Las consecuencias de la doctrina
Bush
Por Noam Chomsky (*)
La Jornada, 29/09/04
Tal vez el documento más
amenazador de nuestra época es la Estrategia de Seguridad Nacional de
Estados Unidos difundida en septiembre de 2002. Su implementación en
Irak ha costado ya incontables vidas y conmovido hasta sus cimientos
el sistema internacional. Una de las consecuencias de la guerra contra
el terrorismo es la resurrección de la guerra fría, con más
participantes que nunca en el club nuclear. También se han ampliado
los escenarios factibles de es-tallar en diferentes partes del globo.
Como explicó Colin Powell, el
documento indica que Washington "tiene derecho soberano al uso de
la fuerza para defenderse" de países que poseen armas de
destrucción masiva y que cooperan con terroristas, la excusa oficial
para invadir Irak.
La obvia razón para invadir Irak sigue siendo eludida de manera
conspicua: la necesidad de establecer las primeras bases militares
seguras de Estados Unidos en el centro de los más grandes recursos
energéticos del mundo.
A medida que se fueron derrumbando
los antiguos pretextos, el presidente Bush y sus colegas comenzaron a
revisar la doctrina para poder apelar al uso de la fuerza aun cuando
un país carezca de armas de destrucción masiva o de programas para
desarrollarlas. La "intención y capacidad" para hacerlo es
más que suficiente.
Pero es que prácticamente cada país
del mundo tiene la capacidad. Y la intención depende siempre del
criterio del espectador. La doctrina oficial, entonces, es que
cualquiera puede ser atacado.
En septiembre del 2003, Bush aseguró
a los estadunidenses que "el mundo está ahora más seguro debido
a que la coalición puso fin a un régimen iraquí que tenía vínculos
con terroristas mientras fabricaba armas de destrucción masiva".
Los asesores del presidente saben cómo convertir la mentira en
verdad, si se la reitera con insistencia.
La guerra en Irak incitó al
terrorismo a escala mundial. En noviembre del 2003, el experto en
Medio Oriente Fawaz Gerges señaló que "resulta realmente increíble
cómo la guerra ha revivido la atracción de una guerra santa islámica
a nivel global que había declinado luego del 11 de septiembre de
2001". Por primera vez, Irak se convirtió en un "santuario
de los terroristas", y sufrió los primeros ataques suicidas
desde el siglo XIII, cuando actuaban los asesinos.
El reclutamiento para la red Al
Qaeda ha aumentado. "Cada uso de la fuerza es otra pequeña
victoria para Osama Bin Laden", que "está ganando",
escribe el periodista británico Jason Burke en Al Qaeda, su estudio
de los diferentes grupos de islamitas radicales. Para esos grupos, Bin
Laden es apenas algo más que un símbolo. Y tal vez se transforme en
un personaje más peligroso luego que lo maten, pues se convertirá en
un mártir que podría inspirar a otros a unirse a la causa.
Burke señala que están surgiendo
"nuevos cuadros de terroristas", enrolados en lo que
consideran es "una lucha cósmica entre el bien y el mal",
visión compartida por Bin Laden y Bush.
La reacción más atinada frente al
terrorismo tiene dos flancos de ataque: una en relación a los
terroristas y la otra con respecto a su apoyo potencial. Los
terroristas se consideran una vanguardia, que intenta movilizar a
otros. La labor policial, una respuesta apropiada, ha sido exitosa a
escala mundial. Más importante, sin embargo, es la amplia base de
simpatizantes que los te-rroristas intentan alcanzar, incluidos mu-chos
que los odian y los temen, pero, sin embargo, los consideran como
luchadores de una noble causa.
Podemos ayudar a la vanguardia
terrorista a movilizar esa reserva de apoyo me-diante la violencia. O
también podemos enfrentar la "miríada de quejas", muchas
de ellas legítimas, que son "la causa principal de la moderna
militancia islámica", escribe Burke. Ese esfuerzo básico puede
reducir de manera significativa la amenaza del terrorismo, y debe ser
tomado de manera independiente de su objetivo.
Acciones violentas provocan
reacciones factibles de causar catástrofes. Expertos estadunidenses
calculan que los gastos militares en Rusia se han triplicado durante
la era Bush-Putin. Esa, en buena medida, es una respuesta a la
belicosidad del gobierno de Bush. En ambos bandos, las ojivas
nucleares continúan en estado de alerta máxima. Pero el sistema de
control de los rusos podría haberse deteriorado.
Los peligros se acrecientan con la
amenaza y el uso de la fuerza. Como se había anticipado, los planes
militares estadunidenses han provocado también la reacción de China.
El gobierno de Pekín ha anunciado planes para "transformar su ejército
en una fuerza de alta capacidad tecnológica capaz de proyectar su
poder a nivel global para 2010", informó el mes anterior
Jehangir Pocha, corresponsal del diario Boston Globe. Los chinos, añadió,
"están remplazando su arsenal nuclear de unos 20 misiles balísticos
intercontinentales de la época de los años 70 con 60 nuevos misiles
de ojiva nuclear múltiple capaces de llegar a Estados Unidos".
Es posible que las acciones de
China causen efecto de onda expansiva a través de India, Pakistán y
más allá. El desarrollo nuclear en Irán, y en Corea del Norte,
también en parte respuesta a las amenazas de Estados Unidos, es muy
ominoso. Lo im-pensable se convierte en posibilidad cierta.
En 2003, en la Asamblea General de
Naciones Unidas, Estados Unidos votó sin respaldo alguno contra la
implementación del Tratado de Prohibición de Pruebas Atómicas, y
acompañado de su nuevo aliado, India, contra medidas para eliminar
las armas nucleares. Estados Unidos también votó solo contra
"el respeto a las normas del medio ambiente" en acuerdos de
desarme y de control de armamentos, y acompañado apenas de Israel y
Micronesia en contra de pasos para evitar la proliferación nuclear en
Medio Oriente, pretexto que utilizó para invadir a Irak.
Los presidentes suelen tener
"doctrinas", pero Bush es el primero que tiene también
"visiones", posiblemente debido a que sus asesores recuerdan
que su padre era criticado por "carecer de una visión". La
más exaltada de esas, conjurada luego que todos los pretextos para la
invasión a Irak fueron abandonados, era la de llevar la democracia a
Irak y Medio Oriente. Para noviembre de 2003, esa visión fue
considerada el motivo real para iniciar la guerra.
La evidencia de fe en esa visión
consta de poco más que declaraciones virtuosas. Tomar esas
declaraciones en serio implica presumir que nuestros líderes son unos
re-domados mentirosos. Mientras movilizan los países para la guerra,
declaran que las razones son totalmente diferentes. Una norma de salud
mental es mostrarse escépticos acerca de lo que inventan para
remplazar pretextos que se han derrumbado.
(*) Noam Chomsky es profesor de
lingüística en el Instituto de Tecnología de Massachusetts en
Cambridge y autor del libro, de reciente publicación, Hegemony or
Survival: America's Quest for Global Dominance.
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