera que pretenda contestar es que no sabe que no sabe” [1]
Nota:
(*)
Juan Hernández Vigueras es miembro del Comité de Apoyo de Attac.
Autor del libro “Los Paraísos Fiscales. Cómo los centros offshore
socavan las democracias”, Akal, 2005.
[1]
Galbraith, Breve historia de la euforia financiera. Ariel, 1991, pág.119.
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