El
cerebro del programa electoral de Bush, Grover Nosquist, destapa sus
planes de gobierno:
“Enterraremos
a los europeos y aceleraremos el declive de los sindicatos”
Por
Pablo Pardo
El Mundo, Madrid
Reproducido por Rebelión, 17/09/04
"Enterraremos
a los europeos, aceleraremos el declive de los sindicatos,
recortaremos la financiación de los empleados y moveremos el Estado
de Bienestar hacia un sistema privado."
Estas son palabras de Grover Nosquist, cerebro del programa
electoral de Bush.
'The
Wall Street Journal' le ha llamado 'el Lenin del Partido Republicano'.
Otros destacados conservadores opinan que ese título le queda grande,
pero no cabe duda de que a sus 48 años, Grover Norquist, asesor
externo de la Casa Blanca, se ha convertido en la fuerza dominante de
la política económica estadounidense.
El
carácter bocazas de Norquist se combina con una devoción ascética
para su causa. Tanto que el programa electoral que aprobó el Partido
Republicano la semana pasada para la reelección de Bush repite, punto
por punto, su ideario. No es sorprendente. Norquist trabaja en
estrecha colaboración con Karl Rove, el estratega electoral jefe de
Bush, y tiene un amplio historial en promover la causa conservadora en
Estados Unidos y el anticomunismo en el mundo.
Es
difícil exagerar la influencia de Norquist en la política
estadounidense. Él fue el artífice de la arrolladora victoria de los
republicanos en las elecciones legislativas de 1994, que colocó a su
aliado Newt Gingrich al frente de la Cámara de Representantes.Desde
entonces, los conservadores no han abandonado el control del
Legislativo, un tradicional feudo demócrata.
Desde
hace más de 10 años dirige la Coalición Dejadnos Solos, que
todos los miércoles celebra reuniones abiertas en las que
representantes de diferentes grupos conservadores plantean iniciativas
y anuncian programas de acción, y a las que George W. Bush y Dick
Cheney envían siempre representantes personales. Dirige el proyecto
calle K, destinado a erradicar toda influencia demócrata de los
grupos de presión -los famosos lobbies- que se concentran en esa
calle de Washington. Y quiere -y todo apunta a que va a conseguir- que
la efigie de Ronald Reagan aparezca en los billetes de 10 dólares.
Pero su principal instrumento para influir en la política es el grupo
Americanos por una Reforma Fiscal (ATR, según sus siglas en
inglés).
Este
grupo de presión certifica la política fiscal de cada legislador.Si
el congresista ha votado a favor de subidas de impuestos, está
acabado, especialmente si es republicano. Una mala opinión de la ATR
puede liquidar la popularidad de cualquier legislador, y dejarle sin
fondos para llevar a cabo una campaña electoral.
Pregunta.-
¿Quién va a ganar el 2 de noviembre?
Respuesta.-
Da igual. Nosotros controlaremos la Cámara de Representantes, y
probablemente el Senado. Si gana Kerry, no va a poder hacer nada que
no queramos nosotros. No le vamos a dar dinero para que gaste. No podrá
subir impuestos. No podrá robarnos nuestras armas de fuego. Aunque
perdamos la Casa Blanca, no va a ser el fin del mundo.
P.-
¿Y si gana Bush?
R.-
El Partido Demócrata estará acabado para siempre. Si tenemos el
control del Legislativo y del Ejecutivo, reforzaremos nuestro control
del Poder Judicial para dirigirlo contra los demócratas.Llevaremos a
cabo una modesta limitación de la capacidad de la gente para iniciar
procesos legales contra las empresas, lo que dañará a los abogados
especialistas en esos casos, que son uno de los puntales del Partido
Demócrata. Aceleraremos el declive de los sindicatos. Recortaremos la
financiación a grupos de empleados públicos, como los profesores,
que son una de las grandes fuentes de votos de los demócratas. Y
empezaremos a mover el Estado de Bienestar hacia un sistema privado,
en pensiones y sanidad.
P.-
¿El fin de los demócratas?
R.-
Sí, porque además su base demográfica se está hundiendo. Cada año
mueren dos millones de personas que combatieron en la Segunda Guerra
Mundial y que vivieron la Gran Depresión. Esa generación ha sido una
excepción en la historia de EEUU, porque ha defendido políticas
antiamericanas. Ellos votaron por la creación del Estado de Bienestar
y por el servicio militar obligatorio. Ellos son la base electoral demócrata.
Y se están muriendo. Y, al mismo tiempo, cada vez más
estadounidenses tienen acciones.Eso hace que defiendan los intereses
de las empresas, porque son sus propios intereses. Por eso, es
imposible llevar a cabo políticas de odio social, de lucha de clases.
P.-
¿Qué hacen los demócratas para frenar su declive?
R.-
Movilizarse. De ahí viene todo el apoyo que Kerry está recibiendo de
gente como George Soros. Están como estábamos nosotros en 1968,
cuando ganó Nixon, o en 1980, cuando ganó Reagan. Entonces, los demócratas
controlaban el Congreso. Nosotros sólo podíamos optar a la
Presidencia. Sabíamos que, si Nixon o Reagan no ganaban, y continuaba
el dominio demócrata de la política de EEUU, entregarían el país a
la Unión Soviética. Ahora ellos viven esa experiencia.
P.-
Usted quiere recortar el tamaño del Estado a la mitad en 25 años. ¿Cómo?
R.-
La clave son las pensiones y la sanidad. El año pasado Bush aprobó
la creación de cuentas personales en las que cada ciudadano acumule
ahorros para pagarse la asistencia sanitaria. Y en el programa
electoral para la reelección se incluye una privatización parcial de
las pensiones. Esos dos capítulos son un tercio del gasto público en
este país. En 20 años, la mitad de la población estará en sistemas
asistenciales y de pensiones privados. Y el Estado de Bienestar ya no
será necesario. A eso se sumarán reformas de la Agencia de Protección
del Medio Ambiente, y la reducción de competencias de la Administración
Federal de Medicamentos (FDA), que autoriza la comercialización de fármacos.
P.-
Y será la sociedad que usted quiere.
R.-
Será una sociedad verdaderamente americana. Y enterraremos a los
europeos. Además, reformaremos la legislación de inmigración, y
cada año nos traeremos a un millón de los mejores cerebros de
Europa. Ustedes también estarán acabados. Por de pronto, déjeme
decirle que ya somos más libres que ustedes.
P.-
¿Por qué?
R.-
Porque podemos tener armas.
P.-
Pero también los europeos —y sobre todo las europeas— podemos
desnudarnos más que los estadounidenses en la playa.
R.-
¿De quién son esas playas?
P.-
Del Estado.
La
visión de playas estatales con gente desnuda —o casi—
desconcierta a Norquist, aunque no está claro si es por la
titularidad pública de esos espacios o por el aspecto moral de la
cuestión. Con esa incógnita abierta, la entrevista termina. Norquist
vuelve a su tarea de lobbista, y empieza a hablar con sus
colaboradores del secretario de Energía, Spencer Abraham.
Tras
una breve interrupción para atender a un periodista de la Vieja
Europa, la revolución liberal de Estados Unidos vuelve a ponerse en
marcha.
El
mismo Norquist ha declarado su objetivo: «No quiero acabar con el
Estado. Sólo quiero hacerlo tan pequeño que pueda ahogarlo en la bañera».
Ficha
de Norquist:
Nacido:
El 19 de octubre de 1956 en Wenton (Massachusetss). Cargo actual:
Presidente de Americanos por una Reforma Fiscal y de la Coalición
Dejadnos Solos. Director del Proyecto Legado Ronald Reagan. Miembro
del Comité de Dirección de la Asociación Nacional del Rifle.
Trayectoria: Norquist dice que se hizo anticomunista a los 11 años,
leyendo Missers of Deceit, escrito por el polémico ex director del
FBI J. Edgar Hoover. Después de obtener un MBA en Harvard, pasó a
dirigir la Asociación de Universitarios Republicanos y la Unión
Nacional de Contribuyentes. En los años 80 trabajó en la Casa Blanca
y fue asesor financiero de la guerrilla anticomunista angoleña UNITA,
que combatía, con el apoyo de EEUU y Sudáfrica, al gobierno de ese
país, que contaba con el respaldo de decenas de miles de soldados
cubanos. También trabajó con los 'muyahidin' antisoviéticos
afganos.
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