A la búsqueda del petróleo difícil
(*)
El nuevo pesimismo energético
Por
Michael
Klare (**)
InfoMORENO
Nº 217, 05/10/07
Este trabajo reciente de M. Klare analiza
el significado de la tesis del “pico del petróleo” y, desde la
perspectiva de los EEUU, señala los difíciles tiempos que
esperan a los grandes consumidores de crudo. Los conflictos
sociales y de la política mundial son sentidos como una amenaza a la
“seguridad energética” y podrían justificar las agresivas políticas
de los “halcones”. (InfoMOreno)
Cuando la teoría del “pico del petróleo”
fue publicada ampliamente por primera vez en libros tan
trascendentales como “Hubbert's Peak” (2001) de
Kenneth Deffeyes, “The Party's Over”
(2002) de Richard Heinberg, “Out of Gas” (2004)
de David Goodstein, y “The End of Oil” (2004) de
Paul Robert, funcionarios de la industria de la energía y sus
asociados en el gobierno generalmente ridiculizaron la noción. Un
pico inminente –y la decadencia subsiguiente– en la producción
global de petróleo fueron ridiculizados como ciencia de lunáticos
con poco fundamento geológico. “Sobre la base de [nuestro] análisis”
afirmó confiadamente el Departamento de Energía de EE.UU. en 2004, “esperaríamos
que el petróleo convencional llegara a su pico más cerca de la mitad
que a principios del Siglo XXI.”
Recientemente, sin embargo, un aluvión de
informes de alto nivel del gobierno y de la industria han comenzado a
sugerir que los teóricos originales del pico del petróleo estaban
mucho más próximos a la tétrica realidad de la disponibilidad
global de petróleo que lo que estaban dispuestos a admitir los
analistas de la industria. El optimismo de la industria sobre las
perspectivas de suministro de energía a largo plazo, indican esos
informes oficiales, han cedido el paso a un profundo pesimismo,
incluso en las mayores centrales corporativas del Gran Petróleo.
El cambio en perspectiva tal vez lo sugiera
mejor un artículo del 27 de julio en el Wall Street Journal
intitulado “Los beneficios del petróleo muestran señales
de envejecimiento”.Aunque informa sobre los asombrosos
beneficios en el segundo trimestre de los gigantes del petróleo
ExxonMobil y Royal Dutch Shell
–10.300 millones de dólares para el primero, 8.700 millones para el
segundo– el Journalseñaló tristemente que los inversionistas se
preparan para resultados decepcionantes en los trimestres futuros ya
que el costo de la nueva producción aumenta y la producción baja en
los campos más antiguos. “Todas las compañías petroleras
tienen dificultades para aumentar la producción,” explicó
Peter Hitchens, analista en la casa de corretaje Teather and Greenwood.
“[Sin embargo] se hace más y más difícil preparar proyectos a
tiempo y dentro del presupuesto”.
Para apreciar la naturaleza del dilema del Gran
Petróleo hay que volver a estudiar brevemente la teoría del pico del
petróleo. Tal como fuera formulada originalmente por el geólogo del
petróleo M. King Hubbert en los años cincuenta, el
concepto sostiene que la producción mundial de petróleo aumentará
hasta que se haya agotado aproximadamente la mitad del patrimonio
original de petróleo del mundo; una vez que se haya alcanzado ese
punto, la producción diaria llegará a un pico e iniciará una
irreversible decadencia.
Los sucesores de Hubbert, incluyendo al
profesor emérito Kenneth Deffeyes de Princeton,
afirman que ahora hemos consumido aproximadamente la mitad del
suministro original y que por lo tanto hemos llegado a, o muy cerca
de, el momento de pico de la producción predicho por Hubbert. Desde
que el concepto irrumpió en la conciencia pública hace algunos años,
sus proponentes y críticos han discutido ampliamente sobre si hemos o
no llegado a la producción máxima mundial de petróleo. De cierto
modo, es un argumento discutible, porque las cifras involucradas en la
producción convencional de petróleo han sido crecientemente
oscurecidas por petróleo derivado de fuentes “inconvencionales”
–profundos yacimientos costa afuera, arenas
alquitranosas, y líquidos de gas natural, por ejemplo– que están
siendo mezclados a las materias primas petrolíferas para producir
gasolina y otros combustibles. En los últimos años, esto ha
complicado cada vez más el cálculo de los suministros de petróleo.
Como resultado, podrán pasar años antes de que podamos estar seguros
de la oportunidad exacta del momento del pico del petróleo global.
La era del petróleo difícil
Existe, sin embargo, un segundo aspecto de la
teoría del pico del petróleo, que no es menos relevante cuando tiene
que ver con la visión del suministro global, un aspecto que es mucho
más fácil de detectar y evaluar en la actualidad.
Los teóricos del pico del petróleo han
afirmado desde hace tiempo que la primera mitad del petróleo del
mundo que será extraída y consumida será la mitad fácil. Se
refieren, por supuesto, al petróleo que se encuentra en las costas o
cerca de las costas, petróleo cercano a la superficie y concentrado
en grandes reservas; petróleo producido en sitios acogedores, seguros
y fáciles.
La otra mitad –que (si tienen razón) queda
del suministro de petróleo del mundo– es el petróleo difícil.
Quieren decir que está enterrado lejos, costas afuera o profundamente
bajo tierra; petróleo esparcido en pequeños yacimientos difíciles
de encontrar; petróleo que debe ser obtenido de sitios poco
amistosos, políticamente peligrosos, o arriesgados. Una vista a ojo
de inversionista en petróleo de nuestro planeta energético de hoy,
revela rápidamente que ya parecería que estuviéramos entrando a la
era del petróleo difícil. Esto explica el creciente pesimismo entre
analistas de la industria, así como ciertos cambios en la conducta
del mercado energético.
En sólo una señal de la nueva realidad, el
precio del punto de referencia de petróleo crudo liviano, dulce,
estadounidense, para entrega el próximo mes, subió a nuevas alturas
el 31 de julio, superando el antiguo récord para comercio intradía
de 77,03 dólares por barril, fijado en julio de 2006. Algunos
observadores predicen que un precio de 80 dólares por barril está a
la vuelta de la esquina; mientras que John Kildruff,
un analista perfectamente serio del corredor de futuros Man Financial,
dijo a Bloomberg.com: “Estamos a sólo un titular importante
del petróleo a 100 dólares”. Nuevas alteraciones en los
suministros nigerianos o iraquíes, o un ataque militar de EE.UU.
contra Irán, explicó, podrían provocar ese aumento de precio en el
equivalente energético de un nanosegundo.
Una señal de otro tipo fue dada el 7 de agosto
de 2007 por el gobierno de Kazajstán en el Asia Central, rica en petróleo.
Advirtió a los operadores privados del gigantesco proyecto petrolero
costa afuera Kashagan –en el sector kazajo del Mar Caspio– que
redujeran costos y aceleraran el comienzo de la extracción, o encararán
una posible toma de control por el gobierno. En una entrevista, el
primer ministro, Karim Masimov, dijo de modo
amenazador: “Estamos muy desilusionados con la ejecución del
proyecto. Si el operador no puede resolver estos problemas, no
excluimos su posible reemplazo.”
Hay que recordar que Kashagan, no es un
proyecto petrolero cualquiera: es el mayor yacimiento que ha sido
desarrollado en cualquier parte del mundo desde el descubrimiento de
Prudhoe Bay en Alaska, hace unos 40 años. Con reservas de petróleo
estimadas entre 9 y 13.000 millones de barriles, es crucial para las
esperanzas de sus principales desarrolladores –Exxon, ConocoPhillips,
Shell, Total (de Francia), y ENI (de Italia) –para aumentar su
producción en los años por venir. Consistente con el aspecto del “petróleo
difícil” de la teoría del pico del petróleo,
sin embargo, Kashagan resulta desalentadoramente difícil de convertir
en una fuente exitosa de petróleo. La reserva de petróleo en sí está
enterrada bajo una capa de gas de alta presión, lo que hace que su
extracción sea extremadamente difícil, y contiene niveles
anormalmente elevados del letal sulfuro de hidrógeno; además, todo
el campo está ubicado en un área poco profunda del Mar Caspio que se
congela durante cinco meses por año y es el sitio de incubación de
focas poco comunes y esturiones belugas.
Como resultado de estos y otros problemas, el
consorcio operador de Kashagan ha sufrido la casi duplicación de la
cuenta para el lanzamiento del proyecto –de 10.000 millones a 19.000
millones de dólares– y ha postergado el comienzo de la producción
inicial de 2005 a 2010, enfureciendo al gobierno kazajo, que había
esperado estar recibiendo ya miles de millones de dólares en
impuestos y royalties.
Un mundo exigente
Y luego, tenemos esos informes de agencias y
organizaciones de alto nivel sobre el cuadro energético global, que
llegan todos a la misma conclusión básica: esté o no inmediato el
pico de la producción mundial de petróleo, el futuro del suministro
global de petróleo en un mundo de una demanda que crece
interminablemente, parece sombrío.
La primera de estas recientes advertencias,
intitulada “Medium-Term Oil Market Report”
(Informe a mediano plazo del mercado del petróleo), fue publicado el
8 de julio por la Agencia Internacional de la Energía (IEA), un
brazo de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico
(OCDE), el club de las mayores potencias industriales.
Aunque está repleto de estadísticas y análisis
técnicos, el informe, que evalúa la ecuación global del suministro
y la demanda del petróleo hasta 2012, parecía filtrar ansiedad y
llegó a una conclusión claramente preocupante: debido a que es
probable que la demanda mundial de petróleo siga aumentando a un
ritmo acelerado y a que no se espera que el desarrollo de nuevos
campos petrolíferos pueda hacer lo mismo, es probable que emerjan
importantes déficit dentro de los próximos 5 años.
El informe de la IEA predice que la actividad
económica mundial crecerá en un promedio de 4,5% por año durante
este período, impulsada sobre todo por el crecimiento irrefrenable en
China, India, y otras dinamos asiáticas. La demanda global de petróleo
aumentará, predice, en un 2,2% por año, impulsando el consumo
mundial de petróleo de aproximadamente 86,1 millones de barriles por
día en 2007 a 95,8 millones de barriles en 2012. Con suerte y
sustanciales nuevas inversiones, la industria petrolera mundial podría
lograr aumentar suficientemente la producción para satisfacer este
mayor nivel de demanda, pero, si lo hace, apenas. Más allá de 2012,
la perspectiva de producción parece mucho más sombría. Y hay que
recordar que hablan de la perspectiva más favorable.
Hay una serie de temores específicos que
subyacen a las conclusiones del informe. A pesar de los crecientes
precios del combustible, ni los consumidores maduros de los países de
la OCDE, ni los nuevos consumidores pudientes en el mundo en
desarrollo limitarán significativamente su apetito por petróleo. “La
demanda crece, y a medida que la gente se acostumbra a precios más
altos, comienza a volver a sus tendencias anteriores de alto
consumo”, fue como Lawrence Eagles, experto en
petróleo en la IEA, resumió la situación. Esto es claramente
evidente en EE.UU., donde precios a un nivel alto récord no han
impedido que los conductores llenen sus tanques y conduzcan a
distancias récord.
Además, la producción de petróleo en EE.UU.
y en la mayoría de los otros no-miembros de la Organización de Países
Exportadores de Petróleo (OPEP) ha llegado a su pico, o está a
punto de hacerlo, lo que significa que la contribución neta de los
proveedores no-OPEP sólo puede disminuir entre ahora y 2012. Eso, por
su parte, significa que el peso de suministrar el petróleo adicional
requerido tendrá que recaer sobre los países de la OPEP, la mayoría
de los cuales está situada en áreas inestables de Oriente Próximo y
de África.
Las cifras son realmente asombrosas. Sólo para
satisfacer una demanda de algo como 10 millones de barriles por día
adicionales entre ahora y 2012, habría que sumar cada año dos
millones de barriles por día en petróleo nuevo a las existencias
globales. Pero incluso este cálculo es engañador, como dejó en
claro Eagles de la IEA. En los hechos, el mundo necesitaría
inicialmente cada año “más de 3 millones de barriles por día
de petróleo nuevo [sólo] para compensar la caída en la
producción en los campos maduros fuera de la OPEP”, y eso
antes de que siquiera se llegue cerca de esos dos millones de barriles
adicionales.
En otras palabras, lo que se necesita realmente
son 5 millones de barriles de petróleo nuevo cada año, un desafío
verdaderamente desalentador ya que casi todo este petróleo tendrá
que ser hallado en Irán, Irak, Kuwait, Arabia Saudí,
Argelia, Angola, Libia, Venezuela, y uno o dos países más.
No se trata de sitios que vayan exactamente a inspirar la confianza a
los inversionistas que pueda atraer los muchos miles de millones de dólares
necesarios para incrementar la producción suficientemente como para
satisfacer los requerimientos globales.
Al leer entre líneas se percibe rápidamente
el peor de los panoramas en el que no se realiza la inversión
necesaria; la producción de la OPEP no crece año por año en cinco
millones de barriles por día; el etanol y otra producción de
combustibles sustitutos, junto con combustibles alternativos de varios
tipos, no crece con rapidez suficiente para colmar la brecha; y, en el
futuro no demasiado distante, una escasez sustancial de petróleo
lleva a una catástrofe económica global.
Los billones que faltan
Una prognosis similar emerge de una lectura
cuidadosa de “Facing the Hard Truths About
Energy” [Enfrentando las duras verdades
sobre la energía], el segundo informe importante publicado en julio.
Sometido al Departamento de Energía de EE.UU. por el Consejo Nacional
del Petróleo (NPC), una asociación petrolera-industrial, este
informe encapsuló la visión de funcionarios de la industria y
analistas académicos. Fue ampliamente elogiado por suministrar un
enfoque “equilibrado” del dilema energético. Llamó a
aumentar los estándares de eficiencia del uso de combustible para vehículos
y un aumento de las perforaciones en busca de petróleo y gas en
tierras federales.
A todo el ruido respecto a su publicación
contribuyó la identidad del principal patrocinador del informe, el
antiguo presidente de Exxon, Lee Raymond. Después de
haber expresado previamente escepticismo sobre el calentamiento
global, ahora apoyó el llamado del informe a adoptar pasos
significativos para limitar las emisiones de dióxido de carbono.
Como el informe de la IEA, el estudio del NPC
afirma que, con la perfecta mezcla de políticas y un nivel adecuado
de inversión, la industria energética sería capaz de satisfacer la
demanda de petróleo y gas durante algunos años por venir. “Afortunadamente,
al mundo no se le acaban los recursos energéticos”, afirma con
brío el informe. Pero si uno lee cuidadosamente, ese optimismo
comienza a desvanecerse cuando su énfasis pasa a las crecientes
dificultades (y costos) de la extracción de petróleo y gas de sitios
menos que favorables y a los riesgos geopolíticos asociados con una
creciente dependencia global de proveedores inestables, potencialmente
hostiles.
Una vez más, las cifras involucradas son
asombrosas. Según el NPC, se calcula que se necesitarán nuevas
inversiones de unos 20 billones de dólares (20.000.000.000.000
de dólares) entre ahora y 2030 para asegurar
suficiente energía para la demanda prevista.
Esto significa “3.000
dólares por persona actualmente en vida”
en un mundo en el que una buena mitad de la humanidad gana mucho menos
que eso por año.
Esos fondos, que sólo pueden provenir de
aquellos los países más ricos, serán necesarios, señala el
consejo, para “construir plataformas a un costo de muchos miles
de millones de dólares, en aguas a miles de metros de profundidad, la
construcción de oleoductos en terreno difícil y a través de
fronteras nacionales, la expansión de refinerías, la construcción
de barcos y terminales para embarcar y almacenar gas natural licuado,
la construcción de ferrocarriles para transportar carbón y biomasa,
y la colocación de nuevas líneas de transmisión de alto voltaje
entre molinos eólicos alejados”. A la magnitud de este
proyecto se agrega que es probable que “futuros proyectos sean más
complejos y remotos, resultando en costos más elevados por unidad de
energía producida”. De nuevo, hay que pensar en términos de
petróleo difícil.
El informe luego pasa a señalar lo obvio: “Un
clima de inversión estable y atractivo será necesario para atraer
capital adecuado para la evolución y la expansión de la
infraestructura energética”. Y aquí todo observador astuto
debiera comenzar a alarmarse seriamente; porque, como señala el
propio informe, no se puede esperar que un clima semejante exista.
Como el centro de gravedad de la producción mundial de petróleo pasa
decididamente a proveedores de la OPEP y a productores de energía
centrados en el Estado como Rusia, factores geopolíticos más que los
de mercado llegarán a dominar a la industria energética y toda una
gama nueva de inestabilidades caracterizarán el comercio del petróleo.
“Estos cambios plantean profundas
implicaciones para los intereses, estrategias, y decisiones políticas
de EE.UU.”, declara el informe. “Muchos de los cambios
esperados aumentarán los riesgos para la seguridad energética de
EE.UU. en un mundo en el que la influencia de EE.UU. probablemente
disminuirá a medida que el poder económico pasa a otras naciones. En
los años por venir, podrían empeorar las amenazas de seguridad a las
fuentes principales de petróleo y gas natural del mundo”.
Leídos desde esta perspectiva, los recientes
informes de pilares de los círculos dominantes del Gran Petróleo y
de las naciones ricas, sugieren que la lógica básica de la
teoría del pico del petróleo dio en el blanco y que vienen tiempos
duros en cuanto a la suficiencia global de petróleo y gas.
Ambos informes afirman que si se tiene exactamente el menú correcto
de políticas correctivas y un golpe poco realista de pura suerte
–como ser que no lleguen grandes huracanes del tipo de Katrina a los
campos petrolíferos o a las refinerías, que no haya nuevas guerras
en las áreas de extracción de petróleo en Oriente Próximo, ni un
colapso político en Nigeria– podríamos de alguna manera llegar
tambaleando hasta 2012 y tal vez un poco más lejos sin una catástrofe
económica global.
Pero en una era de petróleo difícil, las
probabilidades apuntan también hacia la mala suerte. Abróchese su
cinturón de seguridad. Llene rápido el tanque de gasolina. El futuro
probablemente será un viaje agitado hacia el borde del abismo.
(*)
Publicado por el sitio “Rebelión”.
Traducción de Germán Leyens.
(**) Michael T. Klare es
profesor de estudios de paz y seguridad en Hampshire College en
Amherst, Mass., y autor de “Sangre y Petróleo: Peligros y
consecuencias de la dependencia del crudo” Ed. Urano, Barcelona
2006. Su libro más reciente: “Rising Powers,
Shrinking Planet: The New Geopolitics of Energy”
(“Potencias que emergen, planeta que se contrae: La nueva geopolítica
de la energía”. NdE) será publicado en la primavera de 2008 por
Metropolitan Books.
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