Traición en las alturas: sionistas
del Pentágono, AIPAC e Israel
Por James Petras
Rebelión, 07/09/04
Traducido para Rebelión por Marina
Trillo
La investigación del FBI sobre agentes del
espionaje israelí en el Pentágono forma parte de una lucha
importante entre sionistas prominentes del Pentágono y el aparato de
seguridad estadounidense. Desde que el régimen de Bush llegó al
poder ha habido una violenta guerra política y de organización entre
los sionistas del Pentágono y sus colaboradores militaristas, por una
parte, y los militares profesionales y el aparato de inteligencia, por
la otra. Este conflicto se ha manifestado en una serie de asuntos
mayores que incluyen la guerra en el Oriente Medio, los motivos
aducidos para la guerra, la relación entre Israel y EEUU, la
estrategia para el imperio, así como asuntos tácticos como el tamaño
de la fuerza militar que se necesita para las guerras coloniales y la
naturaleza de la ocupación colonial. Desde el 11/09/2001 hasta la
invasión de Irak, los sionistas del Pentágono y los militaristas
civiles tuvieron ventaja: Marginaron a la CIA y establecieron sus
propios servicios de inteligencia para “cocinar los datos”,
lograron imponer la doctrina de guerras secuenciales, empezando por
Afganistán e Irak y proyectaron guerras contra Irán, Siria, Líbano,
Arabia Saudita y otros países musulmanes. Los sionistas del Pentágono
aumentaron el poder de Israel en el Oriente Medio y promovieron su
colonización expansionista de Palestina, a costa de soldados
estadounidenses, gastos de presupuesto insoportables y objeciones de
la CIA.
Los aparatos militar y de seguridad
estadounidenses se han vengado. Primero desenmascarando las mentiras
sionistas sobre las armas de destrucción masiva de Irak, después
exponiendo el papel de cliente sionista de Ahmed Chalabi como agente
doble de Irán, seguido por una investigación de dos años sobre
sionistas del Pentágono que pasan documentos a la inteligencia
militar israelí y a la policía secreta, el Mossad.
Hay más en juego que una guerra de
empujones entre el grupo de ‘Israel Primero’ del Pentágono y sus
adversarios en el ejército estadounidense, cuerpo diplomático y
agencias de inteligencia. El asunto fundamental es la libertad del
pueblo estadounidense para decidir o por lo menos influenciar a sus líderes
políticos y sus funcionarios sin estar sujetos a la manipulación y
el control por parte un gobierno extranjero (Israel) y sus agentes
estratégicamente situados en puestos de poder.
Israel ha subvertido durante décadas
la política exterior estadounidense para que sirviera a sus intereses
por medio del poder organizado de importantes organizaciones judías
en los EEUU. Lo que es nuevo en el caso actual de espionaje en el Pentágono
es que, más que presionar desde fuera para conseguir políticas
favorables a Israel, los leales a Israel están en altos cargos del
gobierno tomando decisiones estratégicas sobre la política global de
EEUU y proporcionando a sus tratantes israelíes documentos secretos
que pertenecen a debates de alto nivel en la Casa Blanca sobre temas
de guerra y paz. Hoy la política del Pentágono y el espionaje de
AIPAC es especialmente peligrosa – porque lo que está en juego es
una nueva guerra estadounidense y/o israelí contra Irán que encenderá
todo el Oriente Medio.
El asunto del espionaje de alto
nivel por parte de destacados estrategas políticos sionistas como
Douglas Feith, Elliott Abrams, Paul Wolfowitz y otros del gobierno de
Bush es la culminación de una larga serie de políticas estratégicas
promovidas por AIPAC diseñadas para acrecentar las metas
expansionistas israelíes en Oriente Medio.
Wolfowitz,
Feith, Abrams, Perle,
Rubin y compañía fueron los promotores más entusiastas de la guerra
contra Irak. Trabajaron en estrecha colaboración con otros ideólogos
sionistas, como el que escribía los discursos de Bush, David Frum,
para promover la noción de “ejes del mal”, para implicarse en una
sucesión de guerras contra regímenes musulmanes hostiles a la política
colonial israelí en Palestina y más allá. Wolfowitz y Feith
montaron la agencia ‘de inteligencia’ paralela (Oficina de
Planificación Especial) dirigida por el correligionario sionista
Abram Shulsky que usó a Chalabi para proporcionar datos falsos sobre
Irak para precipitar dicha guerra. Un ejército de académicos y
periodistas ideólogos del ‘Israel Primero’ escribieron, hablaron
y actuaron para justificar el ataque estadounidense contra Irak como
primera parte de una guerra regional para destruir a todos y cada uno
de los regímenes críticos del expansionismo israelí. Cohen, Rubin,
Kristol, Foxman, Ledeen y muchos otros proporcionaron propaganda
“experta” sobre por qué los soldados de EEUU deberían matar y
ser matados para que Israel fuera más grande. Reuniones y consultas
casi diarias tuvieron lugar entre los prominentes funcionarios
sionistas y jefes militares y de la inteligencia israelíes en las
oficinas de Feith y otros sionistas. Las oficinas del Pentágono de
Feith y Wolfowitz parecía que fueran un burdel de alto standing para
funcionarios israelíes destacados. A juzgar por las políticas
subsiguientes está claro que los sionistas del Pentágono recibieron
sus instrucciones de sus contrapartes israelíes – a Israel se le
dio mayor financiación, acceso ilimitado a los estrategas políticos
de EEUU e información relativa a la política estadounidense en el
Oriente Medio. Entretanto los oficiales del espionaje y el ejército
estadounidense fueron marginados, sus objeciones a las posiciones
israelíes eliminadas, su mera presencia vista como un obstáculo para
la consciente visión de Sharon de un Israel Más Grande –
compartiendo (¿?) la dominación de Oriente Medio.
Dado el alto nivel de colaboración
estructural e integración de los sionistas del Pentágono de EEUU y
las organizaciones judías estadounidenses con el estado israelí, las
fronteras de lo que son las políticas e intereses de Estados Unidos y
lo que son prerrogativas e intereses israelíes se difuminan. Desde la
perspectiva de los sionistas del Pentágono y sus partidarios judíos
organizados, es “natural” que EEUU gaste miles de millones para
financiar el poder militar israelí y su expansión territorial. Es
“natural” transferir documentos estratégicos del Pentágono al
Estado israelí. Como indica Haaretz, “¿Por qué tendría que robar
documentos Israel cuando puede buscar lo que quiera en reuniones
oficiales?” La rutina del espionaje por medio de consultas oficiales
entre israelíes y funcionarios sionistas de EEUU era de conocimiento
público en toda la rama ejecutiva. Pero no le llamaban espionaje sino
que la denominaban ‘intercambio de inteligencia’, sólo que los
israelíes mandaban ‘desinformación’ a los sionistas del Pentágono
para servir sus intereses mientras estos últimos pasaban la política
real, posiciones y estrategias del gobierno de EEUU.
La historia de los sionistas clave
del Pentágono revela una pauta de deslealtad hacia los EEUU y de
ayuda secreta a Israel. Harold Rhode y William Luti, ambos sionistas
fanáticos de Pentágono a las órdenes de Feith, Wolfowitz e I. Lewis
Libby han estado bajo investigación del FBI por pasar documentos a
Israel. Rhode tuvo recientemente suspendido su pase de seguridad.
Operativos de la CIA en Bagdad informaron que estaba constantemente
informando a Israel por su teléfono móvil sobre planes de EEUU,
despliegues militares, proyectos políticos, activos Iraquíes y mucha
otra información confidencial. Michael Ledeen, otro influyente
estratega político sionista que trabajó en el Pentágono, perdió su
pase de seguridad después de ser acusado de pasar material
clasificado a un ‘país extranjero (Israel)’. En 2001 Feith
contrató a Ledeen para trabajar en la Oficina de Planes Especiales
que manejaba documentos de alto secreto. El mismo Feith fue despedido
en marzo de 1983 del Consejo Nacional de Seguridad por proporcionar a
Israel datos clasificados. El FBI investigó a Wolfowitz por haber
proporcionado documentos a Israel sobre una propuesta de venta de
armas de EEUU a un país árabe.
Está claro que agentes israelíes,
no simplemente ideólogos sionistas, infestan la cúpula del Pentágono.
La cuestión no es meramente una cuestión de adoptar esta o aquella
posición política a favor de Israel sino de trabajar sistemáticamente
sobre una gama entera de asuntos para reforzar el poder israelí por
encima de y en contra de los intereses imperiales estadounidenses.
Lo que sorprende no es la actual
investigación sobre espías israelíes en el Pentágono sino por qué
no han sido detenidos, acusados y sentenciados hace una década o dos.
El problema de la colaboración
organizativa Americana Judía con el espionaje del Pentágono – es
decir, el papel de AIPAC como cómplice en el actual caso de espionaje
- no es excepcional. En sus libros, el antiguo agente del Mossad,
Victor Ostrovsky (The Other Side of Deception, 1994), y Gordon Thomas
y Martin Dillon (Robert Maxwell: Israel’s Superspy, 2002) describen
como las fuerzas de seguridad israelíes han alistado a judíos
sionistas extranjeros, a los que llaman sayanim, para servir como
respaldo de partidarios y colaboradores en las operaciones israelíes
en el exterior. AIPAC no es meramente un ‘lobby’ en pro de Israel
sino un antiguo puesto de escucha y de recogida de información pública
y gubernamental confidencial para Israel. A un nivel más ‘filosófico’
existe una creencia insidiosa muy extendida entre los líderes de las
principales organizaciones judías como AIPAC de que la cuestión básica
para todos los judíos es si la “política es buena para los judíos”
- sucintamente definida para aludir al interés del Estado de Israel y
sus gobernantes actuales. En el intento de “Defender Israel a toda
costa” es muy probable que algunos de estos funcionarios sobrepasen
la línea del espionaje en tiempo de guerra.
El Presidente Bush ha declarado que
es un “Presidente de tiempo de guerra”- EEUU está implicado
oficialmente en una guerra colonial de agresión contra el pueblo
Iraquí. En estas circunstancias, el espionaje en tiempo de guerra es
un delito capital… incluso si los agentes de espionaje son israelíes.
No es de extrañar que la máquina de propaganda sionista e israelí
esté trabajando sin descanso para socavar la investigación sobre el
espionaje.
Después de que fuera anunciado por
primera vez por la televisión CBS, el resto de los medios de
comunicación dieron destacado espacio a las negaciones israelíes y
de AIPAC. Lo que es más grave, la retransmisión de la CBS dañó
deliberadamente la investigación del FBI sobre las conexiones entre
el Pentágono y AIPAC en el espionaje. El FBI culpa a las revelaciones
de CBS respecto a Franklin, cuando este último ya había confesado y
estaba trabajando con la FEDS para implicar a AIPAC y a agentes israelíes.
Los ideólogos sionistas en los medios de comunicación de EEUU y la
prensa israelí tratan de quitar importancia al incidente – primero
con las vehementes denegaciones y después reduciendo el caso de
traición a una cuestión de intercambio rutinario de información por
parte de un único funcionario Gentil “del nivel más bajo”, torpe
pero fanáticamente en pro de Israel. Se olvidan de mencionar que fue
contratado y dirigido por Douglas Feith y Paul Wolfowitz para que
fuera su experto sobre Irán implicado profundamente en el manejo de
documentos de alto secreto y en formular la política respecto a Irán.
Los funcionarios israelíes
declaran que el Mossad y la inteligencia militar prometieron
solemnemente dejar de espiar en los EEUU después del caso de Jonathan
Pollard. “Nunca hemos espiado en EEUU desde…”, aducen. En
realidad, más de 800 espías israelíes que se hacían pasar por
estudiantes de ‘arte’ y turistas fueron expulsados después del
11-S y varios agentes del Mossad que se hacían pasar trabajadores de
mudanzas en New Jersey y Tennessee fueron expulsados.
La arrogancia del poder israelí
entonces en EEUU, del cual se jactó públicamente Sharon, se basa en
gran parte en el sencillo principio abrazado por todo sionista fanático
trátese de académicos de la liga Ivy o de criminales neo-fascistas
(como Elliot Abrams) es “Lo que es bueno para Israel es bueno para
EEUU”. “Bueno para Israel” significa hoy guerras sangrientas de
EEUU contra los adversarios de Israel, apoyo incondicional a la
expansión y el pillaje israelí en Palestina y ahora espionaje en
EEUU por el bien de Israel. Guiados por este eslogan es fácil de ver
cómo todo aquello en EEUU que pudiera ser útil para la inteligencia
israelí, sean documentos, directivas o debates estratégicos sobre
grandes asuntos de tiempo de guerra que tienen lugar en la Casa
Blanca, son objetos legítimos para su transmisión a la inteligencia
israelí.
Antes que encarar la evidencia, los
ideólogos sionistas se han dedicado a ataques ad hominem contra su
agente de espionaje como meramente un funcionario de categoría media
que no influía en la política. Pasan por alto el hecho de que era el
‘botones’ de sus jefes sionistas que sí verdaderamente hacen política
y trabajan con los más altos escalones del estado israelí para
‘coordinar’ la política de EEUU de modo que se acomode a las
necesidades de Israel. El poder de la máquina de propaganda Israelí-Sionista
estadounidense es tan agobiante que el FBI tuvo que investigar durante
2 años, realizar interminables escuchas telefónicas, videos y fotos,
entrevistar a docenas de funcionarios del gobierno y no del gobierno
antes de que pudieran prepararse para presentar los cargos. A pesar de
ser grabados y fotografiados en el acto de tomar documentos de alto
secreto, los funcionarios de AIPAC lo niegan todo y después contratan
una ringlera de abogados muy poderosos. Ya los medios de comunicación
pro sionistas sugieren que el espionaje Sionista-AIPAC es realmente un
caso de ‘manejo ineficiente de documentos sensibles’ – un caso
de poner documentos de alto secreto en el buzón equivocado. ¡Talmente!.
En menos de dos días los medios de
comunicación pro Israel enterraron la historia, y fueron publicados
una serie de ‘informes de noticias’ presentando las denegaciones
de AIPAC, Israelí ridiculizando a su topo en el Pentágono como un
idiota fanático (Haaretz) y lanzando un contraataque cuestionando los
motivos de la investigación y el servicio de contraespionaje del FBI.
Los medios publicaron historias de “personas enteradas” anónimas
que hablaban supuestamente de que el FBI desestimaba los cargos de
espionaje sustituyéndolos por cargos por “manejo ineficiente de un
documento clasificado” o incluso que simplemente abandonaban el caso
por completo. Aducen que el espía que entregó un documento
clasificado a intereses israelíes no sabía que era un delito, un
caso de error de juicio inocente y bienintencionado. Esta pieza de
propaganda ha quedado completamente desacreditada cuando se reveló
que el agente israelí (Franklin) confesó y ha estado cooperando con
el FBI durante los pasados meses.
Nada captura tanto el poder y la
penetrante y corrosiva influencia del aparato EEUU-Sionista sobre la
política de EEUU como el silencio absoluto de ambos candidatos
principales al encarar un lapso del alto nivel de seguridad y
potencialmente dañando la investigación de espionaje. John Kerry, el
candidato Demócrata a la zaga de Bush en las encuestas de sondeos rehúsa
denunciar los ‘fallos de seguridad’ Sionistas del Pentágono a
pesar de que la seguridad nacional figura en el centro de su campaña.
La razón está muy clara: Kerry está atado a la máquina política
sionista de AIPAC-Israel-Sionistas estadounidenses y está dispuesto a
sacrificar la seguridad de EEUU por el voto sionista aún cuando
encara el asunto del espionaje israelí en tiempo de guerra.
Los republicanos fueron un paso más
allá – enviando a sus principales políticos a una extravagancia
política de AIPAC organizada en Nueva York dos días después de que
AIPAC fuera citado por el FBI como el intermediario israelí en el
pase de documentos secretos. En ningún momento de la historia moderna
reciente ningún gobernante ni partido de oposición han
confraternizado en festividades públicas con una organización
dedicada al espionaje exterior. La explicación es la situación política
inaudita y única que existe hoy en EEUU – el poder extraordinario
que un estado pequeño y económicamente dependiente ejercita sobre un
estado imperial global por medio de sus agentes político-religiosos,
organizados y ricos.
Si Israel puede conseguir lo que
quiera de sus patriotas sionistas situados en puestos destacados del
gobierno de EEUU, entonces ¿por qué se dedica al espionaje? Hay
varias explicaciones.
La entrega en mano de documentos
por Franklin se puede ver como un movimiento de ahorro de tiempo y
mejora de la seguridad. Si lo descubren, los mentores de Franklin
pueden simplemente negar estar implicados – estaba actuando por su
cuenta, un argumento destacado en la prensa israelí. La idea de
Franklin como una especie de ‘incontrolado’ no explica por qué le
contrataron, le retuvieron y le encomendaron las tareas delicadas y
fue alabado por los sionistas destacados (Feith, Wolfowitz, Ledeen y
Abrams) hasta el momento en que fue descubierto. En segundo lugar el
documento transferido proporcionaba a Israel información muy oportuna
sobre un importante debate de alto nivel: La política de EEUU hacia
Irán, más especialmente quien estaba a favor o en contra de un
asalto militar contra Teherán. Esto permite a Israel planear su
propia estrategia militar sabiendo de antemano la posible respuesta de
Washington e instruir a sus más altos colaboradores del Pentágono
sobre cómo preparar el terreno para la aceptación de la agresión
israelí. Fundamentalmente Israel quería estar en el núcleo de
decisión de la Casa Blanca en cada etapa de la estrategia política
de Oriente Medio a través de Wolfowitz, Feith y compañía y por
medio de informes documentados confidenciales que el Mossad podría
analizar directamente. Había ‘necesidad’ de espiar, porque el
Mossad no depende meramente de una fuente de información, ni opera
solo con un vestigio. Tiene relaciones directas formales e
‘informales’ (de espionaje) con estrategas políticos
‘amistosos’ gubernamentales. Opera en muchos niveles, legales e
ilegales, por medio de colaboradores sionistas así como de agentes
exteriores, a través de agentes con pasaportes falsos y por medio de
sionistas durmientes locales, que pueden ser activados para tareas
específicas…
Conclusión:
Las investigaciones y evidencias
son generalmente suficientes para proceder con las acusaciones,
interrogatorios y persecución de los líderes y tratantes extranjeros
en un caso importante de espionaje, especialmente en tiempo de guerra.
Miles de inocentes del sur de Asia, Arabes y Musulmanes han sido
detenidos y encarcelados con excusas más débiles (“sospechas”).
Pero en el caso del espionaje israelí-AIPAC-Pentágono los procesos
legales normales son inoperantes.
La cuestión del enjuiciamiento por
espionaje depende del poder político - una lucha entre el Estado
Israelí apoyado por los candidatos principales a la Presidencia y
partidos, las máquinas políticas Sionistas-Americanas y sus acólitos
en los medios de comunicación, por una parte y, por otra parte el
FBI, el aparato profesional de inteligencia (CIA, DIA), el Fiscal del
estado y su personal investigador y muy pocas voces políticas
sueltas. Los denominados movimientos progresistas y críticos políticos
están extrañamente silenciosos: Aún cuando se declaran en contra de
la guerra, fallan en denunciar un caso de espionaje que está íntimamente
relacionado con la próxima guerra de Oriente Medio – un ataque
israelí contra Irán. ¿Por qué los judíos progresistas no
denuncian el espionaje de AIPAC para promover una nueva guerra contra
Irán? Una declaración firmada “No en nuestro nombre” los separaría
claramente de estos agentes de guerras extranjeras. Tres días después
de la denuncia inicial, los medios de comunicación han enterrado la
historia. El FBI está demorando cualquier tipo de anuncios. El fiscal
está bajo presión política, unilateral y tremenda. La falta de algún
tipo de medio de comunicación hace de la república de EEUU un
gigante impotente, atado con nudos por enanos maliciosos, incapaz de
defenderse, incapaz de definir sus propios intereses políticos. El último
informe del FBI nos dice que ese agente israelí confeso se preparaba
para dirigir a las autoridades a sus contactos en el gobierno israelí
cuando la CBS reventó el caso. ¿Estaba enterada la CBS del peligro
para los servicios secretos israelíes y trataba de socavar la
investigación? Sin duda se hará algún tipo de declaración oficial,
quizás incluso se formulará una acusación contra el funcionario de
categoría media por cargos secundarios y el FBI puede incluso
atreverse a entrevistar a Wolfowitz y Feith respecto a lo que sabían
de la red de espionaje, con consecuencias previsibles. Sin embargo si
hubiera algo que vaya más allá de una entrevista, los medios
sionistas cargarán con lo de “antisemitismo”, un “Segundo Caso
Dreyfuss”, lo que probablemente acabará con la investigación
actual.
La lucha ‘subterránea’ entre
los sionistas del Pentágono y el aparato de seguridad de EEUU
continuará. Si Bush sale reelegido, Wolfowitz probablemente se
convertirá en Secretario de Defensa. Si sale elegido Kerry, el
sionista en el armario, Richard Holbrooke, se hará cargo del Pentágono.
Los ciudadanos norteamericanos
tendrán que enfrentarse a una grave pregunta: Si los servicios de
seguridad son incapaces de defender nuestro país del espionaje en los
puestos de altura – ¿Qué es lo que hay que hacer?.
En cualquier caso nosotros nos
enfrentamos a un inminente ataque militar contra Irán diseñado y
promovido por los sionistas, que es probable que lleve a una
conflagración general que sólo puede beneficiar a los neofascistas
que dirigen el estado de Israel. Y ustedes tienen miedo de que les
llamen antisemitas por oponerse al espionaje de Israel y a las guerras
regionales.
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