Hiede a catástrofe
El bajón de Kerry
Por Alexander Cockburn (*)
CounterPunch, 04/09/04
Traducido para Rebelión por Germán
Leyens
Hasta los que me dicen que van a
votar por Kerry tratan de subrayar que el individuo no les gusta.
JoAnn Wsypijewski, del equipo de CounterPunch, que desfiló contra
Bush el domingo en Nueva York, llamó para decirme que aunque no le
gusta Kerry, pero va a votar por él: "Ahora sé con certeza que
va a perder".
"¿Cómo lo sabes?"
"Había tal vez unas 450.000
personas en las calles de Manhattan, todas contra Bush y tal vez vi a
unas diez con letreros de Kerry/Edwards. Tal vez dos con pancartas de
Nader/Camejo. La gente no relaciona el odio a Bush con el voto por
Kerry."
En parte puede tener que ver con
todo el frenesí de Bush-el-monstruo, que ha llenado las librerías de
folletos histéricos que presentan al presidente como un cruce entre
Calígula y Nerón, sin contar con la ventaja del toque de violín de
este último.
El problema en este caso es que
Bush, a pesar de ser un tipo algo extraño y limitado, no es Calígula
o Nerón, aunque se parece en algo al repelente Domiciano y además, a
diferencia de los emperadores romanos, tiene una mujer atractiva que,
hasta ahora por lo menos, no lo ha envenenado. Tampoco ha tratado, que
sepamos, de envenenarlo, aunque es una asesina del volante como
descubrió, al precio de su vida, su antiguo amigo en ese cruce
solitario de carreteras al borde de Midland. Para muchos que están
acostumbrados a perfiles de personalidad como los que aparecen en
anuncios para hipotecas, Bush parece un tipo muy sincero que te ofrece
unos préstamos a 4 por ciento sin pagos extraordinarios. Apuesto a
que probablemente ganará los debates con Kerry, no sólo en estilo y
comportamiento sino porque Kerry le ha hecho la vida tan fácil, como
lo han demostrado los últimos sondeos que indicaron que Bush va
avanzando, incluso antes de la convención republicana.
Algunos de esos sondeos fueron
realizados cuando los titulares nos contaban que bajo Bush más gente
había caído en la pobreza, más chicos pasaron hambre, y ahora 45
millones no tienen seguro de salud. Podría pensarse que fue un regalo
para Kerry, pero no fue así.
El motivo principal puede sólo ser
la desgraciada decisión de Kerry y sus consejeros de otorgar a su
historial bélico en Vietnam el papel estrella en la convención demócrata
en Boston, seguido de cerca por su demente e innecesaria decisión a
mediados de agosto de anunciar a través de Jamie Rubin, su portavoz
para la política exterior, que hubiera ido a la guerra contra Sadam
Husein incluso si la amenaza de las ADM era falsa.
El insufrible Jamie Rubin,
principal agente de prensa del Departamento de Estado en los años
Clinton, declaró al Washington Post que "sabiendo lo que sabe
hoy" sobre la falta de armas químicas, biológicas o nucleares
en Irak, Kerry hubiera votado a pesar de todo para autorizar la guerra
y que "es muy probable" que ya hubiera lanzado un ataque
militar para derrocar a Husein si fuese presidente. (Previamente,
Kerry había dicho solamente, con su típica franqueza, que ‘podría’
haber hecho la guerra a pesar de todo.)
En agosto, cuando las fuerzas de
EE.UU. estaban involucradas en duros combates en Nayaf, y las víctimas
estadounidenses aumentaban inexorablemente hacia las 1.000., Rubin
pidió excusas al Washington Post por su expresión "muy
probable". De un modo más filosófico explicó que no ‘se podía
saber si Kerry hubiera hecho la guerra. "Bush se lanzó a la
guerra de manera equivocada", dijo Rubin. "Lo que no sabemos
es lo que hubiera sucedido si un presidente lo hubiese hecho de manera
correcta"’
¿Cuán estúpido hay que ser para
renunciar a las ADM No-Existentes como un arma para golpear a Bush?
Fue el momento, supongo, en el que
mucha gente a la que no le gusta la guerra perdió interés por Kerry,
como lo deben haber comprendido Kerry y sus consejeros ya que enviaron
a James Rubin a declarar que se había equivocado, lo que sólo reforzó
la reputación de Kerry como un especialista de la voltereta.
¿Tiene la candidatura de Kerry el
hedor de la catástrofe?
Pudiera pensarse que las noticias sobre la
economía podrían llevarlo a la victoria, pero la cosa comienza a
oler mal. Tal vez sólo la CIA, una agencia que lucha por sobrevivir,
puede salvarlo, con algo como una sorpresa de octubre.
(*) Alexander Cockburn es co-editor de "Dime's Worth of Difference:
Beyond the Lesser of Two Evils".
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