Estados Unidos

 

Presidenciales en EEUU

¿Qué está en juego en la elección?

Socialismo o Barbarie, periódico, 21/08/04
La selección, edición, traducción y notas son de Marcelo Yunes.

El panorama electoral en Estados Unidos presenta al actual presidente, el republicano George W. Bush, en problemas para lograr su reelección, junto con una campaña derechista y pusilánime de su contrincante demócrata, John Kerry, que trata de robarle las banderas guerreristas y patrioteras. La única fórmula independiente por fuera de los dos grandes partidos es la de Ralph Nader y Peter Camejo, del Partido Verde, que recibe el apoyo de la ISO y otras fuerzas de izquierda, en un contexto en que el “voto útil” y la consigna de “cualquiera menos Bush” conducen a un amplio arco político “progresista” a darle su voto a Kerry, a pesar de su discurso cada vez más militarista y de derecha.

La candidatura de Nader expresa un sentimiento progresivo anti corporaciones, anti establishment y anti guerra de ciertas franjas de la sociedad estadounidense, su contenido político es democrático radical, no de independencia política de la clase trabajadora, ni socialista revolucionario.

Presentamos aquí una selección de materiales tomados de la publicación Socialist Worker, de EEUU, órgano de la International Socialist Organization (ISO - Organización Socialista Internacional), referidos a la campaña electoral en ese país. Los autores de los artículos, aparecidos el 9-7-04 y el 6-8-04, son Alan Maass, Sharon Smith y Nicole Colson

Millones de personas en EEUU tienen terror a lo que Bush les tiene reservado si consigue otros cuatro años en la Casa Blanca. Este es el secreto del éxito de la película Fahrenheit 9/11, de Michael Moore, el documental que muestra los crímenes de la administración Bush desde la guerra por el petróleo hasta los ataques a los trabajadores en EEUU. (...)

Pero mientras Fahrenheit 9/11 ocupaba con toda justicia los titulares de los diarios, otra historia se deslizaba bajo los radares mediáticos: la campaña presidencial de [el candidato demócrata] John Kerry anunciaba otro gran mes de recolección de fondos, llegando a la friolera de 182 millones de dólares. Eso es casi el doble de lo que recolectó Bush en su campaña récord del año 2000, y prácticamente anuló la ventaja que se esperaba que la campaña de Bush sacaría este año. El resultado de la “elección del dinero” subraya lo pequeñas que son las diferencias entre los dos principales candidatos a ocupar la Casa Blanca. (...)

Kerry no es un extraño para las corporaciones. En los últimos 15 años obtuvo más dinero de los lobbistas (1) que ningún otro senador. Y tiene un probado historial de responder a él. Por ejemplo, después de recibir fuertes sumas de la industria de las telecomunicaciones –gracias en buena medida a su relación de larga data con la firma lobbista de Boston Mintz, Levin, Cohn, Ferris, Glovsky & Popeo, de la que su hermano es socio– Kerry patrocinó e hizo aprobar al menos dos leyes, y copatrocinó varias otras en beneficio de los magnates de las comunicaciones.

La verdad sobre el sistema político estadounidense es que sólo ofrece la apariencia de una elección. Los asuntos reales se manejan entre bambalinas; el dinero aceita los engranajes y los poderes establecidos usan tanto a republicanos como demócratas para lograr sus objetivos.

Sin embargo, para millones de personas, este argumento no hará mella en su voto de noviembre. Con toda razón, odian a George W. Bush, de modo que han decidido votar por “cualquiera menos Bush”; es decir, apoyarán al candidato demócrata John Kerry, sin importar cuántas diferencias tengan con él. (...)

El deseo de echar a Bush con el voto es entendible, pero corto de vista. Una vez que se “eche” a Bush, ¿qué pasa con la persona que lo va a reemplazar? ¿Acaso llevará adelante una política muy diferente? La verdad es que el síndrome “cualquiera menos Bush” se ha expandido a millones y millones que no se han detenido a pensar si derrotar a Bush significa derrotar las políticas que Bush representa.

Detrás de la retórica de campaña, Kerry no promete nada muy distinto a Bush. Por ejemplo, la cuestión más importante de la elección 2004 es la ocupación de Iraq (...). Según un artículo de Associated Press, “además de transferir una autoridad limitada al nuevo gobierno interino iraquí, Bush ha tomado medidas para compartir la carga de la seguridad iraquí con otros países, que es lo que Kerry pedía. Y Kerry, a pesar de sus críticas al manejo que hace Bush de la guerra, no ha propuesto ningún giro radical”. (...)

Hay temas sobre los cuales hay diferencias entre Bush y Kerry, pero los que piensan votar por Kerry contra Bush debieran mirar más de cerca los temas en los que no hay ninguna diferencia.

Por ejemplo, desde el punto de vista de la lucha palestina contra el terror israelí, no hay “mal menor” en la elección 2004. La campaña de Kerry difundió un texto tan fanáticamente pro Israel como cualquiera proveniente de los “halcones” neoconservadores de Bush. Respalda absolutamente la construcción de una “valla de seguridad” de 700 km en Cisjordania; es decir, lo que los palestinos denominan, correctamente, un “muro de apartheid” (2), diseñado para quitarles más tierra e intensificar la represión israelí. Hace unos meses, Kerry llamó a ese muro una “barrera a la paz”, una crítica muy moderada que bien podría haber venido de labios de Colin Powell. Pero su equipo de campaña debe haber decidido que esa postura le costaría demasiados votos a Kerry, de modo que el nuevo texto dice que la construcción del muro es parte del “legítimo derecho de autodefensa” israelí. Además, se dice que Yasser Arafat es un “dirigente fracasado” que debe ser reemplazado, apoya el plan del primer ministro israelí, Ariel Sharon, de hacer a la vez un retiro unilateral de Gaza y la anexión de más territorio en Cisjordania, y reafirma su apoyo a la criminal ofensiva israelí de la primavera de 2002 en Cisjordania que condujo a la masacre de Yenin.

Si se mira a todos los temas, lo que sorprende no es cuán diferentes son los dos candidatos principales (...) sino cuánto tienen en común y qué poco es lo que decidirá nuestro voto.

A pesar de los que hablan de las grandes diferencias entre Kerry y Bush –por ejemplo, los medios del establishment, que siempre ven las elecciones dentro de los estrechos límites de republicanos vs. demócratas, o los progresistas y liberales (3) decididos a votar a “cualquiera menos Bush”– una importante minoría se apresta a decir “ni uno ni otro” a la opción que presentan los dos partidos principales del sistema. Entre los nuevos votantes que se inscribieron en Nuevo México (4), los que se registraron no como demócratas o republicanos (o verdes), sino como independientes, eran un cuarto del total. Esto es, el doble de lo usual.

Esto expresa el rechazo del statu quo político, que también puede verse a nivel nacional en las últimas encuestas. La tasa de aprobación de Bush cayó al punto más bajo de su presidencia: 42%, según una encuesta de New York Times-CBS. Y no obstante, esto no se ha traducido en un apoyo abrumador a Kerry. ¿Por qué? Porque la gente no confía en que vaya a ofrecer algo diferente. Entre los que tienen opinión formada sobre Kerry, la mayoría lo rechaza y cree que les dice a los votantes lo que quieren oír. Como resultado, la campaña está trabada en un empate.

La mayoría de los que dudan de que Kerry haga algo muy distinto de Bush piensa de todos modos votar por él. Pero el creciente apoyo a la candidatura independiente de Ralph Nader –ha venido subiendo en las encuestas durante el año y se ubica hoy en casi un 8%– muestra que millones de personas quieren una alternativa a los dos partidos pro corporaciones y pro guerra. Dar los pasos que hagan falta para construir esa alternativa es lo que está en juego en esta elección 2004.


El problema de “cualquiera menos Bush”

Socialismo o Barbarie, periódico, 21/08/04

Ahora que los delegados a la Convención Nacional Demócrata salieron “unidos” y con “un mensaje unificado”, la izquierda CMB (“cualquiera menos Bush”) tendría que reflexionar por un momento sobre su responsabilidad en vender a Kerry como un candidato antiguerra –a pesar de todas las evidencias en contrario–, a la vez que echan barro contra las genuinas candidaturas antiguerra de Ralph Nader y su compañero de fórmula Peter Camejo.

La Convención Nacional Demócrata estuvo llena de restricciones (...) Se sacaron por la fuerza los carteles pacifistas antes de entrar al Fleet Center [lugar donde se hizo la Convención], y echaron por la fuerza a la propia Medea Benjamin [demócrata “progresista”] después que ella levantara una bandera contra la ocupación de Iraq. Una encuesta del Boston Globe mostraba que un abrumador 95% de los delegados estaba en contra de la guerra en Iraq, y sin embargo los demócratas adoptaron por unanimidad una plataforma 2004 pro guerra.

La plata forma incluso pone a Irán en la mira: “un Irán con armas nucleares es un riesgo inaceptable para nosotros y nuestros aliados”. Y se dice, ominosamente, que “con John Kerry como comandante en jefe, jamás esperaremos luz verde de países extranjeros cuando nuestra seguridad esté en juego”. (...)

Es comprensible que millones quieran ver derrotado a Bush en noviembre a cualquier precio. Pero qué significa exactamente “derrotar a Bush”? Para el Partido Demócrata, significa derrotar a Bush en sus propios términos. En otras palabras, derrotar al individuo Bush, no a las políticas que él representa.

Nunca ha sido más clara la realidad de que republicanos y demócratas son dos alas de un solo establishment político. (...) Como lo señaló nada menos que un convencido partidario de la administración Bush, el columnista conservador George Will, “entre la postura de Bush y la de Kerry sobre Iraq no pasa el canto de una uña”. (...)

[Muchos] hablan sobre lo peligroso y destructivo que sería un nuevo período de cuatro años de Bush. Tienen razón. pero se equivocan en creer que Kerry será menos peligroso y destructivo. Así lo demostraron Kerry y los dirigentes demócratas en la convención de Boston. Por más que hablen sobre sus “diferencias” con Bush, acaban de mostrar hasta qué punto se han ido a la derecha los demócratas para adoptar la agenda conservadora de los republicanos. Y expresaron además la más completa indiferencia hacia sus partidarios de izquierda.

Igual que los republicanos, los demócratas se comprometen a llevar adelante la misma agenda de defender el poder de las corporaciones y expandir la dominación imperial de EEUU. Votar por Kerry y “Estados Unidos más fuertes” es un voto para continuar la misma agenda de la administración Bush, sólo que bajo otro nombre. No debemos darle a los demócratas un cheque en blanco: ¿quién puede decir lo que van a hacer con él?


La guerra de los demócratas contra Nader

Socialismo o Barbarie, periódico, 21/08/04

En la convención demócrata en Boston, John Kerry y su partido hicieron mucha alharaca alrededor de hacer una campaña principista contra George Bush. “El camino limpio es más difícil, pero conduce a un lugar mejor”, dijo Kerry en su discurso de aceptación de la nominación. “Es por eso que demócratas y republicanos debemos hacer de esta elección una competencia de grandes ideas, no de ataques mezquinos”.

Pero cuando se trata de hundir la campaña presidencial independiente de Ralph Nader, ningún ataque es demasiado “mezquino”, y ningún camino demasiado sucio. “Si se toma el camino limpio y lo dejan tranquilo, podría hacernos perder uno o dos estados”, le dijo un estratega demócrata, Tom Pazzi, al Philadelphia Inquirer. “Y entonces lamentaremos haber tomado el camino limpio”.

Un ex diputado demócrata, Toby Moffett, encargado de coordinar el ataque contra la legalización de la lista de Nader en varios estados, dice que la estrategia es atacarlo no sólo en los estados críticos –donde Nader podría sacarle votos a Kerry que le cuesten la elección en ese estado– sino incluso en los estados “seguros”. Moffett declaró al New York Times que su objetivo era “agotar sus recursos [los de Nader] y obligarlo a gastar tiempo y dinero”.

En el estado de Oregon, la ley electoral permite a los candidatos presentarse si hacen un acto de más de mil personas que firmen en adhesión a la candidatura. Grupos de demócratas se infiltraron en el acto para evitar que los verdaderos simpatizantes de Nader ingresaran a firmar su adhesión. Así, lograron que a Nader le faltaran 50 de las 1000 firmas, lo que significa que ahora tendrán que conseguir 15.000 firmas en todo el estado.

En Arizona, los demócratas hicieron una presentación legal contra las más de 22.000 firmas conseguidas por Nader. ¿El motivo? Algunos de los juntaban firmas para Nader tenían antecedentes penales, lo que está contra las antidemocráticas leyes electorales. De ese modo, faltaron apenas unas firmas para que la candidatura sea aceptada. Y como la campaña de Nader no tenía dinero para continuar el proceso legal, el resultado es que quedó fuera de carrera en ese estado.

Odian a Nader más que a Bush

Para poder participar de la elección en Illinois, Nader tenía que conseguir 25.000 firmas válidas de votantes registrados, esto es, cinco veces más que lo requerido para demócratas y republicanos. En junio, se remitieron 33.000 firmas. Pero allí se puso en marcha la maquinaria del Partido Demócrata, que se dedicó a impugnar las firmas.

El comité de campaña de Nader descubrió hace poco que muchos de los “voluntarios” que en junio y julio impugnaban firmas eran empleados estatales, tanto efectivos como contratados. El periódico Illinois Leader encontró los nombres de 20 empleados de la oficina del diputado estadual demócrata Mike Madigan.

Estos denodados esfuerzos contra Nader contrastan con la forma en que los demócratas se aseguraron de que figurara la lista de George W. Bush. La fecha de la convención republicana, inusualmente tardía, implica que Bush no iba a lograr cumplir con el requisito electoral de Illinois de que la nominación del candidato esté para el 30 de agosto. De modo que los demócratas, liderados por el gobernador Blagojevich, ayudaron a aprobar una enmienda permitiendo que se hiciera una excepción con Bush. ¿Alcanza para dejar claro a quién combaten con más fuerza los demócratas, a Bush o a Nader?

Notas del traductor:

1. El “lobby” es una práctica habitual de la política estadounidense, que consiste en que los directivos empresarios se reúnen abiertamente con diputados y senadores para promover leyes a su gusto. Por supuesto, invariablemente hay dinero de por medio.

2. El apartheid fue el sistema de segregación racial imperante en Sudáfrica hasta 1994.

3. Cabe recordar que, en los países anglosajones, “liberal” tiene una connotación distinta a la habitual en América Latina, y es aproximadamente equivalente a lo que aquí llamaríamos “progresista”.

4. En el sistema electoral de EEUU –y en varios otros–, para ejercer el derecho a votar hay que registrarse previamente. El votante puede declararse partidario de alguna de las fuerzas políticas o independiente.

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