La
quiebra del mayor banco del mundo: Citigroup
Por
Alfredo Jalife-Rahme
Bajo la
Lupa / La Jornada, 07/11/07
Muchos dilectos lectores de Bajo la Lupa (ver “La quiebra de la banca negra: Citigroup, UBS,
Santander y BBV”, 3/10/07) se asombrarán de que desde el estallido
de la “megaburbuja Greenspan”, en agosto, hayamos vaticinado a
contracorriente y antes que todo el mundo la quiebra oculta de
Citigroup, de acuerdo con los cánones capitalistas bancarios de la
“vieja economía de ahorros”.
Solamente nos basamos en las confesiones de los
inventores de las especulaciones lúdicas de los “derivados
financieros” (“Una apuesta billonaria en dólares”, Programa No.
2704 de la serie Nova
de PBS), quienes llegaron incluso a operar cibernéticamente con
ecuaciones matemáticas supuestamente infalibles: Robert Merton y
Myron Scholes, los Nobel de Economía (para lo que sirven), lo cual
relatamos en nuestro libro Los
once frentes antes y después del 11 de septiembre (Ed.
Cadmo & Europa, 2003).
No es normal que se reúnan de emergencia después
del cierre bursátil, y menos en fin de semana, los directivos de
Citicorp (que sus feroces enemigos en Wall Street ya apodan
Citi-Corpse, es decir, el “Citicadáver”) cuando nombraron
director interino a Robert Rubin, ex secretario clintoniano del Tesoro
y, sobre todo, ex jerarca durante un cuarto de siglo de Goldman Sachs,
el mayor banco de inversiones del mundo. ¿Es Citi-Corpse,
en el insolvente sistema bancario de EU, lo que fue la gasera texana
mafiosa Enron en el sector energético?
Todo indica en tal sentido Meredith Whitney, la
temeraria analista de CIBC World Markets, quien aconseja que la mejor
solución sería “fracturar el banco y venderlo en pedazos” (The Daily Telegraph,
6/11/07).
La amazona Meredith, que ya pasó a la historia como
la sepulturera de Citi-Corpse, fue quien detonó la crisis del insolvente
“banco negro”, que orilló a la renuncia precipitada de su mandamás:
el inimputable Charles Chuck Prince, al exponer los agujeros negros ocultos del
mayor banco del mundo, lo cual ocasionó un desplome de 369 mil
millones de dólares (¡casi la mitad del PIB de México!).
Debido a sus revelaciones, Meredith, quien debería
ostentar el Premio Nobel de Economía en lugar de sus recipendiarios
disfuncionales, recibió amenazas de muerte. Pues sí, así nos pasa a
los críticos de los paradigmas caducos.
Mientras Citi-Corpse se ha instalado
en la negación llana y simple, ocultando su verdadera contabilidad
desfondada, la admirable Meredith afirma letalmente que el mayor banco
del mundo “no dispone del capital suficiente para solventar sus
compromisos”. Eso en la “vieja economía de ahorros” se llamaba
“quiebra”, antes de que el mago malhadado y malvado Alan Greenspan
tomara el timón de la Reserva Federal durante casi dos décadas para
inventar la “nueva economía de deuda”.
Según MarketWatch (5/11/07), Citi-Corpse
mantenía 134 mil 840 millones de dólares en el llamado “nivel
tres”, cuyas tenencias “carecen de liquidez y frecuentemente no
son cotizables y sus valuaciones se basan en la intuición de la
directiva”. En finanzas contables, el “nivel tres” equivale al
noveno círculo de los infiernos dantescos y constituye la nueva
clasificación de activos que la asociación de auditores ha adoptado.
El problema radica en que el valor de tales “activos” no es
determinable por el mercado, por lo que carece de un precio confiable.
Nadie sabe para quién trabaja, y el tuxpeño
Roberto Hernández Ramírez es probable que pierda sus acciones de
Citicorp en plena insolvencia. ¿Qué advendrá con su filial Banamex?
Por lo pronto, Citi-Corpse
se ha desplomado en 25 por ciento del valor de sus acciones en tan sólo
tres semanas... más lo que falta.
Martin Hutchinson, en su muy leída columna de cada
lunes (“El peldaño del oso”, 29/10/07), aborda el “diezmo del
nivel tres” y pone el dedo en la llaga sobre la manipulación
contable de Goldman Sachs (Nota: que conste que nos encontramos a
principios del siglo XXI, cuando supuestamente dejamos atrás la
nigromancia pre-medieval)): “existe un misterio (sic) en Wall
Street: la semana pasada Merrill Lynch canceló 8 mil 400 millones de
dólares de la hipoteca inmobiliaria de baja calidad (Nota: el sub prime), cifra revisada
(sic) de los previos 4 mil 900 millones de dólares reportados; sin
embargo, Goldman Sachs no sintió la necesidad de una cancelación
similar. El secreto (sic) real de la diferencia probablemente resida
en los detalles de su contabilidad, en particular, en el mundo turbio
(sic), que pronto será revelado, de sus activos que se encuentran en
el ‘nivel tres’ de su portafolios”. Luego entonces, ¿también
anda quebrado Goldman Sachs?
Martin Hutchinson no come ansias y espera que a
partir del 15 de noviembre (que puede prefigurar un desplome bursátil,
si es que no sucede antes) “habrá una nueva herramienta para
escudriñar cuánto desecho (sic) tóxico existe de las hojas
contables de los bancos de inversiones; la nueva regla contable
SFAS157 requiere que los bancos dividan sus activos cotizables en tres
niveles, de acuerdo con la facilidad para conseguir un precio en el
mercado.
“El ‘nivel uno’ expone los activos en los
mercados dinámicos. En el otro extremo, los activos del ‘nivel
tres’ son invaluables y solamente tienen cotizaciones según la
referencia de los modelos (¡súper sic!) de los propios bancos”. ¡Bueno,
ni la otrora banca privada mexicana llegó tan lejos en sus supercherías
contables!
Goldman Sachs, que subsume el verdadero gobierno
financiero global del “nuevo capitalismo” y que opera
bidireccionalmente con Citi-Corpse
(el síndrome
Robert Rubin), como expusimos con antelación, reveló en
febrero reciente, es decir, antes del desplome inmobiliario, su
“nivel tres”, o sea, de toxicidad desechable, que ascendió a 72
mil millones de dólares, que en ese entonces representaban 8 por
ciento de sus activos totales.
Comenta al respecto el sagaz Martin Hutchinson:
“el problema se vuelve más serio cuando se asienta que tales 72 mil
millones de dólares representan el doble del capital de Goldman
Sachs, que es de 36 mil millones. Por consiguiente, en una situación
extrema la entera existencia (sic) de Goldman Sachs reside en el valor
de su activos a ‘nivel tres’, es decir, también está tan
liquidado bidireccionalmente como Citi-Corpse”.
En la “nueva economía de deudas”, sustentada
por los ominosos hedge funds (fondos de cobertura de riesgo) de
“contabilidad invisible” en los “paraísos fiscales”, el universo
privilegiado del mayor banco de inversiones del mundo, Goldman Sachs
(ver Bajo la Lupa, 31/10/07), los ciudadanos resultan inesperadamente
quebrados, además de despedidos de sus empleos, pese a que aportan
sus participativos ahorros, colocados en los bancos centrales del G-7
y que sirven discrecional y unilateralmente para rescatar a los
insolventes bancos y banqueros: el “síndrome Fobaproa/IPAB
global”, que epitomiza en México el “amigo de Zedillo y Fox”,
el tuxpeño Roberto Hernández Ramírez, quien vendió a Citigroup
“su banco”, quebrado y sin pagar impuestos.
Pero tampoco hay que asombrarse tanto, como demostró
hace 77 años el lúcido Rudolf Hilferding, sobre el cataclismo que
azota cuando los banqueros se apoderan de los resortes del poder de
las naciones. Un país sucumbe cuando cesa de escuchar a sus sabios.
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