La política económica de Bush
Por Juan Torres López (*)
La Opinión de Málaga, 05/09/04
El discurso de aceptación como
candidato de George W. Bush ante la Convención de su partido ha
servido para que ratifique, casi una por una, las ideas que ha venido
defendiendo hasta ahora.
Vuelve a erigirse en el salvador
del planeta sin mencionar las causas de los males que quiere combatir,
sin reconocer que su país comete también las villanías que dice
perseguir fuera de sus fronteras y sin tener en consideración que no
parece razonable que sea sólo Estados Unidos quien tenga competencia
ejecutiva a la hora de darles soluciones.
Y se encuentra fuerte. El timorato
papel que está desempeñando Kerry y su manifiesta incapacidad para
desmarcarse de los grandes principios que marcan los poderes que se
mueven en las sombras de las elecciones presidenciales en aquel país
están dando de nuevo alas al petrolero tejano.
En el terreno económico no hay
lugar tampoco para la más mínima modificación de rumbo. Vuelve a
reiterar su mensaje eufórico a pesar de que los datos muestran que su
mandato pasará a la historia como uno de los más perjudiciales para
los sectores sociales más desfavorecidos, es decir, para la inmensa
mayoría de sus compatriotas.
A punto de concluir su primer
mandato, puede decirse que será el primer presidente en 72 años que
lo termina con pérdida de empleos. Hasta el día de hoy y desde que
Bush llegó al poder se han perdido en Estados Unidos casi tres
millones de puestos de trabajo.
Mientras que la creación media
mensual de empleos había sido de unos 135.000 desde los tiempos de
Truman, con Bush los datos se vuelven del revés y registran una pérdida
de casi 80.000 mensuales de media.
Acaba de anunciarse que en agosto
se han creado 144.000 puestos de trabajo y los republicanos levantan
las banderas al vuelo. Sin embargo, en julio habían previsto crear
250.000 y sólo se crearon 32.000.
El fracaso de Bush en este campo se
muestra considerando que había anunciado en 2002 que terminaría su
mandato con pleno empleo y lo cierto es que llegará al final con más
de siete millones de desempleados.
El número de parados de larga
duración se ha multiplicado por tres desde que Bush llegó a la
presidencia y más de 760.000 desempleados han perdido el seguro de
desempleo.
Además, el 57% de los parados que
vuelven a ser contratados lo hacen en empleos con salarios menores al
salario anterior y tres de cada cinco trabajadores tienen un salario
por debajo del salario medio por hora nacional, lo que indica
claramente el enorme nivel de desigualdad que se ha generado.
Hay que tener en cuenta que las
estadísticas de paro en Estados Unidos, como en casi todos los demás
países, no muestran realmente la realidad del desempleo. Ocultan el
gran número de "desanimados" y no contabilizan a cientos de
miles de personas que se consideran "inactivos" porque en
realidad han sido excluidos de los mercados laborales. Sólo los dos
millones de reclusos que hay en Estados Unidos (el 25% del total
mundial en un país que tiene el 5% de la población mundial) y los
casi cinco millones de personas en libertad vigilada (la mayoría de
los cuales sin poder trabajar) aumentarían de forma espectacular la
tasa de paro oficial.
Tampoco se considera que la calidad
de los puestos de trabajo que se crean es mínima, hasta el punto de
que la Oficina Internacional de Trabajo comenzara a hablar de la
existencia de "trabajadores pobres" justo cuando este fenómeno
se daba en la nación más rica del planeta. Hoy día se ha
generalizado incluso el término "McJob", en alusión al
tipo de empleo precario y empobrecedor que se da en los MacDonalds y
se extiende al resto de las actividades.
La degeneración del trabajo
explica que haya aumentado el número de pobres a una tasa superior al
12% bajo el gobierno de Bush.
Mientras que este se ufana de que
la economía avanza a buen ritmo lo cierto es que en su país se ha
alcanzado en 2003 la cifra record de 35.800.000 personas pobres.
Y no sólo eso, sino que la
disminución de los gastos y programas sociales, el aumento del
desempleo y la subida de precios en productos básicos ha hecho que su
situación haya empeorado en los últimos años. Ahora, la atención médica
le supone un 49% más de gasto y eso, unido al aumento del desempleo,
ha provocado que aumente sin cesar el número de personas que no
disponen de ningún tipo de atención sanitaria. En 2003 ya había 45
millones de personas en esta situación, 1,4 millones más que el año
anterior. Entre ellos, 12,7 millones de hispanos (el 38% de todos los
que tienen trabajo), y muchos de los casi 10 millones de inmigrantes
indocumentados existentes, lo que también da cuenta de la situación
a la que han llegado a estar las minorías en aquel país.
En los doce últimos meses los
beneficios de las empresas se han disparado, aunque la inflación ha
subido un 3% y los salarios un 2%. Los precios de los diez
medicamentos más recetados aumentaron en 2003 un 8,7% y en mucha
mayor medida está subiendo el precio de la vivienda que va del
aumento de un incremento gigantesco de la deuda hipotecaria. Los
grandes laboratorios y los constructores, como en general las grandes
empresas, son los que se frotan las manos.
Los trabajadores, por el contrario,
han salido perjudicados. No son los beneficiarios del crecimiento de
la economía de Estados Unidos posterior a la recesión de 2001. Según
las cifras oficiales, su parte de los ingresos nacionales ha caído
hasta el nivel más bajo desde 1951. El salario medio de un trabajador
estadounidense pasó de 44.570 dólares anuales en 2001, a 32.310 dólares
este año.
George W. Bush ha llevado a cabo
una reforma fiscal aún más que radical y antisocial que la que
hiciera Ronald Reagan. Según datos oficiales que se hicieron públicos
hace poco, al 1% más rico de la población le ha correspondido el
32,4% del recorte total y al 60% de ingresos más bajos sólo el 8,5%.
Bush también ha reducido o
eliminado el presupuesto público destinado a programas sociales y
educativos. Por ejemplo, está previsto que se eliminen para 2005
programas de prevención del abandono escolar porque se dice
oficialmente que "son innecesarios", aunque según un
estudio reciente del Urban Institute uno de cada dos hispanos no
consigue terminar sus estudios.
Pero a pesar de estas reducciones
en el gasto social la bajada de impuestos principalmente dirigida a
los más ricos y el aumento ingente del gasto militar ha hecho que se
alcance un déficit presupuestario clamoroso. Un déficit que este año
puede superar los 450.000 millones de dólares cuando la Oficina
Presupuestaria del Congreso había previsto en 2001 que 2004 se cerraría
con un superávit de 375.000 millones de dólares.
Se muestra así, además, la cara más
injusta, cínica y desvergonzada de los dirigentes estadounidenses. El
vicepresidente Cheney acaba de decir que ya "Reagan probó que el
déficit no importa" pero Estados Unidos obliga a los demás países,
a través de los organismos internacionales que controla, a hacer
justo lo contrario de lo que hacen ellos.
Y crece también sin control el déficit
comercial exterior gracias al dólar barato que Estados Unidos ha
favorecido para financiarse del resto del mundo. Y gracias, además, a
los acuerdos que impone a los demás países y que acaban de ser
calificados por el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz como una
"traición de Estados Unidos" que responde a la "política
incomprensible e hipócrita" de Bush. El Premio Nobel señala que
"la política del presidente Bush en este campo es incomprensible
e hipócrita. Mientras habla de campañas mundiales contra el sida y
ofrece considerables sumas de dinero para respaldarlas, lo que da con
una mano lo está quitando con la otra".
Bush ha consolidado el
proteccionismo imperial que Estados Unidos practica para sí pero que
prohíbe a los demás mediante su poder político y militar. Se
obtiene ventaja comercial pero a coste de no respetar las reglas y
convenios internacionales y manteniendo un régimen general injusto y
asimétrico que obliga a las naciones pobres a que, en aras del libre
comercio que los ricos no practican, mantengan políticas contrarias a
sus intereses pero favorables a las multinacionales norteamericanas.
Ese régimen asimétrico está
generando la deuda gigantesca que va acumulando Estados Unidos y que
no tiene parangón con la de ningún otro país. Sólo la deuda pública
puede alcanzar en 2005 el 65% del PIB y la deuda externa supone un añadido
de unos 600.000 millones de dólares al año que debe financiarse en
el extranjero.
Lo que ha hecho Bush ha sido
procurar que crezca una inmensa burbuja que se manifiesta en el total
de la deuda que pesa sobre las familias y las empresas y que sólo
desde 2001 ha pasado de 28,9 billones de dólares a 35 billones de dólares,
es decir casi tres veces el producto interior bruto de Estados Unidos.
Sin lugar a dudas, la Reserva
Federal subirá considerablemente los tipos de interés en los próximos
meses para que el capital financiero salga adelante y para que la
economía estadounidense tome aire, aunque esto sólo será posible si
se logra una entrada masiva de capitales. Se benefiiciarán entonces
los bancos y los grupos financieros, así como los sectores, como el
militar, que tienen la demanda asegurada, pero se resentirán los
sectores más productivos y creadores de empleo. Y, en todo caso, será
a costa de extender de nuevo la recesión y crisis por todo el mundo.
Pero nada de esto hará cambiar a
Bush. Él no trabaja ni para los pobres de su país ni para los de
fuera. ¿Alguien ha oído a Bush mencionar que sea un problema que en
su país el 1% más rico de la población disfrute de un volumen de
riqueza que es 200 veces mayor que el que tiene el 40% más pobre, o
que el 10% más rico reciba más del 30% de los ingresos mientras que
el 10% más pobre recibe menos del 2%?, ¿Acaso ha manifestado que le
preocupe que el 1% de los estadounidenses más ricos tengan tanta
riqueza como el 95% menos rico, o que la riqueza total del 60% más
rico sea 500 veces mayor que la que tiene el 40% más pobre? ¿Alguna
vez se ha mostrado afectado porque el 40% de los hogares más pobres sólo
disponga del 0,2% de la riqueza total de Estados Unidos?, ¿se ha
conmovido su espíritu patriótico al saber que el 80% de sus
compatriotas sólo disponen del 15% de la riqueza de su país?. Tan
preocupado como está por el terror, ¿se ha mostrado alguna vez
dispuesto a hacer frente a las muertes que provoca el hambre, a la
terrorífica muerte de niños, de mujeres y de hombres de todas clases
por no disponer de medicinas que, si no fuera por sus políticas, podrían
adquirir por unos centavos?.
(*) Catedrático de Economía
Aplicada en la Universidad de Málaga.
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