“Libertad de prensa” I
Made in U.S.A.
Por Javier
Sierra
Editor de www.libertad-prensa.org
Equipo
Nizkor, 07/05/04
Un magistrado de la Corte Suprema obliga a dos periodistas a
borrar las grabaciones de su discurso.
Propaganda gubernamental disfrazada de noticias se
distribuye a decenas de estaciones de televisión.
Una cadena nacional de televisión, citando fuentes
gubernamentales, niega la existencia del contenido de un video visto
por millones de personas.
No, estos no son ataques contra la libertad de prensa en algún
régimen autocrático.
Estos incidentes ocurrieron en los Estados Unidos de América,
la nación que prácticamente inventó el concepto de prensa libre.
Los estándares éticos de los medios de comunicación de
este país, y el comportamiento de demasiados funcionarios públicos,
están cayendo a alarmantes niveles, que en ocasiones sólo se pueden
comprar con el apogeo de la prensa amarillista a finales del siglo
XIX.
Es lo que el legendario reportero Carl Bernstein, quien
junto con su compañero Bob Woodward desenmascaró el escándalo de
Watergate, llama "el triunfo de la cultura idiota". En un
reciente discurso sobre el estado del periodismo estadounidense,
Bernstein culpó a los medios del país de haber permitido que el
ambiente noticioso esté dominado por el chismorreo, el
sensacionalismo y las controversias inventadas.
Demasiados periodistas, editores y reporteros merecen ser
blanco de las duras palabras del veterano periodista. Pero en defensa
de la prensa también hay que reconocer que el actual aparato estatal
ha establecido una relación especialmente conflictiva con los
profesionales que informan sobre sus actividades.
Un magnífico ejemplo de este fenómeno lo ofreció el
magistrado de la Corte Suprema Antonin Scalia este mes durante un
discurso sobre la Constitución ante estudiantes de secundaria. Scalia,
quizá el magistrado más conservador de la corte, no permite que las
cámaras de televisión capten sus discursos y sólo admite que
asistan miembros de la prensa escrita.
De ahí la gran sorpresa que se llevaron las dos únicas
reporteras de prensa escrita que cubrieron el discurso cuando Scalia
mandó a un alguacil federal que las ordenara borrar los contenidos de
sus grabadoras. Una de ellas, la corresponsal de Associated Press
Denise Grones, inicialmente se negó a entregar su grabadora hasta que
finalmente accedió a enseñar al alguacil cómo borrar la información.
Irónicamente, en su discurso, Scalia dijo que la Constitución
de Estados Unidos es "una obra brillante (...) extraordinaria y
asombrosa. La gente no la admira tanto como antes." Es de
resaltar que la Primera Enmienda de la misma Constitución que Scalia
dice respetar tanto garantiza la libertad de prensa, la misma libertad
que les negó a las dos reporteras.
No sólo eso. La decisión del magistrado, según el Comité
de Reporteros para la Libertad de Prensa es ilegal. En una carta
dirigida al Procurador General de la nación, el comité dijo que
Scalia violó la Ley de Protección de la Privacidad, la cual prohíbe
a funcionarios públicos decomisar materiales a personas que vayan a
hacerlos públicos.
"Está claro que el propósito de la ley es ofrecer la
máxima protección a los medios de comunicación contra el decomiso
del fruto de su trabajo", indica la carta del comité.
Frank Fisher, jefe de la corresponsalía de Associated Press
en Mississippi, el estado donde ocurrió el incidente, dijo que
"Estamos muy disgustados por el borrado forzoso de la cinta de
nuestra reportera y creemos que [Scalia] se pasó de la raya.
Esperamos que esto nunca se vuelva a repetir".
Finalmente, en respuesta a la carta del comité, Scalia vio
la luz y se disculpó a las dos reporteras diciendo que está
"revisando sus normas para permitir que las grabaciones sean
usadas por los medios impresos". Pero el magistrado negó que el
alguacil actuara a instancias suyas.
No ha habido disculpas, sin embargo, por parte de la
Administración Bush por enviar a decenas de estaciones de televisión
propaganda gubernamental disfrazada de noticia electrónica.
Utilizando un formato muy popular en el mundo de las relaciones públicas
llamado "video news release" (publicidad presentada como si
fuera una noticia de televisión), la administración produjo una
pieza en la que promociona una de sus mayores victorias legislativas.
La pieza, cuya supuesta reportera, Karen Ryan, es en
realidad una actriz, fue enviada como "noticia" a través
del servicio satelital de CNN -el cual ha recibido quejas por no
identificar adecuadamente los productos que distribuye- a decenas de
estaciones de todo el país. Más de 50 la emitieron convencidas de
que se trataba de un segmento legítimo producido por un medio de
comunicación.
La página editorial del New York Times calificó la
estratagema de "orweliana", subrayando que la pieza
promociona descaradamente la reforma del programa gubernamental de
asistencia médica conocido como Medicare, la cual logró una
controvertida y disputada aprobación en el Congreso.
El Times agrega que la maniobra de la administración se
hace aún más reprochable debido a que uno de los directores de
Medicare, Richard Foster, dijo que sus superiores le amenazaron con
despedirlo si revelaba al Congreso el coste verdadero de la reforma
del programa. La administración dijo que costaría $400.000 millones
durante 10 años, mientras que Foster aseguró después que la reforma
fuera aprobada que sabía que el coste sería de hasta $600.000
millones.
Varios de los directores de noticias de las estaciones que
emitieron la pieza expresaron su indignación al Columbia Jornalism
Review (CJR), una de las publicaciones sobre los medios de comunicación
más prestigiosa del país.
"Está claro que hubo intención de engañar,"
concluyó Julie Atkins, directora de noticias de la estación KSEE de
Fresno, California. "Es asombroso que la Administración Bush
manipule a los medios de comunicación de esta manera".
El CJR informa que "la mayoría de los directores de
noticias con quienes hablamos estaban realmente furiosos con la
Administración Bush, por lo que creen que es una campaña engañosa
de relaciones públicas que se aprovechó de la bien conocida falta de
recursos de las estaciones pequeñas".
Bud Veazey, subdirector de noticias de WAGA, en Atlanta,
Georgia, dijo, "Les debería dar vergüenza", agregando que
la estratagema fue "bastante solapada".
Por su parte, la Sociedad Americana de Editores de Periódicos,
en una carta al ministerio responsable de la producción de la pieza,
el Departamento de Salud y Servicios Humanos (conocido por sus siglas
en inglés HHS), dijo que "el material distribuido a estaciones
de televisión que no identifique al gobierno como su fuente y termine
con una voz que diga, 'Desde Washington, informa Karen Ryan',
sobrepasa las fronteras del comportamiento ético de HHS o de
cualquier otra agencia del gobierno".
Las alarmas éticas también saltaron durante un episodio
que dejó perplejo a más de un observador de los medios
estadounidenses y que asimismo involucró a la cadena CNN. Todo empezó
con un reciente discurso de 45 minutos del Presidente George Bush.
Mientras hablaba el mandatario, un muchacho de 13 años situado a su
derecha empezó a dar visibles muestras de aburrimiento. Durante gran
parte del discurso el muchacho lanzó largos y profundos bostezos con
las manos en los bolsillos, miró repetidamente su reloj y
aparentemente se quedó dormido de pie.
El video apareció en el programa de variedades de David
Letterman, el cual atrae una de las mayores audiencias de la televisión.
Pero lo que pareció ser un episodio sin mayor trascendencia acabó
convirtiéndose en una guerra de palabras entre Letterman y CNN. La
cadena, citando fuentes de la Casa Blanca, informó que el muchacho
nunca asistió al discurso y que su imagen fue agregada al video.
Letterman calificó el informe de "total y absoluta
mentira. El muchacho absolutamente estaba allá y absolutamente hizo
lo que muestra el video".
Avergonzada, la CNN pidió disculpas diciendo que todo fue
un malentendido y que la Casa Blanca nunca les contactó para comentar
sobre el tema.
Pero Letterman respondió que "nuestra fuente, una
fuente muy buena, nos confirma que la Casa Blanca sí llamó a
CNN".
Las críticas llovieron sobre la cadena mientras trataba de
recomponer su credibilidad hecha añicos. El comentarista del New York
Times, Paul Krugman, se preguntó cómo es posible que CNN emitiera la
información sin antes confirmarla.
"No hay excusa para diseminar rumores sin confirmar
porque proceden de la 'Casa Blanca', para luego negar la conexión
cuando los rumores resultan ser falsos", escribió Krugman.
"Eso es simplemente dar a la administración licencia para
calumniar con impunidad". Resulta difícil de creer que todos
estos ejemplos llevan la etiqueta "Made in the U.S.A."
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