Estados Unidos

 

La reelección de Bush y sus incongruencias

Por Theotonio Dos Santos
Agencia Latinoamericana de Información, 08/09/04

La posibilidad de una victoria electoral de Bush aumenta la distancia entre la opinión pública del resto del mundo y la norteamericana. Esta misma incongruencia se repite en el plano económico en el cual los Estados Unidos se recuperan a través de relaciones cada vez más dependientes del apoyo irrestricto de las demás economías del mundo.

La convención del Partido Republicano, a pesar de provocar la reacción intensa de las fuerzas militantes de la población de Nueva York, logró reforzar el imagen de Bush como conductor de la guerra en contra del terrorismo. Al mismo tiempo, la situación económica, a pesar de las restricciones impuestas por el aumento de la tasa de interés, continúa en un cuadro general de recuperación que favorece el imagen de Bush como administrador.

Por otro lado, la convención demócrata no logró convencer a los electores indecisos sobre las calidades de conductor militar del candidato demócrata, ni demostró que los demócratas tienen políticas económicas más claras para terminar con el desempleo. En realidad, la oposición demócrata se muestra tibia y vacilante, como los republicanos caracterizan su candidato Kerry. Las manifestaciones más duras en contra de Bush parecen cada vez más expresar una corriente radical de la cual el aparato político electoral de los demócratas quiere separarse.

En este clima, la candidatura Bush se afirma a cada día y se refuerza la idea de una posible victoria republicana. Esta perspectiva genera desesperación y desilusión en el resto del mundo. ¿Sería el pueblo norteamericano completamente insensible a la reacción mundial a su política unilateral y agresiva? ¿Ellos no perciben que su opción por una política tan odiosa tendrá efectos negativos en su contra? ¿O ellos creen simplemente que los Estados Unidos son tan poderosos que no tienen por que tomar en cuenta al resto del mundo?

Se puede percibir la parálisis en todas las fuerzas conservadoras aliadas a los Estados Unidos. Solamente los fascistas aventureros a la Berlusconni se sienten libres para apoyar esta situación. En América Latina hay una enorme confusión. Pero sobretodo en el Oriente Medio se siente el peso de la continuidad de la guerra bajo la hegemonía del radicalismo cada vez más insano.

Lo grave de todo esto no es solamente la incongruencia entre las expectativas de la gente y la evolución de los hechos. Lo más grave es la perspectiva de un choque creciente entre la realidad y los cuadros mentales en que opera la política. Esto es particularmente claro en el plano económico. Este poder norteamericano de chantajear al resto del mundo sin temer su reacción es una consecuencia de la creciente articulación de su economía con la economía mundial. Articulación que asume la forma de un déficit fiscal colosal a ser financiado por el resto del mundo repleto de dólares y en búsqueda de posibles fuentes de inversión. Al mismo tiempo y fundamentando esta plétora de dólares está el déficit comercial cada vez más colosal de Estados Unidos que llena a las economías exportadoras de estos dólares de dudosa validez.

Los gastos norteamericanos en el exterior se refuerzan aún más con la ampliación de sus actividades militares en todo el mundo. Ya no pueden contar con el financiamiento ajeno como en la guerra del Irak en 1990. Ahora tienen que pagar el desplazamiento de sus bases militares por todo el mundo a costos crecientes. ¿Por cuánto tiempo podrá persistir una política tan aventurera? ¿Por cuánto tiempo los demás gobiernos y pueblos aceptarán el riesgo de llenarse de títulos de deuda pública y de las monedas de un país cuyo endeudamiento y cuyos déficits comerciales y de servicios tienden hacia la estratosfera? ¿Por cuánto tiempo podrá el resto del mundo financiar estas aventuras militares y estos desvaríos hegemónicos del grupo de ideólogos que asumió el poder en los Estados Unidos?

Nuestro cálculo está basado en el desequilibrio de estoques generado por esta situación. Creemos que no podrá ultrapasar los quince a veinte años la acumulación de estos desequilibrios colosales. Creemos también que el reajuste de la economía mundial al final de este proceso será simplemente colosal. Así como ocurrió entre la primera y la segunda guerra mundiales. Para prepararse para esta situación, varias regiones del mundo deberán encerrarse en sus mercados y economías regionales. Estas deberán reforzarse en una fase de transición, como mecanismo principal de autodefensa.

Las incongruencias deberán profundizarse. La retórica podrá hablar de libre comercio pero la práctica estará marcada por fuertes políticas proteccionistas y regionalistas. Todos estarán buscando una forma de salvar el dólar, pero las políticas concretas lo estarán ahogando a largo o incluso a mediano plazo. Estados Unidos continuará blandiendo su espada hegemónica mientras se debilita a cada día como liderazgo mundial y depende cada vez más del resto del mundo.

Y lo más duro: Estados Unidos choca con el resto del mundo al apoyar a un grupo de irresponsables para gobernarlo en detrimento de la opinión pública mundial. Esperemos que la luz de la experiencia histórica ilumine a los pueblos para evitar este camino tan violento.

Volver