La
sociedad estadounidense privilegia la "guerra
contraterrorista"
De
ahora en más Bush hará campaña electoral
con Bin Laden y Al Qaeda
IAR-Noticias,
04/08/04
Mientras Kerry permanezca "congelado" en las
encuestas, lo más probable es que los halcones mantengan la cuestión
de los "ataques" en el terreno de las amenazas,
a la espera de la Convención Republicana dentro de 4 semanas. Incluso
hay indicios de que pueden realizar alguna maniobra con la "captura"
de Bin Laden, de la cual ya hay versiones a modo de globo de
ensayo. La última carta -si Bush no crece en las encuestas- podría
ser un ataque real en EEUU.
Habíamos
advertido sobre un detalle que iba a adquirir un protagonismo
clave en la campaña electoral estadounidense, y del cual va
depender el resultado y el nombre de quién asuma la administración
(y los negocios) de la Casa Blanca por 4 años a partir de noviembre.
De
acuerdo a varias encuestas Kerry supera a Bush por una ventaja mínima
(casi un empate técnico), salvo en el rubro de la "lucha
contra el terrorismo" donde el actual presidente lo supera al
demócrata por más de 8 puntos en todos los sondeos conocidos.
Esto,
para los expertos de uno y otro bando, marca el flanco más vulnerable
de Kerry y el perfil más fuerte de Bush, quien, pese a
toda la artillería demócrata en contra con la denuncias sobre el
11-S, el escándalo de las torturas en Irak, el costo
humano y económico de la ocupación de Irak, no pudo ser removido de
las preferencias de la mayoría del electorado estadounidense que "lo
prefiere" para conducir la guerra contra "el eje del
mal".
De
un lado y del otro, demócratas y republicanos, la guerra electoral
está marcada por la impronta "antiterrorista", y
ambos sectores tratan de acomodar su estrategia con la vista puesta en
los temas de seguridad.
Pero así como el aumento de los alertas de seguridad ha
creado polémica, todo lo que concierne a la denominada "lucha
contra el terrorismo" será la pieza clave de las elecciones.
"Los
últimos tres meses de la campaña electoral norteamericana serán
marcados por el temor a otro 11-S. La paranoia favorece a los
halcones. Un bombazo podría alterar (como en España) los resultados
electorales", señala en su columna del martes el analista Isaac
Bigio.
Hay
que recordar que tras la voladura de trenes en Madrid el 11-M,
Bush, que venía siendo superado por Kerry por 9 puntos en las
encuestas, pasó a ganarle por 7 puntos en los sondeos al candidato
demócrata, por ese milagro que siempre produce la aparición
de Al Qaeda (quién se atribuyó el atentado) para los halcones.
Tras
el primer anuncio de un "ataque terrorista" de Al
Qaeda lanzado por altos cargos de la administración Bush (entre ellos
el vicepresidente Cheney y el jefe interino de la CIA) en mayo pasado,
la imagen de Bush levantó en las encuestas y se emparejó con la
Kerry.
Esta
situación, fijada en la retina de los asesores de campaña de Kerry,
convirtió a la Convención Demócrata de la semana pasada en una
plataforma de lanzamiento del "nuevo Kerry"
caracterizado por un discurso enérgico sobre la política de
seguridad estadounidense, en una tentativa por opacar la figura de "presidente
de la guerra" que luce Bush ante una gran franja del
electorado estadounidense.
Fue
patético observar como los organizadores de la circense Convención
de Boston intentaban convertirlo al insulso Kerry en un "guerrero
del Imperio", poniéndole en la boca un discurso duro y
agresivo, que "no le sienta" ni por las tapas al
oscilante y contradictorio "héroe de Vietnam".
Desde
que fue elegido para el Senado en 1984, los votos y las opiniones de
Kerry han sido incoherentes y duales, y ese punto se ha convertido en
la principal razón de sus fracasos en materia de política de
seguridad, en la cual Bush sienta sus mayores logros en las
preferencias de la mayoría de la sociedad norteamericana, históricamente
conservadora, nacionalista y reaccionaria.
Kerry
recibió dos medallas al valor en la guerra de Vietnam, pero luego se
plegó a campañas antibelicistas y renegó de su participación
en el conflicto. Criticó la política estadounidense en Irak, pero votó
a favor de la intervención militar en 2002. Se opuso a la
intervención en América Central, y luego elogió el papel desempeñado
por los EEUU con los contras nicaragüenses.
Concluido el show demócrata de Boston, el equipo de
Bush planea, en vísperas de la Convención Republicana en Nueva York,
un mes cargado de ataques contra John Kerry, a quien tratará
de presentar como un personaje humorístico, confuso y
contradictorio, por sus declaraciones y su actuación en el Senado
estadounidense.
Cuestionará incluso la obtención de las famosas medallas
de Kerry, presentando su aventura como un breve tour de cuatro
meses en Vietnam, en comparación con sus veinte años pasados cómodamente
como político en Washington.
Se
dice que la maquinaria republicana, bien engrasada económicamente por
el aporte de los poderosos consorcios petroleros, va a ser utilizada a
fondo contra los flancos vulnerables de Kerry, todos ellos
situados en el plano de la conducción militar y en la lucha contra el
terrorismo, para lo cual se afirma que gastará más
de U$A 30 millones en anuncios en televisión en cuatro semanas.
Pero
si bien la campaña electoral en "blanco", mediante
la "ridiculización" de Kerry, puede darle algunos
resultados a los republicanos, el objetivo principal, la carta
ganadora de la Casa Blanca, está centrada en los vaivenes y las "reapariciones"
de la dupla terrorista Bin Laden_Al Qaeda.
El
"ataque terrorista"
Después
de enterarse que Kerry (pese a sus esfuerzos por parecer un "presidente
de la guerra") no sumó ni un punto en las encuestas
luego de la Convención, Bush y los halcones retomaron su vieja práctica
de sacar de la manga a Al Qaeda y sus amenazas terroristas con vistas
a crecer en los sondeos.(ver: Al
Qaeda amenaza al bastión del poder financiero de EEUU).
Como
ya lo hicieron el 26 de mayo pasado, y lo reiteraron hace dos semanas,
el lunes lanzaron una nueva alerta oficial ante la amenaza de
posibles atentados de Al Qaeda contra instituciones financieras en
Nueva York, Washington y Nueva Jersey, lo que produjo conmoción en
los mercados cuyo impacto se proyectó en una suba histórica en
los precios del crudo.
El
demócrata Howard Dean, rival de Kerry en las primarias, señaló en
declaraciones a la CNN su preocupación de que "cada vez que
ocurre algo que no es bueno para Bush, él juega la carta del triunfo
que es el terrorismo". A juicio del ex gobernador de Vermont,
"es imposible saber cuánto de esto es real y cuánto es política,
sospecho que hay algo de ambos".
Pero,
y por las dudas de que los atentados sucedan (nunca se sabe) los demócratas
y sus usinas mediáticas con The New York Times y The
Washington Post a la cabeza, fueron "cautos" y sólo se
limitaron a decir que los anuncios de los atentados se hicieron con "información
antigua" de anteriores amenazas de Al Qaeda.
Los
medios "anti-Bush" recalcaron que Tom Ridge,
secretario de Seguridad, no sólo convocó una conferencia de prensa
para anunciar que el nivel de alarma antiterrorista era elevado al
color naranja, sino que además se contactó directamente con los
jefes de redacción de los principales medios para asegurarse de que
el mensaje recibiera toda la atención necesaria.
Algunos
medios añadieron que si se suman las recientes encuestas que aún dan
a George W. Bush preferencia entre el electorado a la hora de
combatir el terrorismo sobre su contendiente demócrata, John
Kerry, es razonable pensar que la gente se agrupará detrás de un
presidente confiable cuando exista el peligro de un ataque.
El
insípido John Kerry, aprovechó la oportunidad para destacar que él
puede librar "una guerra más efectiva contra el terror que
George Bush", señalando que "el actual Gobierno y
sus políticas están animando el reclutamiento de terroristas. No
hemos realizado el trabajo necesario para proteger nuestros puertos,
instalaciones químicas, centrales nucleares".
Con
vistas a complementar su estrategia a dos puntas (propaganda electoral
en "blanco" y propaganda en "negro"
con Al Qaeda), la administración Bush aprovechó electoralmente las
"sugerencias" de la Comisión que investiga el 11-S para
lanzar el anuncio del nombramiento de un nuevo cargo de inteligencia.
Después
de ser beneficiado con un "blanqueo" por la Comisión
encargada de investigar los atentados del 11-S, y atendiendo a la
campaña electoral, George W Bush anunció el lunes la creación de un
nuevo cargo federal cuya misión será coordinar y administrar las
quince agencias que forman la comunidad de Inteligencia de EEUU.
Junto
con esta decisión de crear una entidad funcional por encima de la
CIA, la Casa Blanca también se ha mostrado partidaria de crear un
organismo unificado para analizar las "amenazas
terroristas".
En
rueda de prensa, el presidente estadounidense ha reconocido que “la
persona en este puesto sería nombrada por el presidente, con
recomendación y consentimiento del Senado, y serviría con el beneplácito
del presidente. El director, actuaría como consejero principal,
supervisaría y coordinaría las actividades exteriores e interiores
de la comunidad de inteligencia”, especificó.
Los
dos anuncios del presidente, siguen parcialmente algunas de las "recomendaciones"
formuladas el pasado 22 de julio por la Comisión parlamentaria,
aunque la Casa Blanca no ha llegado hasta el extremo de otorgar al
futuro súper-jefe de inteligencia rango ministerial o una
autonomía institucional comparable a la de Alan Greenspan al frente
de la Reserva Federal.
En medio de la confusión general por el nuevo alerta
terrorista, pocos se percataron de que la decisión de crear la
nueva estructura se desvía de las recomendaciones de la comisión
legislativa que investigó los atentados del 11-S.
En síntesis, en el nuevo esquema anunciado por Bush la
Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el Departamento de Defensa
(Pentágono) seguirán controlando el 80 por ciento de los 40.000
millones de dólares de presupuesto destinados anualmente a los
servicios de inteligencia. Exactamente lo que temía la comisión
investigadora impulsada por los demócratas.
En
realidad, salvada y blanqueada su participación en los hechos
del 11-S, cumplir con la recomendación de la Comisión significa para
Bush y los halcones la ratificación de su política
"contraterrorista" y un nuevo artilugio legal para solicitar
un incremento del (ya monstruoso) presupuesto de seguridad e
inteligencia al Congreso estadounidense.
En
ese sentido, Bush aprovechó la oportunidad para exigir que el
Congreso (cuya bancada demócrata se muestra renuente a conferirle
ventajas en plena campaña electoral) cumpla con su parte de
responsabilidades en este proceso de reformas de la estructura de
inteligencia estadounidense.
Los
demócratas, que impulsaron una fallida condena a la actuación de la
administración Bush en los sucesos del 11-S, comienzan a
"mirar para otro lado" ante la perspectiva de avalar la
"guerra contraterrorista" de Bush otorgándole los
mayores fondos que solicitará invocando la nueva estructura de
seguridad anunciada.
Precisamente
en el rubro de la lucha contra el terrorismo es donde Bush suma
puntos en las encuestas y aventaja por alrededor de diez puntos a
Kerry, quien no ha podido subir puntos después de la Convención Demócrata
de la semana pasada.
Bush
volvió a insistir en la necesidad de prorrogar algunas
disposiciones temporales contenidas dentro de la polémica legislación
antiterrorista conocida como "Patriot Act", además de
respaldar una reorganización en profundidad de la forma en que el
Poder Legislativo, a través de múltiples comités, supervisa y
controla a los servicios de Inteligencia y al nuevo Departamento de
Seguridad Interior.
El
jefe de la Casa Blanca descartó interrumpir las vacaciones de verano
del Congreso federal para celebrar durante el mes de agosto una sesión
legislativa especial y lograr cuanto antes la aprobación de
cambios sustanciales en el actual marco legal de la "National
Security Act" de 1947.
Toda
esa estrategia está contenida en la ofensiva que los republicanos
iniciaron con vistas a la Convención del Partido, dentro de un mes,
mediante la cual piensan sacar una ventaja decisiva sobre el
candidato demócrata, cuya posición en las encuestas no logró el
espaldarazo en los sondeos que pensaban sus asesores.
Lo
curioso, es que los demócratas son concientes y ven como Bush y los
halcones utilizan los anuncios de los "ataques terroristas"
como una poderosa herramienta recolectora de votos, a la que no se
atreven a denunciar abiertamente por temor a ser "linchados"
electoralmente por la sociedad estadounidense en caso de que se
concrete alguno de los atentados anunciados.
La
pregunta del millón: ¿lanzará un ataque terrorista CIA-Al Qaeda
antes de noviembre?
La
respuesta depende de la evolución de la imagen de Bush en las
encuestas.
Mientras
tanto la inteligencia de los halcones sigue lanzando "globos
de ensayo" y divirtiéndose con la impotencia de los demócratas
para denunciar o dar una respuesta concreta a la dupla
electoral "en negro" Bin Laden-Al Qaeda.
Mientras
Kerry permanezca "congelado" en las encuestas, lo más
probable es que mantengan la cuestión de los "ataques"
en el terreno de las amenazas, a la espera de la Convención
Republicana dentro de 4 semanas. Incluso hay indicios de que pueden
realizar alguna maniobra con la "captura" de Bin
Laden, de la cual ya hay versiones a modo de globo de ensayo.
Si
Bush no remonta en las encuestas después de la Convención, o si
Kerry sumara más ventaja, las habituales "amenazas"
podrían ser complementadas con algún atentado en algún blanco
estratégico de Europa con el objetivo de recrear una "psicosis
terrorista" con proyección en la sociedad estadounidense.
La
última carta -si Bush no avanza en las encuestas- podría ser un ataque
real en EEUU
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