¿Cómo
hemos llegado a este desastre?
Por George Monbiot
(*)
The Guardian, 28/08/07
La Haine, 18/09/07
Traducido por Félix Nieto para “Globalízate”
y revisado por “La Haine”
Dado
que las crisis son los efectos predecibles del desmantelamiento de los
servicios públicos y de la desregulación de negocios y mercados
financieros y dado que dañan los intereses de la gran mayoría ¿Como
es que el neoliberalismo ha llegado a dominar la vida pública? (La
Haine)
Por primera vez, la deuda del consumo en el
Reino Unido sobrepasa nuestro producto interior bruto: un nuevo
informe dice que debemos 1,35 billones de libras.(1) En los Estados
Unidos se ha descubierto que 77.000 puentes se encuentran en las
mismas condiciones peligrosas que el que se ha hundido en el Missisipi.(2)
Dos años desde el Katrina y 120.000 personas siguen viviendo en
caravanas o en acomodaciones temporales. Mientras el cambio climático
se nos está yendo de las manos, los gobiernos se niegan a tomar las
acciones necesarias. Una creciente desigualdad amenaza con crear las
sociedades más divididas desde antes de la Primera Guerra Mundial y
ahora una crisis financiera provocada por unos préstamos sin regular
puede echar a cientos de miles de personas de sus hogares, disparando
una cascada de problemas económicos.
Esos problemas parecen no estar relacionados,
pero todos tienen algo en común. En gran medida todos ellos provienen
de una reunión que se celebró hace 60 años en un centro de
vacaciones suizo. Allí se pusieron los cimientos para una nueva
filosofía política que es la responsable de muchas, puede que la
mayoría, de nuestras crisis contemporáneas.
Cuando la Mont Pelerin Society se reunió
por primera vez en 1947 su proyecto político no tenia nombre pero si
sabia cual era su objetivo. El fundador de la Sociedad, Friedrich Von
Hayek, remarcó que la batalla de las ideas tardaría tiempo en ser
ganada, al menos una generación, pero sabía que su ejército de
intelectuales atraería apoyos poderosos. Su filosofía, que más
tarde se conocería como neoliberalismo, fue acordada con los
intereses de los ultra ricos, para que así estos la promoviesen.
El neoliberalismo dice que estaremos mejor
servidos con un mercado lo mas libre posible y con la mínima
intervención del estado. La función del gobierno se limitará a
crear y a defender los mercados, proteger la propiedad privada y a la
defensa del territorio. El resto de funciones están mejor en manos
privadas, que va a ser empujada por el ansia de beneficios a prestar
los servicios esenciales. Así, la iniciativa privada es desregulada,
se toman decisiones racionales y los ciudadanos son liberados de la
deshumanizadora mano del estado.
Esto al menos es la teoría. Pero como David
Harvey propone en su libro A brief History of Neoliberalism
[Una suscinta historia del neoliberalismo], donde el modelo neoliberal
ha sido aplicado ha producido una transferencia de la riqueza, no sólo
para el 1% más rico sino para el 10% del 1% (4). En los Estados
Unidos, por ejemplo, el 0,1% más rico ya ha recuperado la posición
que tenían a comienzos de los años veinte. Las condiciones que el
neoliberalismo demanda para liberar a los seres humanos de la
esclavitud del estado -mínimos impuestos, el desmantelamiento de los
servicios públicos y de la seguridad social, desregulación,
debilitamiento de los sindicatos- resultan ser las condiciones
requeridas para hacer a la elite todavía más rica, mientras que deja
a los demás que se hundan o con el agua al cuello.
Por lo tanto la pregunta es esta. Dado que las
crisis que he mencionado son los efectos predecibles del
desmantelamiento de los servicios públicos y de la desregulación de
negocios y mercados financieros y dado que dañan los intereses de la
gran mayoría ¿Como es que el neoliberalismo ha llegado a dominar la
vida pública?
Una vez Richard Nixon se vio obligado a
reconocer que “ahora todos somos keynesianos”; incluso los
republicanos apoyaron las doctrinas intervencionistas de John Maynard
Keynes. Pero ahora todos somos neoliberales. Mrs. Thatcher no paró de
decirnos que “No hay alternativa”, y al implementar sus programas,
Clinton, Blair, Brown y otros líderes de los que un día fueron
partidos progresistas parece que le dan la razón.
La primera ventaja de los neoliberales es que
poseían un chorro incesante de dinero. Oligarcas americanos y sus
fundaciones –Coors Olin, Scaife, Pew y otras- han invertido
cientos de millones en crear thinktanks, escuelas empresariales
y en la transformación de los departamentos de economía de las
universidades en bastiones de un pensamiento neoliberal casi
totalitario. The Heritage Foundation, The Hoover Institute, The
American Enterprise Institute y muchos otros en los EEUU, y
algunos en el Reino Unido como The Institute of Economics Affairs,
The Centre for Policy Studies y The Adam Smith Institute fueron
establecidos para promover este proyecto. Su objetivo era desarrollar
las ideas y el lenguaje que enmarcarían las verdaderas intenciones
del programa: la restauración del poder de la elite, presentándolo
como una propuesta para la mejora de la humanidad.
Su proyecto fue asistido por ideas que provenían
de un sector muy diferente. Los movimientos revolucionarios de 1968
también buscaron más libertades individuales, y muchos de los soixante-huitards
vieron al estado como su opresor. Como Harvey muestra, los
neoliberales adoptaron su lenguaje y sus ideas. Algunos anarquistas
que conozco todavía proclaman nociones casi idénticas a las de los
neoliberales: la intención es diferente, pero las consecuencias son
muy similares.
Los discípulos de Hayek también pudieron usar
las crisis económicas. Uno de sus primeros experimentos se llevo a
cabo en Nueva York, golpeada por un desastre presupuestario en 1975.
Sus banqueros demandaron que la Ciudad siguiera sus prescripciones:
reducciones masivas en los servicios públicos, aniquilación de los
sindicatos, subsidios públicos para los negocios.(6) En el Reino
Unido, un estancamiento económico, huelgas y una caída
presupuestaria permitió a Margaret Thatcher, cuyas ideas estaban
enmarcadas por su consejero neoliberal Keith Joseph, llegar al
rescate. Su programa funcionó, pero creo una nueva serie de crisis.
Si esas oportunidades no eran suficientes, los
neoliberales y sus aliados utilizarían el chantaje o la fuerza. En
los EEUU los Demócratas fueron neutralizados con nuevas leyes sobre
la financiación de las campañas. Para competir exitosamente con los
Republicanos tendrían que dar a las grandes compañías lo que les
pidiesen. El primer programa neoliberal que se implemento fue en Chile
tras el golpe de Pinochet, con el apoyo de los EEUU y de economistas
discípulos de Milton Friedman, uno de los fundadores de la Mont
Pelerin Society. Conseguir apoyos para el proyecto fue algo
sencillo: si estabas en contra, te pegaban un tiro. El FMI y el Banco
Mundial utilizaron su poder para demandar que los países en vías de
desarrollo aplicaran las mismas políticas.
Pero el promotor más poderoso de este programa
fueron los medios de comunicación. Casi todos propiedad de
multimillonarios que usaron esos medios para proyectar las ideas que
apoyaban sus intereses. Aquellos que amenazan sus planes son ignorados
o ridiculizados. Es por medio de los periódicos y las cadenas de
televisión que unas ideas socialmente destructivas de un pequeño
grupo de extremistas han llegado a parecer como el sentido común.
Los pensadores de las corporaciones venden el
proyecto redibujando nuestro lenguaje político (para saber como
ocurre esto, ver el libro de George Lakoff, Don’t think of an
Elephant! *(7). Hoy en día escucho incluso a amigos progresistas
usando términos como creadores de riqueza, reducciones de impuestos,
gobierno fuerte, democracia de los consumidores, cinta roja, cultura
compensatoria, buscadores de empleo y aprovechadores de subsidios.
Esos términos, inventados deliberadamente o promovidos por los
neoliberales, son tan comunes que parecen casi neutrales.
El neoliberalismo, si no se controla, catalizará
crisis tras crisis, las que pueden ser resueltas sólo por el método
que prohíbe: más intervención por parte del estado. Al enfrentarse
a ello, debemos reconocer que nunca seremos capaces de movilizar los
recursos que se han dado a sus exponentes. Pero mientras los desastres
que han causado se desarrollan, el público cada vez necesitará menos
persuasión de que ha sido engañado.
Notas:
(*) George Monbiot, periodista británico,
acaba de publicar en el Reino Unido "Heat: How to Stop the Planet Burning"
(Allen Lane, Londres, 2006). Es
autor también de "The Age of Consent" (HarperPerennial, Londres, 2004)
y "Captive State" (Pan, Londres, 2001).
1.
Larry Elliott, 23rd August 2007. Consumers’ debt overtakes gross
domestic product. The Guardian.
2.
Ed Pilkington, 24th August 2007. Guano theory in bridge collapse. The
Guardian.
3.
Anthony Lane, 27th August 2007. New Orleans: A National Humiliation.
The New Statesman.
4.
David Harvey, 2005. A Brief History of Neoliberalism. Oxford
University Press.
5.
See the graph on p17 of Harvey’s book.
6.
David Harvey, ibid.
7.
George Lakoff, 2004. Don’t Think of an Elephant: Know Your Values
and Frame the Debate. Chelsea Green.
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